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XVIII

GRIFO DEL NÚMERO TRES

El Griphus ternarii numerii es otro de los opúsculos en que Ausonio se divierte poniendo dificultades a su habilidad versificatoria. Cuenta él, en la carta dedicatoria a Símaco1, que durante una campaña bélica (sin duda la del 368-369 contra los alamanes, la única en la que estuvo, según todos los indicios), se hizo en su mesa una invitación para beber a la griega, tal y como describe Horacio en Odas III 19 ss., es decir, brindando tres veces tres. Ausonio reconoce que su «famosa desazón por la poesía», nostra illa poetica scabies, le hizo rumiar durante el banquete, y concluir antes de levantarse de la mesa, estos noventa hexámetros —que el número también cuenta— sobre el tres.

Tal diversión la guardó en su escritorio y tiempo después decidió enviársela a Símaco, muy probablemente —y a falta de otra mejor— para compensarle de no haberle enviado el Mosella; en efecto, Símaco se había quejado en su carta I 14, que es del 370 o posterior, de esa grave omisión de su amigo. Por tanto, el poema fue compuesto una noche de juerga del 368 ó 369; pero la carta de envío y la publicación deben situarse a finales del 370 o en años siguientes2; en cualquier caso, dada la similitud con Epist. 11 —escrita durante la cuestura de Ausonio—, sería preferible suponer que el envío se haya realizado post 372.

Merecería la pena estudiar con cierto detalle las referencias al tres o múltiplos de tres en el poema porque, si bien no guardan más unidad de pensamiento o doctrina que la existencia del tres, algunas de las noticias recogidas tiene interés, como que son tres las sirenas de Sicilia3, o los versos referentes al número perfecto4.

Ausonio es, en lo que conocemos, el primer latino en titular un poema griphus (del gr. γρῖφος) «enigma»5 y al suyo le viene como anillo al dedo la definición del gramático Sacerdote: aenigma uel griphus est dictio obscura, uulgaris, allegoria difficilis antequam fuerit intellecta, postea ridiculam (KEIL, VI, 462, 19-20).

AUSONIO A SÍMACO

Estaba escondido entre mis naderías este indigno librito6: ojalá se hubiese quedado así y no hubiera muerto, como el ratón, por ponerse a la vista7. Yo, como el gallo de Euclión8, lo he desenterrado de la suciedad de mis polvorientos papeles, lo he sacudido y lo leí, prefiriendo, cual ávido usurero, invertir esta insignificante moneda a ocultarla. [5]

Luego, pensando para mis adentros, no en aquel verso de Catulo:

¿A quién voy a dar este simpático y nuevo librito? 9

sino más bien en algo «menos poético»10 pero más cierto:

