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CONTRA ESTÉFANO, POR FALSOS TESTIMONIOS, I
INTRODUCCIÓN
Apolodoro ha perdido su proceso contra Formión, y ahora, poco después de tal acontecimiento, año 349 a. C., encausa a uno de los testigos de aquel proceso, Estéfano, pariente suyo además, bajo la acusación de haber depuesto falso testimonio. El blanco de las iras de nuestro hombre, sin embargo, no es sólo el perseguido, sino también, y muy en especial, su padrastro Formión, y hasta sus propios madre y hermano, contra quienes se deshace en toda suerte de improperios, al tiempo que, como solía ocurrir con más frecuencia de lo que fuera deseable, colma de elogios a los jueces y a los que en calidad de tales sentenciaron el proceso anterior. La adulación es infame, y la torpeza tal, que no se da cuenta de que, a menudo, las injurias y acusaciones se vuelven contra él mismo, ni tampoco de que sus palabras sólo pretenden que por razones de parentesco se testimonie, sin más consideraciones ni preámbulos, a su favor, aun cuando la verdad sea otra.
El punto de partida del proceso es el testimonio del número 8, en el que Estéfano, junto con otros, da fe de un requerimiento dirigido por Formión a Apolodoro, para que proceda a la apertura del testamento de Pasión, y de una copia del mismo introducida en la urna por aquél. La última parte —cuyo espíritu es claro mas no su redacción, que, excesivamente abreviada, deja mucho que desear— da pie al orador para acusar a Estéfano de haber depuesto falso testimonio, pues de las últimas voluntades del difunto no puede dar fe bajo ningún concepto, dado que no se hallaba presente en el momento del pretendido otorgamiento. La deposición es, así, falsa, «por esa fundamental razón», mas también porque son notorias las contradicciones entre las cláusulas testamentarias y las contenidas en el contrato de arrendamiento, todo lo cual atenta contra el sentido común y la fama de buen padre de familia que tenía el difunto banquero, y demuestra palmariamente la falsedad de uno y otro. Por lo demás, son igualmente falsos el requerimiento y la carta de pago y descargo de que se prevalió Formión, inventor de testamento y del contrato de arrendamiento, para ganar el juicio.
Apolodoro, pues, no se resigna a soportar las pérdidas que pretende haber sufrido como consecuencia de los turbios manejos de Formión, y con el ejercicio de esta acción por falsos testimonios quiere resarcirse: el triunfo en la causa le supondría un talento (estimación del número 46), mas también la posibilidad de procesar a su padrastro mediante el ejercicio de la díkē kakotekhniôn , con lo que los daños sufridos se compensarían de otra forma.
Por último, debemos añadir que el discurso plantea problemas de autenticidad; por sus rasgos parece de Demóstenes, y tal fue la consideración que mereció en la antigüedad 1 , mas la deshonestidad que supone haber defendido dos tesis contrarias en la misma causa ha inducido a algunos críticos a negar su filiación demosténica. Empero, las conveniencias políticas no deben descartarse en un caso así 2 .
ASUNTO
Cuando Apolodoro enjuició a Formión reclamando el capital de la banca y éste opuso excepción al proceso, Estéfano, con algunos otros, depuso a favor de Formión que éste le dirigió a Apolodoro un requerimiento para que, si negaba que fuera copia de las disposiciones testamentarias de su padre Pasión la que Formión presentó, abriera el testamento en sí, que tenía en depósito y exhibía Anfias; que Apolodoro no quiso abrirlo, y que ésta era la copia de las últimas voluntades de Pasión. Este testimonio depusieron los compañeros de Estéfano, en tanto que Apolodoro alegaba contra Formión que había inventado el testamento y que todo el asunto era un fraude. Pues bien, después de haber sido vencido en el juicio, Apolodoro procesa a Estéfano a propósito del testimonio diciendo que es falso.
Víctima de un falso testimonio, atenienses, y después [1] de haber sufrido insolente y terrible trato de Formión, he venido a obtener justicia de los culpables en vuestra audiencia. Pido a todos vosotros, suplico y ruego, primero, que me escuchéis con benevolencia (pues importante es para los desdichados, como yo, poder hablar de las desgracias que han sufrido y conseguir unos oyentes, vosotros, con buena disposición); después, que me prestéis los auxilios del derecho si os parece que soy víctima de injusticia. Os demostraré que Estéfano, aquí presente, ha depuesto [2] falso testimonio, que lo ha hecho por codicia y que él mismo es su propio acusador. ¡Tan grande es la evidencia del hecho! Intentaré desde un principio exponer con la mayor brevedad de que sea capaz lo realizado por mí con respecto a Formión, y cuando lo hayáis oído, por ello os daréis cuenta de su perfidia y de que estos sujetos han depuesto falsos testimonios.
[3] En efecto, yo, jueces, como me hubiera sido transmitida por mi padre una gran fortuna, la tuviese Formión y, además de eso, se hubiese casado con mi madre mientras yo me hallaba fuera desempeñándoos el servicio público de la trierarquía (de qué modo, quizá no esté bien para un hijo hablar prolijamente de su madre), cuando, después de haber regresado, me apercibí y vi lo sucedido, aunque me indigné mucho y lo llevé a mal, no pude intentar una acción privada (pues en la ocasión de entonces no había procesos privados, sino que vosotros los aplazabais a causa de la guerra 1 ), pero sí presento una denuncia pública por ultraje 2 contra él ante los tesmótetas. Como pasara el tiempo, se extinguiera la acusación y no hubiera procesos privados, le nacen a mi madre [4] hijos de este sujeto. A continuación (pues se dirá toda la verdad delante de vosotros, jueces) hubo muchas y afables razones de parte de mi madre y ruegos en pro de Formión, aquí presente, y también numerosos, mesurados y humildes razonamientos de [5] este mismo individuo. Mas, para abreviar este relato, atenienses, puesto que él pensaba que no había de cumplir nada de lo que entonces acordó, y porque intentó despojarme del dinero que como capital del banco tenía, me vi obligado a ejercitar contra él una acción privada tan pronto como hubo posibilidad. Pero este sujeto, al darse cuenta de que en todo sería redargüido y se demostraría que había sido para con nosotros el más desleal de los hombres, maquina y prepara esos planes por los que Estéfano, aquí presente, depuso falso testimonio contra mí.
