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MINISTRAMOS EN TODAS LAS ÁREAS

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Muchas personas nos han preguntado: “¿Es posible que en cierta medida yo tenga los siete dones motivacionales en mi vida?”

La respuesta es que sí es posible. Durante el proceso de evaluación usted descubrirá que tiene resultados positivos, aunque sea con una calificación baja, en cada don. Todos hemos sido dotados en cada don lo suficiente como para poder llevar a cabo una tarea, hasta cierto punto, cuando se nos lo pide.

El hecho de no tener un don particular como su don primario no significa que usted debe rehuir responder a ciertas necesidades que se presentan.

Por ejemplo, supongamos que su don motivacional primario es el de enseñanza y su puntuación en el don de compasión fue el más bajo de todos. Pero un domingo en la iglesia se da cuenta de que la mujer que está sentada a su lado está llorando. Usted no sabe qué problema tiene, pero sí sabe que está herida. En ese momento usted recuerda que en cuanto al don de compasión obtuvo la puntuación más baja de su evaluación y le dice a la mujer: “Sabe, yo no la puedo ayudar. Vaya a buscar a alguien con el don de compasión.”

¿Haría eso?

¡Claro que no!

Como parte del Cuerpo de Cristo podemos ministrar a cualquier persona en cualquier necesidad, en cualquier lugar y a cualquier hora.

Nunca permita que el conocer su don motivacional lo prive de ministrar en otras áreas.

Si bien es cierto que en la situación que acabamos de mencionar una persona con el don de compasión se hubiera dado cuenta antes que cualquier otro que había una persona herida, y que además se hubiera movilizado rápidamente para suplir la necesidad, no significa que otro no es capaz de mostrar compasión a los demás cuando es necesario.

Todos ministraremos en la esfera de los siete dones.

Lo cierto es que existe una diferencia entre ser (su don motivacional lo hace la persona que es) y hacer (su servicio a Jesús incluirá una extensa variedad de actividades). Sin embargo, la forma en que usted ministra en cualquier área se verá afectada por su don motivacional primario.

Además, recordemos que la gracia de Dios es suficiente para cualquier circunstancia en la cual nos podamos encontrar. Él nos capacita. Él nos unge para hacer la obra que está a la mano. Podemos contar con Él.

¿Cómo podemos saber que todos los cristianos están capacitados para ministrar usando los siete dones? La Biblia lo aclara:

1. Don de percepción: Usted debe percibir la voluntad de Dios hasta cierto punto y en ciertas situaciones.

Todos debemos percibir verdades espirituales:

“Hablando a sus discípulos (a todos) Jesús dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos...” (Mateo 13:11, TAB).

Todos debemos proclamar la voluntad de Dios con la ayuda del Espíritu Santo:

“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, declarando la voluntad de Dios” (Hechos 2:17, TAB).

Todos debemos buscar la sabiduría:

“Para que la gente conozca la habilidad, y la sabiduría y doctrina divinas, y discierna (perciba) y comprenda las palabras de entendimiento y conocimiento” (Proverbios 1:2, TAB).

2. Don de servicio: Usted debe servir al Señor y a otras personas de diferentes maneras.

Todos debemos servir a Dios:

“¡Servid a Jehová con alegría! ¡Venid ante su presencia con cantos!” (Salmo 100:2, TAB).

Todos debemos servir a otros:

“...Por amor deben serviros los unos a los otros” (Gálatas 5:13, TAB).

Todos debemos servir a Jesús:

“Si alguno me sirve, debe perseverar en seguirme (debe apegarse firmemente a mí, ajustarse completamente a mi ejemplo al vivir, y si fuera necesario, al morir); y dondequiera que yo esté, ahí estará también mi siervo. Si alguno me sirve, el Padre lo honrará” (Juan 12:26, TAB).

3. Don de enseñanza: Usted debe enseñar a otros de la forma apropiada.

Todos debemos estar preparados para enseñar:

“Estudia y sé entusiasta, y procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, uno que analiza y divide de manera precisa, que maneja y enseña hábilmente la Palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15, TAB).

Todos debemos enseñarnos los unos a los otros:

“Deja que la palabra.[proferida por] Cristo... tenga su morada en vosotros (en vuestro corazón y mente) y que more en vosotros en [toda su] riqueza, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda inteligencia y sabiduría [en cuanto a cosas espirituales]...” (Colosenses 3:16, TAB).

Todos debemos enseñar a otros a obedecer los mandamientos de Jesús:

“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mateo 28:19-20, TAB.)

4. Don de exhortación: Usted debe exhortar, amonestar y animar a otros.

Todos debemos exhortarnos los unos a los otros cuando nos reunimos:

“No dejando de congregarnos [como creyentes], como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos (amonestándonos, advirtiéndonos y animándoos unos a otros), y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25, TAB).

Todos debemos dedicarnos a la exhortación:

“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura [privada y pública], a la exhortación (a la predicación y a compartir el evangelio personalmente) y a la enseñanza y a la inculcación de la doctrina” (1 Timoteo 4:13, TAB).

Todos debemos exhortar a otros cada día:

“Antes exhortaos (amonestaos, instaos y animaos) los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13, TAB).

5. Don de dar: Usted debe dar de sus recursos y energías a Dios y a otros.

Todos debemos ser generosos:

“Dad, y se os dará [presentes]; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo...” (Lucas 6:38, TAB).

Todos debemos dar libremente:

“De gracia (sin pagar) recibisteis, dad de gracia (sin cobrar)” (Mateo 10:8, TAB).

Todos debemos ser responsables en cuanto a apoyar el ministerio:

“Compartiendo para las necesidades del pueblo de Dios, contribuyendo a suplir la carencia de los santos; dedicándoos a practicar la hospitalidad” (Romanos 12:13, TAB).

6. Don de administración: Usted debe dirigir (liderar) de la manera en que Dios lo mande a hacerlo.

Debemos dirigir con corazón de siervo:

“Sabéis que los que son tenidos por gobernantes y han de dirigir a los gentiles (a las naciones) se enseñorean de ellos, y gobiernan con poder absoluto, teniéndolos sometidos, y sus grandes ejercen sobre ellos potestad y dominio. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Marcos 10:42-43, TAB).

Todos debemos empezar administrando bien lo que tenemos:

“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel: sobre poco has sido fiel y fidedigno; sobre mucho te pondré...” (Mateo 25:21, TAB).

Todos debemos esperar recibir de Dios una posición de liderazgo:

“¡Pero Dios es el juez! Humilla a uno y enaltece a otro” (Salmo 75:7, TAB).

7. Don de compasión: Usted debe mostrar amor, compasión y misericordia hacia otros.

Todos debemos abundar en misericordia:

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

Todos debemos ser amorosos:

“Finalmente, sean todos de un mismo sentir (unidos en espíritu), teniendo empatía unos con otros, amándose fraternalmente (como si fueran de la misma casa), compasivos y corteses, tiernos y humildes” (1 Pedro 3:8, TAB).

Todos debemos mostrar compasión hacia otros:

“Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzguen conforme a la verdad, y muestren misericordia, amabilidad y tierna compasión cada cual con su hermano” (Zacarías 7:9, TAB).

De todas estas maneras, la Biblia nos insta a usar todos los dones para ministrar a otros. Esto ayuda a traer un equilibrio a nuestra vida. Todavía obraremos en gran parte según nuestro don motivacional primario (eso es lo que nos motiva, ¿recuerda?), pero también somos capaces de ministrar – y debemos ministrar – en otras áreas.

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