¿A quién le voy a dar este librito antipático y tosco?,

no investigué demasiado; en efecto, tú me saliste al encuentro, precisamente quien, si yo tuviera que escoger entre [10] todos, siempre escogería. Por eso te he enviado estas frivolidades, más inútiles que los cañizos sicilianos11, de modo que, cuando no hagas nada, leas esto y evites estar sin hacer nada. Así pues, este librito lleno de naderías, castigado largo tiempo por una lectura secreta, si bien de mucha gente, llegará finalmente a tus manos12. Y tú, cual Esculapio13, le devolverás la vida o bien, cual Platón, con [15] la ayuda de Vulcano lo librarás de la infamia, si no debe llegar a la fama14. Este fue el motivo que tuve para escribir tal insignificancia: durante una campaña bélica, tiempo que, como sabes, es propicio a la licencia militar, se hizo en mi mesa una invitación para que se bebiese a la moda griega, mas no como se hizo en el banquete de Rubrio15, sino como la de la égloga de Horacio, en la que para brindar [20] por la media noche, la luna nueva y el augurado de Murena, pide tres veces tres copas el poeta aturdido16. Esa famosa desazón mía por la poesía comenzó desde aquel momento a rumiar el tema del número tres: y ya que es bien fácil el contagio de tal enfermedad, ojalá pase también a ti esa comezón y, utilizando la tinta de tus correcciones, uses tu esponja para limpiar la obra imperfecta de un caballo que suelta espuma con dificultad17. Y para que no me consideres falto de gloria, te diré que esos versillos, [25] comenzados durante el banquete, los rematé antes de acabar la cena, esto es, mientras estaba bebiendo y poco antes de haber bebido. Sea, pues, tu examen acorde con el motivo y la ocasión. Y léelo también tú con una chispa de sentido del humor y distensión: que resulta injusto que un lector abstemio enjuicie la labor de un poeta apenas sobrio. No se me escapa que alguien vendrá con sus narices [30] puntiagudas18 y su frente fruncida19 a condenar este pasatiempo mío y a decir que no está todo lo que tiene que ver con los números tres y nueve. Yo, entonces, confesaré que dice la verdad, mas diré que no es justo. Porque si es bienintencionado, considerará que lo omitido no se me ha olvidado sino que lo he pasado por alto. Luego, sea quien sea, pensará para sus adentros cuántas cosas se le habrían escapado a él, si las hubiera buscado por su cuenta. [35] Que sepa que yo no he hecho uso de todo lo que he encontrado pero sí abuso de algunas de las cosas que se me han presentado. ¡Ah, cuántas cosas bien sabidas por mí sobre el número tres he dejado olvidadas! Los tiempos20 y las personas21, los géneros22 y los grados de comparación23, los nueve metros normales con trímetros24, toda la gramática y la música y los libros de medicina, Hermes trismegisto [40]25 y el primer amante de la filosofía26 y los números de Varrón27 y todo lo que ignora el vulgo profano. Por último, cuán fácil le va a resultar, si él halla muchos más ejemplos, compararse conmigo, es decir al ocupado con el ocioso, al recién comido con el sobrio, mi juego y pasatiempo con su búsqueda diligente y tendenciosa. Cualquiera puede encontrar más que otro: nadie, todo. Y si a alguien le resulto además oscuro, de él me defenderé así: [45] en primer lugar, epilios28 de este tipo nada serán si no son oscuros; luego, la naturaleza de los números no es la de un junco, para no tener ningún nudo29. Finalmente si también te resulto oscuro a ti, para quien nada hay que no hayas leído y no entendido, entonces me sentiré feliz porque me propuse, y así lo voy a conseguir, que tú me investigues, me desees, pienses sobre mí30. Adiós.

