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Capítulo 1 Namakasia: resistencia civil de la tribu yaqui en Sonora, México

Esperanza Hernández Delgado

Al analizar la resistencia de la tribu yaqui, en Sonora, es necesario tener presente su doble condición: por un lado, tratarse de una experiencia indígena, y por el otro, representar una resistencia noviolenta frente a megaproyectos desarrollados por el Estado y la empresa privada. Dentro del universo de experiencias de resistencia civil se pueden identificar algunas generadas y dinamizadas por pueblos indígenas. Por lo general, estas luchas se abordaron a partir de la teoría de los movimientos sociales (Composta y Navarro 2014; Caldón et al. 2007; Flórez 2007). Pocos estudios lo han hecho a partir del marco teórico de la resistencia civil (Hernández 2004, 2006, 2009, 2017; Ballesteros 2016; Martínez 2016). Para la investigación que recoge este libro se propuso, mediante este último abordaje, aportar elementos teóricos y prácticos para el análisis de la resistencia civil e indígena, partiendo del caso de los yaquis.

El estudio de las resistencias indígenas noviolentas es relevante por varias razones: son experiencias de larga duración, poseen reconocimiento social, muestran capacidad organizativa y sus logros son significativos, como en el caso de la resistencia civil de los indígenas del Cauca en Colombia y la de los yaquis en México. Con sus rasgos propios, algunas de estas experiencias han tenido éxito frente a violencias estructurales como el racismo y la exclusión, y respecto a violencias directas como conflictos armados internos (Hernández 2004, 2006, 2009, 2014, 2017; Ballesteros 2016; Martínez 2016).

Los estudios sobre la resistencia civil frente a las iniciativas económicas nacionales o internacionales, conocidas como megaproyectos, han privilegiado el análisis a partir de teorías económicas, ambientales, antropológicas y de los movimientos sociales (Shaw 2003; Caldón et al. 2007; Flórez 2007; Useche 2008, 2016; Composta y Navarro 2014; Hager y Haddad 2015). En este contexto, se han destacado algunos casos de resistencia civil a la minería y la privatización de recursos esenciales como el agua (Ali 2003; Schock 2009; Wilson 2017). El eje de estos análisis ha sido el impacto negativo de las megaobras en los pueblos indígenas y su oposición a los mismos. Es en este escenario de conflictividad generada por megaproyectos donde se ubica la resistencia noviolenta de la tribu yaqui contra el Estado y las empresas privadas de Sonora que financian los megaproyectos. Su fin es proteger los recursos hídricos que pertenecen al pueblo indígena, específicamente su río Yaqui, y al mismo tiempo su cultura, ya que el río tiene un rol central en su cosmovisión, identidad y en la pervivencia del grupo.

En este capítulo se analiza la experiencia de los yaquis contra los megaproyectos a partir del marco teórico de resistencia civil. Desde este marco teórico se caracteriza la resistencia en contra del Acueducto Independencia. Se identifican también las condiciones específicas de la tribu yaqui para asumir y superar la asimetría de poder imbricada en este conflicto, condiciones de las cuales depende el mayor alcance de su campaña.

El estudio de la Namakasia (resistencia) de los yaquis se justifica por la relevancia social de este pueblo indígena en Sonora, por su capacidad histórica de resistencia y porque los yaquis lograron una transición de una lucha con recurso a la violencia a una pacífica. En este capítulo se profundiza en las condiciones particulares de su ejercicio de resistencia civil y la combinación de métodos propios de la resistencia civil con métodos del ámbito de resolución pacífica de conflictos.

Esta experiencia enseña que el éxito de las campañas de resistencia civil no reside solo en una voluntad férrea por parte de quienes la ejercen, sino en la posibilidad de contar con condiciones favorables. Como resistencia noviolenta indígena, la experiencia yaqui muestra la incidencia de aspectos propios de estos pueblos, es decir, cómo sus cosmovisiones, identidades, historias y experiencias, interactúan con la formulación y dinamización de la resistencia.

Este capítulo se soporta en fuentes primarias y secundarias. Las primeras fueron recogidas durante la estancia de trabajo de campo, realizada entre mayo y junio de 2016. Se realizaron entrevistas a autoridades tradicionales y líderes yaquis, e investigadores y acompañantes de esta tribu. Se recurrió también a libros, artículos e investigaciones relevantes en torno a los yaquis.

En este capítulo se responde a interrogantes clave: ¿qué características identifican la resistencia noviolenta de la tribu yaqui? ¿Por qué transitaron de una resistencia con recurso a la violencia a una oposición noviolenta? ¿Qué factores les permitieron asumir y transformar la asimetría de poder? ¿Qué condiciones permiten, en este caso, que la resistencia civil logre mayores alcances? ¿Cuáles son los principales aprendizajes que deja la resistencia civil yaqui?

El concepto de resistencia civil que aplica a la experiencia yaqui

Se ofrecen en este apartado algunos conceptos de resistencia civil que permiten interpretar la experiencia yaqui. Se destaca el concepto de “resistencia noviolenta estratégica” planteado por Sharp luego del fin de la Segunda Guerra Mundial (Dudouet 2012) considerado por algunos analistas como revolucionario dentro del marco teórico de la resistencia civil (López 2016). Desde la posguerra ha proliferado una literatura significativa sobre esta modalidad de resistencia civil (López 2016).

La resistencia noviolenta estratégica es un método práctico al que se acude por razones de conveniencia, necesidad u oportunidad (Pontara 2000; López 2016). Es decir, la elección no se hace por principios religiosos o éticos. Se apoya en técnicas, preparación y disciplina, con el fin de ofrecer soluciones y desarrollar potencialidades para el manejo eficaz de factores, variables y conocimientos al servicio de resistencia civil (López 2016). En términos de Sharp (1973, 64), la resistencia noviolenta es “una respuesta al problema de cómo actuar de forma efectiva en asuntos de política, especialmente cómo manejar el poder de forma efectiva”.

Esta resistencia pragmática se ha definido también en términos de los estudios estratégicos (Dudouet 2012). En ellos se la concibe como “una guerra llevada a cabo por otros medios” o el “equivalente funcional de la guerra asimétrica”, aunque sin admitir el uso de violencia (Curle 1971, 184). Con este concepto se alude a dinámicas que se asemejan a “batallas” en las que se utilizan diversas “armas”; y se enfatiza en el requerimiento de tácticas y estrategias inteligentes.

Independientemente de las disciplinas o términos que definan la resistencia noviolenta estratégica, se destacan como aprendizajes centrales de este enfoque: 1) su origen, basado en conveniencia, necesidad u oportunidad; 2) la importancia del método, las técnicas y la planeación que dejan poco a la improvisación dentro de dicha forma de lucha social.

