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Capítulo 2

JUAN “lA MoNA” Delgado

Obrero de IKA-Renault e integrante de la Comisión Interna

–Te voy a decir, voy a ser sincero: las dos tendencias que

ha­bía ahí, en vanguardia, eran el PCR y el peronismo;

y después es­taba como dirigente un compañero muy querido

que era Rivero. Siempre se recostó a favor nuestro

cuando nosotros teníamos al­gunas diferencias con los compañeros del PCR.

–Cuando hablás del peronismo, ¿te referís al PB exclusivamente?

–Sí, al PB. Todo el grupo peronista ahí era del PB.

Un jueves a las dos de la tarde salimos hacia la casa de la Mona Delgado. La cita que acordó el Turco con la Mona fue fijada en “el tanque” de San Roque, casi junto al lago. Anduvimos, desde la ciu­dad de Córdoba, entre 40 y 50 minutos, la mayoría del tiempo por asfalto y algunos ratos por buenos caminos de tierra. Aparecieron las casas y el imponente lago, cruzamos el puente del dique y con la vista buscamos el tanque. El Turco Hadad no tenía muy claro qué era eso de “el tanque”. ¿Un tanque chico? ¿Grande? Nos daba la sensa­ción de que ya nos estábamos pasando cuando allá, a no más de me­dio kilómetro, vimos cuatro patas de cemento muy altas que sopor­taban un enorme tanque de agua. Aceleramos hacia esa dirección. Repentinamente, el Turco señala con el mentón y me dice “ahí está la Mona”. Yo vi un hombre con casco y antiparras sobre una moto, junto a una caseta de colectivos. El Turco bajó la velocidad y se acer­có al motorista y él comenzó a mover la moto y a avanzar. El Turco, sereno, lo comenzó a seguir. Dejó la ruta y penetró por un camino de tierra que de a ratos descendía y de a ratos ascendía, siempre giran­do. En unos minutos clavó el hocico de la moto contra el frente de una casa y el Turco acomodó su coche bajo una sombra. Ya sin casco, la Mona abrazó al Turco y este me presentó.

Entramos a una casa espectacular de jardines enormes y sen­deros de piedra entre el pasto, todo en leve descenso, hacia el agua del lago. A mitad de camino entre la entrada a la casa y el lago, nos quedamos en una galería amplia, fresca, con vista al lago y a otras propiedades tan fenomenales como en la que estábamos. No pregunté, claro, si esta casa la había comprado con ahorros de su sueldo en la Renault; era un chiste demasiado malo. En ese rato le contó a Hadad y yo escuché a medias, que era casero del lugar.

Hablar sobre el peronismo y sobre el clasismo en la histórica fá­brica de coches en donde trabajó Delgado, sentados tan cómodos mirando tan bello lago, me suena raro, casi incómodo. Pero esta­mos en el baile y bailaré con la Mona, sus recuerdos y sus opinio­nes, bien polémicas.

Arranca contando:

Delgado: Entro en 1961 a la IKA. Yo me había recibido de mecá­nico, motores diesel y motores de explosión. Había hecho un curso en las empresas de la época del Justicialismo, del peronismo: en el ferrocarril. Me recibí de técnico... –hace dos segundos de silencio y se corrige–, me faltaban dos materias que no las rendí nunca. Entré con ese oficio, pero como sabía soldar, me metieron en soldaduras, dentro de un lugar, una Sección o Departamento, que se llamaba Chapa. El lugar más crítico era Forja, y el que le seguía era Chapa. Crítico por las características del trabajo, por la insalubridad; ahí me pusieron a soldar.

–¿Qué dimensiones tenía Chapa?

Delgado: Era una de las secciones más grandes. Cuando todavía era IKA, Forja y Tapicería eran las más grandes. Después, la ma­yor cantidad de gente trabajaba en Chapa. En cantidad de obre­ros éramos... –busca algún dato para cuantificar y lo encuentra–, me acuerdo por los votos porque al poco tiempo yo fui delegado de Chapa. Éramos casi trescientos. Doscientos ochenta o noventa. Podía variar un poquito de acuerdo a las necesidades de produc­ción pero por ahí andaba. De ahí salgo delegado, yo. A los dos años. Yo vengo de una familia de lucha gremial, entré a trabajar con un buen sueldo pero ahí te ves enseguida con las irregularidades y con las reivindicaciones. Desde la insalubridad, la más grande, hasta el trato. Había mucho maltrato.

–Esos eran dos grandes temas reivindicativos...

Delgado: Para los delegados que tenían principios, sí. En esto quiero ser claro, no eran todos. En mi sección había dos delega­dos y dos subdelegados. La cantidad de delegados se elegía por la cantidad de obreros que había en la sección. En Prensa, por ejem­plo, era igual porque era grande. En otros muchos lugares había un delegado y un subdelegado. En Chapa, Garibaldi era delegado; y yo era delegado y este chico… cómo se llamaba..., Amatei, era mi subdelegado.

Hadad: ... Amatei, el Rengo.

Delgado: Claro, el Rengo Amatei, que después fue miembro de Comisión Interna. Esas cuatro personas –los dos delegados y los dos subdelegados–, coincidíamos ideológicamente. Estábamos en contra de la burocracia, a la que combatíamos igual que los secto­res de izquierda. Desde mi sector peronista, la combatíamos. Yo era del Peronismo de Base (PB). La agrupación Peronismo de Base sur­ge a partir del grupo nuestro, en Córdoba. Acá en Córdoba somos los fundadores del Peronismo de Base, junto a algunos estudiantes del Integralismo fundamentalmente, yo ya tenía relación con el Integralismo. Acordamos hacer militancia en los barrios, nosotros militábamos casa por casa y accionábamos para poner en pie de guerra, digamos, por la reconquista de la democracia.

–¿Cómo viene o cómo era la relación con las FAP 20?

Delgado: Directa. Una surgía de la otra. La vidriera era el Peronis­mo de Base y a través de la militancia había..., un paso intermedio. Porque nosotros venimos fundamentalmente de la Resistencia...

La edad no le da, a él personalmente, para decir que viene de la resistencia; por lo menos de la Resistencia Peronista bajo la au­todenominada revolución libertadora. Se refiere, lo veremos ense­guida, a que él se nutrió de la ola del peronismo que arrancó en 1955 y que terminó casi dos décadas después con el regreso al país de su líder. En noviembre del 72, primero; y en junio del 73, defi­nitivamente.

–¿Cuándo naciste vos?

Delgado:Yo nací en el 42. Tengo setenta años.21 Mi padre ya estaba en la Resistencia, fue uno de los detenidos en Catamarca, era dele­gado; y uno desde ahí viene mamando qué era eso de la Resistencia. Cuando nosotros empezamos a contactar militantes, contactamos de todos lados, de Buenos Aires fundamentalmente de la línea de Ongaro y de la CGT de los Argentinos. Hemos estado en contacto directo con ellos ¡directo!

–¿Conociste ahí a los Villaflor, a Walsh...?

Delgado: fueron íntimos. De ahí tuvimos un desarrollo y el PB tuvo traspiés y también desencuentros tácticos, no ideológicos...

–Claro, cuando viene Perón se arma un debate muy fuerte den­tro de las FAP, ¿no?

Delgado: No.

– ... si Perón era el conductor o no, por ejemplo.

Delgado: Ya venía de antes. Nosotros pensábamos que más allá de conductor o no conductor, y sigo teniendo los mismos princi­pios, la dirección natural es de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo.

–¿La Alternativa Independiente?

Delgado: Se divide después el PB con la Alternativa Indepen­diente, cuando...

–Con el Turco Caffatti...22

Delgado: Exacto, ¿me entendés?... Nosotros seguimos teniendo a nivel de PB, de la superficie del Peronismo de Base, supimos seguir teniendo en la lucha de los frentes, no hubo división. Ahora, en las reuniones ideológicas sí hubo discusiones. Un gran militante que ahora murió, de la misma edad mía, el Quique Irastosa, compa­ñero del PB, nos criamos juntos y… lamentablemente, estábamos encuadrados en dos lugares diferentes en ese momento, pero en la lucha por las reivindicaciones...

–Codo a codo...

Delgado: ¡Permanente! Nunca hubo diferencias. Y él lo puede decir –señala a Hadad– que estuvo con nosotros en la Comisión Interna, a pesar de que ideológicamente pensábamos diferente, lo primordial era que teníamos un enemigo adelante y que esa era nuestra lucha. Lo fundamental del delegado o del comisión interna era conseguir las reivindicaciones.

Hadad: ... un sentido de clase muy profundo.

Delgado: ... Lo que nunca se sacó es que la conducción natural es la Comisión Interna. Cuando nosotros formamos la Lista Marrón, ahí convergían todos. Peronistas, de izquierda, sectores del PC, y acordamos con un solo objetivo. Entonces nosotros, el PB, plan­teamos con el compañero Díaz..., éramos tres compañeros del PB. Y yo digo “yo no voy”. A mí me quisieron dar la secretaría gremial, Salamanca me la ofreció y no acepté y dije “mejor bajo abajo, al piso, para que no nos chupe la rueda de la burocracia”. Queramos o no queramos, te limita. Esa es nuestra posición ideológica. Yo fui un acérrimo peleador en eso. Hoy mismo en lo político y en lo gre­mial, y ves que compañeros excepcionales acá en Córdoba, porque los conozco de la militancia desde muy chicos Pepe Pie, a Moncho Morcillo que es de la alimentación, ¡nos juntamos una vez al mes!, a Walter Grobá.

Hadad: ... el Gringo.

