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CENTÓN NUPCIAL
El Cento nuptialis es, sin duda, una de las obras más nombradas de Ausonio, y, a pesar de ello, se ha vertido algún error a propósito del mismo que, por la insistencia con que se perpetúa, parece denunciar que, en muchas ocasiones, las lecturas o son poco atentas o, simplemente, no se hacen.
Me refiero a la afirmación constante de que fue escrito durante una expedición militar, como el Griphus, y que, por tanto, corresponde a los años 368-3691. Pero en ningún lugar del centón, ni en la carta dedicatoria a Paulo, se afirma nada semejante. Sí que lo hizo a petición de Valentiniano I, que, con su peculiar gusto por las letras, había compuesto él mismo un poema festivo sobre una boda; Ausonio aceptó el trabajo simulando haberlo rechazado, por temor a herir al Emperador si lo sobrepasaba y temiendo parecer adulador si lo hacía peor; de un tirón y en un solo día acabó su empeño. Luego, el centón se quedó, como ocurría tantas veces con sus escritos, en el cajón, hasta que decidió enviarlo a su amigo Axio Paulo, que tanto gustaba de los jeux d’esprit de Ausonio.
Hay, es cierto, al final de la carta dedicatoria una frase que, leída a la ligera, puede haber sido la que ha motivado el error; dice el poeta; et quia sub imperatore meo tum merui, procedere mihi inter frequentes stipendium iubebis, que sólo debe entenderse en sentido metafórico, pues la paga que solicita Ausonio a Paulo, como buen soldado que ha servido —que ha obedecido— a su Emperador es simplemente el reconocimiento del lector y crítico hacia su obra. Y no es posible más interpretación que ésa, pues sigue diciendo: sin aliter, aere diturum facies, ut cumulo carminis in fiscum suum redacto redeant uersus unde uenerunt; es decir, si no ha cumplido, si su obra no ha alcanzado el mérito suficiente, basta con no pagarle la soldada, haciendo que los versos tomados de Virgilio regresen al mantuano, con lo que su obra quedará deshecha.
De modo que tampoco puede el Cento nuptialis fecharse con precisión; en cualquier caso, ha sido compuesto tras la llegada del poeta a la corte y antes de la muerte de Valentiniano, dicho de otro modo, entre el 367 y el 375; de esos años, es cierto, parecen más probables los situados en torno al 370, por estar animado el Cento nuptialis de un gusto similar al Griphus y por haberse ocupado poco después de una obra de más empeño, el Mosella.
En la carta en prosa de envío a Paulo, que sin duda es posterior a la muerte del Emperador, e incluso podría corresponder al momento de retiro de Ausonio, cuando disfrutaba jugando a poeta de lo imposible con Axio Paulo, define con una precisión de profesor qué es un centón y marca las precisas reglas de composición; además, nos enseña en qué consistía el juego griego llamado «ostomaquia»2, por su técnica, similar a la que debe poseer quien hace un centón.
El centón consta de ciento treinta y un hexámetros dactílicos, distribuidos en escenas de la boda: prefacio (11 versos), cena nupcial (21), descripción de la novia al salir (13), descripción del novio (11), los regalos (10), el epitalamio (13), la entrada en la habitación (21). Y aquí se produce un corte lleno de suspense, donde el poeta anuncia en prosa que lo siguiente está lleno de procacidad; tras permitir la lectura tan sólo a los curiosos, continúa con la escena de la desfloración (31 versos). Al acabar, incluye, de nuevo en prosa, la justificación del tratamiento del tema afrontado por orden del Emperador: cualquier lector puede sonrojarse por dos graves motivos; primero, por la crudeza y desvergüenza de las descripciones; luego, por haberlas compuesto con palabras del casto Virgilio. Pero los ejemplos de Juvenal, Marcial, Plinio, Sulpicia, Apuleyo, Cicerón, Platón, Aniano, Levio, Eveno, Menandro… y, ¡qué caramba!, del propio Virgilio vienen en su ayuda. Todos ellos fueron de vida honesta, pero no se cuidaron de hablar con tapujos cuando las ocasiones lo requerían. Y acaba Ausonio: «Así pues, a quien no le guste nuestro juego, que no lo lea, y si lo ha leído, que lo olvide, y si no lo olvida, que lo perdone. Al fin y al cabo es la historia de una boda y, quiera o no quiera, estas solemnidades no son de otra manera»3.