GRIFO SOBRE EL NÚMERO TRES

Bebe tres veces o tres veces tres31; así es la ley mística para quien bebe tres veces o para quien multiplica tres veces tres: formar un cubo con el número impar tres, repetido nueve veces32. La misma propiedad hay en tres que en tres veces tres; todo está ahí: la forma del hombre engendrado [5] y la expulsión de un parto cumplido y quien alcanza, tras nueve veces nueve, el fín postrero del destino33. Tres hermanos nacieron de Ops34, tres hermanas fueron paridas consecutivamente, Vesta, Ceres y Juno, de sexo femenino35. Además, son triples los rayos de Júpiter, y Cerbero, y el tridente y el triple huevo de Helena con [10] sus hermanos36. Tres veces renovada púrpura tiñó los husos de Néstor37 y tantas veces tiene la muy vivaz corneja una triple edad38. A ella, que reúne los siglos nueve veces en un espacio de tiempo triplicado, le superan los ciervos de broncíneos pies tres veces el tiempo de un triple Néstor [15]39: mas sus años los sobrepasa tres veces el ave agorera de Febo40, a la cual vence nueve veces la muy longeva ave del Ganges, ave coronada de rayos en su nido de canela41. Trigémina es Hécate, tres rostros posee la virgen Diana42; tres son las Gracias43; tres las Parcas44; triple es la voz45; tres son los elementos46. Tres son las Sirenas [20] en la isla Trinacria, y triple es todo en ellas47: tres veces aves, tres semidiosas, tres semimujeres están obligadas a competir con las tres veces tres Camenas48 por la palma de la gloria: con su voz, con su mano, con su soplo, con la flauta, con la lira, con la voz cantando. Tres son las partes de la sabiduría49. Tres las Guerras Púnicas50, cada tres meses las estaciones del año y del cielo, y, por las [25] noches, triples son los vigilantes en la oscuridad51. Tres veces canta las claras señales de Eos que se aproxima, el tardo servidor, cuando Marte había sido sorprendido52. Y quien fue concebido en la penumbra de una noche triple, clavó los despojos obligados en tres veces cuatro trofeos [30]53. Y los poetas líricos son iguales al número de las Mnemónidas54, a tres de las cuales tan sólo sujetó antaño la diestra de Febo; mas Citerón consagró tantas veces tres en bronce de acuerdo con la creencia de los antepasados, que habían temido rechazar seis55. Tres veces al año se celebran tres noches con la fiesta de Tarento56: al igual [35] que en Tebas las trietéricas en honor del doblemente nacido Baco57. Los tres primeros combates de tracios, en tres espectáculos sucesivos los hicieron los hijos de Junio como honras fúnebres en honor del sepulcro paterno58. También aquel ser que, con un triple enigma (quién es el que, él solo, tiene dos, cuatro y tres pies), buscaba matrimonio, atemorizó Eonia, siendo al mismo tiempo ave, león y doncella, [40] la triforme Esfinge, de alas de pájaro, pies de fiera y cabeza de mujer59. Tres dioses juntos relumbran en el templo tarpeyo60. Tres diferentes artes construyen las casas de los hombres: una coloca piedras en las paredes, otra [45] maderos en el techo y la otra recubre el estuco con los últimos toques. Asimismo, el cuadrantal de Bromio y los medimnos sicilianos: su uso los divide en tres partes a uno y a los otros en dos veces tres partes61. En física, hay tres cosas principales: dios, el mundo y la forma que se le ha dado. Tres intervienen en toda creación: el engendrador, [50] la que concibe y lo engendrado. La figura de los triángulos está sujeta a tres modelos: equilátero, de dos lados iguales, o de todos desiguales. El número perfecto62 se forma con tres partes, de modo que, si se suma tres veces tres, puede también dividirse en tres veces tres. El número tres63 es el primero que tiene un número par, otro impar y un centro. Y tal como hace con el tres, el uno64 también [55] divide al cinco y al siete; y colocado justo en el centro del número completo, separa grupos de tres, que forman un cubo, dividiendo partes iguales a partir de un triple impar. Y un triple centro hay en los números pares, cuando [60] corta, a modo de ombligo, al cuatro, al seis y al doble de cuatro65. Triple es también el derecho que sancionaron las cuatro por tres tablas: el sagrado, el privado y el que es común del pueblo66. Hay tres clases de interdicciones: unde ui he sido expulsado, o utrubi lo ha sido o quorum [65] bonorum67. La libertad es triple68 y triple la pérdida de derechos69. Hay tres modos de hablar: el sublime, el modesto y el de ‘hilo delgado’70. También es triple la forma de curar: la razón, el método y la experiencia71. Incluso [70] la medicina es triple: conservar, preservar y curar72. Tres tipos de educación para los oradores: la que ofrece Rodas, regida por el Coloso; la que amaste tú, Atenas del Ática, y la que desde los escenarios llevó a los severos escaños de los tribunales la prosa de Asia, reproduciendo en los pleitos los ritmos de los coros73. De ahí, los Trípodes de Orfeo, que son triples: tierra, agua, llama74. Triple es para [75] los astros su posición, distancia y forma75. Triples son los modos76 y también la música, madre de las modulaciones: mezclada en los libros, secreta en los astros, pública en los teatros. Triple es la Roma de Marte: con el orden ecuestre, la plebe y el senado. Ese fue el número de las tribus77 y el de los tribunos tras el suceso del Monte Sagrado78. Tres son los escuadrones de la caballería79, tres [80] los nombres de los nobles80. Tres son los nombres de las cuerdas de la lira81, tres los nombres del mes82. Triple es Gerión83, triple el organismo de la Quimera84. Escila es triple, formada por tres especies animales: de can, doncella y pez85. Las Gorgonas, las Harpías y las Erinias forman [85] grupos de tres86, y tres son, aunque llevan el mismo nombre, las fatídicas sibilas, cuyos poemas fatales forman libros triples, que guarda el triple celo de cinco varones87. Bebe tres veces. Tres es el número que está sobre todo, tres es el dios único88. Y para que este pasatiempo no [90] transcurra hasta un número de versos irrelevante, que tenga tres veces diez por tres y diez veces nueve.


1 Para Símaco y su amistad con el poeta, ver en la «Introducción», el cap. I, 6. «Ausonio junto al poder» y 8. «El círculo de Ausonio».

2 R. P. H. GREEN, «The correspondence of Ausonius», AC 49 (1980), 191-211, sostiene la opinión de que primero fue la dedicatoria del Griphus y luego el Mosella y la queja de Símaco (págs. 198-199); pero es poco sostenible por cuanto en ese caso difícilmente podría decir Ausonio, como dice, que el Griphus compuesto tiempo atrás (pero siempre post 368-9), se le ha llenado de suciedad, enterrado entre polvorientos papeles.

