Читать книгу Los números de la felicidad en dos Perúes - Enrique Vásquez H. - Страница 4
ОглавлениеIntroducción
Durante décadas, las medidas de ingresos nacionales como el PIB y el PIB per cápita, o los agregados macroeconómicos, han sido utilizadas con el propósito de medir el éxito de un país (Yew-Kwang, 2008). Sin embargo, existe un creciente consenso sobre que estas medidas pueden resultar insuficientes para reflejar el desarrollo o bienestar de las personas y sociedades. Es por ello que se ha venido desarrollando otros indicadores para analizar y medir el bienestar de la población. Al respecto, se pueden mencionar el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), la línea de pobreza, los índices de déficit de ingesta calórica y también indicadores más amplios en el sentido de que incorporan varias dimensiones humanas. Entre estos últimos, que reflejan y sintetizan más de una dimensión, pueden destacarse el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD, el Índice de Pobreza Multidimensional (Alkire & Foster, 2011), el Índice de Felicidad (Helliwell, Layard, & Sachs, 2012), entre otros. Este último refiere a un término cercano a las expectativas y sentido común de las personas reales: ¿cómo se ha llegado a la felicidad?1
Cada vez que se pregunta sobre el bienestar de una población, la respuesta que usualmente se obtiene es una cifra macroeconómica como el PIB, medida indicativa del éxito de un país (Kapoor & Debroy, 2019). Por ejemplo, el PIB per cápita peruano ha alcanzado US$ 6.947 al año 2018, un 2,025% más que el año previo y con perspectivas de continuo crecimiento (Banco Mundial, 2019). Por otro lado, en una década, el país ha logrado pasar de una tasa de pobreza del 42,4% a una del 20,5%, es decir, la pobreza monetaria se ha reducido a la mitad (INEI, 2019a). ¿Cómo se traducen estas cifras en términos de verdadero bienestar? ¿El incremento del PIB per cápita realmente mejora la calidad de vida de las personas?
El crecimiento económico solo genera desarrollo si impacta directamente en el bienestar de los ciudadanos (PNUD, 2017) sin excepción y en igualdad de oportunidades (Vásquez, 2020b). A pesar de sus buenas cifras, el Perú sigue careciendo de elementos cruciales para un verdadero desarrollo sostenible. Tal y como lo plantean los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es necesario erradicar el hambre, brindar salud y educación de calidad para todos, perseguir la igualdad de género y exigir a nuestros gobernantes transparencia y honestidad en sus gestiones (ONU, 2015). Observemos un contraste. Los habitantes de regiones como Pasco reciben salarios mensuales de aproximadamente S/ 1.055,7, cifra muy por encima de la línea de pobreza2. Sin embargo, dicha población presenta grandes carencias en servicios básicos como acceso a un sistema de agua y desagüe, así como falta de oportunidades educativas y atención médica (INEI, 2017e, 2018c). El desarrollo minero de la región ha contribuido con grandes cantidades de dinero, pero también ha propiciado el desarrollo de enfermedades crónicas entre los pobladores (Palacios, 2017). Dada la evidencia, ¿podemos realmente afirmar que el ingreso es la mejor forma de medir y promover el bienestar de una población? La respuesta es no.
De acuerdo con esto, el análisis del bienestar no puede limitarse a mirar el ingreso monetario. Es más, bienestar es un concepto que abarca atributos psicológicos, afectivos, sociales y de satisfacción vital de cada uno de nosotros (Dodge et al., 2012). Por ello, más allá de la larga historia de los indicadores económicos como señales de bienestar en la población, cada vez son más quienes se suman al vehículo de la búsqueda de nuevos índices de este tan ansiado bienestar (Kapoor & Debroy, 2019; Ng, 2008).
Los autores decidimos fijarnos en un anhelo hondo e histórico de la humanidad: la felicidad. Entonces, ¿cómo mejorar la vida de las personas de manera efectiva si no es por medio del aumento en el ingreso? Países como Bután o los Emiratos Árabes Unidos han posicionado a la felicidad no solo como objetivo de Estado sino también como razón de intervenciones gubernamentales (United Arab Emirates, 2019; Ura et al., 2012). Sin embargo, el Perú aún se mantiene ajeno a esta nueva visión de bienestar y es, de acuerdo con el último Informe mundial de la felicidad, el segundo país más infeliz de Sudamérica (Helliwell, Layard, & Sachs, 2019).