La palabra cento significa, de acuerdo con la definición que de ella dan los glosarios antiguos, «vestido hecho con muchas pieles»4, «vestido hecho de retales». Ausonio afirma al principio de la carta dedicatoria: «los primeros que con esta manera de componer (poemas) se divirtieron, la llaman centón». Sin duda, a finales del siglo IV debía de ser una práctica relativamente frecuente5, que arrancando de los Homerocentones helénicos y helenísticos, tuvo en latín un cultivador temprano en Hosidio Geta (fines del siglo II o principios del siglo III; cf. TERTULIANO, De praescr. haeret. 39, 5); poco después de Ausonio, debió de hacer el suyo la noble Petronia Proba. En cualquier caso, solían construirse los centones griegos con retazos preferentemente de Homero, a veces de Hesíodo u otros autores; y los latinos, con Virgilio, mucho menos con Ovidio u otros autores. JERÓNIMO, contemporáneo de Ausonio, en Epist. 103, 7, dice: legimus Homerocentones et Virgiliocentones, y en eso mismo insiste ISIDORO, Oríg. I 38, 25: «suelen llamarse entre los gramáticos, ‘centones’ los (poemas) que, a partir de Homero y Virgilio, se componen en un único conjunto como obra propia, siguiendo la costumbre de los retaleros, y para tratar cualquier materia»6.
Normalmente, los centones tenían carácter paródico, como ocurre con el pastiche que ARISTÓFANES incluye en Ranas 1285 ss.; y ése es el sentido del centón de Ausonio. Pero a finales del período helenístico cobró vigor otra manera de hacer centones, no paródica, cuya máxima representante latina es Proba, autora de un centón cristiano, confeccionado con retazos de Virgilio7.
AUSONIO SALUDA A PAULO
Lee hasta el final también, si es que lo merece8, esta obrita frívola y poco valiosa, que ni forjó mi trabajo ni la repasó la lima, sin agudeza de ingenio y sin madurez reposada. Los primeros que con esta manera de componer se divirtieron, la llaman ‘centón’. Sólo es fruto de la memoria [5] el recoger lo disperso y unir lo desunido; bien puedes reír más que elogiar esto. Si en los Sigillaria9 se pusiera a subasta, ni Afranio daría por tal cosa una cáscara de nuez, ni Plauto ofrecería una tartana suya10. En efecto, avergüenza haber deshonrado la dignidad de la obra de Virgilio con un asunto tan chocarrero. Mas, ¿qué podía hacer? Era una orden: pues me lo pedía —y ésa es la más [10] poderosa forma de obligar— quien podía obligarme, el sacro emperador Valentiniano, persona a mi juicio erudita. Él había narrado tiempo atrás una boda, sirviéndose de un pasatiempo similar, con versos apropiados, en efecto, y con una composición festiva. Al querer luego comprobar en cuánto le aventajaba mi capacidad, me instó a componer algo por el estilo. Date cuenta de cuán embarazoso pudo [15] ser esto para mí. Ni quería superarle ni quedar por detrás, pues podía tomarse a juicio de los demás como una necia adulación si perdía, y una insolencia si, compitiendo con él, quedaba por encima. Así pues, inicié el trabajo simulando haberlo rechazado, y felizmente conservé así su favor sin molestarlo con mi triunfo. Al encontrar entre mis borradores lo que había hecho a vuela pluma en un solo día hasta bien entrada la noche, siento tanta confianza en [20] tu lealtad y afecto que ni siquiera voy a privar a tu severidad de estas líneas dignas de risa. Recibe, pues, una obrita compuesta con fragmentos inconexos, una sola hecha con variados elementos, un objeto de chanza hecho con frases serias, algo nuestro sacado del prójimo, para que no te extrañes de que, en las leyendas sagradas y en los mitos, el hijo de Tione y Virbio sean rehechos, aquél a partir de Dioniso, éste de Hipólito11. Y si me permites que te enseñe —yo que debo ser enseñado—12 qué es un centón, lo haré. Con pasajes variados y sentidos diferentes se suelda [25] una estructura de poema, de modo que estén unidos, en un solo verso, dos cortados, o uno cortado y 〈la mitad〉 del siguiente con otra mitad. Pues colocar dos unidos es una torpeza, y tres de un tirón, una bobada completa. Se cortan, en efecto, los versos por todas las cesuras que recibe el verso heroico, de modo que puede unirse un hemistiquio hasta la penthemímera (- - -) con el anapéstico restante [30] ( - - - ), o un trocaico (- - - ) con el segmento posterior ( - - - ) o siete medios pies (- - - -) con el anapéstico coral ( - - ), o 〈sigue〉 tras un dáctilo y medio pie (- -) lo que queda del hexámetro ( - - - - ): es similar al juego que los griegos llamaron «ostomaquia»13. Son unos huesecillos: en conjunto tienen [35] catorce figuras geométricas. En efecto, los hay de lados iguales o triangulares con lados desiguales, o con ángulos rectos u oblicuos: a esos los llaman isósceles o «isopleura», y también ortogonales y escalenos. Con diferentes uniones de estas piezas se componen figuras de mil tipos: un elefante salvaje o un jabalí, un ganso volando y un mirmilón armado, un cazador emboscado y un perro ladrando, o [40] bien una torre y un cántaro, y otras innumerables figuras de modo semejante, que varían si un jugador es más hábil que otro. Son asombrosas las combinaciones de los expertos; ridículas las uniones de los inexpertos. Dicho lo anterior, sabrás que yo he imitado lo segundo. Y así, esta obrita, el centón, se trabaja igual que aquel juego, a fin de que lo que tiene diferentes sentidos se una, lo que ha sido adoptado, parezca propio, y que no se deje ver lo ajeno; [45] que los materiales escogidos no se subleven con fuerza, que lo denso no abulte por encima de la media y que no se vean bostezos. Si te parece que todo esto es conforme a las reglas, podrás decir que he compuesto un centón. Y puesto que he servido bajo mi Emperador, me mandarás mi paga como a los soldados regulares; si es de otro modo, harás que el dinero se reingrese14, es decir que regresen [50] los versos devolviendo la totalidad del poema al tesoro público de donde salieron. Adiós.
1
PREFACIO
Recibid estos versos en el corazón y dirigid a ellos jovial atención, / |14bis vosotros dos, ilustres de espíritu, y por vuestras armas poderosas; / | ambos llenos de esplendor, / linaje invencible en la guerra. / | Y tú el primero, / pues que has de llegar a lo más alto | resulta evidente [5] según los mejores auspicios; / nadie hubo más justo que tú / | por su piedad, ni mayor en la guerra y las armas; / | tú y tu hijo, / la otra esperanza de la gran Roma, / | ñor y orgullo de nuestros antepasados, / mi mayor inquietud, / | que recuerdas a tu abuelo por tu nombre, por tu espíritu y manos a tu padre. / | Canto según vuestros [10] mandatos. / A cada cual le traerán esfuerzo | y fortuna sus empresas: / para mí comenzar lo ordenado es mi deber. / |
2
LA CENA NUPCIAL
El día ansiado había llegado / y al digno himeneo / | madres y hombres, / jóvenes a los ojos de sus padres / | vienen y se tiende15 sobre lecho de púrpura. / | Dan los [5] criados agua a las manos / y cargan en cestos | los dones de la amasada Ceres16 / y de caza suculenta / | las asadas entrañas traen. / Gran cantidad de platos: / | la raza de las aves y animales domésticos, / y cabras gregarias / | no faltan allí, / ni ovejas ni cabritos topadores, / | ni la raza [10] acuática, / corzos ni ciervos huidizos. / | Ante los ojos y en en las manos hay / frutas maduras. / | Cuando el hambre está calmada y el deseo de comer satisfecho, / | se colocan grandes crateras / y ofrecen vino de Baco17. / | Cantan sacras canciones, / aplauden a los coros de danzantes y recitan [15] poemas. / | Y el sacerdote tracio18, de largo vestido, | hace hablar los siete intervalos de las notas con ritmos. / | Desde otro lugar / la flauta ofrece su canto de doble agujero. / | Un descanso común para todas las fatigas / y juntos de las solitarias | mesas se levantan, / por los alegres alrededores numerosos / | pasean y se cruzan a su vez / el pueblo y los senadores, / | las matronas, los niños, / y [20] llenan de voz los amplios | atrios: cuelgan lámparas de los techos dorados. / |
3
DESCRIPCIÓN DE LA NOVIA AL SALIR
Finalmente avanza / de Venus la muy justa ansiedad, / | ya madura para varón, ya del todo núbil por su edad, / | mostrando rostro y porte de virgen; / un gran rubor | le prende fuego y corre por sus mejillas ardientes; /| al [5] dirigir en derredor sus ojos atentos, / quema con su mirada. / | A ella toda la juventud repartida por la casa y el campo, / | y la nube de matronas la admiran. / Señales blancas | de su primer paso, / y había dejado sus cabellos sueltos al viento. / | Lleva vestidos recamados de oro bordado, / | adorno de la argiva Helena; / ¡de qué manera | [10] y cuánto suele ser admirada por los celestes / la áurea Venus! /| tal era su aspecto, / así alegre se acercaba / | a sus suegros / y, apoyada en un sillón, tomó asiento en alto. / |
