Читать книгу Un beso atrevido - Las reglas del jeque - Эбби Грин - Страница 6
Prólogo
ОглавлениеAquel hombre podía ser su padre, pero eso era imposible.
Su padre estaba muerto.
Karen Rawlins recorrió con dedos temblorosos la foto de Paul Barone que venía en el periódico de Boston ilustrando un artículo sobre la última reunión familiar de los Barone. Y también hablaban del misterio que llevaba años sin resolverse acerca del rapto del hermano gemelo de Paul, Luke. Todo aquello confirmaba lo que Karen había descubierto hacía poco tiempo en las páginas amarillentas del diario de su abuela.
Karen se sentó en una silla de la cocina del único hogar que había conocido, en el corazón profundo de Montana. Tenía la cabeza llena de demasiadas preguntas sin respuesta y demasiados recuerdos. ¿Conoció su padre la existencia del diario que Karen había encontrado entre las pertenencias de su abuela? ¿Habría sido consciente del engaño antes de morir? ¿Se habría enterado de que nació en una acaudalada familia de Massachussets y que la mujer a la que siempre consideró su madre lo raptó, y que no se llamaba Timothy Rawlins sino Luke Barone?
Karen dejó el periódico a un lado, consciente de que nunca obtendría todas las respuestas que ansiaba. Todos los que sabían la verdad estaban muertos: Sus abuelos, que habían fallecido con pocos meses de diferencia dos años atrás mientras dormían, y sus padres, muertos el año anterior en un tremendo accidente de tráfico.
Si Karen no hubiera roto su compromiso con Carl le habría resultado más fácil enfrentarse al dolor abrumador por tanta pérdida y a la aparición de un nuevo árbol familiar. Pero aquello había sido en realidad una bendición. Prefería vivir sola siempre que pudiera llevar la vida que quería. Pero Carl tenía otras ideas, ideas que incluían controlarla. Él quería una esposa que renunciara por él a tener una vida propia, no una esposa con sueños, opiniones y metas profesionales. Ella se había negado a decir adiós a sus ilusiones.
Karen colocó las manos en la taza de café para entrar en calor, a pesar de que en el exterior el mes de junio se mostraba cálido y maravilloso. Y sin embargo, ella sentía un frío que le calaba hasta los huesos incluso en aquella cocina tan hogareña y confortable que olía a limón. Porque se encontraba muy sola.
No hacía falta decir que aquel no había sido un año glorioso para Karen Rawlins. Se le ocurrió pensar entonces que no tenía ninguna razón para quedarse en Silver Valley. Aquel pueblo de un solo semáforo no tenía nada que ofrecerle excepto recuerdos agridulces y la certeza de que muchas cosas que pensaba de su familia, de su legado, eran falsas, a excepción del hecho de que sus padres y sus abuelos la habían querido sin reservas.
Tal vez en Boston la aguardaran más oportunidades. Oportunidades excitantes. Un lugar donde empezar de cero y crecer. Karen decidió entonces ir en busca de los Barone y contarles los detalles que sabía sobre su hijo desaparecido con la esperanza de que la recibirían con los brazos abiertos y la mente abierta.
Encontraría un buen trabajo y tal vez algún día podría fundar su propia empresa de decoración de interiores. Se construiría una buena vida. Una nueva vida. Y para llenar el hueco que tenía dentro del alma, intentaría también tener un hijo, alguien que la quisiera sin condiciones.
No, no había sido un año glorioso para Karen Rawlins, pero podía serlo a partir de aquel momento. Lo sería. Dependía de ella hacerlo realidad, y conseguiría todos sus objetivos sin la ayuda de ningún hombre.