Primero interpuso la excepción de que la acción no era admisible; después presentó testigos falsos de que yo le di descargo de las reclamaciones, de cierto contrato de arrendamiento que había sido amañado y de un testamento que jamás existió. Habiéndoseme [6] adelantado de suerte que hablara primero por ser una excepción y no entrarse en el fondo 3 , después de haber leído estos testimonios y proferido otras mentiras según creía que le convenían, dispuso a los jueces de tal modo, que no quisieron oír ni una sola voz nuestra; condenado a la epobelía 4 y sin haber sido juzgado merecedor de hacer uso de la palabra, sino ultrajado como no sé si algún otro hombre lo fue jamás, me marché con pesadumbre, atenienses, y llevándolo a mal. Pero, dándome una razón, descubro [7] que quienes juzgaron entonces grande disculpa tienen (pues yo mismo no sé lo que habría podido votar si no hubiera sabido nada de los hechos y escuchando sólo los testimonios que se deponían), y que sí son merecedores de ira éstos, que con deponer falacias fueron los causantes de esos males. Pues bien, de los otros que han testimoniado, cuando contra ellos proceda, entonces hablaré; de lo que ha depuesto Estéfano, aquí presente, procuraré informaros ahora. Toma [8] el mismo testimonio y léemelo, para que a partir de él inicie mi prueba. Lee; tú corta el agua 5 .
TESTIMONIO *
Estéfano, hijo de Menecles, de Acarnas, Endio, hijo de Epígenes, de Lamptras, Escita, hijo de Harmateo, de Cidateneo, atestiguan que estaban presentes ante el árbitro Tisias de Acarnas cuando Formión dirigía un requerimiento a Apolodoro para que, si negaba que fuera copia del testamento de Pasión el documento que Formión introdujo en la urna, abriese el testamento de Pasión, que ante el árbitro exhibía Anfias, el cuñado de Cefisofonte; que Apolodoro no quiso abrirlo; que esto es copia del testamento de Pasión.
[9] Oísteis el testimonio, jueces, y pienso que a vosotros, aunque nada sabéis todavía de lo demás, por lo menos ya os admira que el principio del testimonio sea un requerimiento y el final un testamento. No obstante, creo que, cuando haya demostrado que es falso lo que de algún modo es la parte esencial de lo testificado, entonces ya habré de exponer mis [10] razones acerca de tales cuestiones. Pues bien, ha sido atestiguado por ellos que Formión me requería a que abriera el testamento, que presentaba, ante el árbitro Tisias, Anfias, el cuñado de Cefisofonte; que yo no quise abrirlo, y que lo que ellos han atestiguado es [11] copia de aquel testamento. A continuación está escrito el testamento. Pues bien, de que Formión me dirigiera o no ese requerimiento, yo nada digo todavía, ni tampoco de que el testamento sea verdadero o falso, sino que dentro de un momento os informaré de esas cuestiones; mas, en cuanto a lo que han atestiguado, que yo no quise abrir el documento, miradlo ahora de este modo: ¿por qué motivo uno habría rehuido abrir el documento? Para que el testamento, [12] ¡por Zeus!, no fuera notorio a los jueces. Pues bien, si estos sujetos no hubieran atestiguado, además del requerimiento, el testamento, habría tenido cierta lógica que yo rehuyera abrir el documento; mas, puesto que éstos lo atestiguaban, e igualmente los jueces iban a oírlo, ¿qué ganancia obtenía yo con negarme? Ninguna, sin duda.
En efecto, es lo contrario, atenienses, si estos tipos no hubiesen hecho ningún requerimiento, sino que sólo se hubieran limitado a su alegación, si alguien les hubiese presentado un documento a título de testamento, cosa mía habría sido requerir y ordenar [13] abrirlo, con objeto de que, si había allí escrito algo distinto de lo atestiguado por ésos, inmediatamente, tras haber tomado como testigos a muchos de los que nos rodeaban, utilizara eso también respecto de los demás como un indicio de que estaban manipulando; si había lo mismo, que exigiera que atestiguase el mismo que lo presentó; si hubiera aceptado, le hubiese tomado como responsable, y si rehuido, ese mismo hecho, nuevamente, habría sido a mi favor un indicio suficiente de que la cosa había sido pura invención. Además, se daba el caso de que, en ese supuesto, era uno solo con quien tenía yo problemas, pero, tal como han depuesto éstos, con muchos. ¿Hay, pues, entre vosotros alguien que hubiese elegido esto último? Yo creo que nadie. Así pues, no tenéis derecho a [14] creerlo contra otro. En efecto, atenienses, en quienes hay resentimiento por lo que se está haciendo o una esperanza de ganancia, paroxismo o afición a las peleas, cada cual haría eso de modo distinto a tenor de su carácter; pero quienes no tienen ninguno de estos defectos, sino cálculo de un interés con tranquilidad, ¿quien habría sido tan insensato que, desdeñando lo que iba a convenirle, hubiese llevado a cabo esas acciones por las cuales fuera a pleitear en peores condiciones? Pues lo inverosímil, lo ilógico y lo que nadie hubiera hecho, eso lo han atestiguado de nosotros estos tipos.
[15] Pues bien, no sólo por eso que han atestiguado de que yo no quise abrir el documento cualquiera podría saber que mienten ellos, sino también por dar fe de un requerimiento a la vez que de un testamento. En efecto, creo que todos vosotros sabéis que los requerimientos fueron arbitrados para esos hechos [16] que no es posible llevar a vuestra audiencia. Por ejemplo, no es posible torturar en presencia vuestra; necesario es que haya un requerimiento para eso. Por ejemplo, si algo ha sido realizado y ha tenido lugar en alguna parte fuera del país, forzoso es también que haya un requerimiento acerca de ello, para trasladarse por mar o por tierra al lugar en donde se realizó el hecho; y respecto de los otros casos semejantes. Mas, cuando es posible haceros manifiestas las cosas por sí mismas, ¿qué procedimiento más [17] sencillo hubiera que ponerlas en medio? Pues bien, en Atenas murió mi padre, se celebraba el arbitraje en el Pórtico Pécilo 6 , éstos han atestiguado que Anfias exhibía el documento ante el árbitro. Así pues, si hubiera sido auténtico, hubiese sido un deber incluir el documento en la urna y que prestara testimonio quien lo presentaba, a fin de que, con base en la verdad y por haber visto los sellos, los jueces hubieran conocido el asunto y yo recurrido, si alguien me hubiese perjudicado, contra esa persona. Pero, en [18] realidad, nadie, ni uno solo, asumió todo el negocio ni ha depuesto con sencillez, como cualquiera atestiguaría la verdad, sino cada uno su parte, convencido de que es hábil y de que por eso no va a pagar sus culpas; el uno, que tenía un documento sobre el que está escrito «Testamento de Pasión»; el otro, que lo presentaba por haber recibido una orden de éste, pero de si es auténtico o falso, nada sabe. Estos sujetos, [19] utilizando el requerimiento como tapadera, dieron fe de un testamento, de tal manera que los jueces creyeron plenamente que ese testamento era de mi padre, y yo me vi despojado del derecho de defenderme de las injusticias que sufría, pero también para que se descubriera que esos sujetos han depuesto falsedades. Sin embargo, ellos pensaban lo contrario. Para que veáis que digo verdad en esto, toma el testimonio de Cefisofonte.
