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Capítulo uno

Mi método de adiestramiento

Como madre de tres hijos y adiestradora de animales durante más de veinte años, he llegado a entender que las lecciones que aprendí durante la maternidad se pueden aplicar al adiestramiento canino. Este libro comparte mi sistema de adiestramiento canino, el cual se basa en el método con refuerzo positivo. A diferencia de los programas de adiestramiento tradicionales en boga en la actualidad, como el que utiliza César Millán en el programa El encantador de perros, la esencia del adiestramiento con refuerzo positivo es que los perros aprenden buenos comportamientos cuando los recompensamos por hacerlo bien, y que el castigo no tiene que ser en forma de una reprimenda o, algo peor, con fuerza física. En el adiestramiento con refuerzo positivo, nuestra tarea es amar y respetar a nuestros perros y recompensarlos y castigarlos como haríamos con nuestros hijos. El punto fundamental en el refuerzo positivo es que un perro es una creación de Dios que vive y respira y que necesita amor y seguridad. Un perro también siente dolor, igual que nosotros, y nuestra tarea es minimizar ese dolor.


Según mi opinión profesional, el refuerzo positivo es el mejor sistema de adiestramiento canino, tanto si usted tiene una familia con muchos hijos o es un adulto soltero. En este preciso momento, demasiados perros todavía son sometidos a técnicas de adiestramiento más tradicionales, con castigos que incluyen el uso de collares de ahogo y la fuerza física. Esas técnicas aversivas de castigo se centran en las cosas que el perro hace «mal» y hacen que el perro deba intentar descubrir, mediante ensayo y error, lo que debe hacer para que no lo castiguen. Como leerá, yo utilizaba esos métodos tradicionales hasta que tuve una revelación: el refuerzo positivo es mejor en todos los aspectos.

Sé que el refuerzo positivo funciona. También sé que si mantiene su compromiso con los principios de este método, al final de este curso de cinco semanas sobre fundamentos que ofrece este libro tendrá un perro feliz y lleno de vida. Si ya ha adiestrado a su perro utilizando las técnicas tradicionales de castigo y tiene la esperanza de readiestrarlo con este sistema, le aplaudo y le aseguro que es posible hacerlo. He visto que funciona infinitas veces. El adiestramiento con refuerzo positivo incluso ha salvado de la eutanasia a los conocidos «perros del corredor de la muerte», perros que algunas personas pensaban que era imposible rehabilitar.

Le guiaré por cada una de las etapas de mi programa como guío a mis estudiantes. Empezaremos con una introducción que le ayudará a prepararse, a preparar su casa y a preparar a su familia para la vida con un perro. A continuación encontrará el curso de cinco semanas sobre fundamentos, que le ayudará a dominar los principios básicos, desde el adiestramiento para hacer las necesidades hasta las indicaciones siéntate, quieto y ven aquí. Entonces usted y su perro pasarán al adiestramiento de trucos, diseñado para mantener a su perro ocupado y lleno de curiosidad, y también aporta elementos para la diversión. Por último, descubrirá cómo asegurarse de que su perro se comporta adecuadamente en cualquier lugar, de modo que usted se sienta cómodo cuando comparta la experiencia canina de su familia con las visitas, en el parque de su barrio y en la carretera.

¿Por qué adiestrar?

Principalmente, adiestra a su perro porque quiere controlar su comportamiento. Yo creo que también existe otra razón de igual importancia: el adiestramiento, en especial el adiestramiento con refuerzo positivo, es una de las mejores formas de crear un vínculo con su perro. Un perro bien adiestrado que está de verdad conectado con su propietario se sentirá feliz y seguro y tendrá más éxito en nuestro mundo humano. No adiestrar a un perro es como no enseñar a un niño a leer: no es lo correcto. El triste destino de un perro no adiestrado —un animal incapaz de arreglárselas en el mundo— suele ser una vida muy limitada.

