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2. Un momento mágico

La duda de saber qué era “Meni” hacía que los días parecieran interminables para hacerse el examen; una espectroscopia y TAC con contraste, ella se sentía relajada, parecía que supiera lo que vendría y una extraña tranquilidad la acompañaba en cada momento.

Gabriela llegó minutos antes para el examen que según la enfermera duraba alrededor de 2 horas, metida en lo que para el paciente es un tubo de 3 metros, en realidad al otro lado hay un hueco gigante pero la impresión que da es que lo van a encerrar y no puede salir, atada en la cabeza, y un regaño inicial del técnico que dice “si se mueve, se daña todo y hay que empezar otra vez—, esto, la asusta, y la deja como estatua.

Pero el susto, la advertencia y la sensación de estar en un tubo sin salida, hace todo excepto hacerla quedar quieta, intenta relajación, algo de yoga, respiración profunda, control mental, pero, nada de eso funciona, sólo pensar en volver porque el examen se dañe, la desesperaba.

Intenta algo que hace tiempo no hacía, orar, trae a su mente una imagen que vio de pequeña, a Jesús entado en una piedra con un vestido rojo y azul, y luego dice “Jesús, voy a hacer de cuenta que estoy apoyada en tu regazo, por favor ayúdame”. Respiró y escuchó, lo que para ella es la real manifestación de su amor pues era algo que jamás había escuchado, “tranquila, te amo inmensamente y todo va a estar bien—.

Inmediatamente, sintió una corriente por todo su cuerpo, se le erizó la piel, se sintió tranquila y le dieron unas ganas inmensas de llorar pero recordó que no podía moverse así que pensó bueno, —te amo Jesús, gracias, sabes que quiero llorar pero no puedo moverme, el examen, tu sabes—. .

Salió de allí sin preocupación alguna, con la seguridad que de ahí en adelante, todo, iba a salir bien, pero no se imaginaba a que se refería con ese “todo”. Su madre llegó para acompañarla, les dieron el resultado, era un meningioma intraventricular derecho, de ahí el nombre que le puso,”Meni”.

Iniciaron el trámite del seguro de salud, volvieron a ver el médico que le mandó los exámenes, este le dijo —si quieren quedar bien, viva y no quiere quedar boba, váyase para otra ciudad, aquí no se opere, no es común, por lo tanto necesita un especialista hábil y con mucha experiencia”, ya le habían recomendado uno, se iba a operar a la siguiente semana.

A veces se juzgan las palabras fuertes, pero no siempre son mal intencionadas, a veces son necesarias para ir a la acción.

Con esas palabras y el temor que generaron en ella, le pregunta— y ¿que hago?, ¿a donde voy?, ¡no conozco a nadie!” él le dice”no sé, no le puedo recomendar, vaya a la mejor clínica y ubique un buen neurocirujano”.

Sencillo, con el mejor neurocirujano en la capital, ella viviendo en otra ciudad, y dependiendo del sistema de salud convencional, vaya tarea fácil, la posibilidad de que aceptaran rápido la cirugía, bajaba las probabilidades. Pero recordó esa voz que decía “tranquila todo va a estar bien” eran las palabras que la mantenían segura.

2.1 Una real cadena de favores

Gabriela llamo a un compañero de trabajo, que justo estaba en esa clínica ese día, el le pidió a una doctora que trabajaba allá que le recomendara un neurocirujano, ella le dio el nombre, Walter su compañero, buscó el teléfono y se lo dio. Gabriela llamó a la secretaria, le explicó la situación, la secretaria le pidió los datos, y le dijo que cuando hablara con el doctor le avisaba.

Muchas veces ignoras cuándo pones un granito de arena para que la vida de una persona cambie, lo puedes hacer porque no tiene nada especial, o no hacerlo. Ahí radica la diferencia de cambiar vidas, en ocasiones para siempre; y esa llamada, en la que sólo preguntó el teléfono, cambió una vida, Walter no sabe, no tiene ni idea, su importante acción en toda esta cadena.

Pasadas dos horas llama la secretaria del doctor y le pasa al neurocirujano, es la situación más increíble, ya que es raro que un médico directamente hable con el paciente sin recomendación alguna, y más de una obra social o EPS sencilla, especialmente si es uno de los mas reconocidos profesionales. Sí, desafortunadamente acostumbraron a que los pacientes hagan largas filas, esperen días para respuestas y menos común, que el doctor se comunique y no la secretaria.

Hay muchas excepciones, pero esta actitud debe ser viral en todas las instituciones de salud, aunque esta no es solo una directriz de la clínica, es una actitud extraordinaria del médico. Escuchar a todos los pacientes, no según el plan de salud, escucharlos a todos. En la escuela de medicina no se estudian planes de salud, solo pacientes, pero algunos sistemas a veces, se olvidan de este propósito.