4
DESCRIPCIÓN DEL NOVIO AL SALIR
Y por otra parte, / cruza las altas puertas / | un mozo que muestra el rostro intonso de su primera juventud / | ornado gracias a la aguja / con clámide áurea, a cuyo derredor abundante / | la púrpura de Melibea19 corre en [5] deble meandro, / | y con una túnica, que su madre había tejido con delgado oro: / | en el rostro y los hombros a un dios parecido / y en su joven mirada. / | Igual que cuando el lucero del alba, húmedo por el agua del océano, / | eleva su rostro sagrado hasta el cielo, / así mostraba su rostro, | así sus ojos / y, sin pensar, dirige su paso al [10] umbral de la casa. / | Le conturba el amor y posa su rostro en la virgen; / | libó besos / y tomó prieta su diestra. / |
5
OFRENDA DE REGALOS
Avanzan los mozos y a la vez ante la mirada de los padres / | llevan los dones, / un vestido endurecido por adornos y oro, / | otros regalos20 y talentos de oro y marfil [5] | y una silla / y un velo teñido de azafranado acanto, / | una enorme vajilla de plata para la mesa / y para el cuello un collar | de perlas y una doble corona de gemas y oro. / | A ella21 una esclava le dan / y sus hijos gemelos al pecho; / | a él cuatro jóvenes / y otras tantas doncellas; / | [10] todos, según costumbre, con los cabellos cortados; / en lo alto del pecho | un aro flexible de oro alrededor del cuello. / |
6
EPITALAMIO PARA AMBOS
Entonces, llenas de afán las matronas / los llevan al umbral de la casa; / | mas un coro igualado, / mozos y doncellas, / | juegan con versos sin freno / y cantan canciones: / | «Oh, unida a un hombre digno, / gratísima esposa, / | feliz seas, / al conocer por vez primera los [5] esfuerzos de Lucina, / | y madre. Toma unas copas22 de meonio Baco23. / | Esparce, marido, las nueces /; ata a estos altares la cinta, / | flor de los ancianos y gloria de los hombres: / a ti se entrega una esposa, / | para que contigo por tales méritos todos sus años / | pase y te haga [10] padre de una hermosa prole. / | Afortunados ambos, / si pueden algo las deidades piadosas, / | vivid felices». /«¡Corred!», dijeron a sus husos, | acordes con la inmóvil voluntad de los hados, las Parcas. / |
7
ENTRADA EN LA HABITACIÓN
Luego que, bajo los techos del tálamo, hechos de piedra pómez, / | entran, / disfrutan por fin de lícita plática. / | Juntos unen sus diestras / y se ponen en la cama. / | Mas Citerea24 a nuevas acciones / y Juno, que preside los himeneos [5]25, / | incitan y aconsejan emprender desconocidos combates. / | Él, entonces, con abrazo / tierno la acaricia, y de pronto | recibe la llama natural / y el lecho conyugal26: / | «Oh doncella, rostro nuevo para mí, / gratísima esposa, / | por fin llegaste, / mi único y ya retardado placer. [10] / | Oh dulce esposa, esto contra la voluntad de los dioses no / | sucede. / ¿Todavía lucharás con un amor que te agrada?» / | Al decir estas palabras, ella, vuelta tiempo atrás, lo mira / | y duda por el temor y tiembla ante el dardo27 amenazador, / | y entre la esperanza y el temor [15] / hace salir de su boca estas palabras: / | «por ti, por tus padres, que de tal condición te engendraron, / | oh joven hermoso, / por no más de una noche, / | te lo suplico, consuela a esta28 desgraciada / y compadécete de quien ruega. / | Desfallezco. No tiene fuerzas mi lengua, no alcanza a mi cuerpo / | el vigor que solía, ni la voz ni las palabras [20] acompañan». / | Mas él: «En vano entrelazas inútiles excusas». / | Y apresura todas las esperas / y deshace su pudor. / |
8
DIGRESIÓN
Hasta aquí he ocultado el misterio nupcial a los castos oídos con rodeos y eufemismos. Mas, como la fiesta nupcial ama los versos fesceninos29 y este juego conocido por su vieja existencia admite el descaro de las palabras, saldrán también a la luz los demás secretos de la alcoba y del lecho, recogidos en el mismo autor, de modo que nos [5] sonrojaremos dos veces, por hacer del propio Virgilio un desvergonzado. Vosotros, si os parece, abandonad aquí la lectura: dejad lo demás a los curiosos30.