Delgado: Claro, el Gringo Schiaretti. Cuando entrás adentro, la misma inercia de lo que te rodea, de los compromisos de los que no podés salir, te obligan, ¿me entendés?, a que ese sentimiento que vos tenías, de a poco...

–Vas tomando distancia de esos sentimientos...

Delgado: Sí, naturalmente. A pesar de eso nos comprometimos a meter un hombre acá en el Gobierno de Córdoba. Rechazamos mu­cho pero nos comprometimos a poner a un hombre, Walter Grobá y le está costando mucho. Él es joven, surge después de nosotros, apa­rece cuando es la recuperación de los gremios, el de la UEPC23, re­cuperamos el municipal y el de la alimentación. Ah, el de petroleros también. En primera instancia fueron barridos. Todos los militantes fueron metidos en cana o desperdigados. Son pocos los gremios que siguen manteniendo, casi intacta, esa forma de trabajo...

Recuperamos ahora, en un veloz viaje de los años 70 al 2000 y pico, los recuerdos y opiniones de Delgado. Es frecuente en Delgado y en muchos de los entrevistados que aparecerán en las próxi­mas páginas, esos saltos de época, con toda impunidad. Delgado sabe que queremos hablar sobre todo, de sus pasos por IKA-Ren­ault. Lo intentamos desde una pregunta muy puntual:

–¿Cuál era la conducción del SMATA provincial cuando vos ingresás?

Delgado: ... cuando salí delegado fui opositor a Torres, tal vez en 1963. Formamos una lista. La lista Azul. Fuimos opositores a Elpidio Torres. Fue una vanguardia contra Torres desde el peronismo. Con esto te voy a decir cómo algunas veces los militantes no mili­tan desde una ideología clara... En 1970, después de una toma de fábrica de cinco días,24 cuando tenemos prácticamente el triunfo, por un decir, nos hacen asustar diciéndonos que los militares ya estaban en la calle, que iban a venir, y era cierto a lo mejor, pero no creo que iban a hacer una masacre tan grande frente a la realidad que se vivía. Con el tiempo, después, se descubre que fue todo un aparataje, en acuerdo con Torres. ¡Y se acepta! Pero se pone como responsable a Primatesta. Yo salgo, de la toma, a una reunión, y le digo: “Monseñor, qué compromiso nos da usted de que a nosotros, a posterior, nos van a respetar cuando entreguemos la fábrica”. Y me dice: “Es la palabra de un empresario ante la Iglesia”. No fue así. Apenas dejamos la fábrica, 700 despidos...

Hadad: Mil cien despidos y después...

Delgado: ... después quedan 700 en la calle. Entre esos mil y pico estaba yo, pero me retoman. ¿Por qué me retoman? Porque había un capataz, buen tipo, que argumenta que era necesario que… –retro­cede y explica para que entendamos– yo era soldador y soldaba con una máquina que había llegado hacía poquito, se llamaba Galiner, una máquina alemana. Se estaba haciendo el techo del Torino y los únicos que sabíamos soldar éramos dos y justo a los dos nos habían echado. Entonces este capataz, que me conocía, Émeli se llamaba, teníamos una amistad porque tenía un problema de huesos y yo le recomendé ir a Mar Chiquita y fuimos alguna vez. Y entonces él me dice: “Mirá, Delgado...”, y me retoman. Ahí empiezo nuevamente a estar en la oposición. Y después del 70 –ya con la Lista Marrón en la Directiva–, retoman a gente que habían echado para ponerla en contra de Salamanca, contra el grupo nuestro...

Hadad: ¿Podés dar algunos nombres?

Delgado: Y... por ejemplo Mentesana. Era una de las cabezas principales, mentor de todo eso. A mí me llama, se sienta conmigo y me dice “mirá, vos sos del peronismo, estos zurdos de mierda, están en el… comoé…”. Le digo “a los zurdos los llevé yo, aparte te­nés al Negro Díaz, hay un chango radical, hay otro independiente, de izquierda pero independiente”. Aparte, no me iba a poner en contra de un compañero que además era un militante, como Salamanca, o como este otro muchachito que desapareció...

Hadad: ¿Machadito?

Delgado: ¡Machadito! Y otros que ideológicamente sabía dónde estaban. Yo siempre discutí, como discutí con la gente de Monto­neros en el sentido de que el foquismo no servía porque si vos sos vanguardia y a la masa la tenés a dos kilómetros, no sirve.

Machado era un obrero de Grandes Motores Diesel y estaba vin­culado el PRT. Fue secuestrado en dictadura y hasta nuestros días sigue desaparecido. Integró la Comisión Directiva de la Lista Marrón triunfante en 1974, como subsecretario gremial.

Ya que Delgado es uno de los obreros más antiguos de IKA que encontramos, le preguntamos sobre Elpidio Torres, personalidad incluso de la CGT y de todo el movimiento obrero de Córdoba has­ta la Huelga Grande, cuando su prestigio se desplomó.

–¿Era un dirigente muy fuerte, sólido, Elpidio Torres?

Delgado: Torres es uno de los militantes que…, lo calificaría con un 51, un poquito más del 50 –por ciento–. Porque no era un acérri­mo derecha derecha, ¿me entendés? Porque en las luchas por algu­nas reivindicaciones, estaba al frente. En su primera etapa ¡muy al frente!

Hadad: Era un luchador nato.

Delgado: Era un luchador. Cuando yo hago esto de historia, creo que hay que contar la historia verdadera para que la gente pueda calificarlo como corresponde. Hay que dar el lado bueno porque el Negro Torres se sentaba con Agustín Tosco, se sentaba con el Negro Atilio, nos sentábamos juntos a discutir la cosa de la lucha. Si bien él siempre estaba un pasito más abajo que Tosco, que era un hombre imponente a enfrentar o el Negro Atilio era otro, que surge del pe­ronismo. Te estoy hablando de un hombre de izquierda como era Agustín Tosco que reivindico como un gran luchador, ¿viste?; y ahí lo tenés al Negro Atilio. Y en tercer lugar lo tenías a Elpidio Torres. También había dirigentes petroleros, de Obras Sanitarias, excelentes compañeros peronistas que estaban en la lucha. Algunos ya estaban en el Peronismo de Base, algunos de petroleros, de la madera...

Hadad: ¿Borelli?

Delgado: ¡Borelli, claro!, era de Obras Sanitarias. Nos permitieron mimeógrafos. Había secretarios generales que no estaban compro­metidos con la lucha grande, pero sí eran comprometidos con la clase.

–Y en el caso de Atilio López ¿cómo podrías valorar su conducta cuando venía el Cordobazo?

Delgado: fue uno de los de la vanguardia. Acá tengo que desta­car dos cosas y quiero que eso se sepa porque muchos dicen que la vanguardia del SMATA fue Torres y no fue así. O no fue totalmente así; la clase lo puso a la cabeza y se tuvo que poner, eso sí. Cuando nosotros llegamos a la Plaza España ahí hacemos una asamblea, y dijo: “No, no entremos al centro porque nos van a reprimir”. Y los delegados dijeron: “¡No, quienes tienen que decir es la gente!”. Torres estaba como dirección, venía a la cabeza. Pierde la asamblea y no le queda más alternativa que jugarse adelante. Él esquivaba algunas cosas pero... Esa salida, si bien es cierto que estaba conver­sada y acordada con algún sector de los militares, políticamente, de presionar y poder cambiar el gobierno, está… comoé... Estaba acordado con todos los dirigentes, todos los dirigentes sabían esto. Tosco, López y algunos otros, delegados como nosotros...

–A ver si entiendo bien: vos decís que había un acuerdo de un sector sindical con un sector militar para rajar a Onganía...

Delgado: ... yo separaría esto. Si bien directamente algún diri­gente como por ejemplo Tosco, no, se trajo a la mesa de la discu­sión. Se analizó que nos favorecía...

–Perdón, ¿qué es lo que se trajo a la mesa?

Delgado: Esa posición. Que si nosotros hacíamos presión frente a una realidad, si la hacíamos tranquilos, en paz, etcétera, etcétera...

Hadad: Se acababa...

Delgado: ... se acababa y se caía lo más duro del… comoé… y posiblemente había una elección.

–Qué era lo más duro, ¿Onganía? ¿O estaba representado en Onganía?

Delgado: No. Caía Onganía. Era lo más duro.

–¿Ese tema se puso en la mesa?

Delgado: ... se entendió así en la mesa.

–Antes del Cordobazo, claro.

Delgado: Exacto. Y ahí salimos a relucir nosotros. Nosotros no queríamos conciliar con nadie, queríamos hablarle a la gente con claridad; esa es la diferencia que te quiero decir, con claridad, así lo manifestó Tosco. Si los favorecía y nos favorecía a nosotros, les favorecía de rebote, pero nuestra lucha estaba bien clara. Había reivindicaciones... Hablemos claro: a nosotros nos quisieron bajar el sábado inglés, acuérdense. Nunca dicen nada de eso. Esa fue una de las banderas..., yo creo que la gente salió con bronca a la calle. Una conquista muy grande.

Hadad: Y la apaleada del Córdoba Sport... 25

Delgado: Sí, exacto. –No retrocede y sigue en el día 29–. Y cuando veníamos llegando a la Terminal vieja, sobre la Vélez Sarsfield, hubo desinteligencias porque enfrentaron la represión a la columna obre­ra y los dirigentes trataron de irse para atrás porque decían que iban a tirar, y así fue. Veníamos nosotros a la cabeza... Ahí en la revista Así se puede ver el archivo, del caballo le tiraban directamente a la gente. Ahí estábamos al frente. Ahí me rozó una bala; tenía yo una zapatilla, me la sacó, completa. Hasta hace poco la tenía...