TESTIMONIO
Cefisofonte, hijo de Cefalión, de Afidna, atestigua que le fue dejado por su padre un documento sobre el que está escrito «Testamento de Pasión».
Era, pues, sencillo, jueces, que quien deponía eso [20] añadiera a su testimonio «Éste es el documento que él presenta», e incluir el documento. Pero, creo, consideraba esta mentira acreedora de ira y que vosotros le exigiríais una reparación, mientras que atestiguar que le fue dejado era cosa baladí y una nadería. Mas esto mismo es lo que demuestra y les acusa de que han manipulado todo el negocio. En efecto, si [21] sobre el testamento estuviera «De Pasión y Formión» o «Para Formión», o algo por el estilo, con lógica lo habría guardado para éste; pero si, según ha atestiguado, constaba «Testamento de Pasión», ¿cómo no lo habría recogido yo, convencido de que iba a promover proceso, convencido de que, si era así, contrariaba mis intereses, y, además, siendo heredero también de ese testamento, si realmente era de mi padre, [22] e igualmente de los otros bienes paternos? Así pues, por haber sido transmitido a Formión, estar escrito «de Pasión» y haber sido ignorado por nosotros, se demuestra que el testamento ha sido falsificado y que es falso el testimonio de Cefisofonte. Pero dejo a Cefisofonte; pues no tengo ahora nada con él, ni tampoco él testificó nada acerca de lo que había en el testamento. [23] No obstante, considerad cuán gran indicio es esto, atenienses, de que esos sujetos han depuesto falacias. En efecto, si el mismo que testimoniaba tener el documento no se atrevió a atestiguar que el que presentaba Formión era copia del que él tenía en depósito; si éstos no podrían decir que desde un principio estuvieron presentes, ni tampoco vieron abierto el documento ante el árbitro, sino que ellos han depuesto que yo no quise abrirlo y que éste es copia de aquél, ¿qué otra cosa son que sus propios acusadores de que mienten?
[24] Todavía más, atenienses: cualquiera, después de haber analizado el testimonio, cómo ha sido redactado, se daría cuenta de que han maquinado esa maniobra enteramente para que, justa e injustamente, parezca que mi padre otorgó ese testamento. Toma el mismo testimonio y lee, parando donde te ordene, con objeto de que prosiga mi prueba a partir de él.
TESTIMONIO
Atestiguan que estaban presentes ante el árbitro Tisias, cuando Formión dirigía un requerimiento a Apolodoro para que, si negaba que fuera copia del testamento de Pasión...
Para. Tened presente que está escrito «del testamento [25] de Pasión». En verdad, quienes quisieran atestiguar la realidad, aun cuando verdaderamente hubiera habido requerimiento, que no lo hubo, hubiesen debido deponer del siguiente modo. Lee el testimonio desde el principio nuevamente.
TESTIMONIO
Atestiguan que estaban presentes ante el árbitro Tisias...
Atestiguamos; pues, ciertamente, estábamos presentes. Sigue leyendo.
Cuando Formión dirigía un requerimiento a Apolodoro...
También esto, si realmente hubiera habido requerimiento, lo habrían atestiguado correctamente.
Si negaba que fuera copia del testamento de Pasión...
Para ahí. Esto ya nadie lo habría atestiguado, si [26] no hubiera estado presente cuando otorgaba testamento mi padre; sino que inmediatamente hubiese dicho «¿Qué sabemos nosotros de si hay un testamento de Pasión?», y le habría exigido que escribiera «si yo niego que sea copia del testamento», así, «que dice Formión que Pasión dejó», no «del de Pasión». Pues esto era atestiguar que había un testamento, lo que era precisamente el designio de éstos, mas aquello, que lo decía Formión; pero, sin duda, media un gran abismo entre que lo haya y que este tipo lo afirme.
Pues bien, para que sepáis en defensa de qué poderosos [27] y cuán numerosos objetivos se preparó el truco del testamento, escuchadme unas pocas palabras. En efecto, atenienses, esa farsa se fraguó, primero, para no pagar su culpa por la seducción de que había hecho víctima a aquélla de la que no me está bien hablar, pero que vosotros conocéis, aunque yo no la cite, y a continuación, para apoderarse de cuantos bienes tenía nuestro padre depositados en manos de mi madre y, además, para llegar a ser dueño de todos los otros haberes nuestros. Que esto es así, lo sabréis cuando hayáis oído el mismo testamento; pues se evidenciará que no se parece al testamento de un padre que lo escribe en interés de sus hijos, sino al de un esclavo que ha gastado los bienes de sus amos [28] y busca la manera de no pagar su culpa. Léeles el mismo testamento que éstos, junto con el requerimiento, han atestiguado; vosotros tened presente lo que digo.
TESTAMENTO
Este testamento otorgó Pasión de Acarnas: doy mi mujer Arquipa a Formión y como dote entrego a Arquipa un talento de Pepareto, un talento de aquí mismo, una casa de cien minas, esclavas y joyas y cuantos otros objetos tiene ella en casa, todo eso lo doy a Arquipa.
Oísteis, atenienses, la cuantía de la dote, un talento de Pepareto, un talento de aquí mismo, una casa de cien minas, esclavas y joyas y cuantos, dice, otros bienes tiene, se los doy, impidiéndonos con esta cláusula investigar algo de lo que fue dejado.
[29] Adelante, pues; ahora os mostraré el contrato de arrendamiento por el que este sujeto había recibido en arrendamiento la banca de manos de mi padre. En efecto, también por éste, aunque ha sido preparado fraudulentamente, veréis que el testamento es enteramente una ficción. Mostraré el contrato de arrendamiento que este tipo presentó, ningún otro, en el que, además, está inscrito mi padre como deudor de [30] once talentos sobre los depósitos ante él. Esta cuestión es, creo, así: se hizo dueño, en virtud del testamento, de los bienes de casa como si le hubiesen sido legados por causa de mi madre, según habéis oído poco ha, y también de los que había en la banca, que todos conocían y no era posible que pasaran desapercibidos, por haber manifestado nuestro padre que los debía, para poder decir que había recobrado cuantos fondos se demostrara que tenía. Seguramente vosotros os habéis dado cuenta, porque comete faltas en su lenguaje, de que es un bárbaro y un ser despreciable. Pero este sujeto es, además, bárbaro por odiar a quienes hubiera debido honrar, y en obrar como un bandido y socavar fortunas no es inferior a nadie. Toma ahora y lee el contrato de arrendamiento que [31] incluyeron del mismo modo por medio del requerimiento.
