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El Consell de Forces Polítiques de Catalunya

Desde que Franco había muerto, no había día que la prensa dejara de anunciar constantes sobresaltos, dando la sensación de que la evolución política iba cambiando sin un control previo y acompañado de un cierto aire de anarquía informativa.

En Cataluña, lo que antes era oscuro y clandestino, aparecía de improviso en las portadas de los periódicos con total normalidad. En esa línea, el diario Tele/expres anunciaba en pleno diciembre la constitución del Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC) mediante un comunicado redactado por los propios periodistas del diario que decía lo siguiente:

“Hora a hora las cosas están cambiando. Aquí no vamos a adherirnos a nada ni a nadie. Pero está claro que las cosas están cambiando. Y esta página, que intenta ser el reflejo lo más fiel posible, dentro de lo posible, está notando que lo posible es cada vez más. Ustedes lectores, suponemos que también lo están notando. Las causas tampoco vamos a buscarlas. Nos limitamos a ejercer una función notarial de levantar actas. Y, eso si, en eso sí tomamos partido, da gusto poder levantar acta de tantos y tantos aspectos del país que hasta ahora han vivido en los subterráneos. Esta es la noticia: se nos está levantando el tejado. Ayer pudieron comprobarlo con la información del Consell de Forces Polítiques de Catalunya. Los que hacemos esta página −Josep M. Soria, Montserrat Nebot, Manuel Campo Vidal y Lluís Bassets− esperamos que puedan seguirlo comprobando cada vez más.” 31

Desde la prensa oficial del Movimiento se veía con cierto recelo este cambio de actitud permisiva sin darse cuenta que el cambio había empezado sin contar con ellos. El periódico vespertino, La Prensa, se despachaba con estos comentarios:

“Este bendito, querido, emocionante país nuestro está viviendo una de las etapas más curiosas de los últimos tiempos. Una etapa que yo no calificaría aún de dramática, sino sencillamente de tonta (...). La desorientación, interpretados los hechos a través de los periódicos, es general. Se escribe, desvergonzadamente, acerca de los partidos políticos ilegales, de organizaciones subversivas y de personas cuya actividad es contraria a derecho. Se hacen entrevistas y hasta se convocan ruedas de prensa con personas que, con la ley en la mano, figuran no ya en la oposición sino en la pura y simple subversión. Los señores Tarradellas o Leizaola ‘Presidentes de la Generalitat de Catalunya y del gobierno Vasco (1960-79) en el exilio’ se alzan como figuras coordinadoras de movimientos que sólo pretenden romper la unidad española. Ya ni siquiera se habla de España. Los comentaristas utilizan un eufemismo llamado Estado español como pretendiendo ignorar la realidad de la Patria”.32

La noticia sobre la constitución de esta nueva plataforma nacionalista ya venía de atrás, pues ya se había publicado en el New York Times hacia dos semanas y después fue refrendado por la agencia Pyresa. En el documento constitucional se exponía entre otras cosas la tradición histórica e institucional que representaba esta organización y su relación con Josep Tarradellas. Asi pues, el 29 de diciembre, una delegación del CFPC ya constituído, Heribert Barrera y Jaume Casanovas, se entrevistó en Saint Martín Le Beau (Francia) con el presidente de la Generalitat en el exilio, haciéndole entrega de diversos documentos relacionados con la constitución del Consell, siendo informada con anterioridad la propia Asamblea a través de la CPAC.

El CFPC fue concebido como respuesta y solución al llamado “Pacte Catalá”, sumándose de esta forma a los dos organismos unitarios de oposición que existían en aquel momento en Cataluña, que eran la CCFPC, formada exclusivamente por partidos, y la Asamblea, formada también por partidos políticos sumados a otros grupos sindicales, culturales y asociativos.

En un primer momento la formación del CFPC contó con dos posiciones contrapuestas, una representada por el PSUC, que defendía que deberían ser las llamadas organizaciones de masas la base de un organismo con virtualidad de gestión provisional; y la otra la promocionada por el Grup d’Acció al Servei de Catalunya (GASC). Este grupo nacionalista catalán había sido fundado en mayo de 1975 y se disolvió en febrero de 1976 dentro del proceso de creación de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC). Desde el primer momento fue dirigido por Jordi Pujol, Miquel Esquirol, Jaume Casajoana y Miquel Sellarés con el fin de conseguir gobernar en base a una gran convergencia de centroizquierda.33 Editaron la revista Cataluña Democrática (1975).