Hadad: ... en ese momento yo estaba en la esquina de la Cañada y San Juan, y desde el caballo...

Delgado: ¡... el blanco!

Hadad: Sí. El cana que estaba en ese caballo blanco, tiraba con la 45 a diestra y siniestra... Tiraba para el lado de la Vélez Sarsfield y se daba vuelta y le tiraba a una piba, una chica que no habrá tenido veinte años esa piba, ¡vos sabés que puteaba y gritaba y bailaba en el medio de la Cañada! ¿viste donde la Cañada hace ese lomito? Ahí, en el medio de la Cañada, “hijos de puta, hijos de puta, canas hijos de puta”, les gritaba la piba. ¡Iummm! ¡Iummm! le zumbaban los balazos, vos vieras.

Delgado: ... eso no fue una masacre no sé porqué. No sé si tira­ban para abajo...

Hadad: ... es probable.

Delgado: ... porque hubo mucha gente, como el caso mío u otro, cerca mío, que le rozó el muslo, otro le tocó la rodilla, otro le agu­jereó el pantalón. Ahí, en ese enfrentamiento, algunos quisieron volverse, se hace un retoque hacia atrás y aparecen los estudian­tes, con los que nosotros habíamos acordado, con el Integralismo y otros más y ellos traen las bolsas de bolitas y tiran las bolitas en el asfalto y los caballos empiezan a patinar, y ahí la gente se enardece. Cuando se enardece, gritamos dos, porque ahí me habían avisado, que había muerto un compañero del SMATA. Hacé de cuenta que a la gente le habían puesto un fósforo. Ahí nos abrimos un grupo para un lado, otro para otro, yo fui uno de los que agarramos para la Colón, primero quisieron tomar la Policía Central y digo “es una locura”; y vamos por Colón hacia Alberdi, hacia donde estaba la masificación y ahí por la Alberdi, en el… comoé… de los bomberos, no sé si vos viste en la televisión a veces, el que viene atrás con la bandera soy yo. Le habían quemado Xerox, se estaba incendiando y la gente estaba arriba. Porque había gente enardecida, con bron­ca, que hacía cosas que... –opina, con gestos, que hay cosas vio­lentas que no deberían haberse hecho–. No había una dirección, ¿viste? Unos, que pensábamos un poco decíamos “no, los Citroën así, los Citroën así...”.

Hadad: No veías un amontonamiento de gente...

Delgado: No. Fue una cosa natural... Porque fue natural el sepa­rarse la gente, tomar por grupos, cantidades, tomar el centro, como rodeando la situación. Eso los desubicó, a la represión; fue la inteli­gencia de algunos compañeros.

–Vos te fuiste entonces con otra gente desde Santa Isabel...

Delgado: Exactamente. Salimos de la fábrica a eso de las diez de la mañana. Exactamente, más o menos.

–Para cuando van llegando ¿ya había otra gente por el centro?

Delgado: Sí, algunas como la de Luz y Fuerza, que era muy chica.

–Y la gente del turno tarde de Santa Isabel junto a los obreros de Perdriel...

Delgado: Sí... pero hay algunos de Santa Isabel que se juntan con nosotros en la Plaza España, la que baja del Hogar Escuela, ¿viste? Ahí va a terminar la columna, ¿viste? El gremio tenía esa función de parar ahí y ahí desconcentrarse. Ya estaba la presión hecha, eso es lo que intentaron.

–Pero la noticia del asesinato de Máximo Mena explotó todo...

Delgado: No. Yo creo que ahí explota la espontaneidad de la gen­te. Ahí yo digo que la espontaneidad fue de la gente, ¿me entendés? Y la organización de la toma del centro fue de la gente, individual por grupo. Eso lo voy a dejar bien en claro. Todo lo que armó, lo anterior, sí lo reivindican al Negro Torres, a... ¿comoé?

Hadad: ... a Tosco.

Delgado: A Tosco, así. Fueron elaboradores en la mesa, de la es­trategia de esa lucha.

–Hay un reportaje que le hacen a Tosco en esas mismas horas del Cordobazo y que sale en la edición inmediata de la revista Siete Días, en el que Tosco dice “se nos fue todo de las manos...”26. Esa es la frase que él usa para definir ese momento.

Delgado: Yo siempre marco esto ¿sabés por qué? Porque la histo­ria hay que contarla como ha sido. Los ponen como vanguardia a Tosco y a Torres; como que fueron los que organizaron totalmente la toma de la ciudad, y no fue así.

Hadad: El inventor de esa idea es Garzón Maceda...

Delgado: ¡Pero por supuesto! Porque él reivindica a los compa­ñeros que tuvo siempre cerca de él, ¿entendés? Y yo lo aplaudo, con Garzón Maceda he tenido una gran amistad y cuando nos encon­tramos nos abrazamos, pero hay cosas en las que no coincidimos y no vamos a coincidir nunca, ¿me entendés? Pero eso no quiere decir que es un compañero que enfrenta a los factores de poder.

Hadad: Hay una cosa ahí que vos contás, que hubo una orga­nización previa con Tosco, con el Negro Atilio que paró los ómni­bus..., y Elpidio Torres. Y cuando la gente desbordó, Tosco dijo “se nos fue todo de las manos...”.

Delgado: ... Fue honesto Tosco si dijo eso.

–Por lo menos está escrito...

Delgado: Me habían dicho... Si lo dijo, es la mejor palabra que él pudo haber dicho por su honestidad. Porque es uno de lo tipos más honestos.

Hadad: Y eso se contradice con esa posición de Garzón Mace­da que dice que Tosco y el Negro Torres manejaron todo, llevaron todo. No es así.

Delgado: No es así.

Hadad: Hubo un punto hasta donde llegó la planificación: una gran movilización. Pero después, cuando mataron a Mena, reventó por todos lados...

Delgado: ... reventó del todo, pero anteriormente ya habían pa­sado al dirigente. En la Plaza España se paraba, se iba a hacer una asamblea, se iba a plantear el tema de las reivindicaciones, pero la situación lo sobrepasa a Torres.

Hadad: vos sabés que el delegado mío, te acordarás, era Ledesma, nos reunió antes de salir. Nos entregó hondas, gomeras, bulo­nes, tuercas y nos avisó que íbamos a combatir, así que el que no quisiera llegarse para combatir, que se quedara a un costado, pero que no dejara de ir... Incluso nos dijo que el intento sería hacer una asamblea en la CGT y si no nos la dejaban hacer, por la represión, nos designó una placita, por si venía la dispersión, nos volvíamos a juntar en la placita alternativa... Placita que en aquel momento se llamaba Güemes, que está... ¿viste vos que cuando te vas por la Duarte Quirós y llegás a la Cañada? Ahí, antes de la Cañada, esa placita que es un triangulito, en esa placita nos teníamos que jun­tar si había dispersión.

Delgado: Esa planificación se hace en la mesa. Yo estuve en la mesa con el Negro Atilio. A mí me llevaron a esa mesa por el Negro Atilio y no por el SMATA, ¿me entendés?, mirá qué ironía. Yo era del SMATA pero Torres sabía de mi oposición en algunas tácticas de lucha que él tenía. Me conocía perfectamente, yo era de la lista Azul. En algunos lugares entraba por el Negro Atilio. El Negro Atilio ya se lo venía charlando y habíamos llevado varias reuniones con Ongaro y había muy mucha simpatía, teníamos un acercamiento muy profundo y con el de Petroleros pasaba lo mismo. Yo partici­paba como simple delegado...

–Vos tenías mucha más afinidad política con Atilio López que con Torres...

Delgado: Sí, totalmente, y desde un principio.

Hablamos más arriba con Delgado, de la enorme cantidad de despedidos tras la Huelga Grande. Y hablamos de este punto cla­ve que es la mesa chica en donde se planificó el Cordobazo, plan que no les salió bien, esencialmente, a sus creadores. Luego de la picadita que trajo para compartir, retomamos la charla formal y avanzamos sobre los orígenes de la conformación del Movimiento de Recuperación Sindical (MRS), que daría a luz una herramienta electoral, la Lista Marrón, que triunfará frente la candidatura de Mario Bagué, el caballo del comisario de la empresa y en principio, continuador del oficialismo encarnado en Elpidio Torres.

–Cuando comienza a formarse el MRS, fines de 1971 o arranque del 72, vos ya tenías muuuchos años de fábrica, conocías el paño perfectamente. Cuándo empieza a nacer ese Movimiento, ¿vos le viste futuro?

Delgado: ... no sé si él ha participado –mira a Hadad–, yo fui a to­das las reuniones porque participábamos el compañero Salamanca, Machadito, cómo era ese otro muchachito..., Rivero; ese otro...

Hadad: Nájera...

Delgado: ... ese otro chico del PC.

Hadad: Nájera era de Vanguardia Comunista (VC).

Delgado: Y del peronismo participamos muchos, Díaz, yo, éra­mos muchos más del peronismo que de la izquierda en la forma­ción de un grupo de oposición para poder ganarle...

Hadad: Una de las primeras reuniones se hizo en la casa de la Mona Godoy en Alta Córdoba, en la calle Avellaneda.

Delgado: ... el Mono Godoy. Un compañero del peronismo, tam­bién. Dos reuniones se hicieron en mi casa. Y después tomamos la decisión de hacerlas en otro lugar. Poner un peso cada uno y alqui­lamos un lugarcito que era en la Plaza Esquiú. Ahí en la esquina de la UOM. Ahí empieza a funcionar el MRS. Ya estaba la decisión de largarnos. Te voy a decir, voy a ser sincero: las dos tendencias que ha­bía ahí, en vanguardia, eran el PCR y el peronismo; y después estaba como dirigente un compañero muy querido que era Rivero. Siempre se recostó a favor nuestro cuando nosotros teníamos algunas dife­rencias con los compañeros del PCR.