¿Por qué el adiestramiento hará que el perro se sienta feliz y seguro? Tanto si se toma la molestia de adiestrarlo como si no, su perro está aprendiendo de usted todo el tiempo. Los perros no entienden como nosotros lo que está bien o mal, sino que siempre están intentando adivinar, a través de ensayo y error, lo que es seguro y lo que es peligroso, y lo que les hace sentir bien y lo que no. Puesto que su perro recurre a usted para encontrar las respuestas, es mejor dirigir su aprendizaje desde el primer día en que entra en su vida. Si guía a su perro para que haga lo que usted quiere y lo recompensa cuando lo hace, es más probable que lo haga otra vez. De hecho, como verá, su perro intentará descubrir lo que hizo para que lo recompensara.

Cuando implica a sus hijos en el adiestramiento, les está enseñando cuestiones de seguridad, responsabilidad, solidaridad y lo que cuesta ser un mejor amigo.

Un perro que se siente seguro por lo general será un perro más seguro. Según los centros norteamericanos de Control y Prevención de Enfermedades, cada año 4,5 millones de estadounidenses reciben mordiscos de perro, y más de 2 millones de ellos son niños. Casi 400 000 de esos niños necesitan atención médica. La inmensa mayoría de las personas que reciben mordiscos de perro los reciben de perros que conocen, tanto si se trata del perro de su familia o el de un amigo. Un perro bien adiestrado es mucho menos probable que muerda que un perro no adiestrado o mal adiestrado.

También creo que el adiestramiento canino nos hace ser mejores seres humanos; definitivamente puede ayudarnos a inculcar buenos valores a nuestros hijos. Cuando implica a sus hijos en el adiestramiento, como espero que lo haga, no solo está ayudando a que el perro disfrute de los niños, también está enseñando a sus hijos cuestiones de seguridad, responsabilidad, solidaridad y lo que cuesta ser un mejor amigo.

Por último, como he dicho antes, el adiestramiento es una de las mejores formas de crear un vínculo con nuestros perros. Si ha sido el propietario de un animal de compañía con el que se sintió vinculado de manera excepcional, sabe que este tipo de relaciones aportan infinitas recompensas. Me ha encantado ser testigo de la relación extraordinariamente íntima que el senador Kennedy tenía con sus perros, en especial con Splash. Su relación fue una leyenda en el Capitolio. Siempre que he tenido alojados en mi casa a los tres perros de los Kennedy y los devolvía a la familia, el senador interrumpía lo que fuera que estuviera haciendo o dejaba a quienquiera con el que estuviera reunido para saludar a los perros y a mí. Esta gran figura parecía un crío cuando se agachaba y jugaba con sus perros. Una noche, cuando el senador vino a mi casa a recoger a Splash de camino a casa desde el aeropuerto, los dos armaron tal griterío con su júbilo, que mi hija Paige corrió escaleras abajo para ver qué era todo ese escándalo. Cuando le presenté al senador Kennedy, se quedó sin palabras al ver que ese hombre jugueteando por el suelo de casa era el mismo hombre que había visto tantas veces en el televisor; estaba tan estupefacta que se excusó con amabilidad y volvió arriba a terminar los deberes.

Tuve otro cliente, Nat, cuyo labrador retriever amarillo, Zack, se alojaba a menudo conmigo. Estaban tan unidos que Zack sabía cuándo Nat iba a volver a recogerlo. Zack empezaba a ir de un lado a otro y esperaba en el recibidor, a veces incluso recogía su mochila para perritos y la llevaba a la puerta. No fallaba: unos cinco minutos más tarde sonaba el timbre y ahí estaba Nat. Empecé a poner a prueba a Zack para ver si podía engañarlo. Yo sacaba su mochila temprano como si supiera que era la hora de irse, pero Zack no se lo tragaba nunca. Le pedí a Nat que variara la hora de su llegada por la noche, pero eso tampoco funcionó. Zack siempre lo sabía. No sé cómo, Zack era capaz de saberlo, pero lo que sí sé es que tener una relación tan potente entre perro y humano es una experiencia extraordinaria.

¿Por qué comprometerse con el adiestramiento canino con refuerzo positivo?

