Читать книгу Un día en la vida - Emmanuel S. Funes - Страница 71
DÍA 66 La estepa resplandecía fuerte con el imponente sol que iluminaba todos los rincones alrededor. Tiempos de bonanza y triunfo se sentían con firmeza en el aire y la piel. Consolidados como uno, África no encontró rival; uno a uno, fueron cayendo, como moscas. Europa intentó resistirse, pero no logró detener la furia africana que los desechó en un segundo. Asia fue más duro, resistió los embates que cruzaban la India de Oeste a Este hasta que, finalmente, le abrió las puertas al blanco atardecer, al nuevo orden de las cosas.
ОглавлениеNorteamérica se volvió negra, oscura, y junto a la parte superior de Asia, llenaban el horizonte con desdén y opresión. Los restos de Latinoamérica se refugiaban en la parte más austral del continente, casi como diciendo asesíname pronto, te lo ruego; como si su último deseo fuera el de morir lo más rápido posible y sin dolor.
Mientras tanto, en el extremo sudeste de Asia, el ejército africano acechaba los dominios de Oceanía, diezmando a las tropas que ocupaban una parte de Asia y funcionaban como barrera contra la amenaza creciente.
Así, la batalla continuó por semanas, sin descanso. Hasta que, en el momento cúspide del exterminio, con un ejército de hambrientos seres atestados frente a la poca resistencia que quedaba y dispuestos a hacer todo por su Unión, no lograron avanzar más. Sintieron sus piernas flaquear y aferrarse al suelo sin poderlas mover, casi como si la gravedad lo estuviera impidiendo. Un pequeño temblor inconsciente les recorría la espina, aguardando presentimientos incomprensibles. Unos arrojaron su fusil, algunos avanzaron y otros, inmóviles, solo contemplaban la situación. De pronto, el cielo se iluminó acompañado de un estruendo, casi como si se rajara. El ambiente se tiñó de rojo augurando las malas noticias; el destello los cegó durante segundos, suficientes para aceptar su destino…
Después de aquello nada importó. Las riñas se olvidaron y el reloj siguió avanzando. Era raro que hubiera paz y, extrañamente, todo volvió a la normalidad.