Definiciones de resistencia civil

La resistencia civil es un concepto polisémico. En términos generales, puede ser comprendida como oposición, presión y lucha sin el uso de la violencia (Randle 1998; Hernández 2004, 2017). En la perspectiva de los Estudios de Paz, se la considera como un mecanismo de gestión y transformación positiva de los conflictos, teniendo en cuenta su estrecha vinculación con el cambio y la transformación social a partir de métodos noviolentos (Dudouet 2012). En su modalidad de “resistencia noviolenta por principios”, se apropia y plantea una comprensión positiva del conflicto, entendido como oportunidad para transformar a la sociedad, a uno mismo, y al adversario sin derrotarlo, propiciando posibilidades para la reconciliación (Patfoort y Wehr 2001, 494; López 2016). Otros autores consideran que esta forma de resistencia otorga poder e influencia a quienes la ejercen, favoreciendo su posición en los casos en los que conduce a una negociación (Dudouet 2012). Un elemento a desatacar es su carácter catalizador de conflictos, ya que al generar crisis los hace más visibles, llevando a las partes a asumirlos (Dudouet 2012).

Algunos analistas consideran que la resistencia noviolenta representa un mecanismo de construcción de paz en la medida en que evidencia los alcances de la lucha pacífica frente a diversas violencias (Hernández 2012, 2013; Dudouet 2012). Además, brinda la posibilidad de una “transición de violencias destructivas a acuerdos sociales por el cambio” (Lederach 2008, 11). Otro aspecto que se destaca en el uso de esta forma de resistencia, es que está abierta a otras intervenciones de resolución y transformación de conflictos como la mediación y la negociación (Hernández 2012; Dudouet 2012). La resistencia civil también ha sido identificada con el empoderamiento (Curle 1971, 76) y, de forma concreta, con el “empoderamiento pacifista”1 entendido como la capacidad y potencialidad de quienes resisten para hacer las paces (Hernández 2014, 2017).

En este capítulo se recoge y apropia el concepto de Schock sobre resistencia civil que este autor denomina con la expresión “insurrecciones no armadas”; él las define en los siguientes términos:

Son desafíos organizados con bases civiles, que implican una amplia participación y retan a la autoridad gubernamental […]; son noviolentas en el sentido que el reto principal al poder y legitimidad estatales se hace mediante los métodos de la acción noviolenta, en vez de recurrir a la violencia. Sin embargo, las autoridades casi siempre responden con violencia a estas insurrecciones. Esto es lo que se espera (Schock 2008, 57).

Los métodos empleados por estas insurrecciones deben ser noviolentos y a su vez no convencionales (López 2016, 2). Es decir, métodos que van más allá de lo establecido institucionalmente.2 Esta forma de resistencia “hace emerger un conflicto, en términos incompatibles, entre resistentes y autoridades, usando aquellos todos los medios a su alcance: políticos, sociales, económicos y culturales, éticos y psicológicos de manera activa o pasiva”.

Contexto

Los yaquis pertenecen al conjunto de pueblos cahita,3 que habitaron un territorio amplio entre el suroeste de Sonora y el norte de Sinaloa (Lerma 2011). Estos pueblos compartían rasgos comunes, aunque con variables: lengua, organización política, actividad económica, espiritualidad, aspectos culturales y vida cotidiana. Se considera que las tribus yaqui y mayo, son las únicas sobrevivientes de los cahita (Figueroa 1993).

En la historia reciente, los yaquis hacen parte de los ocho pueblos originarios de Sonora y habitan en la región centro-sur de dicho estado (Padilla 2015, 7). Su nombre proviene del río Yaqui o Jaiki, que constituye el eje vital de su territorio, cultura y ejercicio de resistencia histórica (Moctezuma y Guzmán 2007, 29). Cuentan con la mayor población indígena del estado, estimada entre 25 000 y 45 000 personas. Desde el arribo de los misioneros jesuitas en 1616, su población está organizada en ocho pueblos: Cócorit, Bácum, Tórim, Vícam, Pótam, Rahum, Huiribis y Belem (Padilla 2015; Haro 2015). Estos se ubican en tres áreas de Hermosillo: El Coloso, Sarmiento y La Matanza. Los yaquis que residen en Arizona se ubican en Pascuas y Guadalupe (Lerma 2014).

Históricamente nuestra población ha estado en, aproximadamente, 45 000 habitantes desde la llegada de los españoles. Formaron ocho pueblos jurisdiccionales. En la etapa más crítica del exterminio, la deportación de la tribu, éramos como 15 000, algunos dicen que éramos 10 000; porque en la deportación habían muerto más de 25 000. Algunos fueron deportados o vendidos como esclavos (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

La palabra yaqui tiene dos acepciones en la lengua indígena, el jiak. Por un lado, yoeme significa “hombres o gente” y equivale a la manera como los yaquis se identifican entre sí. Por otro, quiere decir “los que hablan fuerte”, “los mejores”, “los que hacen bien las cosas”, y corresponde al modo en que se reconocen ante los otros, los que no son yaqui (Lerma 2011, 21).

Los rasgos propios de esta tribu inciden en su ejercicio de resistencia. Se destacan: el alto concepto que tienen de sí mismos, su apego a las tradiciones, un sentido de pertenencia y el orgullo por su identidad (Dabdoub 1987). Este se refleja, por ejemplo, en la definición del yaqui frente a quienes no lo son. También se destaca su capacidad política para interpretar la realidad, dialogar y realizar acuerdos (Tomás Rojo; Alejandro Aguilar; José Moreno, 2016, entrevistas).

Otro rasgo sobresaliente lo constituye la capacidad de resistencia de la tribu yaqui desde que los españoles arribaron a su territorio en 1533. Como una constante, esta capacidad se ha desplegado a partir de su necesidad de proteger el toosa, que en su cosmovisión equivale a su “nido heredado”, “su espacio”. Este concepto tiene una significación más cultural y por ende más amplia, y se complementa con la defensa del territorio ancestral, expresión apropiada a fines del siglo XIX, cuando se consolidó el Estado en México (Lerma 2011).

Nosotros estamos ricos en cultura, tradición y lucha [...]. La resistencia es la que nos sostiene, es la que nos tiene aquí [...]. Esta es la resistencia que estamos llevando a cabo gracias a nuestros antepasados, a nosotros nunca nos han desarmado desde la llegada de los españoles (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

La resistencia histórica de los yaquis

A lo largo de su historia la tribu yaqui ha desarrollado y evidenciado una gran capacidad de resistencia. Como se verá en este aparte, en algunos momentos esta resistencia ha admitido el uso de la violencia y desde 1937, su lucha y oposición ha sido noviolenta.

La resistencia yaqui con recurso a la violencia

Dentro del acumulado de aprendizajes sobre resistencia civil se identifican los que han dejado experiencias de esta modalidad de resistencia, que previamente acudieron a la lucha con recurso a la violencia. Esto evidencia que existen transiciones de resistencias armadas a pacíficas (Hernández 2004, 2006; Dudouet 2012). Este es el caso de los yaquis quienes, hasta 1937, recurrieron a la violencia para resistir como necesidad extrema de defensa de su territorio y su cultura ante el despojo de estos por parte de la población no indígena.

Su resistencia en esta modalidad fue férrea, persistente y en muchos momentos exitosa, como se señala en las entrevistas hechas en 2016 a Tomás Rojo, Alejandro Aguilar, José Moreno y Jesús Haro. Algunos yaquis e investigadores consideran que esta práctica se originó por la necesidad extrema de defensa, asociada con toosa, su espacio y territorio (Tomás Rojo, 2016, entrevista; Taibo 2013). Otros investigadores analizan estas luchas por el espacio o el territorio, como “el resultado de su esfuerzo consciente por obtener y conservar el referente identitario más importante de esta etnia” (Olavarría 2003, 34).

