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Capítulo 1 TODO COMENZÓ EN…

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Corría el año 1993. Alejandro era un bebé, un bello niño de ojos verdes y pelo rubio. Parecía procedente de Alemania, más que de España. Lograba enamorar a todo el que lo cogiera. Un niño muy risueño y muy salado, hacía gracia solo con abrir la boca o una simple mueca.

Vivía en un barrio muy humilde de una localidad de Madrid, en una familia con pocos recursos económicos. Alejandro no tenía suerte, ni tan siquiera de recién nacido. Una desgracia familiar, doce meses antes de que él naciera, hizo que la familia paterna se alejase de ellos para siempre. Conocía a sus abuelos maternos, con los que pasaría fines de semanas enteros o incluso semanas, pero a los otros nunca los llegó a conocer; ya habían fallecido cuando él nació.No tenían grandes posesiones económicas, pero sí una ilustre reputación; sin ir más lejos, su abuelo fue uno de los políticos que elaboraron la Constitución española. Amaba la política y a su país, pero tras el Golpe de Estado abandonó sus responsabilidades (no se veía representado por ninguna fuerza política), y pasó a formar parte de una gran empresa de automovilismo. Su padre también gozaba de una envidiable reputación: uno de los cocineros con más premios de la Comunidad de Madrid, el único con la receta perfecta para elaborar la salsa para acompañar las costillas, importada de EE.UU. Trabajaba en el restaurante situado en la carretera de Barcelona en el que un día ETA decidió atentar. ¿Y su madre? Una política que seguía los pasos de su padre; pero lo que la llevó a ser conocida ante la opinión pública fue que no pertenecía a ningún partido, aceptaba las propuestas que estos hacían según sus programas electorales.

No es común tener de madrina a una de las cantantes más famosas del país. Esto hizo que su día grande fuera, a la vez, su presentación ante el resto de la sociedad. Aunque Alejandro no era consciente de ello, fue portada de muchas revistas, pero su vida transcurrió solitaria y sin grandes lujos durante muchos años.Así es el entorno en el que nace el pequeño Alejandro: una familia conocida pero humilde, cuyas obligaciones hacen que, desde pequeño, tenga que prescindir de la presencia de sus padres, aunque contaba una hermana con la que compartió sus primeros guiños y balbuceos. No obstante, pronto los celos empezaron a nublarle el corazón.

Muchas madres prefieren evitar la guardería para que sus hijos estén más tiempo con ellas, pero Alejandro tuvo que ir desde bien pequeño. Solo pasó más tiempo con su madre cuando tuvo que ser ingresado en el Niño Jesús. Se ahogaba al comer y tuvo que ser operado de vegetaciones, y ello requería que su madre pasase el mayor tiempo posible con él, para poderlo alimentar. La desgracia que sufrió su familia antes de que naciera, hacía que el centro de atención fuera otra persona, no él. Alejandro se encontraba solo. Sus abuelos tenían todos sus ojos puestos en su hermana mayor, que aún estaba recuperándose de las operaciones que tenía que hacerse por las quemaduras sufridas con apenas pocos meses de vida.

La sonrisa pícara de Alejandro y sus chispeantes ojos verdes se fueron transformando en un semblante serio, hasta llegar a convertirlo en un chico muy reservado que muy pocas veces abría su corazón. Alejandro solo era feliz y se desahogaba cuando cada año bajaba a una aldea muy especial para él y para su familia, una tradición que seguían sus parientes desde antes de que él naciera. Peregrinaban hacia la Virgen del Rocío, y solo allí, cuando estaba frente a frente con ella, Alejandro se sinceraba y le detallaba a la Virgen todo lo que le estaba sucediendo. Solo a ella. Nadie de su familia sabía lo mal que lo podía haber pasado en ciertos momentos, y hoy seguro que muchos de ellos se enterarán a través de estas páginas. Una vida parecida a una montaña rusa, con tremendos conflictos emocionales en torno a su familia y a su sexualidad. Hoy conocemos al joven Alejandro, que en unos cuantos años pasará a ser nuestro rey y que hará historia, como lleva haciendo desde que nació. Si de algo os daréis cuenta es de que este niño rubio hizo de todo menos pasar desapercibido.

Hoy quiero confesar... que mi marido es el Rey

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