La idea de que los perros pueden —y deberían— adiestrarse mediante el refuerzo positivo, y no con el castigo aversivo, la desarrolló por primera vez de un modo formal Ian Dunbar, un veterinario con un doctorado sobre comportamiento animal. Como él dice, el castigo no tiene que ser desagradable, espeluznante ni doloroso. Por consiguiente, si no es necesario utilizarlo, no debería utilizarse. Para los perros, no dar una recompensa es un castigo suficiente y es, en realidad, más eficaz que el castigo físico.

Déjeme utilizar una historia real para ilustrar cómo se adiestra a los perros mediante refuerzo positivo, en comparación con las técnicas aversivas tradicionales. Una vez tuve un cliente que se llamaba Peter que vino a mi clase en la asociación Boys and Girls de Georgetown consternado porque su pastor australiano, Wallaby: no paraba de saltar. No importaba lo mucho que Peter regañara a Wallaby, al perro simplemente le encantaba saltar. Puesto que a Peter le habían enseñado a utilizar técnicas aversivas de castigo, intentaba que Wallaby dejara de saltar dándole un golpe de rodilla en el pecho cuando saltaba. No funcionaba: Wallaby seguía saltando. No entendía que saltar estaba mal: después de todo, es un perro y a algunos perros por naturaleza les encanta saltar. Para Wallaby, el rodillazo de Peter era como un abuso aleatorio.

En lugar de que Peter castigara a Wallaby por hacer algo mal, yo quería ayudarle a aprender a recompensar a Wallaby por hacer algo bien. Trabajé con ellos utilizando un protocolo de refuerzo positivo que había descubierto, que era muy eficaz para que los perros dejaran de saltar. Primero, Peter solo tenía que saludar a Wallaby cuando el perro estuviera sentado. Si Wallaby saltaba, Peter lo ignoraba. Peter simplemente no decía nada, se volvía de espalda y evitaba prestar atención a Wallaby. Pero luego Wallaby se sentó y descubrió que ocurrió algo increíble: obtuvo una recompensa. Y no cualquier recompensa, sino su recompensa preferida: un juguete Kong relleno (un juguete de goma casi indestructible para mascar, con un interior hueco que puede llenarse con toda clase de golosinas). Cuando Wallaby saltaba, no obtenía recompensa (ni tampoco rodillazos en el pecho). Con el tiempo, Wallaby descubrió que había una pauta clara: si saltaba, no obtenía recompensa; pero ¿y si se sentaba? Entonces, ¡premio gordo! Además de que Peter practicara con paciencia esta técnica en casa, fueron necesarias unas cinco semanas de clase, pero al final del ejercicio Wallaby ya no saltaba.

Unas semanas después, Peter volvió a clase molesto porque Wallaby había empezado a saltar de nuevo. Le pregunté si estaba utilizando regularmente la técnica del juguete Kong que habíamos practicado. Peter vaciló. «Bueno…, a veces.» ¡Ajá! Como verá, el adiestramiento poco constante es la causa más común de que los buenos comportamientos se desmoronen. Trabajé con Peter otra técnica: le dije que animara a Wallaby a saltar. Eso es: recompensamos a Wallaby por hacer ese «mal comportamiento» en el que ya era tan bueno. Le dije a Peter que pidiera a Wallaby que saltara en momentos aleatorios cuando Wallaby no se lo esperara, incluso en mitad de la clase cuando estábamos trabajando en otra cosa. Una y otra vez, solo por saltar cuando se lo pedía, recompensaba a Wallaby con abundantes alabanzas y golosinas. Si saltaba cuando Peter no se lo pedía, no obtenía recompensa. En lugar de eso, Peter le daba la espalda.