–Cuando hablás del peronismo, ¿te referís al PB exclusivamente?

Delgado: Sí, al PB. Todo el grupo peronista ahí era del PB.

–¿Montoneros, no?

Delgado: ... y mirá, algunos compañeros que después se fueron, como el caso del compañero Schiaretti, que era del PB, luego se va a la Juventud Peronista de Montos.

–Schiaretti… ¿el famoso Schiaretti?

Delgado: Sí, el que fue gobernador. El Gringo. Si cuando él se casó le hicimos la fiesta, le hicimos el techo, fue un compañero mío. Él estudiaba ahí, en la fábrica de milicos, como le digo yo –se ríen–, en el liceo. Él se sale del liceo en contra de su padre, ya mi­litaba. Esas contradicciones, ¿viste? Era buscado, él, ¿viste? Estuvo un mes en mi casa.

Quisimos saber cómo era la relación del Peronismo de Base y de las FAP de Córdoba con la conducción central, que seguramente funcionaba en Buenos Aires. En otros trabajos de investigación27 hemos escarbado bastante en algunas figuras importantes de las FAP y por eso quisimos saber si él había tenido relación con la Ne­gra Peralta o con Néstor Ardeti o con Raimundo villaflor, etcétera.

Delgado: vos preguntás en Buenos Aires por la Mona Delgado del SMATA y ya me ubican, era como la vidriera en Buenos Aires.

El Peronismo de Base me vendía en las revistas que hacían, porque fui uno de los promotores de un montón de cosas a pesar que hay otros compañeros que han hecho mucho más que yo en la lucha. Igual, nosotros tuvimos contradicciones con conducciones de las FAP, también. Fundamentalmente yo tuve muy muchas diferencias en cuestiones muy puntuales y no tanto en cuestiones ideológicas, sino por el manejo...

–¿Qué pensaste con lo de Kloosterman?

Delgado: Mirá, yo conocí lo de Kloosterman28 también con el del SMATA, porque acá también se liquidó a un dirigente del SMATA – se refiere a una autoridad de la empresa– de acá de la fábrica ¿cómo se llamaba? En eso sí estuve de acuerdo, sí, sí, sí, sí, como el caso de Jaime Ginés. Porque había una realidad en la cual la FAP planteaba que si bien no secuestrar, no matar, planteábamos retenernos en estas cuestiones, autoabastecernos económicamente sin secues­trar, se planteó que no podíamos dejarnos llevar de la nariz por la tibieza. En algunos puntos tuvimos que accionar. Y también fue el respeto de los milicos que nos pegaron menos que a los Montos, por ejemplo, y que a los erpios eh, mucho menos.

–Por lo menos en Buenos Aires, la cúpula cayó recién en agosto de 1979.

Delgado: Pero eso fue porque hubo muy buena inteligencia. Es muy diferente el resguardo del militante, ¿me entendés? Nosotros teníamos una táctica diferente. Yo, por ejemplo, podrían haber caí­do cien..., no sé, uno no sabe. Yo tuve un límite de, de, de…

Hadad: ¿vos caíste preso, Negro?

Delgado: Yo estuve dos años... Yo fui el primer secuestrado, no sé si sabés, en Córdoba. En 1974, ¿te acordás del abandono de fábrica que hacen por mí? y en el Córdoba Sport se hace una asamblea por la aparición mía y me tiran a mí allá por el mercado nuevo, en el camino a Monte Cristo. Y aparezco en una clínica, primero en el Rawson y después me llevan a la clínica a la que pertenecía yo. Me habían quemado, me habían cagado a palos; pero fue más un intento, yo lo califico así, de quererme amedrentar. ¿Por qué?, porque nosotros hicimos una asamblea muy grande que ganamos por mayoría, junto con la Comisión Interna, no sé si vos te acor­dás –señala una vez más a Hadad–, en esa asamblea planteamos, Salamanca y nosotros, una lucha, que a partir de ese momento iba a haber trabajo a reglamento. Fue una de las herramientas de lucha más importantes en las fábricas porque no perdíamos gente, no perdíamos el trabajo, pero la empresa perdía en ganancia. En una asamblea se plantea eso y en esa asamblea hay otras posiciones y a mí me dicen “Mona facho” ¿por qué? Porque yo planteé no salir, yo planteé que la mejor lucha era interna. Y Salamanca se inclinó por salir y… comoé…, y posteriormente vio cómo daba resultado esa lucha. Y Rivero29 estaba en la posición nuestra. Se pone a vo­tación y muy democráticamente se acepta y entonces Salamanca se sienta con nosotros y me dice “ganaste Mona, ahora esto hay que garantizarlo”. La Comisión Interna y el Cuerpo de Delegados garantizaron. Fue así que Chapa, Pintura, Tapicería, no así Forja ¿me entendés?, porque hay lugares que les costó el trabajo a regla­mento. Vos te parás a la orilla de la máquina o de la línea. Que no te puedan comprometer pero trabajás lo más despacio posible. ¡No te pueden hacer nada! Esa herramienta la usamos muchas veces...

Hadad: ... Los paros guerrilleros, también.

Delgado: Exacto, paros guerrilleros, escalonados. Le molestó a la empresa, le agravió. Conseguimos así la reclasificación de catego­rías, él sabe –otra vez me mira a mí, pero señala a Hadad– porque también era de la Comisión Interna, un montón de reivindicaciones.

–¿En qué período vos fuiste de la Comisión Interna?

Delgado: Yo entro en el 70 y luego sigo con ustedes, en el 74.

Hadad: Yo entré en el 72.

Delgado: Claro, yo en el 74, en la segunda etapa. Por eso planteé lo de una Comisión Interna juntos, los de izquierda y el peronismo de base. Y así fue.

Con un hombre tan enlodado de la práctica de la lucha obrera, pretendimos lograr de él algunas definiciones teóricas. Experien­cias tiene como para haber elaborado, al menos en su cabeza, al­gunos conceptos. Tenemos claro que nunca le ha preocupado teo­rizar al respecto pero, de hecho, algunas veces lo ha hecho. Y ahora se lo exigimos, aunque no tengamos autoridad para hacerlo.

–¿Qué es el clasismo, Mona?

Delgado: No sé si vos sabés la historia del peronismo de base. No­sotros tuvimos mucho que ver con SiTraC-SiTraM,30una experiencia que el Peronismo de Base no compartía. Haber recuperado el gre­mio, claro, para eso lo hicimos, pero había que afianzarlo, hacer van­guardia de grupos, de gente... Yo interpreto bien qué es el clasismo. Para mí el clasismo es cuando una cierta cantidad de gente había tomado conciencia de lo que es la herramienta del sindicato. Una herramienta total de la lucha por el poder. La gobernabilidad.

–La lucha por el poder.

Delgado: Exacto. Yo lo califico en ese sentido. Pero para eso hay pasos, yo no sé si nosotros habíamos hecho una milésima de pa­sos, haber recuperado SiTraC-SiTraM con los verdaderos dirigentes que surgieron, pero la mayoría dijo que ya habían agarrado el cielo con la mano ¡y ahí fue la equivocación! Los sectores de izquierda quisieron hacerme entrar, los sindicatos, enfrentarlos... No, no, lo primero era concientizar, que es una de las herramientas que siempre desarrollamos algunos compañeros del PB para tener vanguardia. En la actualidad yo te puedo aceptar lo bueno que ha hecho Cristina31 pero no está formando cuadros, porque al modelo hay que enfrentarlo. En todo el peronismo pasa lo mismo. Y en todos los sectores de la política en general. Yo veo que cuando llega un compañero de izquierda al poder, lo veo en el compañero del MAS32, ese que ha llegado a ser diputado ¿de qué le sirvió?

–¿Luis Zamora, decís vos?

Delgado: Zamora, sí. Lo veo en carne propia porque hoy te­nemos un compañero dentro del gobierno, que es Walter Grobá, que es ministro de Educación, y está limitado. ¡Está limitado!, sus principios son otra cosa. Pero nosotros lo seguimos manteniendo porque si fuera por él ya hubiera renunciado hace rato. Creemos que algo estamos consiguiendo porque hay una democracia. Son diferentes luchas las anteriores a esta; esta hay que pelearla desde adentro. Pero eso lo entendí ahora, yo era muy purista. Y pequé por ser muy purista, ¿me entendés? Esa es una de las cosas que uno, a través del tiempo, hay que hacer que esto que estás haciendo, his­toria, sirva. Sirva para todos, para distintos sectores. No nos tene­mos que enfrentar, porque aunque yo tenga un 50% de diferencia con el orden nacional, políticamente, tenemos que luchar porque se mantenga mínimamente este gobierno y seguir afianzando a ver cómo podemos tomar el poder los que realmente vamos a luchar por la clase. Porque si no, le estamos haciendo el caldo a la derecha enfrentándonos o juntándonos con otros, solo porque queremos conseguir una diputación. Y vamos a perder el poder, al que mí­nimamente hemos llegado. Los factores de poder están enfrenta­dos al Gobierno Nacional. Hay un montón de críticas que puedo aceptarlas y puedo compartirlas pero ahí apunto a los compañeros y les digo: “no nos equivoquemos, cometimos el error de SiTraC-SiTraM, por eso hablo de la experiencia, cometimos el error de los Montos, del ERP y de los otros que creían que ya eran vanguardia y podían tomar el poder...”.