Pese a que, según todas las cifras oficiales, el país ha crecido económicamente y se ha reducido la pobreza, la ubicación en el ranking de felicidad parece desalentadora. ¿No será que hay algo propio que está sucediendo en el mundo de los más pobres y que los instrumentos oficiales no están captando? Dado que el crecimiento económico ha sido desigual, podría intuirse que este no redunde en un aumento de felicidad, o que, incluso, en el peor de los casos, la reduzca para el extremo pobre del país, el cual terminará sintiéndose más distante y relegado respecto del sector privilegiado.
Esta situación presentó un problema para el equipo de investigadores y coautores del presente libro. Decidimos investigar cómo se vive la felicidad en los extremos sociales del Perú y qué variables la afectan. Este objetivo académico podría a la larga convocar un debate con diferentes sectores de la población e incluso informar políticas públicas. Por ello, a partir de los trabajos de Hills y Argyle (2002), desarrollamos una versión ad hoc (Mateu, Vásquez, Zúñiga, & Ibáñez, 2020a) de su índice de felicidad para aproximarnos a dos estratos muy particulares del Perú: los muy pobres y los muy ricos. Es así que el objeto de estudio de este libro se reduce a dos grupos muy delimitados de peruanos: los habitantes de los cinco distritos más pobres y de los cinco distritos más ricos, según una escala de pobreza monetaria del INEI (2015b). Entre estos dos Perúes existen no solo distancias monetarias sino también geográficas, culturales, entre muchas otras más. Por ejemplo, los pobres corresponden al Perú rural y alejado, mientras que los ricos habitan guetos dentro de ciudades fundamentalmente costeras de usanza occidental3. El trabajo de campo, encuestas y entrevistas, se realizó entre agosto de 2017 y marzo de 2018. Se abarcó poco más de 500 hogares pobres y poco más de 400 hogares ricos4.
Para estudiar la felicidad en dos grupos tan heterogéneos como el Perú pobre y el Perú rico, no era pertinente comprender la pobreza solo a nivel monetario. Existe más en la pobreza que el solo hecho de estar por debajo de una «línea» que clasifica a las personas en «pobres» y «no pobres» (Hagenaars & Van Praag, 1985). ¿Tener un ingreso personal disponible de más de S/ 344 (INEI, 2019a) mensuales incrementa realmente el bienestar de los ciudadanos? La respuesta a esta pregunta también es un contundente no. Debido a esto, la comunidad internacional ha tomado la iniciativa de cuestionar la dimensión monetaria y se ha embarcado en la tarea de desarrollar nuevos métodos para determinar quién es y quién no es pobre. Ejemplos de lo anterior son el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (Cepal, 2001), el Índice de Desarrollo Humano (PNUD, 2016) o el Índice de Pobreza Multidimensional propuesto por Alkire y Foster (2011). Las diferencias entre metodologías recaen en los aspectos que se consideran relevantes para la medición del bienestar (MEF, 2006). Entre estos nuevos indicadores de pobreza, la investigación desarrollada en este libro recurre a una versión ad hoc del trabajo de Alkire y Foster (2011) por su practicidad.
Un tercer eje del proyecto, además de la felicidad y la pobreza, lo constituyeron los valores. ¿Cuál es la relación entre felicidad, pobreza y valores?5 Dicha pregunta ha rebasado las posibilidades de respuesta del presente volumen. Por tanto, el libro que el lector tiene en sus manos debe considerarse como una primera entrega. Queda pendiente un segundo volumen donde retomaremos el eje faltante de los valores.
Más allá de las discusiones metodológicas, las páginas de esta primera entrega no pretenden ofrecer o centrarse en un procedimiento técnico para el cálculo de la felicidad o algo semejante. Esperamos, ojalá se haya logrado, ofrecer un libro que pueda resultar asequible y de interés para personas no especializadas en el tema. No por ello hemos sacrificado calidad o rigor académico. Es solo que la meta no es únicamente académica sino también vivencial. Queremos compartir lo que el equipo observó en los cinco distritos más pobres y más ricos del Perú. Intentamos ingresar al mundo interior de casi 1.000 jefes de hogar que viven en dos Perúes. Descubrimos si cada uno de ellos es feliz o no, y que en ello intervienen diferentes factores. Al comparar la felicidad de los dos Perúes, son los ricos quienes, efectivamente, son más felices. No obstante, el género, la edad, la educación, la familia, los amigos, el trabajo, la Iglesia, entre otros, son solo algunos de los elementos que no solo resultan relevantes como diferenciadores en la felicidad entre adinerados y no privilegiados, sino que también marcan distancias entre los individuos ubicados en el interior de cada uno de estos estratos.