Entonces ocurrió algo gracioso: Wallaby empezó a anticipar cuándo Peter le iba a pedir que saltara y esperaba la indicación de Peter, sabiendo que le daría una recompensa. Al cabo de poco tiempo, Wallaby sabía que solo obtenía una recompensa por saltar cuando Peter se lo indicaba diciendo: «¡Wallaby, canguro!». Al conseguir controlar los saltos de su perro, Peter también enseñó a Wallaby a controlar sus impulsos y convirtió este comportamiento previamente malo en un truco divertido del que los dos disfrutaban. La historia de Peter nos ayuda a ilustrar que un castigo no siempre tiene que ser una reprimenda física como un rodillazo en el pecho del perro, cosa que podría haber enseñado a Wallaby a no acercarse a Peter para nada. Un castigo también puede ser no dar una recompensa, siempre que reduzca el comportamiento inmediatamente previo, de modo que sea menos probable que ocurra en el futuro. En otras palabras: Peter sí que castigaba a Wallaby. ¿Cómo? Si Wallaby saltaba cuando Peter no se lo pedía, Peter no daba a Wallaby alabanzas ni golosinas, sino que se volvía y lo ignoraba. No dar una recompensa se convierte en el castigo. Esto se llama castigo negativo, lo que significa que el castigo de Wallaby es que no obtenía ninguna recompensa que apreciara (la atención de Peter o una golosina). El castigo negativo es como castigar sin salir de casa a un niño mayor, poner a pensar a un niño pequeño o dejar sin la tan deseada televisión por la noche. Se trata de retirar un privilegio.

Un castigo positivo hubiera sido que Peter castigara físicamente a Wallaby con, digamos, un rodillazo en el pecho cuando Wallaby intentara saltar. Con un niño, el castigo positivo puede ser que le griten o recibir un azote. Si todo lo que un padre hiciera fuera azotar a un niño cuando no se porta bien, entonces la única recompensa del niño sería que no lo azotaran, cosa que se llama refuerzo negativo. (Los servicios de protección de la infancia tendrían otros nombres para esto.)

Este concepto de negativo frente a positivo no tiene que ver con malo frente a bueno. Negativo significa que lo retiramos; positivo significa que lo damos. Así que el refuerzo positivo significa que damos un refuerzo o una recompensa. El castigo negativo significa que no damos esa recompensa. El adiestramiento canino con refuerzo positivo está relacionado con las recompensas, por lo que utilizamos tanto el refuerzo positivo (dar recompensas) como el castigo negativo (no dar recompensas). El adiestramiento canino tradicional está relacionado con el castigo. Hace hincapié en el castigo positivo (dar una corrección física como un reproche brusco o un tirón en la cadena de ahogo) y el refuerzo negativo (no dar el castigo, como no tirar de la cadena de ahogo).


Esta distinción entre negativo y positivo puede ser un poco difícil de entender, así que volvamos a Peter y Wallaby. Peter utilizó el modelo de refuerzo positivo para cambiar el comportamiento de Wallaby diciéndole de una forma eficaz: «Me gusta que saltes; hazlo un poco más». La recompensa reforzó el comportamiento positivo de Wallaby. Peter castigaba a Wallaby con castigo negativo: no había ni alabanzas ni golosinas si Wallaby saltaba cuando Peter no se lo pedía, lo que significaba: «Puedes saltar todo el día, pero te ignoro. Hacer esto no vale la pena».


Imaginémonos que Peter hubiera continuado utilizando el modelo de adiestramiento aversivo tradicional. Si Wallaby saltaba sobre Peter, entonces Peter estaba obligado a darle al perro un castigo positivo, una reprimenda física o verbal. Este castigo positivo estaría diseñado para decirle a Wallaby: «No saltes». Cuando Wallaby no saltaba, no hacía nada, lo que representa una recompensa negativa: Wallaby no recibía el castigo. En otras palabras, Peter intentaría decir a Wallaby: «No está mal no saltar». La recompensa negativa sería un intento de reforzar el comportamiento positivo de Wallaby (no saltar).