Se destacan como expresiones de esta resistencia violenta: la registrada en el siglo XVI contra los invasores españoles al mando del expedicionario Diego Guzmán (Taibo 2013); la de Juan Ignacio Jusacomena, conocido como “Juan Banderas”, quien comandó a los yaquis en 1826 contra los españoles (Aguilar 2003); la que se dio durante el porfiriato,4 periodo en el que tanto José María Leyva “Cajeme”, entre 1855 y 1887, como Juan Maldonado “Tetaviate”, entre 1887 y 1901, lideraron a los yaquis en campañas de oposición al poder estatal (Taibo 2013).

Entre 1825 y 1927 se dio un continuum de luchas con uso de la violencia, conocido como “las guerras del yaqui” (Lerma 2011, 25). Esta oposición con violencia, sus logros y su prolongación en el tiempo, incidieron para que los yaquis fueran reconocidos como un pueblo guerrero, tanto por ellos mismos como por otros pueblos y sectores no indígenas (22). No obstante, también fueron notorias y sensibles las pérdidas que sufrieron al ejercer esta modalidad de resistencia. Dentro de las más graves: la ejecución de aproximadamente 600 indígenas por parte del coronel Próspero Salazar en 1668, lo que generó el levantamiento de la tribu yaqui en resistencia; la persecución y represión del Estado durante el porfiriato, que trajo como consecuencia el asesinato de los líderes Cajeme y Tetaviate; la deportación al estado de Yucatán de muchos indígenas para ser vendidos como esclavos; y la pérdida de vidas en las confrontaciones armadas (Taibo 2013). Con relación a estas, se estima que en todo el periodo del porfiriato murieron unos 10 000 yaquis (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Esta resistencia llegó a su fin en el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, quien devolvió a los yaquis parte de sus territorios ancestrales y reconoció su titularidad sobre el 50 % del río Yaqui (José Moreno; Tomás Rojo, 2016, entrevistas). A partir de este momento, esta tribu empezó una transición hacia la resistencia noviolenta. El testimonio de Tomás Rojo, un líder indígena, resume el núcleo y la evolución de la resistencia yaqui:

El primer contacto de resistencia violenta por defender el territorio fue ante la invasión de los españoles. En los últimos 400 años la resistencia militar, que duró hasta 1936. Luego que la resistencia militar dejó de ser instrumento, pasó a ser resistencia estructural, que es noviolenta. A lo largo de 500 años hemos luchado por la defensa de la tierra y el agua.

La resistencia civil de los yaquis

Abordar la resistencia civil de los yaquis implica incorporar en el análisis rasgos étnicos propios con la praxis de resistencia civil. Diversas razones permiten identificar esta experiencia como noviolencia estratégica o pragmática. Esta resistencia surgió entre 1937 y 1941, de manera específica, de la decisión de esta tribu de transitar hacia una resistencia noviolenta. Esta renovada forma de lucha se ha nutrido de la cosmovisión, la historia particular y las condiciones especiales que caracterizan la vida del pueblo yaqui. Así mismo, ha gozado de reconocimiento significativo entre yaquis, otras tribus y por parte de algunos sectores externos (Lerma 2011).

Espacio y territorio en la cosmovisión yaqui y en su ejercicio de resistencia noviolenta

Estudios sobre las resistencias indígenas evidencian rasgos propios de las mismas, relacionados con aspectos inherentes a estos pueblos como sus cosmovisiones, culturas, procesos organizativos e historia (Hernández 2004, 2006, 2017). En el caso de los yaquis, existe una relación directa entre toosa –concepción del espacio–, el territorio –concepto apropiado tardíamente (Lerma 2011)– y su ejercicio de resistencia noviolenta. La cosmovisión yaqui creó imaginarios sociales sobre el espacio y el territorio. Es necesario distinguir entre toosa que equivale a espacio o “nido heredado” y el territorio. Como enseña Lerma, el toosa no puede reducirse al concepto de territorio, porque equivale a una comprensión compleja del universo. “Todo lo que era al principio el territorio” y “todo lo que comprendía el espacio”. Toosa es “herencia divina” y “nido heredado”. Esta última significación se refiere a “la porción de tierra que les fue dado habitar” y cuya traducción más aproximada es territorio (29, 47-48).

Toosa representó el fundamento de la lucha por la defensa de la nación yaqui, de su autonomía y autodeterminación como pueblo (Padilla 2010; Lerma 2011, 28). En este caso, nación alude a distinciones culturales, como tener una lengua propia, un territorio y una comunidad.

Debe considerarse que el agua, el espacio y el territorio ocupan un lugar destacado en la Lutuúria yoówe (verdad mayor), palabra que en lengua yaqui equivale a cosmovisión. Ella se relaciona con el pasado inmemorial y las prescripciones de la ritualidad, la organización social y el comportamiento con los otros (Lerma 2011, 34-35). Según los yaquis, en el origen del mundo todo era agua. Un importante mito se refiere a los límites de toosa: Ania baáluútek (el que pintó la raya). En este se hace alusión a la capacidad de resistencia de esta tribu para defender su mundo, pues de la tierra, que es la madre, y del río, que es el padre, obtenían la caza, la pesca, la siembra y la vida para todo el pueblo (Zabala 1985). Este mito sigue presente entre los yaquis. Lo transcribo a continuación en dos versiones: la de un investigador, que recogió mitos y leyendas de este pueblo, y la de un líder yaqui a quien entrevisté en junio de 2016.

El español pasa el río Mayo el martes 30 de septiembre en busca del yaqui y el 4 de octubre llega a su margen izquierda y el cinco lo cruza […]; sigue el curso del río, aguas abajo y descubre un grupo de yaquis que le sale al encuentro arrojando al viento puñados de tierra, templando los arcos y haciendo señas para que se devuelvan. Son guerreros. En la vanguardia de los indios va su jefe ataviado con fastuoso penacho de plumas multicolores y concha perla […]. Frente a frente los dos ejércitos, se adelanta el capitán indio en actitud arrogante y con su arco traza una línea larga en el suelo, hinca luego las rodillas y besa reverente la tierra de sus mayores, después se yergue en forma altiva y con el brazo derecho extendido invita a los castellanos a que se regresen por el camino que vinieron, porque de no hacerlo y si cruzan la raya, esto significa la invasión de su patria y la guerra, por lo que serían muertos sin piedad (Fabila 1978, 89-90).

Nuestra lucha no es de cuatro años es más de 500 años. En aquel tiempo nuestros guerreros peleaban a pura flecha y hacha de piedra y su valentía es la que nos ha traído hasta acá. Nosotros le pintamos la raya a los españoles, principalmente los de Cócorit, aunque en aquel tiempo no llevaba ese nombre, pero ahora sabemos que fue el pueblo asentado en Cócorit quien les pintó la raya a los españoles en nuestro río Yaqui. Les dijeron: “Si ustedes pasan o cruzan esta raya van a tener consecuencias”, los españoles cruzaron la raya y fue derrota tras derrota (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

El territorio hace parte del toosa yaqui y por ende siempre ha estado presente en la resistencia de esta tribu. No obstante, fue hasta mediados del siglo XIX, cuando el concepto de territorio adquirió una gran relevancia y se convirtió en el eje articulador y dinamizador de su resistencia, especialmente en las últimas ocho décadas que marcan la estrategia noviolenta (Lerma 2011, 25). Desde la perspectiva de algunos investigadores, los yaquis asumieron que el triunfo de México en la lucha independentista contra España estaba relacionado con símbolos como el territorio, adoptándolo de manera pragmática (29). Con la restitución de tierras a los yaquis por parte de Lázaro Cárdenas en 1937, el territorio se convirtió en el referente del espacio de esta tribu (32).

