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El deber de ser veraces

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El médico no debiera por ningún motivo suponer que puede mentir. No siempre es seguro y mejor expresar ante un inválido toda la extensión del peligro que corre. No es indispensable presentar la verdad completa en todas las ocasiones, pero nunca diga una mentira. Si para el bien del inválido es importante no alarmarlo, porque eso podría resultar fatal para él, no le mienta...

La fe y los principios religiosos se han deteriorado, se han mezclado con costumbres y prácticas mundanas, y por eso la religión pura y sin contaminación es escasa [Sant. 1:27]. El alma, el alma preciosa, es de gran valor, y debe emblanquecerse en la sangre del Cordero. La fortaleza y la gracia de Dios se proveyeron al costo de un sacrificio infinito para que usted pueda ganar la victoria sobre las sugerencias y tentaciones de Satanás, y salir de la prueba sin contaminación, como lo hicieron José y Daniel. Dejemos que la vida, el carácter, sea el argumento más poderoso para el cristianismo, porque en esta forma todas las personas serán compelidas a tomarlo en cuenta a usted y reconocer que ha estado con Jesús y que ha aprendido de él. La vida, las palabras y el comportamiento constituyen el argumento más definido y la apelación más solemne para los que son descuidados, irreverentes y escépticos...

Todos ustedes necesitan una religión viva para poder ser testigos de Dios y proclamar a los enfermos la realidad de que el pecado siempre va seguido por el sufrimiento; y a la vez que combaten el dolor y el sufrimiento debieran explicarles claramente lo que ustedes saben que es la causa real, y el remedio: “No peques más” [Juan 5:14], y dirigir su atención hacia el Salvador que perdona los pecados.–Manuscrito 4a, 1885.

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