9
DESFLORACIÓN
Una vez que están juntos /en la noche solitaria a través de las sombras /| y la propia Venus les dio valor, /se aprestan a nuevos combates. /| Él se levanta derecho: / aunque ella intenta en vano muchas cosas, / | él alcanza su [5] boca y su rostro, / ardiente la acosa pie con pie, / | buscando pérfido lugares más arriba: / una rama, que bajo el vestido se ocultaba, / | enrojecida como las sanguinolentas bayas de eneldo y como el minio, / | con la cabeza desnuda / y con los pies unidos mutuamente, / | monstruo horrendo, deforme, enorme, y falto de luz, / | salta de su pierna31 y ardiente se aprieta contra la trémula esposa. / | [10] Hay en un lugar apartado, / a donde conduce un estrecho sendero, / | una hendidura de fuego que brilla: / exhala oscura un hedor intenso. / | No es lícito a ningún ser pudoroso penetrar en este umbral maldito. / | Hay aquí una cueva horrenda: / tal hálito, que de sus negras | fauces, [15] emana / alcanza con su pestilencia las narices. / | Ahí se dirige el joven por una región de caminos conocidos / | y, tumbándose encima, / llena de pliegues y de tosca corteza, | blande con la ayuda de todas sus fuerzas una lanza. / | Se clavó y llevada hasta lo más profundo bebió el crúor virginal. / | Resonaron las cavidades y un gemido dieron las [20] cavernas. / | Ella, sintiéndose morir, intenta sacar con su mano el dardo, pero entre los huesos / | muy profunda penetró en carne viva / a través de la herida la punta. / | Tres veces, incorporándose y apoyada en el codo, se levantó; / | tres veces se desplomó en el lecho. / Permanece él impasible. | Ni pausa ni descanso: / manteniendo sujeto el timón [25] e hincado, / i no lo soltaba y fijaba sus ojos en las estrellas. / | Fue y regresó por ese camino una y otra vez / y, con un movimiento de vientre, / | perfora los flancos / y32 los pulsa con su peine de marfil33. / | Ya, casi en la meta y cansados, al mismísimo | final se acercaban: / entonces un agitado jadeo sus miembros sacude / | y sus [30] bocas resecas, fluye el sudor con ríos por doquier, / | cae exangüe, / destila semen de su miembro. / |
10
Date por contento, querido Paulo, con esta página, Paulo, lasciva: que rías, nada más te pido34.
Mas cuando la hayas leído, ayúdame contra esos que, como dice Juvenal, «fingen ser Curios y viven Bacanales» [5]35, no sea que crean que mis costumbres son como mi poema.
«Lasciva es mi página, honrada mi vida», como dice Marcial36. Que recuerden también, pues además son eruditos, al más que honrado Plinio, que introdujo la lascivia en sus poemas, la limpieza en sus costumbres37; que la [10] obrita de Sulpicia ardía de prurito, mas su frente estaba fruncida38; que Apuleyo fue en su vida un filósofo, en sus epigramas un erótico39; que hay en todos los preceptos de Tulio severidad, mas en sus cartas a Cerelia había un fondo de descaro40; que El Banquete de Platón contiene epilios compuestos para efebos41. ¿Y qué diré de los Fesceninos de Aniano42, qué de los libros del Erotopaegnion [15] del vetusto poeta Levio43? ¿Y qué de Eveno, a quien Menandro llamó sabio44? ¿Qué del propio Menandro? ¿Qué de los cómicos todos? Su vida es severa y su profesión, de contenido festivo. ¿Qué de Marón, llamado «Partenio» a causa de su recato45? En el octavo libro de la Eneida, cuando describía el coito de Venus y Vulcano46, introdujo «verdulerías»47 de un modo decente. ¿Y qué? En el libro tercero de las Geórgicas48, ¿acaso no veló al [20] tratar de los machos sueltos en la vacada el obsceno asunto con un honesto cambio de palabras? Y, si la severidad que viste a algunos hombres, condena algo en nuestro juego, que sepa que todo se ha tomado de Virgilio. Así pues, a quien no le guste nuestro juego, que no lo lea, y si lo ha leído, que lo olvide, y si no lo olvida que lo perdone. Al fin y al cabo es la historia de una boda y, quiera o [25] no quiera, esta solemnidades no son de otra manera.
1 Ver en nuestra «Introducción», cap. I, 6. «Ausonio junto al poder». Para Axio Paulo, ver ibid. 11. «Los últimos momentos».
2 H. G. EVELYN WHITE, en su ed. ya cit., reconstruye con erudición y exactitud el juego, también llamado loculus Archemedius; ver vol. I, Appendix 395-397.
