Читать книгу Identificación, nombre propio y síntoma - Diego Fernández - Страница 6
ОглавлениеPrólogo
La Secretaría de Publicaciones reunió en este e-book 14 clases dictadas en el Curso Intensivo Anual correspondiente a 2018 por varios miembros de la Escuela Freudiana de la Argentina, con el título general de “Identificación, nombre propio y síntoma”, mediante el cual se nombraban los principales ejes que vertebraron el trabajo.
Las dos primeras clases las dieron Jorge Linietsky y Stella Maris Nieto, con el título “La estructura de la identificación de sujeto: privación, frustración, castración”, ambas clases estuvieron referidas especialmente a lo que se pone en juego en la constitución del sujeto respecto del rasgo unario, a lo que significa su entrada en la cuenta, como contado y como “contador”, como quien cuenta, se cuenta y se descuenta, respecto de una falta que es estructurante. No hay sujeto sin la entrada del significante en lo real y el agujero que implica. Y de lo que se trata en este punto es de la identificación constitutiva del sujeto, no de las sucesivas identificaciones que vienen después.
Luego siguieron Diego Fernández y Carola Oñate Muñoz, que tomaron la articulación relativa a “La marca, la identificación, la fobia”. La marca de la que se trata no es otra que la marca de un deseo, un deseo que, de no estar marcado a su vez, desata la fobia como una estrategia propia del sujeto destinada a defenderse y permitirle sostener su “propio” deseo, su marca, frente a la inmensidad de un deseo materno que, sin marcas que lo definan, puede asfixiarlo.
Por su parte, Helga Fernández y Adriana Hercman se enfocaron en “La identificación en el fantasma: síntoma”, es decir, en la relación del síntoma con la identificación sostenida en el fantasma. Cuando se produce la identificación el sujeto cuenta y descuenta, y lo que descuenta lo descuenta para contarse como Uno, pero lo descontado retorna y se hace contar como falla en la cuenta, como un resto incontable en el síntoma.
Norberto Ferreyra y Noemí Sirota trabajaron “La letra, la identificación, el nombre”. Siempre hay una falla en el proceso de identificación, una falla propia de la estructura, una falla en el movimiento de representación que siempre deja un resto. Esa falla se traducirá luego en la falta que el sujeto habrá de elaborar. La identificación no es la alienación, o al menos, no es la alienación sin la separación. La identificación es necesaria para que uno le hable a otro, a su semejante, desde un lugar discriminado en el que se sostenga, aunque claro que no sin síntomas de un plus, un resto, dado que el resto y el otro presentifican la inminencia del goce.
¿Y el nombre? ¿El nombre nos identifica? ¿O acaso “El nombre es lo que puede nombrar con éxito el fracaso de la identificación”?
Andrés Barbarosch y Alicia Hartmann encararon la cuestión que va “De la identificación a la apropiación del nombre”, lo cual significa una discriminación entre ambos términos, que no son sinónimos ni se implican mutuamente, pues identificación no implica, necesariamente, apropiación. Sin esa discriminación de los términos no se podría decir que el neurótico es un “sin nombre”, alguien que ofrece su castración al goce del Otro, que sacrifica su propia existencia para garantizar la del Otro, y que por eso no se apropia del nombre y lo ofrece al goce del Otro. Recién en el análisis pueda quizás encontrar una posición subjetiva que le haga valer, para él y para los otros, su propio nombre.
Verónica Cohen y Clara Salz tomaron la línea que se sigue de “La función del olvido y el nombre propio. De la identidad a la identificación”. El nombre cumple la función de nombrar, y el sujeto lo adopta, adopta su nombre, se identifica a ese nombre con el que el otro lo identifica, o bien, a veces, sucede que lo rechaza, ya sea total o parcialmente. Se da el caso de que algunos adoptan su primer nombre y rechazan el segundo, o viceversa, pero apropiarse del nombre es la marca del paso a otra cosa, y es un pasaje necesario que va de la alienación a la separación. El nombre propio es extraño y familiar, viene del Otro y queda en cuestión hasta que el sujeto puede hacer algo con él.
¿Por qué los nombres propios serían más apropiados para el olvido que cualquier otra palabra? Uno puede olvidar un sustantivo y sustituirlo por otro, una palabra por otra palabra similar, pero cuando se trata del nombre propio no se lo puede sustituir por cualquier otro, el nombre propio es insustituible, por eso su olvido es siempre notorio, indisimulable. No hay metonimia que alcance para sustituir la metáfora del nombre.
Y en este “libro”, por último, tenemos las dos últimas clases que dictaron el que suscribe estas líneas, Osvaldo Arribas, y María Gabriela Correia, que se ocuparon de hacer algunas puntuaciones acerca de la articulación “Nominación, nombre propio y sujeto”.
El nombre propio es una inscripción, una marca, que pierde el sentido para consolidarse como tal, como marca, como letra, como escritura, como nombre. Pero sabemos que el nombre propio del enunciado no alcanza a nombrar el sujeto de la enunciación, es decir, al que habla con y en esos enunciados, pero pretende hacerlo, pretende nombrarlo, busca suturar ese agujero entre enunciado y enunciación, ese mismo agujero que se abre o se deja ver, se hace notorio, salta a la vista, cuando se produce el olvido de un nombre propio. La interpretación es una lectura en transferencia de ese acontecimiento, un descifrado del cifrado del inconsciente. Una lectura que distingue las operaciones que significan traducir, transcribir y transliterar.
La “conjetura de Lacan” dice que es porque algo se lee, en lo que se escucha, que hay escritura. Es decir, se escribe, se puede escribir, porque algo fue escuchado, en el nudo de los tres registros anudados por la función del significante del Nombre del Padre. Sin la inscripción de este significante primordial no hay inscripción de ese vacío, de esa falta que permite la sustitución y el funcionamiento de la metáfora.
Esta breve puntuación de las clases, a guisa de prólogo, se hizo tomando expresiones y articulaciones presentadas en cada una de ellas, y solo pretende despertar interés e incitar a la lectura. Esperamos que las trabajen y las disfruten. Una cosa no quita la otra.
Osvaldo Arribas
Abril de 2020.