3 Tris in Trinacria Siredones, v. 20. Según H. DE LA VILLE DE MIRMONT, «Σειρηδόνες», Rev. d’Étud. Grec. 31, 83-87, esa lectura dudosa de dos manuscritos ha sido comúnmente aceptada, a pesar de su rareza, gracias a la autoridad de Escalígero.

4 Vv. 52-60. Ver M. FRANÇON, «Ausonius’ riddle of the number three», Speculum 18 (1943), 247-248; «Ausone et le premier nombre parfait», Isis 42 (1951), 302-303.

5 Distinto de gryphus «grifo», animal fabuloso o ave rapaz. La palabra griega significa en realidad «red de juncos» y, de ahí, «cosa compleja, enmarañada».

6 Aquí, como un poco más abajo expresamente, Ausonio evoca a CATUL., 1, 4: meas esse aliquid putare nugas.

7 Evocación de TERENC., Eun. 1024: egomet meo indicio miser quasi sorex hodie perii.

8 Nueva evocación cómica, esta vez de PLAUT., Aulul. 465-469, donde el avaro Euclión acusa a un gallo de pretender robarle su tesoro, al escarbar con sus uñas.

9 CATUL., 1, 1.

10 Esta expresión está en griego; literalmente se dice «más carente de Musa», es decir, «sin inspiración poética». En realidad, Ausonio replica a Símaco usando su misma expresión de Epist. I 14: aut ἀμουσότερος tibi uidebar.

11 Al parecer se refiere Ausonio a esta anécdota transmitida por FEST., De uerb. sign. 83 LINDSAY: Athenienses cum Syracusas obsiderent et crebro gerras poscerent, irridentes Siculi gerras clamitabant. La palabra gerra significa, en singular, «cañizo» y en plural, con sentido figurado, «bromas»; de modo que el texto de Ausonio podría traducirse también como «más inútiles que las bromas sicilianas».

12 La lectura es «secreta» porque el libro no ha sido publicado; «castigar un libro» es «anotarlo» a medida que se va leyendo, «marcar» en el margen las indicaciones que el lector crea precisas.

13 Para Esculapio, ver Praef. 1 n. 8. Se dice que fue capaz de resucitar con unas yerbas a Hipólito, tras ser destrozado por sus caballos; ver Cupido cruciatus n. 26; cf. SERV., Eneida VI 398; VII 761.

14 Ausonio hace alusión a la anécdota, contada por APUL., Apol. siue De mag. 10 (cf. DIÓG. LAERC., III 8), según la cual Platón, tras haber escuchado a Sócrates, echó al fuego (= Vulcano) todas sus poesías y tragedias; al parecer sólo quedó una elegía de amor.

15 Alusión a un pasaje de CIC., Verr. II 1, 26: Rubrius istius comites inuitatmature ueniunt, discumbitur… fit sermo inter eos et inuitatio, ut Graeco more biberetur. «Beber a la griega» consiste en beber una copa de vino puro a la salud de cada comensal, o beber varias copas, cada vez mayores; ver ASC., Verr. II 1, 26.

16 HORAC., Odas III 19, 9 ss.: da lunae propere nouae, / da noctis mediae, da, puer, auguris / Murenae… Ternos ter cyathos attonitus petet / uates.

17 Ausonio hace alusión a esta anécdota transmitida por PLIN., Nat. hist. XXXV 104: el pintor Nealces, que vivió en Sición y en Egipto en el siglo III a. C., quiso borrar con una esponja la espuma que había pintado en la boca de un caballo por no estar contento con el efecto conseguido; mas al primer toque con el borrador, logró sin habérselo propuesto el resultado que buscaba. Esta anécdota se cuenta también de otro pintor, Protógenes (cf. ibidem, 102); ver VAL. MÁX., VIII 11, Ext. 7.

18 Evocación de HORAC., Sát. I 3, 29: acutis naribus.

19 Evocación de NEV., apud VARR., De ling. Lat. VII 107: frons caperata.

20 Presente, pasado y futuro.

21 Primera, segunda y tercera.

22 Masculino, femenino y neutro.

23 Positivo, comparativo y superlativo.

24 Es decir, yámbico, trocaico y anapéstico —formado cada uno de sus metros por dos pies—, dactílico, coriámbico, antispástico (-- ), jónico a maiore (-- ), jónico a minore (--) y peonio (l.°, 2.°, 3.° o 4.° según la situación de la sílaba larga: -); ver PRISC., Part. duod. uersuum Eneida princ., 459-461 KEIL, III.