La transición a la resistencia noviolenta

Las experiencias indígenas de resistencia civil generalmente se han nutrido de la resistencia que los pueblos indígenas de América Latina han ejercido desde el arribo de los españoles a sus territorios ancestrales en el siglo XV, en un contexto de colonialismo europeo que los indígenas han calificado como “invasión” (Hernández 2004, 2006). A partir de entonces, algunos indígenas combinaron el ejercicio de la resistencia violenta con métodos de defensa noviolentos. En la historia reciente se han registrado experiencias indígenas de transición de la resistencia violenta a la noviolenta, por ejemplo, la de los pueblos indígenas del Cauca en Colombia (Hernández 2004, 2006). Este también ha sido el caso de los yaquis.

¿Qué llevó a los yaquis a transitar a una resistencia noviolenta? Un primer motivo fue la tranquilidad alcanzada al lograr que el gobierno de Lázaro Cárdenas les restituyera parte del territorio ancestral y reconociera su propiedad sobre el 50 % del río Yaqui. Este acontecimiento les llevó a considerar que, asegurado su espacio y su territorio, podrían proyectar otras formas de lucha. En 1937, el presidente Lázaro Cárdenas les ratificó la posesión de 485 235 hectáreas como territorio exclusivo y la propiedad sobre 100 000 hectáreas. No obstante, según diversas versiones, con “muchas mañas” les cedieron solamente 24 000. El 12 de junio de 1939, por decreto presidencial, se reconoció a los yaquis la mitad de las aguas del río. Igual que con la restitución de las tierras, este decreto no se hizo plenamente efectivo, dado que implicaría ampliar el distrito de riego en 15 000 hectáreas, demanda que esta tribu ha hecho desde entonces (Jesús Haro; Alejandro Aguilar; Tomás Rojo; autoridad yaqui, 2016, entrevistas).

Los que se salen de toda esta norma son los yaquis, por la lucha que hicieron y por las negociaciones que tuvieron con Cárdenas. Se dice en la historia antropológica, que discutían los yaquis con el gobierno yori. Decían: “Que se rinda el gobierno ante el pueblo yaqui, pero si quieren la seguimos, ustedes son los que están diciendo que quieren firmar o sea que ustedes son los que están pidiendo la paz” (Alejandro Aguilar, 2016, entrevista).

Los altos costos de la resistencia violenta incidieron en la decisión de cambiar a una resistencia pacífica. La tribu yaqui había perdido líderes históricos valiosos y un buen número de yaquis sufrió deportación, esclavización y los rigores de la represión del Estado. Su capacidad política, les llevo a comprender pragmáticamente la conveniencia de asumir formas de lucha noviolentas. Para entonces contaban con condiciones especiales como la existencia de líderes y comunidades más preparados para luchar en términos de diálogo y negociación con el gobierno. También incidieron otros factores: la confianza de este pueblo en su capacidad de resistencia, la experiencia de lucha y una estructura organizativa preparada para resistir (Tomás Rojo; autoridad yaqui, 2016, entrevistas).

Todavía tenemos armamento y una nación por la cual luchar, nuestros antepasados nos dejaron la soberanía y la autonomía […]. Sí hay armamento, pero no lo vamos a usar, no vamos a ponernos de tú a tú como lo hicieron nuestros antepasados, porque sabemos que con la tecnología que ellos tienen nos pueden exterminar en nuestro territorio. Además, acá tenemos licenciados, ingenieros y gente preparada para hablar con el gobierno (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Significados que otorgan los yaquis a la resistencia civil

Para los yaquis la resistencia civil es un mecanismo de lucha pacífica en defensa del territorio y del espacio sagrado que han heredado. En él están sus recursos hídricos y sus comunidades, la Sierra y las actividades económicas que les proveen la subsistencia (autoridad yaqui; Tomás Rojo, 2016, entrevistas). Optar por la resistencia noviolenta fue una decisión pragmática de los yaquis, tomada a partir de la conveniencia y oportunidad que en ese momento ofrecía esta forma de lucha. Para entonces consideraron que contaban con las condiciones necesarias para asumirla (autoridad yaqui; Tomás Rojo, 2016, entrevistas). Su propósito no fue persuadir al adversario de su equivocación y transformarlo, o resistir basados en principios religiosos o filosóficos. Los yaquis tienen claro por qué luchan, las fortalezas con las que cuentan, los métodos y estrategias que emplean al ejercer la resistencia. Así se refleja en las entrevistas realizadas a autoridades y líderes de este pueblo indígena: “Nosotros tenemos nuestra lucha, y nuestra bandera que es nuestra pequeña nación, entonces nosotros estamos luchando por lo que tenemos” (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

En su comprensión de la resistencia civil está muy presente el elemento de organización para la lucha, que se interpreta como planeación y preparación. Los yaquis reconocen como factores favorables a su resistencia noviolenta: la confianza en su capacidad de resistencia, probada a lo largo de su historia, y la consolidación alcanzada en su organización interna. Así se refleja en lo manifestado por autoridades y líderes de esta tribu:

La resistencia es la organización de la lucha, organizarse para luchar. No es establecer un modelo humano de impedimento. Es una forma organizada de luchar por nuestro pueblo, nosotros tenemos una organización estructural, y desde siempre ha luchado por la tierra y el agua (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

El orgullo es saber que al yaqui nunca lo han doblegado y hasta la fecha el gobierno no nos ha conquistado. Los proyectos que dicen darnos, nos toca por derecho porque somos mexicanos (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Luchar siempre contra el gobierno, a nosotros no nos da miedo porque de eso estamos hechos, nosotros podemos quedarnos en el camino, pero atrás de nosotros viene mucha gente que puede terminar con el gobierno y es gente preparada de nuestro pueblo (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Lo que queremos nosotros es vivir en paz en nuestro territorio, tener para nuestros nietos, para nuestros hijos, un bien, dejarles algo, dejarles un buen trabajo, dejarles un buen porvenir. Porque como está actualmente la situación, nos quieren quitar nuestro territorio a base de concesiones, invadiéndolo. Es lo que anhelamos nosotros: vivir en paz, que nos respeten como autoridad. Dicen ellos respetarnos, pero las leyes no las están cumpliendo. Nosotros somos originarios de aquí, nosotros tenemos siglos, y nosotros estamos asignados aquí, a quedarnos en nuestro territorio (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Resistencia noviolenta estratégica

Diversas razones permiten afirmar que la resistencia civil de los yaquis representa una experiencia de resistencia noviolenta estratégica. Así se evidencia en los motivos que los condujeron a una resistencia pacífica. Para ellos, las condiciones estaban dadas: con la negociación realizada con el gobierno de Cárdenas, habían logrado la restitución parcial de su territorio ancestral y el reconocimiento de su derecho de propiedad sobre el 50 % de su río. Asumieron entonces que su territorio, eje generador y dinamizador de su resistencia, estaba asegurado y que, a partir de ello, podrían iniciar otras luchas con métodos menos costosos como la resistencia noviolenta. Además, consideraron que habían alcanzado un significativo nivel organizativo y que estaban preparados para esas formas de lucha (autoridad yaqui; Tomás Rojo, 2016, entrevistas). Parece evidente que la opción por la resistencia noviolenta fue producto de un análisis de costo beneficio y en perspectiva de conveniencia y oportunidad.