CONTRATO DE ARRENDAMIENTO DE LA BANCA
Según estas cláusulas arrendó Pasión la banca a Formión: como renta de la banca pague Formión a los hijos de Pasión dos talentos y cuarenta minas cada año, aparte de la administración de cada día; no sea lícito a Formión dedicarse al negocio de la banca independientemente, a no ser que haya persuadido a los hijos de Pasión. Debe Pasión a la banca once talentos sobre los depósitos.
Pues bien, el contrato que presentó diciendo que [32] a su tenor obtuvo en arrendamiento la banca éste es, jueces. Oís que en él se lee que como renta pague este sujeto, sin contar la administración de cada día, dos talentos y cuarenta minas cada año, y que no le sea lícito dedicarse al negocio de la banca a no ser que nos haya persuadido. Finalmente, está además escrito «Debe Pasión once talentos sobre los depósitos». Pues bien, ¿hay alguien que por la madera, el [33] lugar y los libros hubiera aceptado pagar tan elevada renta? ¿Hay quien habría confiado el resto a esa persona por la cual la banca era deudora de tanto dinero? Pues si faltó tanto dinero, faltó siendo éste su gerente. En efecto, todos sabéis que, incluso cuando mi padre estaba por dedicarse al negocio de la banca, este sujeto estaba sentado al frente de la banca y llevaba su gestión, de suerte que fuera justo que estuviera en el molino 7 más que el que se convirtiera en dueño del resto. Pero dejo eso y los otros argumentos que respecto de los once talentos podría exponer, de que no era mi padre su deudor, sino que [34] este sujeto los ha sustraído. Mas os recordaré aquello por lo que os lo hice leer, o sea, demostrar que el testamento es falso. Efectivamente, está escrito ahí mismo: «No sea lícito a Formión dedicarse al negocio de la banca, a no ser que nos haya persuadido.» Pues bien, esta cláusula demuestra perfectamente que el testamento es falso.
En efecto, ¿qué hombre hubiese tomado precauciones para que las ganancias que este sujeto iba a obtener dedicándose a los negocios bancarios fuesen para nosotros, sus hijos, y no para éste, y por eso hubiera escrito que no le fuera lícito ejercer de banquero con independencia a fin de que no se separase de nosotros, y, en cambio, las que él dejaba en casa luego de haberlas obtenido personalmente, hubiese [35] dispuesto que ésas las tomara este sujeto? ¿Y le hubiera negado la industria, de la que hacerle partícipe no era vergonzoso, mas le hubiese dado su mujer, aunque un deshonor mayor que éste no habría podido dejar, luego de haber conseguido de vosotros el privilegio 8 , dándola después en matrimonio como un esclavo al amo y no al contrario, como amo al esclavo, si realmente se la dio, añadiendo una dote cuya cuantía no hay evidencia que haya dado nadie de los de la ciudad? En verdad, para este sujeto eso, [36] en sí, era cosa deseable el que se le hubiera considerado digno de su señora; pero en mi padre, ni aun recibiendo tanto dinero cuanto dicen éstos que dio, no hubiese sido razonable hacerlo. Empero, lo que por verosimilitudes, por fechas, por hechos se refuta como falso, eso no vaciló en atestiguarlo Estéfano, aquí presente.
Y luego, yendo de un lado para otro, dice que Nicocles [37] atestiguó haber ejercido la tutela a tenor del testamento, y que Pasicles depuso haber sido tutelado con arreglo al testamento. Pero yo creo que eso mismo es indicio de que ni aquéllos ni éstos han depuesto la verdad. En efecto, quien testimonia haber ejercido una tutela según un testamento es claro que sabría con arreglo a cuál, y el que atestigua haber sido tutelado de conformidad con un testamento es claro que sabría según cuál. ¿Con qué intención, [38] pues, atestiguasteis vosotros en un requerimiento un testamento, y no dejasteis que lo hicieran aquéllos? Pues si, a su vez, niegan saber lo escrito en él, ¿cómo es posible que lo sepáis vosotros, que en ninguna parte y de ningún modo habéis estado cerca del hecho? ¿Por qué, pues, unos depusieron aquello y otros esto? Lo que he dicho ya anteriormente, se repartieron las falacias, y el que deponía haber ejercido una tutela a tenor de un testamento no consideraba arriesgado deponerlo, ni tampoco el que decía haber sido tutelado de conformidad con el testamento, omitiendo uno y [39] otro atestiguar lo escrito por éste en el testamento, ni que mi padre le dejó un documento distinguido por una inscripción como testamento, ni cosas tales; pero dar fe de un testamento, en el que radica el robo de tanto dinero, seducción de una mujer, bodas de un ama, hechos que encierran tanto deshonor y ultraje, nadie quiso, salvo éstos, que inventaron un requerimiento, de los que justo es exigir reparación por todo su artificio y maldad.
[40] Pues bien, atenienses, para que no sólo por las acusaciones que formulo yo y las pruebas que aporto os sea claro que ha depuesto falso testimonio Estéfano, aquí presente, sino también por lo que ha hecho el que lo presentó, quiero referir ante vosotros lo por él realizado. Lo que dije cuando comenzaba mi discurso, demostraré que ellos son sus propios acusadores. Efectivamente, en cuanto al proceso en el que esto fue atestiguado, Formión interpuso frente a mí la excepción de que no era admisible, so pretexto de [41] que yo le di descargo de las reclamaciones. Pues bien, esto último yo sé que es falso, y lo demostraré cuando vaya contra quienes lo han atestiguado; pero a este sujeto no le es posible decirlo. En efecto, si creyerais que es cierto el descargo, incluso así se demostraría palmariamente que este sujeto ha depuesto falacias y sido testigo de un testamento amañado. Pues, ¿quién es tan necio como para dar un descargo en presencia de testigos de modo que el descargo le sea firme, y permitir, en cambio, que los contratos, el testamento y los otros documentos por los que [42] hacía el descargo queden sellados contra él? Sin duda, la excepción es contraria a todo lo testimoniado, y el contrato de arrendamiento que poco ha os hice leer contrario a este testamento. Nada de lo hecho parece lógico ni sencillo ni concorde consigo mismo, y por esta particularidad todo se refuta como inventado y manipulado.