25 Hermes Trismegisto, o Hermes tres veces maestro, reveló contra la voluntad de Asclepio (= Esculapio) los secretos de la sabiduría física y, por tanto, humana y divina; se le atribuyen los libros del Corpus Hermeticum, del que se conserva la versión latina.

26 El primero en llamarse «filósofo» fue Pitágoras.

27 Ausonio se refiere a De principiis numerorum libri nouem. Al aludir a Hermes trismegisto, Pitágoras y Varrón, el poeta no hace sino indicar otras tantas fuentes de sabiduría de donde podría haber obtenido, a manos llenas, tríadas para su grifo.

28 En el original epyllia; nótese el uso de esa palabra para designar un poema tan alejado de los cánones tradicionales que definen ese género literario. En el siglo IV las fronteras de los géneros están desdibujadas.

29 Evocación de PLAUT., Menaech. 247: in scirpo nodum quaeris; y de TERENC., Andr. 941: nodum in scirpo quaeris.

30 Evocación de TERENC., Eun. 193: dies noctisque me ames, me desideres, me somnies, me expectes, de me cogites.

31 Evocación de HORAC., Odas III 19 11 ss.: tribus aut nouem miscentur cyathis pocula commodis.

32 Cf. MARC. CAP., II 105: numeri (ternarii) triplicatio prima ex imparibus κύβον gignit. Se trata de beber veintisiete veces; así quedará el cubo completo.

33 Ver Eclog. 7 nn. 65 y 66; cf. CENSOR., De die nat. 14-15: Plato… qui quadrato numero annorum uitam humanam consummari putauit, sed nouenario, qui complet annos octoginta et unum.

34 Ver Eclog. 23 n. 155; Technopaegnion 8, 2 n. 27. Ops (= Rea) tuvo como hijos a Hades, Poseidón y Zeus; cf. HESÍOD., Teog. 453 ss.

35 También hijas de Rea; sus nombres griegos son Hestia, Deméter y Hera.

36 Ver Epitaphia 33 n. 46 y Epigr. 66. Leda puso un número variable de huevos después de su unión con Zeus en forma de cisne; también es variable el número y la distribución de los hijos nacidos en ellos, pero tanto en este pasaje como en el Epigr. 66, Ausonio parece seguir la ilustración del mosaico de la Kornmarkt de Tréveris.

37 Ver Epitaphia 8; Gratiarum actio IV 19; Epigr. 40, 5.

38 Ver Eclog. 4, 3 n. 41; Epist. 20, 8.

39 Ver Eclog. 4, 4. Evocación de MARCIAL, XI 56, 13: ter uincere Nestoris annos; y de VIRG., Eneida VI 802: aeripedem ceruam.

40 Ver Eclog. 4, 5. El cuervo es un «ave oscena» (oscen), es decir, profética (ver CIC., Fam. VI 6, 7: oscinem coruum prece suscitabo) y está ligado a Apolo por haberle anunciado la infidelidad de su amada Coronis («la Corneja») preñada ya del hijo de ambos, Asclepio; la joven prefirió al mortal Isquis, temiendo que el dios se cansara de ella en su vejez; Apolo cambió el color blanco del cuervo por el negro y también castigó la infidelidad de Coronis, matándola a ella y a su marido; ver OVID., Met. II 542 ss.

41 Ver Eclog. 4, 6 n. 42.

42 Evocación de VIRG., Eneida IV 511: tergeminamque Hecaten, tria uirginis ora Dianae. En los cruces de los caminos —lugares propicios para la magia, cuyos secretos poseía Hécate—, se levantaban estatuas en su honor, representándola con tres cuerpos o con tres cabezas, pues su poder no estaba limitado a dominios concretos —como sucedía con los dioses olímpicos— sino que se extendía por la tierra, el cielo y el mar (o cielo, tierra e infiernos) o al nacimiento, la vida y la muerte de todos los seres. Diana se identifica con Sémele (= la Luna), Ártemis (diosa de los bosques) y Lucina (que preside los partos).