Para los yaquis, la lucha noviolenta es una decisión con la que se han comprometido a pesar de conservar sus armas, las cuales no utilizan. También preservan organizada una guardia indígena, que es la más antigua de México. Ambos elementos representan una advertencia al gobierno de que ante un caso extremo de necesidad de defensa, son capaces de recurrir a la violencia para protegerse (autoridad yaqui; líder yaqui, 2016, entrevistas).

La lucha de nosotros es pacífica, pero siempre damos a conocer nuestras armas para que el gobierno sepa que nosotros tenemos el poder y la autoridad. Lo que queremos nosotros es vivir en paz en nuestro territorio, tener un territorio para dejarles a nuestros hijos, nietos y dejarles un buen porvenir (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

La importancia que los yaquis conceden a la preparación y planeación de la lucha también le otorga carácter de resistencia noviolenta estratégica a sus acciones. Otro factor importante para destacar es que acuden a la combinación de métodos de resistencia civil con métodos de resolución y transformación de conflictos como la negociación; evidenciando una postura abierta y estratégica, que busca lograr mayores alcances para su campaña de resistencia (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Actualmente, la resistencia es organizarnos para las luchas, porque ya tenemos la estructura interna y ahora vamos por la lucha externa. Esta corresponde a las alianzas con los demás pueblos, con la sociedad civil y con los distintos sectores, pero siempre bajo una alianza de respeto y de solidaridad, y esto nos ha llevado a aliarnos con estructuras que no eran consideradas como posibles, debido a la liberación económica, la apertura comercial de los países capitalistas y el esquema de la globalización económica. Nosotros tenemos un tipo de resistencia legal (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Si bien la opción por la resistencia noviolenta estratégica es fundamental, no es suficiente para el éxito de una campaña de esta naturaleza; es necesario contar, además, con condiciones especiales (Sharp 2005, 193). A ellas se hace referencia al finalizar este capítulo.

La campaña de resistencia civil de los yaquis contra el Acueducto Independencia

El reconocimiento del gobierno de Lázaro Cárdenas a los yaquis no logró la consolidación esperada, y la tranquilidad que se había alcanzado con los acuerdos comenzó a debilitarse. A lo largo de 70 años, el decreto que reconoce su derecho sobre parte del río Yaqui ha sido violado y el estado de Sonora construyó tres represas que afectaron el cauce de este río. Desde 2010, se inició la construcción del Acueducto Independencia, sin la consulta previa exigida. Esta megaobra pretende transvasar el agua de la cuenca del río Yaqui para llevarla a la del río Sonora, en Hermosillo, afectando el cauce bajo del Yaqui y la sobrevivencia de la tribu (Padilla 2007).

Durante los últimos 70 años no se ha cumplido ese decreto. En este tiempo, se construyeron tres represas, creció la población, se fomentó el crecimiento de la agricultura privada, creció Ciudad Obregón y hay una gran cantidad de usuarios. Esa agua se ha ido a satisfacer las demandas de todo este grupo de usuarios y al final han dejado a los yaquis. De hecho, yo creo que no les cumplen el 20 o 30 % de la cantidad de agua (José Moreno, 2016, entrevista).

Los megaproyectos representan el principal desafío de la resistencia civil de los yaquis. Constituyen nuevas formas de despojo del territorio y del río, que como se ha mencionado hace parte del mismo, colocando en riesgo la cultura y autonomía indígenas. Como destaca una autoridad yaqui de Vícam:

Actualmente, nos quieren quitar el territorio a base de concesiones y lo que anhelamos nosotros es vivir en paz y que nos respeten como autoridad. Nosotros somos originarios de aquí y estamos resueltos a quedarnos en nuestro territorio, ese es el más grande sueño que nosotros tenemos. Si se llegasen a cumplir esos derechos de la Constitución que por ley hemos ganado, ese sería un sueño anhelado y esperado. En la actualidad tenemos seis años y medio de estar luchando con el gobierno. Nosotros tenemos nuestro río y tenemos tres presas, la primera que se formó en 1940, pero antes nuestros antepasados habían firmado un decreto presidencial en donde el 50 % del agua era para el pueblo yaqui. Ese decreto todavía existe. Ellos pensaron que la presa solo iba a bajar el caudal del río, pero vieron que el río se iba a secar. Pasaron los años y pusieron otra presa, esa presa fue la que remató nuestro río porque ya no hubo corriente y después se formó entre las dos presas otra presa: El Novillo. Ahorita hay dos proyectos muy grandes: el Acueducto Independencia y la presa Los Pilares. Desde ese momento empezó la lucha y hubo demandas. En esos seis años que estuvo el gobernador Padrés, tuvimos amenazas a nuestros voceros y a la autoridad. Ese gobierno no respetó las leyes ni el estado de derecho. Ese es el más grande desafío (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Académicos e investigadores conocedores del conflicto consideran que esta obra hidráulica representa un nuevo despojo para la tribu yaqui (Moreno 2014). Destacan que, a pesar de los acuerdos con Cárdenas, se ha ido arrebatando el territorio ancestral a los indígenas mediante decretos gubernamentales de posteriores gobiernos. Esta situación se agrava con la falta de acceso a créditos para desarrollar actividades agrícolas en sus territorios, lo que los ha llevado a arrendarlos a los yori, o no indígenas.

Realmente es el nuevo despojo, porque ha habido otros despojos. Su territorio y parte de sus tierras les han sido quitadas a raíz de varios decretos y ha sido una vida muy difícil para ellos. Ahorita la mayor parte de sus tierras las rentan, porque los yaquis no son sujetos de crédito. En general ellos rentan tierras, rentan a un privado y hay veces que ellos se contratan como mano de obra. Esa es la situación actual. Durante mucho tiempo ellos han pedido que les den más asignación de agua para poder sembrar las tierras, y la institución federal ha dicho que no hay agua, y esa misma institución es la que aprobó el acueducto (José Moreno, 2016, entrevista).

Este acueducto ha sido promovido por el gobierno de Sonora y por empresarios locales, algunos de ellos muy influyentes y con poder político, como Mario Fabio Beltrones (José Moreno, 2016, entrevista). A su vez, ha contado con el apoyo del Estado federal, el cual argumentó que la obra era necesaria para suplir la insuficiencia de agua en Hermosillo. No obstante, según criterios técnicos, había otras soluciones menos costosas, utilizando agua de cuencas más cercanas o desalinizando agua del mar. Tampoco se debe obviar que detrás de dicha obra hay intereses partidistas (José Moreno, 2016, entrevista).