Desde el punto de vista profesional, creo que hay un error en esta lógica. A Wallaby nunca se le dice de manera específica que hace lo correcto: que no saltar es lo que quiere Peter. Wallaby tiene que adivinar lo que tiene que hacer mediante un proceso de eliminación, pero nunca se le dice cuándo lo hace bien. Incluso una rata dentro de un laberinto al final obtiene una recompensa cuando encuentra el queso. Un perro que solo se ha adiestrado a través del modelo de castigo aversivo tiene que adivinarlo todo solo. Eso requiere pensamiento abstracto, algo para lo que los cerebros de los perros no están programados.

Además, cuando a un animal se le da «el palo» demasiadas veces, o bien se rebela, o bien se rinde y pierde su vitalidad. Los adiestradores tradicionales buscan el momento del adiestramiento en que el perro se rinde. Creen que el estado debilitado de sometimiento del animal es el momento en que pueden crear los comportamientos deseados. A pesar de que este método puede ser eficaz en casos extremos que implican problemas graves de comportamiento canino bajo el cuidado de un adiestrador muy capacitado y experimentado como César Millán, es un arma peligrosa en manos de un propietario normal de perro, y aún más en manos de un niño.

De hecho, la asociación American Veterinary Society of Animal Behavior (AVSAB, Sociedad Veterinaria Estadounidense de Comportamiento Animal) está muy preocupada con la idea de que las familias utilicen los métodos de castigo aversivo de César Millán. En una declaración reciente de su postura, la AVSAB da nueve razones por las que el castigo aversivo puede ser ineficaz y potencialmente peligroso, en especial en manos de un no profesional no cualificado. Avisan que puede desencadenar o incluso «provocar comportamientos agresivos». También advierten que este tipo de adiestramiento puede reprimir comportamientos agresivos y, a la vez, hacer que el perro sea más temeroso, lo que hace más probable que el perro ataque sin aviso.

¿Y SER EL LÍDER DE LA MANADA?

Muchos adiestradores caninos tradicionales que utilizan técnicas de castigo aversivo reivindican que los que utilizamos el refuerzo positivo no entendemos la psicología de la manada canina. Dicen que los perros desean un líder fuerte que los domine y les diga lo que tienen que hacer. Los adiestradores tradicionales dicen que si el perro no le reconoce a usted como al perro alfa, el líder de la manada, el perro sentirá la necesidad de convertirse en el líder y acabará siendo el responsable de usted.

Es verdad que a los perros les gusta saber quién es el líder. Pero creo que los adiestradores caninos tradicionales se meten en un problema cuando llegan a la conclusión de que el único tipo de liderazgo que un perro respeta es un jefe abusón que no para de darle tirones con una cadena de ahogo; que le da la vuelta para ponerlo patas arriba y sentarse encima de él, lo que los adiestradores llamamos posición de la vuelta del alfa; y que solo le da al perro correcciones aversivas.

Los buenos líderes no tienen que actuar como abusones para exigir respeto, ni en el mundo de los humanos ni en la manada de perros. No es necesario que los perros de compañía se sientan intimidados para que se conviertan en un seguidor leal. A los perros de compañía les encanta seguir a líderes que les proporcionan comida, cobijo y seguridad: líderes que consideran benevolentes y justos. Los buenos líderes de manada proporcionan experiencias sociales y mucha diversión.

«NO MÁS VIOLENCIA»

Me preocupa lo que le ocurre a las personas cuando hacen daño a un animal o, en el caso de los niños, ven que alguien hace daño a un animal, aunque sea en aras del llamado adiestramiento. Si me deja dar una charla un momento, también creo que el adiestramiento canino positivo refuerza nuestras familias y comunidades. Es una forma de poder detener el ciclo de violencia. Por desgracia, es demasiado común que un joven que aprende primero a ejercer violencia contra los animales pase a ejercer violencia contra las personas.

La asociación American Humane Association (Asociación Humanitaria Estadounidense) ha lanzado una importante iniciativa llamada The Link para estudiar la relación entre la crueldad contra los animales y la violencia contra los seres humanos. La organización American Humane, que declara el descargo de responsabilidad «Ningún animal resultó herido» para películas y programas de televisión, afirma que es significativamente más probable que los criminales violentos «hayan cometido actos infantiles de crueldad contra mascotas» que los delincuentes no violentos, y que el abuso contra los animales se produce en la abrumadora mayoría de los hogares en que se documenta abuso y negligencia infantil.

