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PRÓLOGO

Este trabajo es en primer lugar, un humilde homenaje a Rodolfo Walsh. Al Walsh verdadero, al vivo, al de carne y hueso. Al que escribía porque le apasionaba. Al que puteaba, al que intentaba crear línea política. Al que polemizaba sin pausa. Al que se diver­tía. Al que alguna vez, aunque sea alguna vez, lloró tratando de contar cómo era un personaje -es decir, un hombre- a solas contra el papel. Este trabajo no está dedicado al estereotipo de Walsh. Es, al mismo tiempo, ganas de estar cerca de él.

En segundo lugar, informo que este trabajo está construido a partir de algo más de cuarenta entrevistas con las veinticinco per­sonas que enumeramos, entrevistas realizadas en Buenos Aires y principalmente en La Habana, Cuba. Entrevistamos además a un puñado de personas que nos pidieron no aparecer citadas, las me­nos. Están incluidas acá unas cuantas horas de trabajo de archivo y de lectura, más de cuarenta horas de avión y otras muchas ho­ras de colectivo, y dos años y medio de perseverancia y paciencia.

Es indispensable que le pida al lector que tenga presente unas pocas cosas antes de encarar la lectura.

Primero, que todas las entrevistas fueron individuales aunque aquí aparezcan mezcladas. El criterio aplicado para fragmentar­las y luego reunirlas, fue el temático.

Segundo, el tema central es Rodolfo Walsh en Cuba duran­te los primeros dos años de la revolución, por lo tanto el resto de los temas que aparecen, no tienen otra intención que poner algu­nos antecedentes y dibujar el marco necesario para ello. De he­cho muchos temas acá aparecen como secundarios pero sólo para este trabajo, aunque no lo hayan sido desde el punto de vista his­tórico y político.

Tercero, decidimos dedicar espacio generoso a algunos hom­bres y a algunos hechos. Lo creímos necesario porque es útil saber, aunque abreviadamente, quién es cada uno de los que hablan de Walsh. Cómo no contar, por ejemplo, algunos datos que nos per­mitan saber quién es Gabriel Molina o Ricardo Sáenz o Joaquín Oramas; se podría escribir un libro sobre cada uno de ellos aun­que en algunos casos ya están escritos. Cómo hablar de Walsh en la Agencia Prensa Latina sin decir algunas cosas propias de la agencia. O de las visitas del Che Guevara a la agencia. Cómo no hacer algunas referencias a las polémicas políticas de la época dentro y fuera de la agencia, dentro y fuera de Cuba. Cómo ha­blar de Walsh en Prensa Latina sin hablar de quien lo convocó y que al mismo tiempo fue su jefe, Jorge Ricardo Masetti. Cómo no invitar a hablar a algunos amigos de Walsh que guardan de él buenos y malos recuerdos, valorando o reprochándole aún hoy algunas conductas.

Hay entrevistas y respuestas que hubieran motivado de mi par­te, comentarios, aclaraciones y opiniones, pero decidí en casi todos los casos morderme la lengua y no interferir entre el entrevistado y el lector, a pesar de nuestra salud hepática.

No están entrevistados en este trabajo todos los hombres que tuvieron que ver con Walsh en Cuba, pero creemos que están los principales. Tampoco hemos conversado con todos sus amigos de la etapa inmediatamente previa a su viaje. Hay algunos, valiosos. No pretende este trabajo contar toda esta historia sino por el con­trario, ayudar a abrirla.

Cité lo menos posible los textos de Walsh. Su obra está allí al alcance de la mano y de los ojos de cualquiera. Tampoco traté de citar obras de otros investigadores. No quise hacer un libro en base a la lectura y relectura de otros libros. Tal vez lo debería ha­ber hecho un poco más y me hubiera equivocado menos. Pero fue una decisión consciente con riesgo incluido.

Fui muy avaro en contar más sobre la revolución cubana, pro­ceso extremadamente interesante. Los lectores, sobre todo los más jóvenes, lo hubieran necesitado. Pero bueno, ya está. Para ayudar­me a tapar estos huecos, pido la complicidad del lector y entrego mi agradecimiento a todos aquellos que me prestaron sus horas y me regalaron sus recuerdos y sus opiniones.

Un escueto agradecimiento a las tres personas que ayudaron con algún dinero a que pudiera enfrentar las complicaciones grandes que conlleva una investigación de este tipo. Un abrazo íntimo a quienes se sintieron cerca de mí a lo largo de estos años de inves­tigación y me lo dijeron.

Rodolfo Walsh en Cuba

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