Esta es una obra apoyada por un político, Mario Fabio Beltrones, presidente del PRI, él fue promotor de la obra desde el PRI en alianza con el PAN. De hecho, lo dijeron abiertamente: somos aliados en esta obra. Supuestamente esto iba a resolver el problema del agua en Hermosillo, pero esa agua no es para satisfacer a las colonias sino para el crecimiento industrial, comercial e inmobiliario, porque ese volumen de agua solamente se explica para los próximos 15 o 20 años. Detrás del acueducto hay grandes intereses políticos y económicos que están asentados aquí en Hermosillo, esta agua viene a desarrollar inmobiliarios, a la zona industrial y el comercio, estos empresarios lo han manifestado abiertamente (José Moreno, 2016, entrevista).

Yo creo que la ciudad de Hermosillo y esta cuenca tenían otras opciones, pudieron haber tenido un uso más eficiente del que se está ejecutando, pero optaron por irse a 150 kilómetros, para hacer un proyecto muy costoso y con 75 millones de metros cúbicos de agua al año (José Moreno, 2016, entrevista).

Antecedentes de movilizaciones en contra de megaproyectos hidráulicos en México

El Acueducto Independencia, objetivo de la campaña de resistencia no violenta de los yaquis, no representa la primera obra hidráulica de esta naturaleza en México. Tampoco la primera que genera la movilización de las comunidades afectadas por dichas obras (Moreno 2014). A comienzos de la década del 70, se registró una movilización en Toluca por falta de agua en manantiales y pozos, como consecuencia de un acueducto construido para llevar agua a la Ciudad de México (Cirelli 1997). Luego, a mediados de los años 80, agricultores de la cuenca oriental se movilizaron en Puebla y lograron detener el proyecto de perforación de 54 pozos para transportar agua subterránea al Distrito Federal (González 2000). También, a mediados de los 90, agricultores de Tamaulipas se opusieron a la construcción de la represa El Cuchillo y su acueducto, que llevaría agua a Monterrey (Aguilar 1999).

Estudios recientes destacan el impacto negativo de estas megaobras. Señalan que no significaron un mejor uso del agua en las ciudades receptoras, ni disminuyeron el deterioro ambiental. Por el contrario, incrementaron la demanda urbana de agua, crearon conflictos sociales y afectaron tanto a las cuencas que suministran el agua como a las receptoras. La redistribución del agua en beneficio de las ciudades afecta áreas agrícolas, rurales e indígenas y genera conflictos al priorizar beneficios económicos sobre costos sociales y ambientales (Moreno 2014).

El Acueducto Independencia fue proyectado a mediados de la década de los 90 en el gobierno de Fabio Beltrones, aunque no logró concretarse por la crisis económica que atravesaba el país. Entre 1997 y 1998 se intentó aprobar esta obra, aunque sin resultado; el proyecto quedó archivado por diez años. No fue hasta el gobierno de Guillermo Padrés en 2009, cuando se inició la construcción, respaldada por los empresarios de Hermosillo. El pueblo yaqui no fue consultado (Moreno 2014, 35, 83).

Los métodos empleados por la campaña de resistencia civil yaqui

Los yaquis han empleado diversos métodos de resistencia noviolenta. Muchos de ellos pueden ubicarse dentro de la clasificación ofrecida por Sharp sobre los métodos de resistencia civil. En el siguiente aparte ofrezco una descripción de varios métodos utilizados por los yaquis que se relacionan con el trabajo del autor mencionado.

Métodos de persuasión y protesta

Forman parte de esta categoría las declaraciones formales, los discursos públicos, las declaraciones públicas y las peticiones de grupo; las comunicaciones mediante foros, símbolos, medios de comunicación y redes sociales; y las procesiones, marchas y caravanas. Las actividades de incidencia ante autoridades, personalidades u organismos internacionales representan métodos de este tipo. Entre estas prácticas de resistencia noviolenta se destacan:

La comunicación política. Los yaquis dan significativa importancia a este método. Acuden a los medios de comunicación y trabajan para lograr espacios dentro de los mismos. Sus intervenciones se han maximizado en momentos de represión o persecución del Estado. Por ejemplo, los medios han sido utilizados para anunciar y llamar la atención sobre la “Caravana nacional por la defensa del territorio, el agua, el trabajo y la vida”, realizada en 2015 (Jesús Haro, 2016, entrevista). Las comunicaciones remitidas a autoridades religiosas como el Papa, también destacan este método de lucha (José Moreno, 2016, entrevista).

Los foros en defensa por el agua. En 2010, los yaquis realizaron el primer foro por la defensa del agua, y lo repitieron en 2012. En estos eventos académicos buscaban visibilizar la problemática asociada a la construcción del Acueducto Independencia. A través de ellos, el pueblo yaqui sentó su postura con respecto al megaproyecto y estableció relaciones con organizaciones, personas de la academia y con líderes sociales (Lerma 2014).

La incidencia ante autoridades, personalidades y organismos internacionales. Se destaca al respecto una reunión en noviembre de 2017 con la relatora especial para derechos y asuntos indígenas de la ONU y con el relator de asuntos indígenas de la OEA (autoridad indígena; Jesús Haro, 2016, entrevistas).

Esta incidencia ha estado a cargo de líderes especiales que se desempeñan como gestores, interlocutores y luchadores. Los primeros son los que conducen a la gente de las comunidades a las instancias formales; los segundos posibilitan abrirse al mundo, tomar conciencia de los derechos del pueblo yaqui y de su exigibilidad; y los terceros, los luchadores, sientan las bases del diálogo y la negociación. Estos últimos son los catalizadores o dinamizadores de los procesos de cambio cuando surgen las tensiones (Tomás Rojo, 2016, entrevista). La Caravana nacional por la defensa del territorio, el agua, el trabajo y la vida. Fue un significativo método de protesta yaqui que reunió, en mayo de 2015, a más de 100 organizaciones, pueblos indígenas y movimientos sociales, que compartían una agenda común: su lucha por el agua y el territorio (Haro 2015). La Caravana no solo difundió la problemática asociada a la construcción del Acueducto Independencia, sino que facilitó el contacto con otros pueblos y comunidades también afectados por megaproyectos similares. Este encuentro cimentó la relación con distintos sectores de la sociedad civil, la academia y organizaciones no gubernamentales (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Aquí en Sonora, la unión hace la fuerza. Nosotros tuvimos una caravana nacional donde estuvieron nuestros hermanos, salimos de nuestro pueblo en Vícam y llegamos a Obregón. Salimos cinco caravanas para llegar a Xochimilco. En lo que visitamos cada etapa, nos enteramos que no éramos los únicos que estábamos luchando y que hay muchos indígenas que están resistiendo. Por ejemplo, en el pueblo de Cherán, donde nos reconocieron como hermanos mayores y uno se siente orgulloso de saber que saben de uno […], organizamos una unión con todos los indígenas y no indígenas; fue una organización amplia, el nombre de la caravana era “Territorio, agua, vida y trabajo” (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Gracias a la Caravana hicimos un convenio de organizarnos a nivel nacional. A nosotros los de Cócorit nos han invitado a reuniones a nivel nacional, en la última que asistimos se formó una organización llamada: “En defensa de nuestra madre tierra”. Esa organización ya se formó y contamos con bastantes personas que se están uniendo en todo el estado de Sonora. Esa es la organización donde está el futuro de México, el futuro de todos y es la voz que nosotros tenemos (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

Las marchas. Se destaca la marcha realizada en la ciudad de Obregón, en 2013, que alcanzó a congregar unas 30 000 personas. En esta marcha participó el presidente municipal de Cajeme, quien encabezó la custodia de la ciudad. Este acto consiste en cerrar las entradas de la ciudad por el norte y el sur. Así se inició la aplicación en serie de otro método: el bloqueo (Moreno 2014, 266).