3 Igitur cui hic ludus noster non placet, ne legerit, aut cum legerit, obliuiscatur, aut non oblitus ignoscat. Etenim fabula de nuptiis est et, uelit nolit, aliter haec sacra non constant.
4 Ex multis pellibus uestes confectae; ver ThLL, s. v. cento. Ver J. L. VIDAL, «Sobre el nombre del centón en griego y en latín», Anuar. de Filol. 4 (1978), 145-153; para todas las cuestiones relacionadas con el Cento nuptialis, ver la introducción, traducción y notas de E. MONTERO CARTELLE, Priapeos. Grafitos amatorios pompeyanos. La velada de la fiesta de Venus. Reposiano: el concúbito de Marte y Venus. Ausonio: Centón nupcial, Madrid, Gredos, 1981, 217-243.
5 J. FONTAINE, «La poésie chrétienne ‘mondaine’ du centon de Proba aux petits vers d’Ausone», en su libro Naissance de la poésie dans l’Occident chrétien. (Esquisse d’une histoire de la poésie latine chrétienne du IIIe au VIe siècle), París, Études Augustiniennes, 1981, 95-110, asegura que «ces centons virgiliens sont contemporains de l’opus sectile en fragments de marbres divers, de la mosaïque polychrome, des remplois de sculptures classiques ou du Haut Empire en de nouveaux ensembles architecturaux qui leur donnent un nouveau sens» (pág. 103).
6 Centones apud grammaticos uocari solent, qui de carminibus Homeri uel Vergili ad propria opera more centonario in unum sarciuntur corpus ad facultatem cuiusque materiae.
7 Para la historia del centón, ver O. CRUSIUS, «Cento», PWRE III (1929-1932). También, W. B. SEDWICK, «Ancient jeux d’esprit and poetical eccentricities», ya cit., en especial pág. 156; M. F. A. BROK, «Litteraire lappendecken», Hermeneus XXII (1950), 46-52; R. LAMACCHIA, «Dall’arte allusiva al centone», Atene & Roma, n. s. 3 (1958), 193-216; una excelente visión de conjunto —que, en buena medida, sigue los estudios de J. L. VIDAL— en OSIDIO GETA, Medea, introducción, texto crítico, trad. e índice a cargo de G. SALANITRO, Roma, Ed. dell’Ateneo, 1981, 5-60; G. POLARA, «Un aspetto della fortuna di Virgilio. Tra Virgilio, Ausonio e l’Appendix Vergiliana», Koinonia 5 (1981), 49-62; F. E. CONSOLINO, «Da Osidio Geta ad Ausonio e Proba. Le molte possibilità del centone», A & R 28 (1983), 133-151. Deben conocerse también los siguientes trabajos de J. L. VIDAL (además del citado en n. 4): «Observaciones sobre centones virgilianos de tema cristiano», Bol. Inst. Est. Helén. 3 (1973), 53-64; «Sobre reminiscencias de Virgilio en la literatura de la época claudia», Unidad y pluralidad en el mundo antiguo (Actas del VI Congreso Español de Estudios Clásicos), vol. II, Madrid, Gredos, 1983, 237-243; «La technique de composition du Centon virgilien Versus ad gratiam Domini siue Tityrus (Anth. Lat. 719 a Riese)», Rev. d’Étud. August. 29 (1983), 233-256; «Christiana vergiliana I: Vergilius Eucharistiae Cantor», Actes del VIè Simposi (Barcelona 11-13 de febrer del 1981), Secció Catalana de la Societat Espanyola d’Estudis Clàssics, Barcelona, Univ. de Barcelona, 1983, 207-216. Sobre las mutaciones semánticas del léxico en los centones y sobre todo en el de Ausonio, véase E. MONTERO CARTELLE, «Transformaciones semántico-literarias en el Cento nuptialis de Ausonio», Actas del V Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, SEEC, 1978, 599-602; Aspectos léxicos y literarios del latín erótico, Santiago, Univ. de Santiago, 1973; J. N. ADAMS, «Ausonius, Cento nuptialis 101-131», Stud. Ital. di Filol. Clas. LIII (1981), 199-215. El interés del Cento nuptialis afecta también, de algún modo, a Virgilio; M. BONARIA, «Appunti per la storia della tradizione virgiliana nel IV secolo», Vergiliana. Recherches sur Virgile, publ. por H. BARDON Y R. VERDIÉRE: Roma aeterna III, Leiden, Brill, 1971, 35-40, ha mostrado cómo los fragmentos recortados por Ausonio coinciden de manera casi absoluta con las lecturas del códice virgiliano conocido con la sigla M; de modo que en Tréveris, hacia el 370, había un ejemplar completo de la obra de Virgilio de donde deriva la tradición representada en nuestros días por el manuscrito M. Por su parte, el centón de Proba y los epigramas del papa Dámaso reflejan, más bien, las lecturas de P, que, por tanto, debía de encontrarse él, o un antepasado suyo, en Roma a fines del siglo IV.