El Diario de Barcelona publicó la composición del CFPC con la excepción más significativa del PTE y la FSC-PSOE, dado su carácter no nacionalista. Estas formaciones eran:

Partido Carlista de Cataluña (PCC), seguidor de Carlos Hugo, representado por Josep Badía y Joan Cabré; PSUC, con Pere Ardiaca y Antoni Gutiérrez Díaz; GASC, nacionalista de centro, con Jordi Pujol y Miquel Roca Junyent, también representando a CDC; ERC, con Josep Andreu Abelló; Reagrupament Socialista i Democràtic de Catalunya, socialdemócrata, con Josep Pallach, Josep Verde i Aldea y Heribert Barrera y Cuitó; Convergencia Socialista de Catalunya, con Joan Reventós, Raimon Obiols y Joan Prats; PSAN, nacionalista de izquierdas, con Joan Armet; FNC, centro izquierda nacionalista, con Joan Cornudella y Colominas; Esquerra Democrática de Catalunya (EDC), liberal, con Ramón Trias Fargas y el abogado Jaume Casanovas; PPC, nacionalista, con el médico Joan Colominas y Enric Moltó; UDC, demócrata cristiano, con el joyero y editor Anton Canyellas, Francesc de Borja Aragay y Llibert Cuatrecasas.34

El día 23 quedó formalmente constituido el Consell en una reunión celebrada cerca de Barcelona que comenzó hacia las 5 de la tarde y finalizó pasadas las 10 de la noche. El acto constitutivo se completó al llegar finalmente a la aprobación de los documentos constitutivos, un protocolo y una declaración final.

En teoria, la finalidad de este Consell estuvo dirigida a la negociación unitaria con el resto del Estado con la premisa de un proceso movilizador que culminase con la constitución de un órgano provisional que reivindicase el Estatuto de 1932 y el compromiso de realizar pasos para ejercer el derecho a la autodeterminación.

El último día del año se publicaron los puntos más significativos del acuerdo, anunciando que las fuerzas políticas que lo integraban, después de examinar conjuntamente la actual situación política, habían decidido reunirse en un organismo político unitario que, en la lucha hacia la ruptura democrática, se proponía llevar a término un programa cuyo primer punto proponía la constitución de un organismo capaz de impulsar las tareas de autogobierno. Otros puntos de interés integrados en el documento fueron los referidos a la amnistía general que afectase a las responsabilidades políticas y sindicales; al reconocimiento y protección de las libertades democráticas de conciencia, expresión, prensa, asociación, reunión y manifestación; al reconocimiento y protección del sufragio universal, de las garantías individuales; a la libertad sindical entendida como el derecho de los trabajadores a organizarse libremente con independencia de patrones, gobierno y partidos; al reconocimiento del derecho de huelga, así como a la adopción de medidas inmediatas en función de los intereses más urgentes de las clases populares catalanas en el campo de la enseñanza, la política económica, los salarios, la asistencia social, la política urbana y agraria. En el ámbito territorial, apoyar al País Valenciano y las Islas Baleares para que encuentren su propio camino y, finalmente, se tenía como objetivo la necesidad del sufragio universal para constituir unas Cortes democráticas que aprobase un nuevo modelo legislativo.35

El Consell también manifestó su intención de llegar, mediante el combate político y la movilización pacifica del pueblo, a construir un régimen democrático y pluralista basado en la soberanía popular con el reconocimiento y la garantía de libertades políticas y nacionales del pueblo de Cataluña, por el restablecimiento de la autonomía, y por la amnistía general, todo en camino a la ruptura democrática.

La cooperación con la Asamblea habría de ser activa y con un amplio diálogo, debatiendo con ella, con los sindicatos y con las fuerzas políticas y sociales catalanas para la constitución de un gobierno provisional. Sin embargo, las negociaciones concluyeron con algunas diferencias entre las dos organizaciones, ya que el Consell no hacía mención expresa al rey Juan Carlos I, mientras que la Asamblea por aquellas fechas había hecho una declaración titulada “Juan Carlos no es cap solució”, resaltando que la situación política sólo tenía dos alternativas: el continuismo del monarca o la ruptura democrática.36

Poco después de la entrega del comunicado a la prensa se celebró una cena y una rueda de prensa en un restaurante barcelonés donde se reunieron representantes de los 11 partidos integrantes del CFPC que sumaban casi cincuenta asistentes. Entre las intervenciones de los comensales, lo más destacado fue la referencia al presidente Tarradellas, al recibir éste el documento de manos de representantes del Consell. Jaume Casanovas, integrante de la delegación, dio su versión de los hechos:

“El president pidió que tuviéramos mucho seny (ponderado y juicioso). Dijo que se trataba de uno de los actos más importantes desde la guerra pero que no nos precipitemos. Se alegró de comprobar la unidad de todas las fuerzas y nos aconsejó que no fuéramos demasiado rápido”.37

Por otro lado, la relación que existió entre la Asamblea y el CFPC tuvo diferentes interpretaciones. Miquel Sellarés opinaba que:

“Nosotros, −decía− y cuando digo nosotros nos referimos a una serie de sectores, no solamente de mi partido, entendemos, en esta perspectiva que la Asamblea es un marco de coincidencia política para las movilizaciones, pero la señal de dirección política no la vemos (…) La Asamblea tiene una función muy específica y muy importante, que es la de avanzar, coordinada con el Consell, hacia la conquista de las libertades y hacia la creación del gobierno Provisional de la Generalitat de Catalunya.”38

Para Rafael Ribó, representante del PSUC, había diferencias claras entre la Asamblea y el CFPC y, además, estos dos organismos no tenían que entrar en competencia:

“El Consell es un organismo de partidos, y la Asamblea es un organismo de partidos y otro tipo de organizaciones sociales y de individuos (…) La Asamblea y el Consell desaparecerán el día que hayan conseguido sus programas pero ni la desaparición del Consell ni de la Asamblea querrá decir que desaparecerán los instrumentos de lucha que utiliza: no desaparecerán las CC.OO o aquello que hayan creado, no desaparecerán las asociaciones de vecinos ni los procesos de lucha sectorial de la enseñanza, profesionales, etc. Lo que habrá será un cambio de peso entre aquellos partidos que hoy tienen una fuerza real de presencia en las luchas, de movilización e incidencia, y puede ser no tanta fuerza en un planteamiento electoral, y aquellos partidos que sin tener de mucho, tanta fuerza en las luchas, tienen potencia electoral”.39

La aceptación de un gobierno provisional por parte del Consell no fue del agrado de los pujolistas ni de los demócrata-cristianos que formaban parte de él ya que consideraban dicha fórmula como un error que debilitaría la lucha unitaria; tampoco Josep Pallach estaba de acuerdo afirmando que lo esencial era la voluntad, e incluso la necesidad, de realizar el proceso de democratización y no la persona ni la institución que le diera forma legal. Por su parte, Trías Fargas opinaba algo ingenuamente que si el actual régimen y gobierno entregara en un plazo prudencial una democracia formal y sin condiciones, no se debería entrar en discusiones sobre el origen de esta situación; sin embargo, algún tiempo después, su parecer no era tan optimista:

“Después de un año de experiencia, parece difícil que se pueda imponer una línea de ruptura. Esto de la ruptura se lanzó con la muerte de Franco y al cabo de un año no hemos adelantado un paso, mal que nos pese a más de uno (…) Muy al principio de este año (1976), una serie de partidos estuvimos en contra de la ruptura y así lo hicimos constar. (…) A pesar de todo, nos sometimos por solidaridad a las consignas mayoritarias y durante un año hemos sido inquebrantablemente rupturistas. Pero ha llegado el momento de hacer balance. (…) No podemos seguir para siempre en una pataleta infantil insistiendo en la ruptura y diciendo que no queremos que la democracia se nos entregue otorgada”.40

El año de 1975 llegaba a su fin y nada sería igual a partir de entonces en la vida política y social de los españoles. Grandes acontecimientos habían sucedido en los últimos meses de ese año que hicieron irreversible la situación anterior aunque todo estaba por hacer y el descontento empezaba a crecer por la lentitud en los cambios políticos del primer gobierno de la Monarquia.

En Cataluña, el 16 de noviembre de 1975 unas cuantas personas se encerraron en Montserrat pidiendo la tan deseada amnistía, entre ellos el sacerdote Lluís Mª Xirinachs que decidió iniciar de nuevo el 3 de diciembre una huelga de hambre en protesta por la insuficiente amnistía que el rey no concedió en su totalidad. Al día siguiente, por la mañana, Xirinachs comenzó una estancia frente a la cárcel Modelo que duró hasta el 15 de octubre de 1977.

Así fue como desde el Principado comenzaba una corta pero intensísima etapa de transición a la democracia donde la Asamblea todavía tendría gran protagonismo aunque algunos todavía compartan la idea de que el inicio de éste periodo historico había comenzado con el anuncio de la enfermedad de Franco en el verano de 1974.41

31. Tele/expres, 19-12-1975.

32. Del director Jesús Val Jarrín, comentando que: “Otros periodistas, sin embargo, empezaron a utilizar aquello que se llamó el cambio de chaqueta”. Ver Tele/expres, 31-12-1975. El periodísta Emilio Romero, en su diario Pueblo, se declaró demócrata de toda la vida, algo sorprendente. También en Tele/expres, 19-12-2005.

33. MOLAS, Isidro, op. cit., p. 125.

34. Tele/expres, 19-12-1975.

35. El comunicado se presentó a los periodistas en un restaurante barcelonés con cena-coloquio de representantes de los 11 partidos y los periodistas, en Tele/expres, 31-12-1975.

36. Dichas afirmaciones se basaban en el juramento a Las Cortes y por haberse corresponsabilizado de la opresión y represión sometida por el dictador, en COLOMER, Josep María, “La trayectòria de L’Assemblea de Catalunya (1971-77)”, L’Avenç, nº 43, 1981, p. 19. El continuismo es la medida que no puede resolver ninguno de los problemas graves que se padecen (…) sólo la ruptura democrática será el inicio del camino para satisfacer las exigencias populares y nacionales”. Más información en AHCONC, “Asamblea de Cataluña”. “Per una Catalunya Democrática”, Carpeta, 29-10-1975.

37. Tele/expres, 31-12-1975

38. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 21.

39. COLOMER, Josep Mª, ibíd.

40. COLOMER, Josep María, “La trayectòria…”. También en la encuesta de El Correo Catalán, 21-1-1976. Ver también. CASTELLÁ GASOL, Joan, Ramón Trías Fargas. Perfil humano y político, Madrid, Cambio 16, 1977, pp. 107-108.

41. GUERRA, Alfonso, op. cit., pp. 206-209.

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