Si su hijo (o su amigo) abusa o hace daño a una mascota, es mejor hablar de inmediato con él (o con los padres del amigo). Si su hijo ha visto que se lastima a un animal, asegúrele que hará todo lo posible para ayudar al animal. Felicítelo por ser compasivo. Pregúntele si alguna vez ha hecho daño a un animal; si es así, agradézcale la sinceridad y entonces acaricien juntos con suavidad a su perro (si el perro no tiene miedo). Recuerde a su hijo que no está bien hacer daño a los animales y felicítelo de nuevo por ser un buen niño que se preocupa por las cosas.

Readiestrar a un perro adiestrado con métodos tradicionales

Mi perro Ebony y yo somos la prueba de que los perros adiestrados con métodos tradicionales y los propietarios pueden readiestrarse para trabajar de una forma más positiva y centrarse en reforzar los buenos comportamientos y no en lo que el perro ha hecho mal. Cuando empecé a trabajar con mis perros, aprendí a adiestrar en el estilo aversivo de la «vieja escuela» sobre el que ahora predico en contra. En aquel momento era difícil encontrar una alternativa porque, bueno, no existía. Esa era la forma en que se hacían las cosas, y nunca se me ocurrió cuestionarlo hasta que Ebony me enseñó lo contrario.

Ebony fue mi primer perro de agua portugués. La adopté a finales de los años 1980 con toda la intención de adiestrarla como perro de concurso. Sin embargo, pronto me di cuenta de que padecía displasia de cadera y era portadora del gen de la atrofia retinal progresiva. Hubiera sido poco ético presentarla a concursos, ganar un título de campeón y entonces hacerla criar. Así que no lo hice.

En lugar de eso, llevé a Ebony a concursos de obediencia, en los que se juzga al perro por cómo obedece indicaciones y órdenes y cómo sigue su liderazgo. Para prepararla para las competiciones, la adiestré yo sola y con muchos otros adiestradores, de forma particular y en clases. A pesar de las horas que dedicaba, Ebony no obtenía buenos resultados en las competiciones. Continué intentándolo y fui a muchas competiciones organizadas por la asociación American Kennel Club [(Asociación Canina Estadounidense)]. Ebony mejoró, pero podría decir que algo no andaba bien para ella. No le gustaba la cadena de ahogo y se quedaba rezagada con tristeza, con la cola metida entre las patas mientras practicábamos y en los concursos de obediencia. No se lo pasaba bien.

En 1991 decidí dejar de atormentar a la pobre Ebony; en lugar de participar en las competiciones, solo íbamos a mirar. Mis hijos eran muy pequeños, pero los cargaba en el coche con una bolsa de pañales, los perros y sus provisiones, y nos poníamos en marcha. Cuando llegábamos, los niños jugaban y yo miraba los concursos y tomaba notas. Después, intentaba hablar con los mejores adiestradores y les preguntaba cómo conseguían que sus perros actuaran tan bien. Estaba en especial rendida ante una adiestradora magnífica: Joan Woodard. Sus perros, un golden retriever y un airedale terrier, actuaban a la perfección. Lo que más me sorprendía era que no llevaban collares de ahogo. Nunca lo había visto. La localicé después de un concurso.

Los buenos líderes no tienen que actuar como abusones para exigir respeto, ni en el mundo de los humanos ni en la manada de perros.

«Te he visto en la pista —le dije—. Tus perros lo han hecho tan bien…, y ni siquiera utilizan collares de ahogo.»

Joan sonrió y señaló el collar de ahogo de Ebony. «¡Qué lástima! —dijo—. Pero gracias por admirar el trabajo de mis perros.» Y entonces se fue.