8 Evocación de ENNIO, ap. Pers. VI 9 (= Ann., fr. 16 VAHLEN2): Lunai portum, est operae, cognoscite ciues; y de PLAUT., Cas. 879: est operae auribus accipere.
9 Sobre los Sigillaria, o fiesta de las Figurillas, ver Eclog. 23 n. 163.
10 Alusión a una expresión de AFRANIO (fragm. inc. 24 [431] RIBB.) y a otra de PLAUT., Rud. 580: ciccum non interduim (ver también PLAUT., apud VARR., De ling. Lat. VII 91: ciccum non interduo).
11 Tione pasa por ser el nombre divino de Sémele, madre de Dioniso (ver Cupido cruciatus, n. 20); Ausonio alude al doble nacimiento del niño, primero sacado por Zeus del seno de su madre, muerta a los seis meses de la concepción; luego, nacido del muslo del dios al cumplirse el noveno mes. Dioniso bajó a los Infiernos para recuperar a su madre Sémele y llevarla a los cielos, donde adquirió su nuevo nombre.
En cuanto a Virbio, es el nombre de Hipólito, resucitado por Esculapio; ver Griphus, n. 13. Cf. VIRG., Eneida VII 761-782; OVID., Met. XV 533-544.
12 Evocación de HORAC., Epíst. I 17, 3: disce docendus adhuc.
13 «Combate de huesos»; es un juego comparable a nuestro puzzle, que fue descrito, con el nombre de loculus Archemedius, por CES. BAS., De lustris, pág. 217 KEIL, y por MAR. VÍCTOR, Ars gram. III 1, pág. 100 KEIL. EVELYN WHITE reconstruye así el juego (ver también PASTORINO, ed. cit., 654-655, n. 8 y fig.)
Y, de este modo, el elefante a que alude Ausonio:
14 Cf. FEST., De uerb. sign., pág. 61 LINDSAY: dirutum aere militem dicebant antiqui cui stipendium ignominiae causa non erat datum, quod aes diruebatur in fiscum, non in militis sacculum.
14bis Marco con raya vertical ( | ) el final de cada verso; con raya oblicua (/), el final de cada fragmento virgiliano —cada tésera del mosaico—: la referencia de cada uno de ellos puede verse en la ed. de PRETE.
15 En Eneida I 700, el sujeto es iuuentus; de ahí el verbo en singular y no en plural, como exigiría la concordancia en la composición de Ausonio; respetamos, no obstante, el anacoluto en la traducción como expresión del pequeño error del poeta.
16 Ceres (= Deméter) es la diosa maternal de la Tierra, protectora de las cosechas (en particular de los ‘cereales’).
17 Es el Dioniso griego, el primero en saber hacer vino.
18 Alusión al mito de Orfeo, cuyo sacerdote interviene en la fiesta; Orfeo, según antiguas tradiciones, inventó la lira de siete cuerdas.
19 Melibea era una ciudad de Tesalia famosa por su púrpura.
20 Ausonio no ha logrado en los versos 58 y 59 un buen ensamblaje de los versos virgilianos; la traducción exige ciertas libertades, pero procuramos conservar el desorden y las repeticiones.
21 Los deícticos usados, olli en el primer caso, huic en el segundo, no permiten distinguir el sexo de los obsequiados; no obstante, el deíctico de lejanía se aplica, sin duda, a la novia, de quien se ha hablado antes; y el de cercanía, al novio, cuyo aspecto se acaba de describir. Igualmente, los regalos ofrendados convienen a esta interpretación.
22 La palabra utilizada es carchesium, copa con asas; la cratera del v. 23 es un recipiente de gran tamaño donde se mezclaba el vino con agua, pues tomarlo puro se consideraba propio de bárbaros.
23 Epíteto frecuente de Baco; hace referencia a Meonia (o Lidia), región del Asia Menor.
24 Epíteto frecuente de Venus (= Afrodita) por ser adorada en Citerea, isla del Mar Egeo consagrada a la diosa.
25 En cuanto esposa de Júpiter y madre celeste.
26 Tampoco parece aquí, como en otros lugares que omito señalar, muy afortunada la juntura; en cualquier caso, la hendíadis resulta demasiado fuerte.