La otra parte ha sido una lucha en los medios de comunicación dando a conocer su caso en la prensa, en conferencias, en caravanas, en bloqueos, marchas. Han mandado cartas al Papa y van a todos los foros indígenas posibles. Interpusieron dos demandas ante la Comisión de Derechos Humanos, demandas que ya establecieron varias medidas cautelares y tienen como tres resoluciones a su favor (José Moreno, 2016, entrevista).

Métodos de intervención noviolenta: los bloqueos

A partir de 2011, los yaquis bloquearon importantes vías de Sonora. El primer bloqueo se realizó en septiembre de 2011 y fue precedido por un comunicado que anunciaba una marcha en la carretera federal que partiría desde la escultura del indio Cajeme hasta encontrarse con yaquis procedentes de Vícam. La acción de protesta bloquearía los cuatro carriles de la carretera internacional. El objetivo era protestar contra el Acueducto Independencia. El Estado respondió con órdenes de captura, intentos de dividir a los ocho pueblos yaqui y represión a los oponentes mediante uso de la fuerza (Moreno 2014, 97-98).

Otro bloqueo significativo fue el realizado en junio de 2013 en Vícam, que se planteó con carácter permanente. Solo dejaron pasar ambulancias con enfermos, vehículos con residuos peligrosos y unidades que ofrecieron razones humanitarias. Habiendo transcurrido 14 horas del cierre, el impacto económico ya era evidente, y los sectores empresarial, maquilador, agroexportador, minero y transportista se vieron afectados. La acción trajo consigo intervenciones a favor y en contra de diputados, servidores públicos y del sector privado (Moreno 2014, 269-270).

Estos bloqueos visibilizaron el conflicto desatado por la construcción del Acueducto Independencia, evidenciaron la fortaleza de la campaña de resistencia yaqui, captaron simpatizantes y aliados, y produjeron costos económicos al adversario que le dieron contundencia a la resistencia. A pesar de estos logros, los bloqueos no pudieron suspender las obras de construcción del acueducto.

La combinación de métodos de resistencia civil con métodos del ámbito de resolución y transformación pacífica de conflictos

En procura de que sus demandas logren mayores alcances, los yaquis han combinado los métodos descritos con otros pertenecientes al ámbito de la resolución y transformación de conflictos. Apelaron a vías legales, dialogaron y negociaron con el gobierno, y se aliaron con otros sectores sociales (autoridad; líder yaqui, 2016, entrevistas).

Han desarrollado también métodos propios cuyos centros son la cultura y la identidad como factores de cohesión. A partir de estos métodos, se ha construido una red de gestores, interlocutores, luchadores que fortalece el ejercicio de resistencia noviolenta y su articulación con métodos de resolución y transformación pacífica de conflictos, como la mediación y la negociación (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Combinación con el diálogo y la negociación

Algunos investigadores han analizado la relación entre la resistencia noviolenta y la negociación. Al reconocer que esta resistencia tiene métodos propios y que la negociación hace parte del ámbito de resolución y transformación de conflictos, plantean la posibilidad y las ventajas que ofrece su articulación, especialmente en conflictos asimétricos (Finnegan y Hackley 2008; Dudouet 2012; Wanis-St. John y Rosen 2017). Dudouet (2012) considera que la resistencia civil cataliza la transformación de conflictos al obligar su resolución, empodera a quienes resisten y les permite participar e influir en un proceso de negociación efectiva. En sentido similar, Wanis-St. John y Rosen (2017) y Finnegan y Hackley (2008) afirman que la resistencia civil puede convertirse en una palanca para lograr una negociación.

En Colombia, algunas experiencias de resistencia civil, como los casos del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), han evidenciado que, muchas veces, esta práctica conduce al inicio de un ejercicio de mediación o negociación. De igual manera demostraron que, iniciada la negociación, la resistencia se convierte en un mecanismo de presión (Hernández 2004, 2006, 2012). En estos casos las resistencias noviolentas se ejercieron frente a violencias estructurales expresadas en términos de exclusión, y a violencias directas como conflictos armados. En el marco de estas acciones, las resistencias dieron inicio o acompañaron mediaciones o negociaciones efectivas con el Estado y con actores del conflicto armado (Hernández 2004, 2009, 2012).

Los yaquis reconocen que cuentan con capacidad para la resistencia noviolenta, pero también para la negociación política. De hecho, consideran que uno de sus más importantes logros, los reconocimientos en el gobierno de Lázaro Cárdenas, lo obtuvieron con la negociación (Tomás Rojo, 2016, entrevista). Académicos e investigadores también reconocen la capacidad de negociar por parte de este pueblo indígena. Al respecto se afirma: “Porque ha sido parte de la estrategia de la tribu yaqui, saber moverse en el terreno, negociar, dialogar y no enfrentarse directamente en algunos casos” (Alejandro Aguilar, 2016, entrevista). Otro ámbito en el que puede constatarse la capacidad de negociación es en los bloqueos ya que, en algunas oportunidades, se abrió la puerta a la negociación con el gobierno. No obstante, vale la pena señalar que, aunque estas negociaciones representaron un buen ejercicio, no alcanzaron avances significativos.

El que estemos organizados actualmente como estamos fue porque la tribu negoció, concertó con la Corona española, y si la tribu logró allanar el camino para el reconocimiento como pueblo fue por esa capacidad de negociación, por la fuerza política de la tribu. Si la tribu ya hizo convenio de concertación fue con los diferentes gobiernos estatales de 1992, también con el gobierno federal, es porque tiene esa capacidad, y no es pedir cosas a cambio de nada, no. La tribu tiene un territorio, genera recursos naturales, genera impuesto, tiene servidumbre de paso, pasa la carretera de cuatro carriles (que ya la vieron ustedes) pasa la vía del ferrocarril, pasa la fibra óptica, pasa al oleoducto y pasa un acueducto Yaqui-Guaymas, pasa el tendido eléctrico, el tendido eléctrico de alta tensión, entonces eso no es gratuito, tiene que haber algo a cambio (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Combinación con vías judiciales

Los yaquis han interpuesto acciones judiciales ante cortes y tribunales con competencia legal nacional e internacional. El resultado ha sido muy positivo, pues han obtenido fallos favorables. Tres de ellos fueron proferidos por la Corte Suprema de Justicia (Tomás Rojo; José Moreno, 2016, entrevistas). Estos pronunciamientos judiciales han dado la razón a los yaquis, señalando que la construcción del Acueducto Independencia carece de autorización de impacto ambiental. No obstante, hasta la fecha, han quedado solo como letra muerta, pues no se cumplen (José Moreno, 2016, entrevista).