Ahora entiendo que probablemente no quería perder el tiempo con alguien que utilizaba un collar de ahogo, pero no me di por vencida. La perseguí, concurso tras concurso, hasta que al final le agoté la paciencia. Me explicó que había un pequeño movimiento entre los círculos de adiestramiento canino y accedió a presentarme a un grupo pequeño pero muy unido de adiestradores que estaban haciendo las cosas de una forma distinta.

La semana siguiente, fui con Ebony a una clase que daba Joan sobre técnicas de refuerzo positivo. Me sentí como si entrara en un grupo radical clandestino, y en muchos sentidos era eso lo que estaba haciendo. Este tipo de adiestramiento era algo tan nuevo respecto a lo que me habían enseñado —respecto a lo que yo también había enseñado a hacer a otros— que me sorprendió lo extraordinariamente obedientes que eran los perros de esa sala, lo muy concentrados que estaban y, por encima de todo, lo felices que eran. No había collares de ahogo, ni correcciones físicas. En lugar de eso, había golosinas y juguetes, muchas golosinas y muchos juguetes. Incluso eso era diferente. En las clases de adiestramiento tradicionales basadas en el castigo no se permiten las golosinas porque, según se cree, echan a perder a los perros y hacen que los propietarios sean «blandos».

Cuanto más iba a las clases de refuerzo positivo de Joan, más lo entendía. Empecé a utilizar este método con mis perros, y se acostumbraron de inmediato. Ebony, en particular, parecía una perra completamente distinta: estaba llena de vida y alegre. Y le encantaba el adiestramiento. Incluso le gustaba la correa. Antes de todo esto, se enfurruñaba y quedaba alicaída cuando se la ponía, quizá porque sabía que pronto yo estaría tirándole del cuello y castigándola con dureza. Pero después de empezar a adiestrarla con los métodos de refuerzo positivo, se animaba cuando veía que cogía la correa.

Ya no miré hacia atrás.

Por ese tiempo, el doctor Ian Dunbar fundó la Association of Pet Dog Trainers (APDT, (‘asociación de adiestradores de perros mascota’)], una organización con socios dedicada a promocionar el adiestramiento con refuerzo positivo. Fui a mi primera conferencia de la APDT en 1994; allí mi motivación creció todavía más con muchos de los adiestradores más entregados de todo el país. Me llevé mi ejemplar, lleno de páginas marcadas, del emblemático libro del doctor Ian Dunbar de 1979, Dog Behavior [Comportamiento canino], para que me lo dedicara. Desde ese momento, el doctor Dunbar me ha motivado en mi trabajo en el adiestramiento canino con refuerzo positivo y continuamos intercambiando ideas, en especial sobre el adiestramiento canino para familias con hijos. Todavía estoy agradecida al doctor Dunbar y a Joan Woodard, mi primera adiestradora con refuerzo positivo, por ayudarme a cambiar de bando.

También estaré eternamente agradecida a mi perra Ebony, fallecida en 1995 a la temprana edad de poco menos de siete años, tan solo seis meses después de diagnosticarle una deficiencia renal. Ebony me enseñó con paciencia lo buena estudiante y lo feliz que podía ser si simplemente la recompensaba por todos los buenos comportamientos que me ofrecía.

REHABILITACIÓN DE PERROS PROBLEMÁTICOS

Hay casos en que un perro tiene demasiado miedo o ha sufrido demasiados daños para rehabilitarlo, pero si un perro puede rehabilitarse, creo firmemente que el refuerzo positivo es la forma de hacerlo.

Piense en el caso más extremo de abuso animal que recientemente ha llamado la atención pública en Estados Unidos: los perros de Michael Vick. ¿Quién podía creerlo? ¿El quarterback del equipo de fútbol americano Atlanta Falcons condenado por dirigir un local de peleas de perros? Entre los 47 perros que se llevaron bajo custodia se consideró, con la supervisión de un guardián/experto especial designado por el Tribunal de Distrito de Estados Unidos para el Distrito Este de Virginia, que 22 no se podrían rehabilitar. Con el apoyo de muchos expertos, incluidas algunas organizaciones nacionales humanitarias, se programó el sacrificio de estos 22 pit bulls «más extremos».