Sabemos que es imposible evitar ir del pasado al presente cuan­do nos ponemos a escarbar en nuestra historia reciente. En algu­nos momentos se hace indispensable y ayuda a esclarecer algunos tramos. Además, le resulta indispensable al entrevistado, para tra­tar de dejar más claro qué es lo que nos quiere explicar. A noso­tros también nos parece bien y facilitamos ese mecanismo de ida y vuelta; pero nosotros hemos puesto el foco en otra etapa y volve­mos a los orígenes del MRS:

–Cuando se va formando el MRS ¿por qué eligieron a Salamanca para el cargo de secretario general?

Delgado: ... porqueeee nosotros descubrimos, y ahí veo los de­fectos de cada persona, cada uno no tiene que ser egoísta y elegir al compañero más capaz y con más condiciones para que sea la cabeza. Y yo fui uno de los que..., si él estuviera en vida lo podría confirmar, pero hay otros que lo pueden decir; y yo dije en dos reu­niones que hicimos “el compañero Salamanca tiene que ser”. ¿Por qué?, porque a mí me demuestra que el compañero Salamanca, que tenía carisma, que tenía retórica para poder hablar, era muy inteligente. Entonces, ¿qué es lo que teníamos que hacer? Elegir al mejor de los que nos juntábamos. Yo tuve desencuentros con com­pañeros de mi grupo pero apoyé a pesar de que teníamos algunas diferencias políticas muy profundas, muy profundas. Pero lo que estaba en juego era garantizar un sindicato apuntando hacia el clasismo, un sindicato para cambiar la burocracia sindical en ese momento. Ese era el punto. Después adentro nos vamos puliendo.

Tuve y sigo manteniendo esa posición en este momento.

–En aquel momento vos pensaste que Salamanca era…

Delgado: ... por esas virtudes que te dije. Te voy a decir dos co­sas. Nosotros teníamos mucho más acercamiento al PC que con Salamanca. ¿Por qué yo me impongo dentro del grupo en que Ri­vero no era garantía? Porque lo veía tibio, por decir esa palabra. Comprometido a veces con un “síííí, miráááá...”, ¿me entendés? No un traidor, como tampoco digo que son traidores algunos compa­ñeros de los Montos, ¿me entendés? Creo que equivocados, total­mente equivocados.

Delgado vuelve a su amigo Schiaretti porque se le da la gana vol­ver al Gringo y porque le interesa ese ida y vuelta en la historia y en su propia historia política y sindical. Se siente un poco responsable del crecimiento político y de su incursión en la vida política tradi­cional de uno de los hombres más fuertes y con más presencia en la política cordobesa.

Delgado: Al Gringo Schiaretti nosotros lo llevamos para que sea gobernador porque lo veíamos como a un dirigente que venía des­de abajo. Y él se equivoca, se lo dije, se equivoca cuando acepta, porque nosotros se lo cantamos así... Hubiéramos sido vanguardia en todo el país con el Gringo. Él se sentía comprometido y por eso llevó a Grobá y a un montón de dirigentes que son del sindicalismo de abajo, ¿me entendés? Yo estuve peleado con el Gringo mucho tiempo. Fue toda una jugada del Gallego De la Sota con Menem –creemos que lo dice con resignación.

Hadad: Para sacárselo del medio.

Delgado: Por supuesto. Era un dirigente que le hacía un agujero así a Menem. Hablemos claro, el Gringo es muy inteligente, tiene mucha capacidad, tiene manejo con empresarios, que a veces es muy importante para gobernar. Cuando ellos se van con Cavallo, yo los visito a él y al Chauchi Sosa... El Chauchi ha sido ministro del Gringo. El Chauchi Sosa estuvo preso cinco años porque él cae en una disparada que nosotros tenemos cuando andábamos con unos volantes de las FAP y cuando estamos por el puente, el pelo­tudo se queda... No sé si vos te acordás –lo mira a Hadad–, ahí en el mercado de abasto viejo había ranchitos y ahí estaban las Ponce, las famosas Ponce...

Hadad: ... el 9-90.

Delgado: El 9-90. Y le digo “pasamo y comoé”, como que había una esperanza, y me dice que no, que ahí nos van a vender. Le dije “no, no nos van a vender, si es gente humilde”. Y ahí yo me guardé en una piecita de esas y él se queda arriba del puente y lo mano­tean. ¿viste que tiene esas columnas? Él creía que… era suficien­te con esconderse detrás de una de esas columnas. En el camino nosotros habíamos tirado los volantes, ¿entendés? Pero la cana ya venía con los volantes en la mano. Al Chauchi lo meten en cana ya en el 75. El Gringo no cae en cana. Se salva, se piró, ¿viste? Estuvo en la sierra.

Hadad: ¿Él o el hermano era gerente de la fábrica de armas?

Delgado: El hermano. Fue director de la fábrica de armas. Él es­tuvo en Palmar, él fue contador de Palmar. Y después fue a la Me­diterráneo, ahí era contador y de ahí Cavallo los saca a todos. A Conca, al Negro Pesoa...

Hadad: ... Mona, pero él o el hermano era gerente o jefe de la fábrica de armas de los Montos, clandestina...

Delgado: Clandestina, sí. El hermano. Ahí había dos torneros, changos amigos, yo los conocí, buenos torneros.

Hadad: Podemos pasar después por la casa en donde cazan a Osatinsky. Y lo cazan a uno que venía con fierro de Buenos Aires para proveerle a la fábrica; venía con una pick up con varillas de fierro. Iba a la fábrica esa y pasa por lo de Bauer, que era uno de los que estaba en la dirección de los Montoneros y encuentran la pick up y quién era el dueño de la pick up y pan pan...

Delgado: Y ahí cae la fábrica. Hay varios compañeros que han caído. Y el Chauchi la mama de arriba, él era un medio dirigente del peronismo de base, él sale del estudiantado y lo fuimos sumando...

Un esfuerzo más para volver a la IKA-Renault. Era el mismo mo­mento histórico pero pretendemos avanzar un poco más en los re­cuerdos de Delgado, referidos al proceso de lucha del movimiento obrero de la planta mecánica en donde pasó muchos años, pro­tagonizándolos casi todos. El año 1974 fue en todo el país y, entre los mecánicos cordobeses, demasiado intenso porque hay eleccio­nes y gana nuevamente la Marrón y por ello hay intervención del SMATA nacional, enemigo acérrimo de la Comisión Directiva de la Seccional Córdoba. Y como si todo esto fuera poco, muere Perón, presidente de la Nación, antes de cumplir un año de mandato.

–¿Qué pasó en Santa Isabel el 1º de julio de 1974?

Delgado: ... con el Negro Pérez llevamos una corona al lugar en donde se lo velaba, en el Congreso. El SMATA toma la posición de rei­vindicarlo, fuimos cuatro dirigentes. Yo tengo algunas contradiccio­nes con Perón... –iba a comenzar a hablar de sus diferencias pero...

–Mi pregunta es qué pasó en la planta...

Delgado: Yo creo que en Santa Isabel fue automático, más allá de que la dirigencia toma la decisión de abandonar, de hacer luto; yo creo que un 70 por ciento se sintió muy afectado. No totalmente porque hay algunos que, viste...

–En Córdoba hay una presencia del radicalismo, histórica...

Delgado: No, no. Para mí el peronismo y los sectores de izquierda están enquistados en la clase obrera. Yo venía en los colectivos al tra­bajo y viví en dos o tres lugares con distintas características y te puedo decir que había un 10 por ciento que era enemigo de Perón. Y ahí los radicales... Sánchez, un compañero desaparecido, “Sanchecito”, esta­ba pegado a mí y con Rivero le decíamos “salí como delegado, dale”, porque era un chico que hablaba... –imita un tono vigoroso– y cuando hablaba en el baño vos lo sentías así, con esa pasión. Y le decíamos “loco, salí delegado”. Y él “No, no...” Hasta que lo logramos y sale dele­gado, un excelente dirigente. Bueno, él era radical.

Hadad: Integró la segunda comisión –se refiere a la Lista Marrón.

Delgado: Después, por supuesto, estuvo en la izquierda. Sé per­fectamente dónde está, ahora no viene al caso decirlo. Yo, perma­nentemente me junto con el Negrito Ramírez...

Hadad: Se jubiló...

Delgado: Se jubiló, sí. El otro día estuvo acá con la… comoé... La compañera era del PB, era delegada de Ilasa. La Nidia. Y uno de los compañeros que siempre estuvo ahí medio..., no sabía dónde esta­ba. Vos acordate, estaba en el PCR, estaba en el ERP...

Hadad: ¡A ver! Si vos ves un tipo que ladra y mueve la cola ¿qué es?... un perro.

Delgado: ... pero, a ver si me entendés, era muy honesto.

Hadad: Ah, sí. Muy honesto. Ladra y mueve la cola...

Delgado: ... pero no era un tipo que te iba a morder.

Hadad: ... a los ERP le decían perros, ¿te acordás? Entonces, para identificarlos, si ladra y mueve la cola... –se ríe.

Delgado: Nidia estaba con nosotros porque en algunas acciones estuvo con nosotros... Cuando estábamos en la casa y discutíamos, él era callado más bien, y Nidia imponía, iba al frente, una chica que era delegada y que hizo mucho; como la Negra Olmos, que era otra compañera del peronismo de base. Esa chica estuvo en cana. La metieron en la 13 y la largaron por suerte ahí nomás porque estaba de encargue, menos mal. Felizmente se salvó. Y el Negro Ra­mírez porque se piró. ¡Se piró! A mí me hicieron recagar...