43 Aglaya, Eufrosine y Eunomía.

44 Ver Parentalia 13 n. 32.

45 Barítono, tenor y bajo.

46 Aire, agua, fuego; ver LUCREC., V 93: trina elementa.

47 Este pasaje está poco definido pues los manuscritos ofrecen diversas lecturas; la crítica puede verse en H. DE LA VILLE DE MIRMONT, ya cit. en n. 3. Las Sirenas, monstruos marinos, medio aves, medio mujeres, hijas de una Musa (Melpomene o Terpsícore; aunque hay otras versiones) y de Aquelao (divinidad fluvial; también hay otras versiones a propósito del padre), son dos en la Odisea, cuatro en algunas tradiciones, y tres en otras: Parténope, Leucosia y Ligia (o Pisínoe, Agláope y Telxiepia); eran excelentes músicos y, según Apolodoro, una tocaba la lira, otra la flauta y la tercera cantaba. Se cuenta que rivalizaron con las Musas pero éstas, irritadas, las desplumaron y se coronaron con sus despojos; ver PAUSAN., IX 34, 2; la isla Trinacria es Sicilia.

48 Las Camenas son las Musas griegas; ver Commem. prof. Burd. 2 n. 35; eran nueve, hijas de Mnemosine y Zeus (o de Harmonía; o de Urano y Gea —el Cielo y la Tierra—), y sus nombres: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe, Tersícore, Érato, Melpómene, Talía y Urania. Son conocidas por sus dotes musicales, si bien en época tardía se atribuyó a cada una de ellas el dominio de una parcela del conocimiento y de las bellas artes.

49 Según QUINT., XII 2, 10: in tris diuisa (sophia) partes: naturalem, moralem, rationalem.

50 Entre Roma y Cartago (fundación púnica, es decir, fenicia). La primera tuvo lugar entre los años 264-241 a. C.; la segunda, entre los años 218-202 a. C. y la tercera, entre los años 149-146 a. C. En esta última, Cartago fue destruida por completo.

51 La noche está dividida en tres partes para los turnos de vigilancia.

52 Marte había colocado a Alectrión, su hijo, para que le advirtiera la llegada del día (Eos = la Aurora), mientras amaba a Venus (cf. Cupido cruciatus n. 42); pero Alectrión despertó tarde, cuando ya Febo (= el Sol) había visto el adulterio, poniéndolo en conocimiento de Hefaistos ( = Vulcano); Marte convirtió a Alectrión en gallo.

53 Se refiere a Hércules; ver Eclog. 24. En una «noche triple» se unió Zeus a Alcmena, y de esa unión nació Heracles (= Hércules); el padre de los dioses había prolongado la duración de la noche, sea porque su deseo apasionado así lo exigía, sea porque se preparaba el nacimiento de un ser excepcional, sea, en fin, para retrasar la llegada del marido de Alcmena, Anfitrión. Ver PLAUT., Amph. 113, 271 ss.; LUCIAN., Dial, deor. X.

54 Las Musas son llamadas Mnemónidas por su madre (ver n. 48); los poetas líricos son Alcmán, Íbico, Estesícoro, Simónides, Píndaro, Baquílides, Safo, Alceo y Anacreonte.

55 Según PASTORINO, ed. cit., pág. 622, n. 24 y 25, Ausonio se refiere a una antigua estatua de Apolo, obra de Tecteo y Angelión, situada en Delos y que figura en algunas monedas griegas (cf. PLUT., De Mus. XIV); según alguna tradición, las Musas tan sólo eran tres, como las Gracias: una había nacido del agua, otra del sonido del viento y otra de la voz (VARR., ap. SERV., ad Ecl. VII 21); pero en una ciudad de Beocia encargaron a tres escultores distintos que representaran cada uno a las Musas; las nueve estatuas resultaron tan bellas que se tomó la decisión de consagrarlas todas; cf. VARR., ap. AUG., De doctr. Christ. II 16; PAUSAN., IX 29, 2. Citerón fue un rey de Platea, en Beocia, que dio su nombre a un monte de la región; Helicón era su hermano, se encontraba junto a él y en él habitaban las Musas.

56 Se trata de unos juegos en honor de Perséfone y Dis (ver Technopaeg. 8 n. 28; ambos son dioses infernales) que se celebraban en un lugar llamado Tarento, cercano al Campo de Marte, junto a Roma; no se trata de la ciudad griega del mismo nombre al sur de Italia. Los hijos de un tal Valerio habían caído gravemente enfermos; su padre preguntó a los dioses qué debía hacer para salvarlos y éstos le respondieron que debía bajar el curso del Tíber hasta Tarento y allí darles a beber agua del altar de Dis y Proserpina; el padre, profundamente contrariado por la aparente incongruencia del mandato divino pues de ninguna manera el curso del Tíber llevaba a Tarento, comenzó —a pesar de todo— el viaje; al amanecer del segundo día, y encontrándose en un recodo del río muy cercano de su ciudad, preguntó cómo se llamaba aquel lugar; «Tarento», fue la respuesta. Valerio comprendió el sentido del oráculo y dio de beber a sus hijos agua del Tíber, con lo que éstos curaron; agradecido, quiso levantar un altar a Dis y Proserpina; pero tan pronto comenzó a cavar, descubrió una inscripción en honor de ambas divinidades: era el altar a que hacía mención la profecía. Desde entonces, en aquel lugar —el altar de Tarento— se celebraban los Juegos Seculares.