[43] Pues bien, que lo depuesto es veraz, creo que ni este mismo sujeto ni otro en su defensa podrá demostrarlo. Pero oigo decir que él está dispuesto a alegar algo de ese tipo: que es responsable de un requerimiento, no de un testimonio, y ha de rendir cuenta no de todo lo escrito, sino de dos cosas: de si Formión me dirigió ese requerimiento o no y de si acepté yo; pues reconocerá haber depuesto ese testimonio, y en cuanto a lo demás, que lo requirió Formión; pero si es o no así, no le incumbe a él averiguarlo. Ahora bien, frente a esta alegación y a su desvergüenza [44] mejor es deciros unas pocas palabras, previamente, para que no seáis burlados sin daros cuenta. Primero, cuando intente afirmar eso, que no es responsable de todo, tened presente que la ley ordena deponer testimonio en un documento para esto, para que no sea posible sustraer ni añadir nada a lo escrito. Entonces, pues, hubiera debido él ordenar que borraran eso que ahora negará haber atestiguado, y no quedar en vergüenza hoy respecto de lo que consta. A continuación considerad también esto: si permitiríais [45] que, tomando yo el documento, llevase a cabo una adición en presencia vuestra. No, sin duda. Por consiguiente, tampoco es justo permitir que este sujeto sustraiga algo de lo escrito. Pues ¿quién será jamás condenado por falso testimonio si atestigua lo que le viene en gana y rinde cuenta de lo que quiere? Mas no hizo así esa distinción la ley, ni tampoco vosotros debéis atenderla, sino que lo simple y justo es aquello: ¿Qué hay escrito? ¿qué has depuesto? Demuestra que eso es verdad. En efecto, en tu escrito de contestación dices esto: «Habiendo depuesto lo que está escrito en el documento, he atestiguado verdad», no esta o aquella manifestación de las yacentes en el documento. En prueba de que esto es así, tómame [46] la contestación misma. Lee.
CONTESTACIÓN
Apolodoro, hijo de Pasión, de Acarnas, contra Estéfano, hijo de Menecles, de Acarnas, por falsos testimonios; estimación un talento.
Falso testimonio depuso contra mí Estéfano cuando atestiguó lo escrito en el documento. | Estéfano, hijo de Menecles, de Acarnas: depuse la verdad cuando atestigüé lo escrito en el documento. |
Ese sujeto presentó este escrito de contestación, que debéis recordar vosotros y no considerar más dignas de crédito que las leyes y lo por él escrito en la contestación las historias que, para engaño vuestro, ahora serán por este tipo referidas.
[47] Oigo decir, además, que ellos hablarán también de las razones por las que ejercité la acción de un principio y me acusarán de que fueron calumnias. Yo ya os hablé y expliqué de qué modo inventó el arrendamiento para adueñarse del capital de la banca, pero de lo demás no podría hablaros y, a un tiempo, redargüir a estos sujetos respecto del testimonio, pues [48] no tengo suficiente agua. Que tampoco vosotros querríais con razón oírles hablar de estos mismos temas, lo sabréis consecuentemente si calculáis para vosotros mismos que ni ahora es difícil hacer alegaciones relativas a acusaciones que no se han formulado, ni entonces lo fue salir absuelto por haber hecho leer unos testimonios falsos. Pero nadie admitiría que fuera justa ni una ni otra de estas dos actitudes, sino lo que yo requiero ahora. Cuando hayáis oído, juzgad. [49] En efecto, yo exijo que ellos no busquen hoy las pruebas de que me privaron relativas a mis reclamaciones, que habría sido justo que hubiesen sido expuestas, sino que demuestren que son veraces los testimonios con los que me lo impidieron. Si cuando ejercite una acción sobre el fondo me exigen que refute los testimonios y, cuando proceda contra éstos, me ordenan hablar de las reclamaciones de un principio, no dirán cosas justas ni para vosotros convenientes. En efecto, vosotros habéis jurado juzgar no [50] acerca de lo que pretenda el acusado, sino en materia de las mismas cuestiones por las que sea la acusación. Forzoso es que esto se muestre en la fórmula de acción del actor, acción por falso testimonio que yo contra éste he ejercitado. No hable, pues, de cuestiones por las que no es procesado, dejando a un lado aquello, ni vosotros se lo toleréis si este sujeto tiene esa desvergüenza.
Pues bien, creo que él, como no puede de ningún [51] modo alegar razón ninguna de derecho, recurrirá a este tópico: que obro de manera absurda, después de haber perdido el proceso de excepción, al perseguir a quienes dieron fe del testamento, y dirá que los jueces de entonces le absolvieron gracias a los que habían depuesto que le di descargo, más que por quienes atestiguaron el testamento. Pero yo, atenienses, creo que todos vosotros sabéis que no menos tenéis por costumbre ver los hechos que las excepciones con motivo de ellos; a la sazón estos sujetos, por haber depuesto falsos testimonios contra mí respecto de los hechos en sí, hicieron débiles mis argumentos relativos a la excepción. Aparte de esto, absurdo es, cuando [52] todos depusieron falacias, manifestar quién causó más daño, pero no demostrar que cada uno por sí mismo ha atestiguado verdad. Pues a uno no le asiste derecho a salir absuelto si prueba que otro ha hecho cosas peores, sino si demuestra que él ha depuesto verdad.
Además, atenienses, escuchadme la razón por la [53] cual Estéfano, aquí presente, es justo que quede completamente arruinado. En efecto, terrible es que uno deponga falso testimonio contra alguien, pero mucho más terrible y merecedor de mayor cólera, que lo haga contra sus parientes; pues tal hombre no conculca sólo las leyes escritas, sino también las propias de la naturaleza. Pues bien, se demostrará que este sujeto [54] ha hecho eso. Efectivamente, su madre y el padre de mi mujer son hermanos, de suerte que mi mujer es prima suya y sus hijos y los míos primos segundos. ¿Acaso, pues, os parece que este tipo, si hubiera visto que sus propias parientes, por indigencia, hacían algo de lo que no se debe, las habría dado en matrimonio añadiendo una dote de su parte, cosa que precisamente han hecho muchos ya, él, que quiso deponer falacias para que éstas no recobraran bienes a que tenían derecho, y en más estimó la opulencia [55] de Formión que los vínculos de parentesco? Mas, en prueba de que digo verdad en eso, toma el testimonio de Dinias y lee, y también llama a Dinias.
TESTIMONIO
Dinias, hijo de Teomnesto, de Atmonia, atestigua haber dado su propia hija a Apolodoro para que la tuviera como mujer a tenor de las leyes, y que jamás estuvo presente ni supo que Apolodoro hubiera dado descargo de todas las reclamaciones a Formión.
[56] ¡Igual Dinias, jueces, que éste, pues en bien de su hija, de sus nietas y de mí, su yerno, por causa de su parentesco no quiere atestiguar la verdad contra este sujeto! Pero no, Estéfano, aquí presente, no vaciló en deponer falsos testimonios contra nosotros, ni tampoco, si no ante ningún otro, ante su propia madre sintió vergüenza de haber sido el causante de una extrema penuria para los parientes suyos por vía de aquélla.