Hadad: Siempre tuvo perfil bajo el Negro Ramírez...

Delgado: ... pero estaba marcado. A mí y al chico este que era de lentes gruesos, cómo era...

Hadad: ¿Solís?

Delgado: No, Solís no. El de Grandes Motores.

Hadad: ¿Meloni?

Delgado: No, Meloni no. Meloni hizo el reconocimiento del Campo de la Ribera conmigo. ¿vos nunca fuiste al Campo de la Ribera? Ahí hay un cuadro así –señala un gran espacio– de Meloni y mío. Nosotros hacemos el primer reconocimiento del Campo de la Ribera en la épo­ca de Alfonsín. Nos pusieron frente a un coronel, creo que era coronel, nos llevaba por delante como diciendo “cómo sabés esto, cómo sabés lo otro, cómo sabés que hay una pileta del otro lado”. Lo cantamos antes de entrar y Gustavo Tobi no pudo conseguir tomar la grabación esa. Porque Gustavo Tobi nos toma y filma, ¿me entendés?, el pimpo­neo ahí afuera. Porque fueron con la Justicia.

Hadad: Gustavo Tobi, Canal 12.

Delgado: Ese material lo está buscando todo el mundo. Se hace el pelotudo Gustavo Tobi, dice que está en archivo... Ahora ¿¡de dónde sacan la foto esa!? la foto la dio; porque esa foto en donde estamos con Meloni, a nosotros nos toman y apuntamos, ¿me en­tendés?, cuando ya entramos adentro dijimos “acá está, este es el piletón”. El piletón está. Habían cerrado una puerta...

Hadad: ¿... en donde hacían el submarino?

Delgado: Claro, había una rondana arriba... Todavía estaba un ángulo grueso, así de los trenes, viste –se refiere a las vías de tren–. De ahí te colgaban. Vos sentías, vos estabas vendado, ¿viste?

–Los colgaban y los metían de cabeza en la pileta...

Delgado: De cabeza en la pileta.

–Agarrados de los pies...

Delgado: Agarrados de las patas... ¡No! ¡Nos dejaban colgados, primero! –quiere aclarar que al submarino lo precedía un tiempo colgado cabeza abajo– ...y hubo estrategias que nosotros, gracias a Dios, algunos de nosotros las pasó, digamos bien, dentro de la tortura, fue liviana, ¿entendés? Golpes, simulacros, mojarrita de esa manera, porque hay dos clases de mojarrita, viste... Una es que te van echando agua acá, en la cara..., a eso le dicen la mojarrita. Es como que te vas ahogando, a eso le dicen... ¿broncoaspiración?, no me acuerdo comoé. Hay varios que han fallecido así. Y también se hacía de la otra manera. Nos tiraban como bolsas de papas en el patio y así nos tenían todo el día y cuando llegaba la hora nos daban de comer y vos por abajo veías, ¿viste?

Hadad: Che, Negro, ¿vos tenés alguna versión de cómo mataron a Salamanca?

Delgado: No, no. Yo a Machadito... A mí me llevan al Campo de la Ribera, me tienen dos meses y medio con los ojos vendados. A mí me llevan a la San Martín. A mi familia le dicen en ese momento “mirá, estuvo en la clandestinidad pero ahora lo llevan a Chaco”. Mentira. Mi mujer se fue al Chaco con un abogado, ¿viste? Cuan­do fue al sur con el abogado, a mitad de camino lo hicieron ir a la mierda al abogado porque lo iban a meter en cana, la dejaron en el medio del desierto a mi mujer. Para que se cagara, ¿viste? Y todo mentira porque yo en ningún momento me voy de Córdoba. Estu­ve en la San Martín y en Campo de la Ribera. A posteriori, cuando a mí me sacan para llevarme nuevamente a Campo de la Ribera, una noche nos sacan y era generalmente para…

–Para matar...

Delgado: la mayoría de las veces sí, otras no, ¿viste? Otras era para darte la libertad. Algo se trascendía, viste... Esa noche esta­ban “los pesados”, como les decíamos, ¿viste? Entraban de guardia esos y seguro que llevaban. A nosotros nos sacan, sacan a cinco y nos tiran en un camión, como bolsas de papas. Y me llevan a La Perla. Y yo en la declaración en los Derechos Humanos lo tengo eso. Ahí, en el camión, siento que me grita uno, que estaba abajo mío y que estaba muy muy muy golpeado, porque apenas llegamos sentí: “¡Ay, ay ay ay...!” y me tiran arriba ¿viste? “¡Yo soy Machado, yo soy Machado, yo soy Machado. ¿Quién sos vos, quién sos vos?”. Yo en ningún momento le contesté. Porque yo estaba compenetrado en..., es que uno tiene un límite, si a mí me hubieran torturado más quién sabe, cuento la muerte de Gardel, porque es la verdad de las cosas, ¿me entendés? Eso, seamos sinceros, estábamos cagados, pero teníamos un límite. El ser humano tiene un límite.

Hadad: Además, en general, no nos preparan...

Delgado: ... Lo de Machadito yo lo declaré. Y me contactan de la Jus­ticia, la última vez fue hace ocho meses, vuelvo y relacionan de que aparentemente Machado hubiera muerto antes, junto con Salamanca, y no fue así. Había dos versiones. Por eso me vuelven a llamar para hacer las declaraciones y coincida con otro que había sentido lo mis­mo. Que Machado hasta ese momento estaba con vida.

Hadad: ¿En qué fecha fue eso, más o menos?

Delgado: Eso fueeeee... yo estuve dos meses, después estoy un mes y medio.

Hadad: ¿En qué fecha te cazan a vos?

Delgado: A mí me cazan en la asamblea, yo hago asamblea aden­tro de la fábrica, quedaba como miembro de comisión interna, era el único que había quedado o uno de los únicos, ¿te acordás? Se habían ido todos, habían renunciado, acordate. Entonces yo me encuentro ante la gente, que habían sacado de la línea, doce per­sonas. Imaginate la línea. La gente estaba desesperada. Entonces caigo yo, que había estado con parte de enfermo, haciéndome el boludo pirándome, y hago asamblea, “bueno, decidámoslo y me­támosle”. ¡A la hora cayó la cana!

–¡vení para acá!

Delgado: …pero no me agarran ahí. No. A la noche me caen en mi casa. Caen por los techos, rodean toda la... ¡Un quilombo! El error mío es no haber pirado, porque me dicen: “¡Andate!”.

Hadad: Qué fecha, Negro...

Delgado no logra recordar la fecha que le pide el Turco Hadad, no la dice. Debe ser uno de los pocos casos en que un detenido des­aparecido está dos veces en un mismo campo de concentración. Sin dudas que cuando lo sacan de la Ribera y lo llevan a una cárcel, pensó que por lo menos quedaba blanqueado; pero no, otra vez al matadero de donde creía haberse salvado.

Como esta planta armadora fue uno de los pocos centros obreros que hicieron paro el día del golpe del 76, llevamos a ese tema a Delgado porque además, él era miembro de la Comisión Interna.

–¿El 24 de marzo vos vas a trabajar?

Delgado: Noo, yo ese día o mejor dicho, un día antes... Por ejem­plo, el Rengo Matei renunció, otros tomaron parte de enfermo y se fueron, se piraron...

Hadad: Y algunos presos también, ¿no?

Delgado: Y yo tomo esa actitud porque sabía que se venía el golpe. Porque se mencionaba, nos dijeron “loco...”. Yo un poco fui testarudo, yo fui muy testarudo, lo reconozco. Y digo “bueno, me tomo parte de enfermo” y me tomé una semana. Y tras esa semana yo me volví a trabajar, ¿me entendés? Y cuando vuelvo a trabajar, en esos días, ya hacía rato que venían haciendo iniquidades los ca­pataces con la gente. Imaginate vos, te encontrás con un montón de reivindicaciones que están muertas, pisoteadas, si vos vieras pobre gente, indignada; cuando me ven, es la salvación.

–Vos reingresás luego de la licencia ya con la dictadura.

Delgado: Sí, sí. Y hago una asamblea, como era costumbre nues­tra. Como tantas veces. Y a los minutos había un montón de milicos ahí y la gente se comenzó a cagar. Entonces nos hicimos los pelotu­dos, hacemos trabajo a reglamento generalizado en toda la planta. ¡Se corrió como un reguero de pólvora! vos no tenés idea de cómo la gente tenía ganas de... No sé, si hubiera habido un poco más de dirigentes, hubiéramos hecho un acto un poco más grande. Porque la gente todavía estaba en su salsa, al sentirse pisoteados así...

–Yo estoy equivocado o el día del golpe de Estado hubo abando­no de fábrica...

Hadad: Chupamiel, como miembro de Comisión Interna, estuvo...

–¿Quién?

Hadad: Chupamiel, Mendiolaza33

Delgado: Sí, Mendiolaza, falleció hace poco. Yo estuve en la casa de él...

Hadad: ... él promovió el abandono de fábrica.

Delgado: ... es uno de los que ¿cómo se llama? Es uno de la Co­misión Interna que también cae preso. A él lo agarran después del abandono, él se va de su casa y lo van a buscar dos veces a la casa y no lo encuentran. Después lo enganchan.

Hadad: Lacabanne habla con Mendiolaza en el abandono de la fábrica, llega con un helicóptero, intercepta la columna de los tra­bajadores y… ¿quién está al frente? Dicen que vino Lacabanne y lo abrazó, y que Mendiolaza no sabía cómo sacárselo de encima...34

Delgado: Corrieron la bolilla y no fue así. Un chico –por Mendio­laza– que le provocaba escozor todo lo que fuera milico.