57 Evocación de VIRG., Eneida IV 302: trieterica Baccho. Las fiestas en honor de Dioniso (= Baco) que se celebraban en Tebas, tenían lugar cada tres años. Para el doble nacimiento del dios, ver Cupido cruciatus 16 n. 20.

58 Marcio y Decio Bruto celebraron los primeros combates de gladiadores tracios en honor de su padre el 265 a. C. Para los gladiadores tracios, ver Technopaeg. 12 n. 66.

59 Ver Technopaeg. 10 n. 63; la Esfinge ofrecía en matrimonio a la reina Yocasta a quien descifrase su famoso enigma (se trata del hombre, cuando anda a gatas, normalmente y en la vejez —ayudado de un bastón—); Edipo descifró el enigma y se casó con su madre Yocasta, sin que ninguno de los dos conociera las relaciones de parentesco que les unían. Eonia es sinónimo de Beocia, región en que se encuentra Tebas.

60 Júpiter, Juno y Minerva poseían un templo en la roca Tarpeya, sobre el monte Capitolio, consagrado por Rómulo tras su victoria sobre los sabinos; ver DION. HALIC., Ant. Rom. IV 61.

61 Bromio es un epíteto de Baco; el cuadrantal es una medida de capacidad equivalente a tres modios (aprox. 25 litros); como medida de peso, ver Eclog. 6 n. 54. Por su parte, el medimno siciliano es también una medida de capacidad equivalente a seis modios.

62 Para Ausonio el «número perfecto» es el seis; ver Epist. 11, 20 ss. No obstante, este pasaje resulta enormemente confuso; de ahí que, los distintos estudiosos que se han enfrentado a él, aduzcan otros textos paralelos. Así EVELYN-WHITE, en su ed. ya cit., I, 364, n. 3, siguiendo a Toll recuerda el siguiente pasaje de MARC. CAP., VII 733: trias uero princeps imparium numerus perfectusque censendus. Nam prior initium, medium finemque sortitur, et centrum medietatis ad initium finemque interstitiorum aequalitate congruit; y de acuerdo con él, sería el tres el número perfecto; a partir de él explica algunos de los versos siguientes pero no otros y menos la Epist. 11, 20-24. Pero para Escalígero (y al parecer, pero no esta nada claro, para Pastorino) era el seis. M. FRANCON, «Ausonius’s riddle of the number three», Speculum 18 (1943), 247-248, y «Ausone et le premier nombre parfait», Isis 42 (1951), 302-303, sostiene que Ausonio recoge el significado tradicional, que se encuentra en los escritos de Nicómaco de Gerasa —a su vez inspirados en Euclides y otros matemáticos—. Así, el número perfecto se forma con tres partes (1 + 2 + 3); sumado tres veces tres (6x9), se puede dividir tres veces tres (54:3= 18:3 = 6). Hasta aquí llega el pasaje referido al número perfecto; a partir del verso 54 comienza una nueva serie, referida en esta ocasión al número tres; si se mezclan ambas, como normalmente se hace, la confusión es total.

63 Comienza el pasaje sobre el número tres; está formado por el primer número impar (1) y por el primer par (2); además, tiene un centro (1+2).

64 Tal como sucede con el tres, el uno también divide al cinco y al siete: 1 + 1 + 1 ( = 3); 2 + 1 + 2 ( = 5); 3 + 1 + 3 ( = 7). El «número completo» —totus numerus— es el nueve; el I situado en el centro del nueve, divide este número en grupos de tres que forman un cubo:

I I I

I I I

I I I

65 En el caso de los números pares, éstos quedan también divididos en grupos iguales (2 + 2= 4); (3 + 3= 6); (4 + 4= 8) por su centro. Debo advertir una vez más que para la adecuada comprensión del pasaje es preciso distinguir entre los versos referidos al «número perfecto» (52-53); al tres (54); al uno (final del 54-58, incluyendo el concepto de «número completo»); y al «centro» de los números pares (59-60). Por tanto, me permito corregir la puntuación de la ed. de PRETE.