Quiero, además, referiros el percance más grave [57] que sufrí y por el que quedé completamente atribulado cuando llevaba adelante mi proceso, jueces; pues todavía más veréis la maldad de este sujeto, y yo, cuando haya lamentado los más graves de los hechos, me sentiré más cómodo ante vosotros. En efecto, el testimonio que creía tener y por el que disponía de la prueba fundamental, descubrí que ése no se hallaba en la urna. Entonces, completamente abatido por [58] el infortunio, ninguna otra cosa pude hacer sino sospechar que el magistrado me había hecho víctima de una injusticia y puesto mano en la urna 9 . Ahora bien, por lo que posteriormente he averiguado, descubro que Estéfano, aquí presente, lo había sustraído ante el mismo árbitro cuando yo me levanté para conjurar a uno a que prestase testimonio. Que digo verdad en esto, en primer lugar os lo atestiguarán entre quienes asistían a esos actos los que lo vieron. No creo, en efecto, que quieran excusarse bajo juramento. [59] Pero si por falta de vergüenza hicieran eso, se os leerá un requerimiento por el que sorprenderéis a ésos en flagrante delito de perjurio, e igualmente sabréis que éste había sustraído el testimonio. No obstante, atenienses, quien aguantó ser llamado ladrón por delitos ajenos ¿qué creéis que haría ese sujeto en provecho propio? Lee el testimonio. [60]
TESTIMONIO
Atestiguan ser amigos y familiares de Formión, y haber estado presentes ante el árbitro Tisias cuando se dictaba el laudo del arbitraje en el proceso de Apolodoro contra Formión, y saber que Estéfano había sustraído el testimonio de cuya sustracción le acusa Apolodoro..
O atestiguad, o excusaos bajo juramento.
JURAMENTO DE EXCUSA
[61] No era dudoso, jueces, que iban a hacer eso, excusarse celosamente bajo juramento. Pues bien, con objeto de que inmediatamente sean convictos de haber cometido perjurio tómame este testimonio y el requerimiento. Lee.
TESTIMONIO. REQUERIMIENTO
Atestiguan haber estado presentes cuando Apolodoro requería a Estéfano para que entregara a su esclavo acompañante para su tortura acerca de la sustracción del documento, y que Apolodoro estaba dispuesto a redactar un escrito a cuyo tenor se practicaría la tortura. Que, aunque Apolodoro le dirigía ese requerimiento, no quiso entregarlo Estéfano, sino que contestó a Apolodoro que le procesara, si quería, si afirmaba haber sido perjudicado en algo por él.
[62] ¿Quién, pues, ante tal acusación, jueces, si realmente hubiera tenido confianza en sí mismo, no habría aceptado la tortura? Por tanto, con haber rehuido el tormento queda convicto de haber perpetrado la sustracción. ¿Os parece acaso, pues, que habría sentido vergüenza ante la fama de deponer falsos testimonios el que no rehuyó la de aparecer como ladrón? ¿O que, si se le hubiese pedido, habría dudado en atestiguar falacias quien por propia voluntad fue un malvado en lo que nadie le mandaba?
[63] Pues bien, atenienses, si con justicia hubiera pagado sus culpas por todos estos hechos, con mucha más razón podría ser castigado por los demás en vuestra audiencia. Pero juzgad analizando la vida que ha vivido. En efecto, este sujeto, cuando coincidía que tenía buena suerte el banquero Aristóloco, yendo a su mismo paso caminaba inclinado ante él, y eso lo saben muchos de vosotros que están aquí. Mas despues [64] de que aquél se hubo arruinado y hecho cesión de bienes, depredado no menos por éste y por otros semejantes, jamás se puso al lado de su hijo, aunque eran muchos sus apuros, ni le ayudó, sino que más bien le auxilian Apolexis, Solón y todos los hombres; pero, a su vez, ha puesto los ojos en Formión y se ha convertido en su amigo íntimo, habiendo elegido a éste de entre todos los atenienses, y en su interés partió por mar como delegado hacia Bizancio cuando aquellas gentes embargaron sus barcos, sostuvo la causa ante los calcedonios y ¡tan notoriamente ha depuesto falsedades contra mí! Luego quien es un [65] cobista de los que gozan de prosperidad y, si se arruinan, traidor de esos mismos, y de los demás ciudadanos muchos y honorables que existen a ninguno trata en condiciones de igualdad, pero sí se prosterna voluntariamente ante tales potentados, y no mira si va a perjudicar a alguno de sus parientes, ni si va a tener mala reputación entre los otros por hacer eso, ni ninguna otra cosa salvo la de obtener una ganancia superior, a este sujeto ¿no se le ha de odiar como enemigo común de toda la naturaleza humana? Por lo menos yo sí lo diría.
Ciertamente, atenienses, ha preferido llevar a [66] cabo esas acciones que tanto deshonor encierran con tal de escapar al Estado y ocultar sus bienes, para hacer negocios oscuros por medio de la banca, no ser corego ni trierarco, ni cumplir ningún otro servicio de los que debe. Y lo ha conseguido. He aquí un indicio: aunque posee, en efecto, una fortuna tan elevada como para dotar a su hija con cien minas, no ha sido visto por vosotros prestando una liturgia, ni la más insignificante siquiera. Sin embargo, ¿cuánto más bello no es mostrarse trabajando con empeño y poniendo entusiasmo en lo que se debe a favor de la ciudad, que dando coba y deponiendo falsos testimonios? Mas, con tal de obtener ganancia, éste sería capaz de [67] hacerlo todo. Y en verdad, atenienses, más justo es mostrar indignación contra los malvados en situación próspera, que contra quienes lo son en la indigencia. Pues a los unos la fatalidad de su pobreza les otorga cierta condescendencia entre quienes juzgan humanamente; en cambio, los sinvergüenzas desde su opulencia, como éste, no podrían alegar ninguna excusa justa, sino que evidenciarán que obran así por sordidez, ambición y desmesura, y por pretender que sus disposiciones sean más firmes que las leyes. A vosotros nada de esto os interesa, sino que el débil, si es víctima de una injusticia, pueda tomar justicia del rico. Esto sucederá si castigáis a los tan manifiestamente malvados desde su opulencia.