Gabriela lee los exámenes y él le pregunta “¿puede viajar mañana mismo ?”, ella le dice “sí, a primera hora”, así acuerdan una cita para revisión apenas llegue a la ciudad y se dirija a la clínica.

Una revisión de urgencia, imágenes, valoración y exámenes inmediatamente para definir conductas a seguir, el tiempo era oro, parece que fuera una bomba de tiempo, ahora puedo imaginar el sonido de un tic-tac en su cabeza.

Por esos días los dolores desaparecieron, caminaba más lento, tenía extremo cuidado, por algún miedo sin base médico seguramente, ya que en los días anteriores, su vida era completamente normal, sin mucho cuidado en las acciones diarias.

En muchas ocasiones los pacientes se vuelven temerosos y enfrentar las acciones diarias se vuelve más difícil, la espontaneidad desaparece, es comprensible, pero quizás la fuerza ayude a enfrentar la enfermedad y que ella no tome ventaja, tal vez, el miedo la alimenta.

En las semanas previas a la cirugía, una tarde miraba televisión y empezó a notar cómo se iba borrando la imagen de un presentador de noticias, no le podía ver la nariz, aunque girara la cabeza, ese punto central oscuro no se movía, le veía la cara si lo hacía mirando a otro extremo. Por su profesión, supo que ya estaba perdiendo campo visual y que ese tic-tac se aceleraba cada vez más.

En su intranquilidad, conservó la calma, se dio vuelta y se relajó, al rato al intentar ver nuevamente, el efecto había desaparecido, los días próximos y casi como un chiste para ella, cada vez que sucedía este efecto, giraba la cabeza para otro lado y regresaba su campo visual normal. Lo tomó en chiste, pero días más en la espera de la cirugía podrían haber sido fatales.

Desde el momento que el doctor le dio la orden médica para la cirugía, su mundo cambió porque por arte de magia todo el mundo parecía hipnotizado, aprobaban las ordenes médicas sin preguntar, como lo hacían siempre, autorizaron exámenes especiales de una ciudad a otra, que para una obra social, EPS o un plan de salud sencillo, son trámites lentos y poco efectivos.

Pero todo estaba saliendo bien, tal como lo escuchó, simplemente, actuó, se tranquilizó y se dejó llevar por la confianza en que todo iba “salir bien”.

2.2 Aceptar, conocerse y conversar internamente

En esos momentos aprendió que un milagro puede ocurrir, y su visión de milagro no es que mágicamente desaparece “Meni” el tumor, quizás suceda, pero un milagro para Gabriela, es la suma de situaciones que llevan a la solución perfecta. ¡Una cirugía exitosa!

Ese momento en que estaba a pocos días de entrar a cirugía pensó en su vida, “bueno, estoy aquí, a mis 31 años, he vivido lo que he querido, he cumplido las metas que me he puesto”, empezó a analizar lo que había hecho en su vida.

Es un momento en el que muchos se cuestionan lo que han hecho hasta ese momento y que les ha faltado por hacer, si están satisfechos, si quisieran hacer algo que aún no han logrado. Unos toman decisiones de dejar relaciones, lugares, errores, cambiar formas de ser. Es un momento de autoevaluación, muy importante y para algunos, su momento de inspiración.

Luego de analizar sus metas, empezó a analizar su vida”me he portado bien, no le he hecho daño a nadie, estoy feliz conmigo, estoy en paz con otros, así que, si muero...— Se quedó pensando detenidamente.

—Puedo decir que estoy preparada para irme”, afirmó. En enfermedades graves, algunas personas pueden hablar tranquilamente de la muerte, la aceptan e incluso pueden preparase para ella, compartiendo mas con sus seres queridos, viviendo más, haciendo cosas que no hicieron y deseaban.

Tal como la película The Bucket list....Protagonizada por Morgan Freeman y Jack Nicholson, en la que dan vida a dos enfermos terminales, deciden hacer la última lista de deseos y cumplirlos antes de morir.

Gabriela continuó su introspección, y en un momento de oración manifestó —si, así es, Dios, si decides que es el momento de irme, está bien por mí, y si decides que es momento de quedarme, también, solo que si es lo primero, cuida a mi mamá—. Concluyó.

La aceptación de la enfermedad y de lo que pueda pasar, da tranquilidad, sin decir que hay que dejar de luchar o darse por vencido, hay que hacer lo posible por superarlo, pero la aceptación y la tranquilidad ayudan a ver las cosas de una manera más global y dejar entrar las posibilidades que cuando se está angustiado no se ven, quizás cegados por el miedo.

Quien está viviendo la enfermedad puede sobreponerse, luchar o entregarse a ella. La espiritualidad, independientemente de las creencias, juega un papel importante, unos oran, meditan, incluso culpan, a Dios, a otros, o a ellos mismos. Y este sentimiento, se vuelve difícil de manejar en el entorno, por eso es tan importante la comunicación interna, conocerse y prepararse.

Espérame cuando despierte

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