Mientras esos perros estaban en el corredor de la muerte, la asociación Best Friends Animal Society (‘Sociedad animal mejores amigos’) pidió al tribunal que les permitieran reevaluarlos, y este les concedió el permiso para rehabilitar a los perros bajo supervisión continua del experto especial del tribunal federal. Best Friends solo practica métodos de refuerzo positivo en su refugio de Kanab (Utah). Cuando los 22 Perros de la Victoria, como se conocen a estos pit bulls, llegaron al refugio Dogtown de Best Friends, o bien eran terriblemente agresivos, o bien estaban completamente apagados. El director de Dogtown, John García, nos explicó en las entrevistas para este libro que, a través del adiestramiento con refuerzo positivo los Perros de la Victoria aprendieron a confiar en las personas y consiguieron creer que el mundo era un lugar seguro, lleno de personas benevolentes que no les harían daño. Ann Allums fue una de los adiestradores responsables de la rehabilitación de los Perros de la Victoria. Como explica, si hubieran utilizado técnicas de adiestramiento aversivo, no solo no hubieran conseguido rehabilitar a estos perros, sino que es probable que hubiesen empeorado, como pasa por lo general con perros con problemas no controlados de comportamiento. Hoy en día, algunos de los Perros de la Victoria ya han obtenido su certificado de Ciudadano Canino Ejemplar (del cual hablaremos en el apéndice 1) y han sido alojados en casas privadas.

Lo imprescindible: paciencia y práctica

Antes de embarcarse en este programa de adiestramiento —desde la preparación hasta el curso de fundamentos y continuando con el adiestramiento de trucos más avanzados—, primero quiero aplaudirle por comprometerse a adiestrar a su perro utilizando el refuerzo positivo. Y luego quiero que recuerde que no siempre será fácil. Este programa —y, en realidad, cualquier programa de adiestramiento— requerirá mucho de su perro y también requerirá algunas cosas de usted: principalmente práctica con paciencia y constancia. Quiero que recuerde que cada una de las interacciones con su perro es una oportunidad de adiestramiento, que empieza, como he dicho, en el momento en que entra en su casa por primera vez. Quiero que sepa que entre las clases es cuando tendrá que trabajar duro, cuando le pediré que practique con constancia y coherencia lo que ha aprendido. Quiero que haga los deberes. Quiero que entienda que el adiestramiento incluye dedicar tiempo al ejercicio, el cepillado, las caricias y el juego.

Esta práctica con paciencia y constancia es lo que marcará la diferencia entre tener un perro que está muy adiestrado y lleno de vida y uno que está frustrado e inseguro. La práctica paciente le enseñará a su perro que su buen comportamiento se aprecia y se desea y que será recompensado. La práctica paciente le recordará a su perro, una y otra vez, que es un buen perro que merece las atenciones cariñosas que usted le da. La práctica paciente creará un vínculo fundamental.

Creo que la práctica paciente y constante también hará milagros en usted. Cuanto más practique, más seguro se sentirá. Y lo mismo vale para los niños. Le animo a que implique a sus hijos en este programa y en las tareas y deberes. Las experiencias de adiestramiento canino satisfactorias pueden ayudar a enseñar a los niños a adquirir responsabilidades y a aceptar y mantener un compromiso. Si se frustran con la cantidad de tiempo o el trabajo constante que requiere el adiestramiento canino, o con la incapacidad de su perro de dominar algo con rapidez, tenemos la oportunidad de enseñarles que el trabajo duro da buenos frutos. He visto tantas veces a niños y familias transformarse a través del adiestramiento canino… Es una oportunidad de aprender sobre nosotros mismos, de ser más comprensivos y tolerantes y de reírnos de nuestros errores y desafíos.

Créame, si se compromete a adiestrar a su perro ahora y siguiendo las lecciones de este libro, su trabajo dará buenos frutos. Pronto empezará a recoger las recompensas infinitas, maravillosas y enriquecedoras de tener un mejor amigo bien educado y bien socializado.

Empecemos, pues.

Adiestre a su perro

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