El plan del libro, el itinerario de un viaje por el árbol de la felicidad, es el siguiente. El capítulo primero presenta el marco teórico; vale decir, los dos conceptos clave del libro: felicidad y pobreza. Allí se sintetiza la discusión de los grandes autores, a fin de exponer sobre la reaparición de la felicidad en el debate actual. Inmediatamente después, en el capítulo segundo, se invita al lector a conocer el gran territorio de análisis: el Perú en sus diversas caras. Son posibles muchas clasificaciones o divisiones para estudiar al Perú. Solo damos cuenta de algunas urgentes y necesarias. Para los fines del estudio, la clasificación económica cobra vital importancia. Por ello, en el capítulo tercero, nos centramos en el estudio del Perú de los pobres y de los ricos, y en particular tipificamos a los dos estratos extremos que alimentaron la investigación de nuestro trabajo de campo. En el cuarto capítulo, se presentan los hallazgos que permiten caracterizar a las personas felices a partir de rasgos identitarios personales como la edad, el sexo, el nivel de estudios, entre otros. Luego, en los capítulos quinto y sexto, se exponen hallazgos más bien en relación con aspectos sociales. El quinto analiza la conexión entre felicidad y redes de apoyo como la familia, los amigos y los vecinos. Por último, el capítulo sexto aborda la felicidad en relación con los grupos o espacios de pertenencia: el trabajo, la organización social de base, la Iglesia y los partidos políticos y Gobiernos.
Realizar este estudio hubiera sido imposible sin el apoyo financiero obtenido del I Concurso de Proyectos de Investigación del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad del Pacífico. El financiamiento nos permitió contar con el denodado trabajo de Yupaq SAC y el compromiso de su director, Lorenzo Oimas, para la aplicación de las casi 1.000 encuestas. Debemos reconocer, además, el apoyo de asistentes de investigación en diversas etapas del proyecto: María José Quiñones, Augusto Baca, Sergio Salazar, Mario Lituma, Dana Walzer, Elmo Calatayud, Joaquín Armas y Claudia Arredondo. Destacamos en particular la labor de María Alejandra Vera Reyna, quien puso alma, corazón y vida para hacer realidad este texto. Otros colegas de la Universidad del Pacífico también brindaron consejo y asesoría. Externamente, recibimos apoyo y orientaciones. Por un lado, se agradece a las autoridades locales y dirigentes comunales de Curgos, Huaso, Condormarca, José Sabogal, Chetilla, Wánchaq y Pacocha, quienes nos abrieron sus puertas para poder aplicar los cuestionarios sin complicaciones. Por otro lado, recibimos valiosas orientaciones de la subjefa del Instituto Nacional de Estadística e Informática, Nancy Hidalgo, y de su equipo técnico, a quienes también agradecemos. Si bien este libro hubiera sido imposible sin el apoyo y consejo de muchas personas, y tantas otras que no hemos podido mencionar siquiera, ciertamente, los autores somos los únicos responsables de los aciertos y errores finales. A todos, gracias.
Enrique Vásquez H., Franklin Ibáñez B., Pedro Mateu B. y Javier Zúñiga A.
1 A lo largo del libro, entenderemos bienestar y felicidad como sinónimos a menos que se especifique alguna concepción particular distinta. La palabra clásica griega eudaimonia se ha traducido históricamente con ambos términos. Más contemporáneamente, Amartya Sen reconoce que son dos términos bastante intercambiables para las corrientes dominantes de la economía del bienestar (2009).
2 De acuerdo con el INEI (2019a), la línea de pobreza para el Perú se ubica en S/ 344 al año 2018.
3 El trabajo de campo que alimenta la investigación que se desarrolla en el presente libro corresponde a los jefes de hogar de los cinco distritos más pobres y de los cinco distritos más ricos del país. Sin embargo, por cuestiones de economía y elegancia del lenguaje, utilizaremos con frecuencia construcciones equivalentes. Así, por ejemplo, las «personas» del estudio son siempre «jefes de hogar». De manera semejante, ya que se encuentran en los distritos más pobres y en los más ricos, a veces solo se mencionará a los «pudientes» y «privilegiados» o a los «carentes» y «desposeídos», entre otras posibilidades. Por último, ya que son dos muestras estadísticas muy distantes entre sí en una escala de ingreso monetario, constituyen dos fragmentos del Perú. Por ello, nos referiremos a «dos Perúes»; no porque afirmemos que el Perú se divida en dos partes sino porque hemos elegido dos muestras extremas y opuestas entre sí.
4 Si bien la duración del trabajo de campo fue de ocho meses, el análisis realizado a lo largo de todo el libro es de corte transversal, lo que implica que cada hallazgo es un sustento estadístico para relaciones no causales.
5 El proyecto original más amplio, y del cual este libro es uno de sus productos, se titula «Felicidad, pobreza y valores en dos Perúes».