66 Alusión a la Ley de las XII Tablas, la más antigua codificación romana del derecho, que remonta al año 450 a.C.

67 Se trata de las tres acciones legales.

68 Un esclavo podía alcanzar la libertad o bien por acción del pretor (que lo golpeaba ligeramente con una vara), o por la consecución de un patrimonio propio, o por disposición testamentaria de su dueño: ver CIC., Top. II 10: si neque censu nec uindicta nec testamento liber factus est, non est liber.

69 El ciudadano podía perder sus derechos civiles si los perdía su ciudad, su familia, o él como individuo.

70 Ver QUINTIL., XII 10, 58 ss.; GEL., VI 14; se trata de los tres «géneros» o estilos al escribir: el sublime correspondería a la épica o a la tragedia; el modesto (aunque la terminología es variada), a la comedia; el de «hilo delgado» o subtilis, a la poesía lírica; la expresión tenui filo está tomada de HORAC., Epíst. II 1, 225: tenui deducta poemata filo.

71 Cf. MARCEL., de med. 6: quod logos aut methodos simplexque empirica pangit.

72 Ver JERÓN., Cont. Pelag. 21.

73 Son las tres grandes escuelas de oratoria en la antigüedad; ver CIC., Brut. 51; QUINTIL., XII 10, 8.

74 Según PASTORINO, ed. cit., 626, n. 40, los Trípodes es una obra atribuida a Orfeo; el trípode simboliza los tres elementos.

75 Parece correcta la interpretación de PASTORINO, ed. cit., 626, n. 41, basada en DE LA VILLE DE MIRMONT, L’astrologie…, ya cit., 35 ss.: triple se refiere a cada sustantivo por separado; así, triple posición: dentro del Zodíaco, más acá o más allá; triple distancia; longitud, latitud, declinación; triple forma: esférica, cónica o clavada a la bóveda del cielo.

76 Los modos musicales son el dórico, el frigio y el lidio.

77 Las tres tribus primitivas de Roma fueron las de los Ramnes, los Tities y los Luceres.

78 Alusión a la secesión de la plebe en el Monte Sagrado el año 494 a. C., reivindicando sus derechos frente a la clase senatorial; como consecuencia, obtuvieron dos —no tres— magistrados con prerrogativas especiales, que los representaban: los tribuni plebis.

79 Evocación de VIRG., Eneida V 560: tres equitum numero turmae; correspondía uno a cada una de las tribus de la n. 77.

80 Es decir, praenomen (o nombre propio), nomen (o apellido = nombre de la familia paterna) y cognomen (a modo de apodo); los plebeyos tan sólo tenían dos en época republicana.

81 Grave, mediana y aguda.

82 Calendas, nonas e idus; ver Eclog. 11.

83 Evocación de VIRG., Eneida VIII 422: tergemini… Geryonae. Gerión era un ser monstruoso, dotado de tres cabezas y tres cuerpos (y seis alas), al que dio muerte Hércules; ver Eclog. 24, 10 n. 175.

84 Otro ser mitológico, con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón, al que dio muerte Belerofonte con la ayuda de Pegaso; cf. HOM., Il. VI 181; OVID., Met. IX 647. Ver Epitaphia 33, 9 n. 46.

85 Ver VIRG., Eneida III 426 ss.; OVID., Met. XIII 730 ss.

86 Las Gorgonas eran Medusa, Euríale y Estenio; las Harpías, Hellopoda, Celeno y Ocípete; las Erinias, Alecto, Tisífone y Megera.

87 Las sibilas son fatídicas porque conocen y predicen el fatum, «los hados». Ausonio piensa seguramente en las sibilas de Cumas, Eritrea y, tal vez, Tíbur; su fuente para este pasaje puede haber sido TIBUL., II 5, 68 ss., según A. KURFESS, «Die drei Sibyllen bei Ausonius», Rhein. Mus. 97 (1954), 191-192. Los libros sibilinos, donde estaba recogida toda la sabiduría y el futuro de Roma, eran guardados por los Quindecemuiri sacris faciundis, colegio sacerdotal formado por quince hombres.

88 Referencia a la Trinidad, presente en otras composiciones de Ausonio, como en Ephem. 3; o en Versus Paschales.

Obras II

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