[68] Además, las poses que adopta este sujeto y los paseos que da cabe los muros con aire sombrío, nadie podría pensar con razón que son señales de su buen sentido, sino de su misantropía. En efecto, yo, de quien, sin que le haya sobrevenido ninguna desgracia ni carecer de lo necesario, lleva su vida en esta actitud, de ése creo que ha visto y calculado para sus adentros que a quienes caminan con sencillez, como por naturaleza son, y alegría se les podría acercar cualquiera y hacerles súplicas y solicitudes sin vacilar, mas a los afectados y sombríos uno, de primeras, [69] dudaría abordarles. Esa actitud, en efecto, no es otra cosa que una tapadera de su carácter, y muestra ahí salvajismo y crueldad de ideas. He aquí la prueba: aun cuando son tantos en número los atenienses, aunque gozas tú de una situación mucho mejor de lo que fuera justo, ¿a quién jamás has ofrecido algo, a quién has ayudado alguna vez, a quién has hecho bien? Ninguno citar podrías. Sino que prestando a [70] un interés usurario y considerando ventajas tuyas las desgracias e indigencias de otros, echaste a tu tío Nicias de su casa paterna, a tu propia suegra la has despojado de los bienes de que vivía, y has dejado por tu parte sin casa al hijo de Arquedemo. Nadie jamás ni siquiera al deudor de una deuda vencida le cobró con tanta crueldad como tú a quienes te deben los intereses. Luego a quien veis tan salvaje e infame en todo, a ése vosotros, aun habiéndole sorprendido en flagrante delito, ¿no le castigaréis? Algo terrible, jueces, haréis, y no justo.
Justo es, además, atenienses, que os indignéis con [71] Formión, el que presentó a este sujeto, por lo que ha hecho, pues pudisteis ver la impudencia de su carácter y su ingratitud. Efectivamente, creo que todos vosotros sabéis que éste, cuando estaba en venta, si se hubiera dado el caso de que le hubiese comprado un cocinero, o un artesano de cualquier otro oficio, porque habría aprendido la profesión del amo estaría ahora lejos de su actual prosperidad. Mas, puesto [72] que lo compró nuestro padre, que era banquero, le enseñó las letras, instruyó en el oficio y le hizo plenipotenciario sobre cuantiosas sumas de dinero, ha llegado a ser rico, pues tomó como punto de partida de su presente opulencia, de la de ahora, el azar por el que llegó hasta nosotros. Sin duda indigno es, ¡oh tierra y dioses!, y más que indigno, que a quienes [73] le hicieron griego en vez de bárbaro, distinguido en vez de esclavo, a los causantes de tantos bienes suyos, a ésos los mire con indiferencia cuando están sumidos en la más mísera indigencia él, que tiene y es rico, y haya llegado a tal grado de impudor, que no se resigne a hacernos partícipes de esa suerte de [74] la que participó por nuestra causa. Por el contrario, él no vaciló en casarse con su ama, ni en cohabitar con la que sobre él dejó caer nueces e higos secos 10 en aquel entonces, cuando fue comprado, ni en apuntarse cinco talentos como dote, aparte los numerosos bienes de que, aun siendo dueña mi madre, se ha hecho el amo este sujeto (pues ¿por qué creéis que él escribió en el testamento «y los demás bienes, cuantos hay, los doy a Arquipa»?), mientras que mira con indiferencia que nuestras hijas vayan a envejecer en [75] casa sin ser dotadas a causa de su pobreza. Si este tipo hubiera sido pobre y nosotros, casualmente, hubiésemos gozado de una próspera situación, si me hubiera tocado sufrir una desgracia grave, como las muchas que se dan, sus hijos pedirían en justicia a mis hijas, los del esclavo a las del señor; pues son tíos suyos por haber tomado a mi madre este sujeto; mas, puesto que nosotros somos pobres, entonces no contribuirá a dotarlas, sino que va diciendo y calculando el montante de los bienes que poseo.
[76] Pues esto es lo más extraño: de los dineros de los que nos ha despojado no quiso, hasta hoy todavía, rendir cuentas, sino que interpone excepciones de que no son admisibles las acciones; en cambio, lo que de los bienes paternos como parte obtuve yo, eso sí lo calcula. Cualquiera podría ver que los demás criados son controlados por los amos, pero aquí, al contrario, éste, el esclavo, controla al amo, intentando, sin duda, presentarle como un malvado y libertino por [77] lo que sigue. Yo, atenienses, por los rasgos de mi aspecto exterior, por caminar rápidamente y hablar a gritos, no me considero de los felizmente dotados por la naturaleza; pues en lo que molesto a algunos sin obtener beneficio ninguno muchas veces estoy en desventaja; sin embargo, podría demostrar que, por ser en todos mis gastos personales moderado, vivo con mucho más orden que este sujeto y otros semejantes. Cumplo mis deberes para con la ciudad y [78] cuantos hay respecto de vosotros con la mayor brillantez que puedo, según sabéis vosotros; pues no ignoro que para vosotros, los ciudadanos de nacimiento, es suficiente prestar las liturgias tal como las leyes ordenan, mientras que nosotros, los de adopción, como si devolviéramos un favor, así debemos mostrarnos cuando desempeñamos una liturgia. No me eches en cara, pues, esos hechos por los que con justicia podría conseguir elogio. Mas, Formión, ¿a qué ciudadano [79] he alquilado yo, como tú, para ser su amante? Muéstralo. ¿A quién he despojado yo de su ciudad, de la que fui considerado digno, y del derecho de libre expresión en ella, como tú a esa persona a la que cubriste de vergüenza? ¿A la mujer de quién he corrompido, como tú, entre otras muchas, a ésa, a la que este enemigo de los dioses le levantó el monumento funerario cerca del de su señora, habiendo desembolsado más de dos talentos? Y no se dio cuenta de que la edificación, siendo de tales condiciones, no será el monumento recordatorio de la tumba, sino de la injusticia de que ella ha hecho víctima a su marido por causa de ese sujeto. Y luego, aunque tal [80] haces, y aun cuando has aportado tan importantes testimonios de tu propia insolencia, ¿te atreves tú a examinar la vida de otro? De día eres tú prudente, pero de noche cometes esos actos cuya pena es la muerte 11 . Un malvado, atenienses, un malvado es este sujeto desde antiguo, desde el Anaceo 12 , y un injusto. Y la prueba: si fuera, en efecto, justo, seguiría siendo pobre después de haber administrado la fortuna de su amo. Y ahora, tras haberse erigido en dueño de unos bienes de tan elevada cuantía que pasó desapercibido que sustrajo de ellos tantos cuantos hoy posee, cree que no los debe, sino que los tiene como heredados de su padre.