Hadad: Si hay uno derecho, es ese chico...

Delgado: Yo creo que sí, yo reivindico dos personas, ¿no? Uno, él; el otro, Carlitos Grsey. Carlitos Grsey en una cosa que yo la otra vez cuando se conmemoró a los desaparecidos, compañeros, yo dije: “Yo, para mí, la vanguardia de un compañero desaparecido, Carlitos Grsey”. Y uno saltó y me dijo “pero vos estás loco, si Carlitos estuvo preso y luego quedó libre”, pero cuando salió...

Hadad: ... salió loco.

Delgado: ... salió mal, ¿me entendés?... Hay muchos así.

–¿Estuvo preso o estuvo desaparecido?

Delgado: Estuvo preso, él cae antes.

Hadad: Cuando se dicta la intervención al SMATA de Córdoba, viene Lacabanne y en las redadas que hace, cae Carlitos.

Delgado: Nosotros nos quedamos a resistir. Estaba Orbizo, que era del grupo de la Triple A que ya se formaba, vienen a intervenir el gremio. El juez que firma la intervención fue Hairabedian, que estuvo preso conmigo. Y nosotros ahí adentro, presos, con Chupa­miel, con Solís, con todos, le hicimos un desprecio tal que...

Hadad: ¿A Hairabedian?

Delgado: Sí, sí. Quedó solo. Lloraba, al cuarto día lloraba...

A pesar de las barbaridades que se venían ejecutando sobre la conducción del SMATA Córdoba, el triunfo electoral de la Lista Marrón en 1974 fue por un margen muy amplio. Esto impulsó a que sectores del poder político y sindical decidieran la destrucción de esa conducción a cualquier precio. Vía electoral ya no podrían. In­cluso la táctica del PC de separarse de la Lista Marrón y conformar una lista propia, la Naranja, para destruir la unidad lograda dos años antes y debilitar a Salamanca, no les alcanzó. La táctica de la lista Celeste Nacional, dirigida por Montoneros, que también jugó a destruir a la Lista Marrón cordobesa, no alcanzó. Hablaremos de eso más adelante. Entonces jugaron la baraja de la intervención, determinada por la conducción nacional del SMATA con el nefasto y propatronal José Rodríguez a la cabeza.

Para darle el viso legal, la intervención debía ser firmada por un juez cordobés. Ese sería el doctor Hairabedian. Ese que lloraba, encarcelado, nos acaba de contar Delgado, por el vacío que le ge­neraban los obreros mecánicos presos. Gerardo Luna nos contará otros detalles más adelante. Delgado cuenta cómo fue ese asunto; su fuente, nos dice, es el propio juez de antaño.

Delgado: ... Y decidimos preguntarle por qué la intervención, por qué firmó la intervención y ahí nos enteramos de la verdad de la cosa: él una vuelta se piró del Juzgado para no firmar y es cierto. La intervención venía una semana antes a Córdoba. Nosotros estába­mos preparados para resistir, habíamos llevado chumbos. Armas. Estábamos dispuestos a aguantar. No intervienen porque el juez no firmaba. ¿Por qué? Porque cuando van a buscarlo, a apretarlo, Orbizo y esos otros, él se pira por el techo.

Hadad: ... no sabía eso.

Delgado: Él nos cuenta eso en la cárcel y después nosotros cons­tatamos que era la verdad. Y a posteriori, lo enganchan: habían agarrado a la mujer y la hicieron hablar por teléfono y él sabía per­fectamente que la iban a liquidar. ¡lo sabía perfectamente! Firma y después lo meten en cana. ¡Mirá vos! Él está primero en Aeronáuti­ca, hasta ahí estaba legal, sin vendas ni nada. Lo sacan ya vendado y lo llevan allá a cómo se llama.

Nosotros conversamos con el doctor Carlos Hairabedian en su despacho de la calle Caseros al 600, pleno centro de Córdoba Ca­pital, en marzo de 2018. Con gentileza y velocidad me atendió sa­biendo, porque se lo anticipé telefónicamente, que le iba a pregun­tar por su rol en la intervención al SMATA Córdoba. Más adelante contaremos los detalles.

Inmediatamente, los recuerdos de Delgado se van hacia perso­nas secuestradas en esa época que no tenían nada que ver con las luchas sino con los negocios. Sabemos que en todo el país, la dicta­dura también secuestró ciudadanos para extorsionarlos y sacarles dinero, propiedades, tierras y empresas a cambio de su libertad.

Delgado: Sabemos muchas historias de personas que cayeron y eran de sectores altos, como Lokman35, que a pesar de que es un tipo que no venía de la militancia, fue un hombre que se jugó fren­te a la represión, porque el hombre no le firmó nunca, nunca, el poder para que se hicieran cargo de su capital. Querían chorearle su capital. Y lo siguieron teniendo y teniendo y teniendo, estuvo mucho más que yo, cuatro años y pico. No lograron los milicos, sa­carle como le sacaron a mucha gente. Como el caso del psiquiatra, ese que está en la calle Tablada...; este hombre cae de rebote, por­que un Monto era de su familia y lo había llevado a internar porque lo había rozado una bala. Lo tenía internado ahí medio guardado. Si sabía o no sabía... –nunca lo supo, nos dice. Lo que sí supo es que los grupos de tarea lo secuestraron al psiquiatra–. Se lo llevan a él. Tan es así que hace poco ganó el juicio.

Entre los mates que la esposa de Delgado sumó más tarde, apa­recen otros nombres sin pausa. Surge, no sabemos por qué, vincu­lado al caso del psiquiatra, el apellido Roggio.

Hadad: ¿Roggio, el constructor? –arriesga Nicolás Hadad.

Delgado: ¡Roggio!

–¿Benito Roggio?

Delgado: ¡Benito Roggio era el que tenía el poder!, pero sabe­mos cómo es el tema: alguien de la familia, casada con un tío y… comoé…, con un milico de la época. Entonces, él dice que había comprado legalmente...

–¿vos sabías que las FAP estuvieron a punto de secuestrarlo a Benito Roggio?

Delgado: ... fueron varios los que estuvieron para secuestrarse acá en Córdoba –dice, haciendo un gesto parecido a una afirmación.

–Pero con Benito Roggio hubo todo un trabajo de seguimiento durante unos días, vino todo un grupo de Buenos Aires.

Delgado: Sí, sí, estuvieron unos compañeros de Buenos Aires, sí, sí...

–Y después no lo hicieron por algo que no sé...

Delgado: No se hizo porque, te vuelvo a repetir lo que comenté hace rato, había con algunos compañeros, fundamentalmente yo y algunos más de Buenos Aires, que no estábamos muy de acuerdo en algunas acciones. Primó esa decisión. Teníamos suficiente capi­tal para manejarnos, no era para hacernos ricos... –vuelve a un caso anterior–. Con Lokman se hizo esa táctica, pero no las FAP sino los Montos. Y Lokman todos los meses ponía. Él lo que hacía, un pago. No lo molestaron nunca. Por eso él cae en cana porque dicen que él financiaba. ¡Mentira! la idea de los milicos era aprovechar la opor­tunidad, ¿me entendés...? Era mucha guita la que tenía. Era uno de los que más autos tenía, venta de autos, no sé si en toda Argentina.

Intentaremos volver desde las ramas por las que nos fuimos, aunque nos cuesta meter a Juan Delgado en la planta mecánica. Ahora aparecen apodos, debates sobre el foquismo y otra vez las violaciones a los derechos humanos en su propia persona. Parti­mos poniendo el apodo de alguien que más adelante aparecerá en boca de varios.

–¿Vos lo conociste al Gordo Antonio?

Delgado: ... me suena. Nosotros en distintos lados hemos tenido reuniones y te digo más: nosotros a veces nos conocíamos por el apodo y se blanqueó a posteriori. Después nos fuimos blanquean­do. Había una “Mona” acá, pero no sabían cómo se llamaba... –se ríe y se señala–, como Mona me conoció todo el mundo, la dirigen­cia, los compañeros...

–Es un apodo bastante usado, ¿no?

Delgado: “Monos” y “Monas” había muchos pero como yo era “la Mona del SMATA”, ahí me relacionaban. Tan es así que cuando a mí me hacen... –se le mete en la memoria del tema de apodos y de los interrogatorios–, una cosa que me puede haber salvado, mirá vos: cuando a mí me detienen, me hacen escuchar una grabación, yo estaba en el Cuerpo de Delegados de Salamanca y estábamos discutiendo el tema político del foquismo, y yo planteo que eso nos llevaba a un lugar con el que yo estaba en desacuerdo. Pero más allá de la grabación que ellos me hacen sentir, yo converso y digo de que “acá hay compañeros con los que podemos tener distintas posiciones ideológicas y de distintos lugares; tenemos que conver­ger y discutir la problemática. Y tenemos, como gremio, que sacar... ¡no estamos de acuerdo con el foquismo!” y sacamos un documen­to nosotros con el tema del foquismo.

–La guerrilla urbana...

Delgado: Foquismo, yo planteé foquismo. Para mí estaba equi­vocado. Vos podés armarte, vos podés armar la lucha armada, po­dés adiestrar a la gente, todo lo que vos quieras, para que a pos­teriori estar en condiciones de poder tener un enfrentamiento, si es necesario. Pero primero tenés que concientizar a la base. Que como vanguardia estés a dos kilómetros vos... ¡Es un problema cla­ro, eso! ¡Yo siempre lo he dicho! Y en ese sentido ellos, quienes los tenían detenidos, me quieren decir de que yo tenía conocimiento de todos los que estaban, ahí en dónde estaban, en qué fuerza po­lítica; entonces me preguntaban por fulano y yo les decía: “Síííí, un compañero radical”. Me preguntaron por Albaraz, “síí, es radical”. Y así, ¿me entendés? Me preguntaron por el Negro Olmos. “Es un compañero radical irigoyenista”. Y así me preguntaron por Grsey, por vos –señala a Hadad.