27 La lectura de algunos manuscritos de Virgilio en Eneida XII 916 es letumque («la muerte») y así leen también los mejores editores; no obstante, otros antiguos manuscritos ofrecen la lectura telumque, que es la recogida en Ausonio; según M. BONARIA, «Appunti per la storia della tradizione virgiliana nel IV secolo», ya cit., tal elección supone que en Tréveris habría un manuscrito perteneciente a esa familia (la M); ver n. 7.
28 Hay, de nuevo, en este caso una variante entre el texto de Ausonio (hanc), que es el de varios códices del siglo IX, y el de los restantes códices virgilianos (at).
29 Los versos fesceninos, licenciosos y burlescos, pertenecen a la más antigua tradición folklórica de la Península Itálica; eran compuestos y utilizados en festividades, generalmente de carácter agrario.
30 Puro juego retórico, dentro del sentido del humor con que Ausonio produce y contempla sus obras más artificiosas. El paréntesis que constituye, en medio del Cento nuptialis, esta Parecbasis (latín, egressus o egressio, que traducimos por ‘digresión’) es una medida estratagema para aumentar la curiosidad y el suspense, con un efecto teatral de indudable eficacia.
31 De nuevo, los manuscritos de Virgilio presentan aquí la lectura femine, que siguen los editores modernos, mientras que Ausonio es testigo de una tradición distinta con su femore.
32 Otra variante con respecto al texto virgiliano, que ofrece iam y no et, como Ausonio; iam no hubiera molestado, en absoluto, para lograr este hexámetro.
33 Confieso que, a pesar de la claridad incluso cegadora del texto, no entiendo bien esta imagen: pecten es «peine» pero también «pelos» y «huesos del pubis»; en este caso, no parece adecuado el adjetivo eburnum.
34 Estas palabras iniciales del párrafo X están escritas en dímetros yámbicos; el resto, en prosa.
35 Cf. JUVENAL, 2, 3. Es decir, aparentan la seriedad y la severidad de los viejos romanos y, luego, a escondidas celebran orgías en honor de Baco.
36 Cf. MARCIAL, I 4, 8; de este epigrama de Marcial ha debido tomar Ausonio la expresión lasciua pagina que utiliza en los dímetros yámbicos un poco más arriba; la misma idea, en CATUL., 16, 5-6: nam castum esse decet pium poetam ipsum, uersiculos nihil necesse est; y también en OVID., Trist. II 354: uita uerecunda est, musa iocosa mea.
37 Ver PLIN., Epíst. IV 14, 8.
38 Sulpicia es una de las pocas escritoras romanas de nombre conocido; Marcial habla de ella en X 35 y 38; al parecer, compuso epigramas eróticos dirigidos a su esposo Caleno a fines del siglo I d. C.; por tanto, no debe confundirse —si su existencia no es un puro invento de Marcial— con la Sulpicia del Corpus Tibullianum.
39 Cf. APUL., Apol. siue de magia 9.
40 No se ha conservado esta correspondencia, pero DIÓN CAS., XLVI 18, da una versión poco ejemplar de las relaciones entre Cicerón y esa dama Cerelia, de más edad que el orador. Ver QUINTIL., VI 3, 112.
41 Ver, de nuevo, APUL., Apol. siue de magia 10; cf. Griphus, n. 14.
42 Aniano es un escritor del siglo II d. C., autor de unos Fescennini versi (ver n. 30); cf. GEL., VII 7.
43 Para Levio, autor de poemas eróticos sobre temas mitológicos, ver Technopaegnion n. 7.
44 Se trata de Eveno de Paros, escritor también de versos eróticos que vivió en el siglo IV a. C.
45 Cf. DONAT., Vita Verg. 22: uita et ore et animo tam probum fuisse constat ut Neapoli Parthenias appellaretur; παρθένος es, en griego, «la virgen»; Partenio significa, por tanto, «virginal», «sin mancha ninguna».
46 Cf. Eneida VIII 404 ss.; ver Cupido cruciatus, n. 42.
47 Ausonio usa aquí una palabra griega, αἰσχροσεμνίαν, neologismo y aparentemente un hápax, pero de sentido evidente: «señal obscena»; por eso me permito una traducción que oculta de un modo tan ineficaz como la palabra griega el pensamiento de Ausonio.
48 Cf. Geórg. III 123 ss.; concretamente en el v. 137 dice de la vaca rapiat sitiens Venerem interiusque recondat.