[81] Sin embargo, ¡por los dioses!, si, por haberte aprehendido en flagrante, te hubiera conducido cual ladrón ante la autoridad 13 , y, después de haber cargado sobre ti, si de algún modo posible fuera, la fortuna que posees, luego te hubiese exigido, si negabas tenerla por haberla sustraído, que me remitieras a la fuente de donde la habías recibido, ¿a quién la habrías referido? Pues no te la dio mi padre, ni la encontraste ni llegaste hasta nosotros después de haberla tomado de alguna otra parte, pues fuiste comprado como bárbaro. Y luego, ése, a quien hubiera sido justo ejecutar públicamente por sus actos, tú, que has salvado la vida, que te ganaste una ciudad gracias a nuestros esfuerzos y fuiste considerado digno de procrear hijos hermanos de tus propios amos, ¿interpusiste la excepción de que no era admisible la acción por los bienes que eran reclamados por [82] nosotros? ¿Y luego nos calumniabas y preguntabas quién era nuestro padre? ¿Quién, atenienses, no se habría encolerizado por ello? Pues yo, aunque debo sentirme inferior a todos los demás, a vosotros, por lo menos me creo superior a éste, y éste, aun cuando no debiera sentirse inferior a ningún otro, al menos inferior a mí sería; pues, aunque nosotros fuésemos tales como tú nos imaginas en tu discurso, tú esclavo fuiste 14 .
Pues bien, de igual manera, quizá, podría decir [83] alguno de ellos que, aun siendo hermano mío Pasicles, ninguna reclamación formula contra éste por los mismos hechos. Yo, atenienses, también acerca de Pasicles, después de haberos rogado y suplicado que tengáis condescendencia si he llegado a un estado tal que, ultrajado por mis propios esclavos, no puedo contenerme, diré, y no me callaré, lo que hasta ahora aparentaba no oír cuando otros lo decían. En efecto, [84] yo considero a Pasicles hermano mío de una misma madre, pero de un mismo padre no lo sé, porque temo que Pasicles haya sido el principio de los yerros de Formión contra nosotros. Pues cuando colabora con su esclavo en el proceso buscando hundir a su hermano en la atimía e, inclinado, admira a ésos por quienes debiera él ser admirado, ¿qué justa sospecha encierran esas actitudes? Quítame, pues, de en medio a Pasicles y sea llamado hijo tuyo en lugar de amo, y rival procesal mío (pues lo quiere) en vez de hermano.
Mas yo a éste le digo adiós, y a quienes mi padre [85] me dio como auxiliares y amigos, a ésos recurro, a vosotros, jueces. Y os lo ruego, suplico e imploro, no miréis con desdén que yo y mis hijas por nuestra pobreza hayamos sido objeto de maligna alegría para mis esclavos y los aduladores de este individuo. Mi padre os entregó mil escudos, ofrecióse como persona útil en numerosas ocasiones y, aunque os dio espontáneamente y dotó a sus expensas cinco trirremes, desempeñó trierarquías. Y esto lo recuerdo no porque crea que vosotros nos debéis gratitud (pues nosotros os la debemos a vosotros), sino para que no se os pase por alto que sufrí un trato indigno de estos servicios.
Aunque puedo hablar mucho sobre los ultrajes [86] que he sufrido, veo que no tengo agua suficiente. Así pues, expresaré cómo creo que vosotros todos podríais mejor conocer el cúmulo de injusticias de que hemos sido víctimas nosotros: si cada cual examinara consigo mismo qué esclavo dejó en su casa y luego supusiera que por obra suya hubiese sufrido lo mismo que nosotros por la de éste. Pues no importa que cada uno de ellos se llame Siro, Manes, o como quiera, y éste Formión, sino que la situación es la misma: esclavos aquéllos, esclavo fue éste, amos vosotros, [87] amo fui yo. Pues bien, la reparación que cada uno de vosotros exigiría recibir, pensad que también a mí ahora me asiste derecho a ésa: a quien me la ha quitado por haber depuesto falsos testimonios castigadle, para defensa de las leyes y de los juramentos bajo cuya fe juzgáis, y ofreced un ejemplo a los demás, recordando todo cuanto nos habéis oído y tomando precauciones por si intentan desviaros, enfrentándoos a cada uno: si niegan haber dado fe de todo, preguntad: «¿Qué está escrito en el documento? ¿Por qué, pues, no lo hiciste borrar entonces? ¿Cuál es la contestación [88] obrante en poder de los magistrados?» Si dicen que han atestiguado, el uno haber sido tutelado a tenor del testamento, el otro haber ejercido la tutela, y el otro que lo tiene en depósito, «¿Cuál? ¿Qué hay escrito en él?», preguntad eso. Pues lo que éstos han atestiguado, ninguno de aquéllos lo ha depuesto especialmente. Si gimotean, considerad a la víctima más digna de compasión que quienes pagarán su culpa. Pues si hacéis eso, me prestaréis auxilio, dominaréis a estos sujetos en su excesiva adulación y vosotros mismos habréis votado lo conforme con el juramento.
1 Cf. PLUTARCO , Vida de Demóstenes 15; Comparación entre Demóstenes y Cicerón 3; y ESQUINES , Embajada 165, y Contra Ctesifonte 173.
2 Para más detalles, cf. L. GERNET , Démosthène, Plaidoyers civils , vol. II, París, 1957, págs. 153 y sigs.
1 Entre Atenas y Tebas, después de la batalla de Leuctra (371 a. C.).
2 La hýbreos graphḗ .
3 Recuérdese que, si bien la excepción combate la viabilidad de la acción, y por ello habla primero quien la opone, regularmente los oradores entran en el fondo del asunto.
4 Cf. n. 12 al Contra Áfobo, I .
5 El tiempo requerido para la lectura de los testimonios no se le computaba al orador; de ahí su expresión posterior.
* Sólo en Contra la excepción de Lácrito, Excepción contra Panténeto, Contra Macártato, sobre la herencia de Hagnias (los tres, en el vol. I), Contra Estéfano por falsos testimonios, I y II; Contra Dionisodoro, por daños y Contra Neera (estos cuatro últimos, en el presente vol. II) se conservan, totalmente o en parte, los contenidos a que hacen referencia los epígrafes intitulados «Testimonios», «Leyes», etc. En estos casos, al igual que en los relativos a «Asunto», el contenido aparece en letra de cuerpo menor.
6 O Pórtico de las Pinturas.
7 Trabajar en un molino era un castigo típico para esclavos.
8 Recuérdese que Pasión, antiguo esclavo y liberto, había alcanzado la ciudadanía ateniense por los servicios prestados a la ciudad.
9 La documentación no incluida en las urnas no podía ser presentada al tribunal. Apolodoro da, con esta afirmación, testimonio de posibles fraudes cometidos antes y después de haber sido sellada la urna por el árbitro.
10 Ceremonia por la cual el esclavo quedaba integrado en la familia y se propiciaba buena suerte.
11 El marido podía matar al adúltero si le sorprendía in fraganti cometiendo adulterio con su mujer. Cf. LISIAS , I.
12 Templo de los Dióscuros, lugar de venta de esclavos.
13 Cualquiera que hubiese sorprendido en flagrante delito a un ladrón podía apresarlo y conducirlo ante los Once (apagogḗ) .
14 Apolodoro olvida, pues, que su padre, Pasión, también lo fue.