Hadad: ¿De mí te preguntaron?

Delgado: De todos, de todos...

Hadad: Es la primera vez que... Vos sabés que a mí me fue a buscar el D2...

Delgado: Sííí –esquiva el comentario de Hadad–, nombre por nombre. Ahora ¿quién le dio esa grabación dentro del… comoé? –Dentro del salón sindical en donde se hacían las reuniones de Cuerpo de Delegados–. No sé. Yo, te vuelvo a repetir, yo sospeché mucho de Nájera.

Hadad: ¿Y qué le dijiste de mí, Negro? ¿Que era radical, también?

Delgado: No, que eras un compañero al que yo conocí ahí aden­tro, que “es un militante, un compañero que no tiene ideología”, no sé. “Hay un montón de compañeros que son apolíticos...”.

Hadad: Quién sabe me salvaste la vida...

Delgado: No, no... De Ramírez, por ejemplo, le dije que era inde­pendiente...

–¿Y por qué decís eso de Nájera?

Delgado: Porque..., él fue a la cárcel como si hubiera caído al li­ving de mi casa; entró, él así, ¿viste?, cómodo, tranquilo y empezó a preguntar... “loco, vos estabas en los montos ¿no?, y vos estabas...”. ¡A todos, eh! Pero después a posteriori, rebobinando... –reflexiona, duda–, en aquel momento lo tomé así y después, rebobinando, cuando entró a la dirigencia de los empleados públicos, hablé con él. Me dice “Juan, vos siempre me esquivás”. Y le dije “te voy a decir ideológicamente por qué”, y me dice “porque el VC siempre te rei­vindicó a vos en los volantes...” –se refiere a su partido Vanguardia Comunista–. Le digo “mirá, te voy a ser sincero porque yo soy muy frontal...” y le dije lo que te conté. Y él me dice “no, cuando caí yo estaba más cagado que vos”. Pero él entró a la cárcel como si hu­biera entrado al living, contento, preguntando... –ese recuerdo no se lo saca nadie.

Hadad: Y salió en poco tiempo, no...

Delgado: Ahí nomás, enseguida. Y vos te preguntás por qué. Apareció saliendo solo. Bueno, era un chico nuevo, era jovencito...

–Y como cuadro ¿como lo veías vos? ¿Era sólido?

Delgado: No. Yo creería que no. Ahora tal vez sí.

–¿Por qué, entonces, estuvo en esa Comisión Directiva de los mecánicos? ¿Por una cuestión de alianzas?

Hadad: Era dirigente conspicuo de Transax, era la cabeza visible...

Delgado: ¿Sabés por qué lo ponen a él? Porque en ese momento la dirigencia de… comoé… en Transax no tenía a nadie. Estaba el Peronismo de Base. Estaba el flaco Cavigliazo, estaba Karlem, toda una serie de compañeros que eran del Peronismo de Base...

Hadad: Y estaba un tal Luisito Márquez que...

Delgado: ... y nosotros, el PB, decidimos no integrar la Lista Marrón. Entonces él entra de rebote porque..., no sé si vos lo has sentido nombrar a ese muchacho que también lo iban a poner... Y Nájera era un muchacho que..., era estudiante y venía con esa...

Hadad: ... Fuerza.

Delgado: Era muy superficial. Estaba con simpatía del VC, él se autotitulaba del VC...

Hadad: ... Negro, hay otra cuestión que es sospechosa, digamos. Y es que apareció Luisito Márquez en la línea del PCR, dentro de Transax, un negrito, gordito...

Delgado: Sí, me acuerdo.

Hadad: ... cuando nosotros –Hadad se ubica como hombre del PCR– empezamos a plantear contra el golpe de Estado, Luisito Márquez le hace sombra a Nájera promoviendo una asamblea en puerta de fábrica para que los obreros de Transax se pronuncien en contra del golpe de Estado. Y en esos días lo cazan y lo llevan preso, lo desaparecen y nunca más se supo de él. Y ...

Delgado: ¿Y por qué Nájera no? : Exactamente... –gesticula y valida la duda de la Mona–. Cómo Nájera no... ¿No será que sopló algo este otro?

Hadad: Exactamente... –gesticula y valida la duda de la Mona–.

Cómo Nájera no... ¿No será que sopló algo este otro?

Delgado: ¿vos lo conociste a Bevilaqua?

Hadad: Sí.

Delgado: Bueno: cae este chango que no era dirigente, ¿me en­tendés? Y simplemente es uno que hablaba contra el golpe de Es­tado. Cae el hermano, al padre lo matan, bah, lo golpearon tanto, ¿viste? lo largan ese día porque ya veían que estaba mal y lo entre­gan casi muerto, internado en el hospital y fallece.

En medio de estas reflexiones que mezclan, como en la realidad diaria, esfuerzos casi heroicos de algunos trabajadores con zonas algo confusas generadas por actitudes de otros hombres, Delgado se ubica en esa coyuntura y cuenta sus actitudes.

Delgado: ... yo me abro cuando justo planteo algunas cuestiones formales del manejo interno de las cosas, ¿viste? No por asuntos ideológicos profundos, en absoluto, sino por esas causas…

–Por manejos concretos que ocurrían en esos días, en tu organización.

Delgado: la administración –busca las palabras que dice con cuidado porque no quiere herir a quien no quiere herir–; si nos de­cimos ser revolucionarios tenemos que ser revolucionarios. Es que es así. Vos ves que yo salí del Sindicato con una mano atrás y otra adelante como todo el mundo. Vos sabés –lo mira a Hadad– que una vez denunciamos a la empresa junto al Rengo Amatei, porque nos ofrecieron dos autos, casa, doble indemnización, mucha guita. Sin embargo nosotros no aceptamos. Y muchos compañeros dele­gados, por lo menos veinte tengo contados, se rajaron, renuncia­ron... Pero te quiero decir que si estás en las luchas, en tomas de fábrica, en asambleas de Departamento, te llaman a eso, te convo­can desde la empresa para comprarte.

La intención de las patronales de comprar a obreros luchadores, afirma Delgado, ha sido y es una actitud habitual. Algo menos ha­bitual es que lo consigan. En las líneas precedentes pone en duda la honestidad de algunos delegados “que se rajaron, renunciaron”, dice. Violentamente, le aparece en la memoria el recuerdo opuesto de uno de aquellos obreros y nos lo regala:

Delgado: Yo a uno de los dirigentes obreros que siempre recuerdo es a Estrella. Estrella fue uno de los dirigentes y compañero que ha sido del PCR y preso junto conmigo; yo salí y él se quedó todavía adentro. Fui a avisar a su casa, tenían una casa de fotografía ahí en la Bulnes. Bevilaqua, sin ser militante, me acompañó a darle noticia de que su familiar estaba preso ahí porque muchos no sabían. En mi familia se enteran de que estuve en la San Martín cuando salgo. Ellos me llevaban cosas pero por rumores, me llevaban dentífrico...

20 Fuerzas Armadas Peronistas.

21 Esta entrevista se hizo en septiembre de 2013, en Carlos Paz, Córdoba.

22 Jorge Norberto Caffatti fue secuestrado el 19 de septiembre de 1978. En Baschetti, Roberto: La memoria de los de abajo, volumen 1, la Plata: Campana de Palo, 2007, pp. 93-94.

23 Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba.

24 Se refiere a la llamada Huelga Grande, que comentamos en el capítulo 1 y de la que hablaremos con frecuencia en este trabajo.

25 El 14 de mayo de 1969 hubo una asamblea muy grande de los obreros mecánicos en el Córdoba Sport, que fue desalojada con cientos de granadas lacrimógenas, y reprimida a la salida, bárbaramente.

26 Revista Siete Días, edición de la primera semana de junio de 1969.

27 Arrosagaray, Enrique: Rodolfo Walsh, de dramaturgo a guerrillero, Buenos Aires: Catálogos, 2007.

28 El 22 de mayo de 1973, un comando de las FAP atentó contra la vida de Henry Dirck Kloosterman, secretario general del SMATA, cuando salía de su casa en la Plata para dirigirse a Buenos Aires.

29 Hugo Rivero era el hombre más conocido del PC en la fábrica, trabajaba en Maquinado de Motores. Delgado lo cita para subrayar la afirmación anterior de que se apoyaban mutuamente.

30 Carlos Masera mencionará más adelante la fortaleza del PB en el Cuerpo de Delegados del SiTraC, que nosotros desconocíamos.

31 Se refiere a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Recordamos que esta entrevista fue hecha durante su mandato.

32 Movimiento al Socialismo.

33 Se refiere al obrero Alfredo Mendiolaza, apodado Chupamiel, quien vivía en el Barrio Santa Isabel, a pocas cuadras de la fábrica. En este trabajo citamos algunos párrafos de él, pues lo entrevistamos para un trabajo anterior, cuando aún estaba la dictadura.

34 Esta situación es verdadera, pero no sucedió el día del golpe del 76 sino en un hecho anterior, del que hablaremos.

35 Creemos que Lokman fue un hombre que tenía concesionaria, tal vez más de una, de origen judío. Quién sabe “no muy santo en sus negocios”, como nos decía una fuente.

René Salamanca y el clasismo

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