Ellos siguieron cinco caminos, el primer camino fue la defensa legal y hay 11 resoluciones judiciales en la actualidad. De esas, seis o siete han sido a su favor, tres de ellas las emitió la Corte Suprema de Justicia, que es el órgano máximo, y ese órgano fue el que dijo que no hubo consulta previa informada y que hay que reponer el procedimiento. La tragedia es que la resolución de la Corte fue muy ambigua, porque a la vez que aprobó eso, aprueba que el acueducto puede seguir operando, entonces es ilógico consultar sobre un acueducto que está operando. […] La Corte dio dos resoluciones más que les dan la razón a los yaquis y como debe ocurrir en muchos países de América Latina, una cosa es lo que dicen las cortes y otra cosa es que se lleve a la práctica, entonces se ha ido violentado todo este derecho y ellos siguen su lucha (José Moreno, 2016, entrevista).

Combinación con alianzas estratégicas

Establecer alianzas estratégicas se ha convertido en un método valorado por los yaquis (autoridad; líder yaqui, 2016, entrevistas). Las relaciones con la academia, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, partidos políticos, pueblos indígenas y comunidades que también padecen el impacto de los megaproyectos hidráulicos han permitido que el pueblo yaqui avance en la difusión de su problemática y de la resistencia civil. Las alianzas posibilitaron apoyos en momentos clave y una construcción colectiva para lograr mayor incidencia (Tomás Rojo, 2016, entrevista)

Dentro de estas alianzas se destaca la que constituyeron con agricultores privados de la cuenca del río Yaqui, a quienes anteriormente consideraban sus adversarios (Moreno 2014, 64-65). En este acuerdo los yaquis desplegaron su capacidad política, intentando sacar provecho del perjuicio que para el sector agrícola también representa el Acueducto Independencia

Ellos tienen una habilidad para establecer alianzas. Tienen alianzas con sindicatos, universidades, con grupos de yaquis en Estados Unidos que ayudan con dinero. Pueden establecer una alianza con el PRI y con el PAN. Tienen una capacidad política muy grande, por ejemplo, organizaron dos caravanas a la Ciudad de México, una salió de la frontera norte y otra de la frontera sur. Esto fue lo que ayudó a que una resolución de la Corte fuera reconocida y ayudó a visibilizar [su caso] en términos nacionales (José Moreno, 2016, entrevista).

En el año 2010, el gobierno planeó traer el agua de la cuenca del río Yaqui al río Sonora [...], fui a la zona y encontré un rasgo característico, la alianza en defensa del agua es entre un grupo de agricultores privados, un grupo de ciudadanos de sectores productivos de un municipio y la tribu yaqui (José Moreno, 2016, entrevista).

Tenemos que organizarnos para la lucha externa, el vínculo hacia las luchas, las alianzas con los demás pueblos, las alianzas con la sociedad civil y la alianza con los distintos sectores de la sociedad mexicana, pero siempre con nuestra característica propia, distintiva y nuestra demanda propia también, para una alianza de respeto, de solidaridad, entonces es así, nos ha llevado hasta a aliarnos con estructuras que no eran consideradas como posibles aliados, como empresarios agrícolas, sociedad civil, clase media, pero eso siempre está dentro de la posibilidad (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Combinación con métodos propios

Los yaquis han combinado los métodos de resistencia civil con métodos propios. Ellos conocen bien los recursos que ofrece su cultura y tienen un gran sentido de pertenencia. Estos métodos han puesto a la identidad en el centro de su lucha, sin obviar la relación que tiene con las necesidades y aspiraciones de la tribu (Tomás Rojo, 2016, entrevista). De esta manera han podido mantener una experiencia de resistencia noviolenta cohesionada y dinámica.

Nuestra mayor fortaleza es nuestra identidad, nuestra organización estructural y principalmente los instrumentos legales, como el decreto presidencial, que nos reconoce una parte de nuestro territorio. Estamos en proceso también de formar recursos humanos para que, en un futuro, de unos 10 o 15 años, la tribu pueda ser autosuficiente en recursos humanos y para eso tenemos que generar las oportunidades, para que ese recurso humano pueda ocupar los espacios institucionales y para que pueda la tribu desarrollarse en plenitud y autonomía. El orgullo que tenemos más grande es ser yaqui. Es el yaqui que nunca lo han doblegado. A la llegada de los españoles no nos conquistaron, ellos nunca lo hicieron y hasta la fecha el gobierno no nos va a conquistar con esos proyectos que dicen dar, porque nos tocan por derecho esos beneficios, por ser mexicanos. Y también pues la fortaleza es que también hay jóvenes preparados, hay jóvenes licenciados […], es la fortaleza que tenemos, hay gente mayor también que están apoyadas en todo. Es la fortaleza (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Los yaquis han creado una estructura integrada por gestores, interlocutores y luchadores que cumple funciones precisas en términos de consolidación interna, fortalecimiento de la identidad y articulación con la negociación. En ese sentido, los gestores tienen cierto tipo de liderazgo, y son quienes conducen a la gente a las instancias del Estado para que puedan resolver alguna situación, prestar un servicio a la comunidad, gestionar un proyecto, etc. Los interlocutores se encargan de abrir puertas, canalizar potencialidades y propiciar procesos de aprendizaje que amplíen la visión del mundo, el conocimiento de los derechos y de mecanismos para hacerlos valer. Ellos y ellas sientan las bases del diálogo y la negociación. Los luchadores son quienes exigen lo que el Estado no ha cumplido (Tomás Rojo, 2016, entrevista).

Tabla 1.1. Resumen de métodos yaqui de resistencia noviolenta

Métodos de resistencia civilCombinación con métodos de transformación de conflictosMétodos propios
Métodos de persuasión: comunicación política, foros de defensa del agua, incidencia ante autoridades, personalidades y organismos internacionales.Combinación con negociación política.Mantener cohesionada la base social de su resistencia, colocando en el centro de laidentidad, las necesidades y lasaspiraciones de la tribu yaqui.
Métodos de protesta: Caravana nacional por la defensa del territorio, el agua, el trabajo y la vida (2015), marchas como la realizada en Obregón (2013), que convocó a 30 000 personas.Combinación con acciones legales ante instancias nacionales e internacionales.Prepararse para el ejercicio de la resistencia.
Métodos de intervención noviolenta: bloqueos, desde 2011, en Obregón y en Vícam.Combinación con establecimiento de alianzas estratégicas con la academia, ONG, sindicatos, partidos políticos, intelectuales, pueblos indígenas y comunidades que padecen la misma problemática asociada a los impactos de los megaproyectos.Contar con una estructura para el ejercicio de la resistencia y la articulación de métodos. Esta estructura la constituyen gestores, interlocutores y luchadores.

Condiciones de la resistencia noviolenta de los yaquis

Como señala Sharp (2005), no es suficiente optar por la resistencia no violenta para lograr una experiencia exitosa, ni tener una voluntad férrea para resistir. Es necesario contar con una serie de condiciones que den alcances al ejercicio de resistencia. Estas condiciones tienen mucho que ver con el asunto en conflicto, los ejes temáticos que están al centro de la lucha, la estructura social de los resistentes, la naturaleza de los oponentes, la elección de la estrategia principal, el mecanismo para promover el cambio, los métodos que se emplean y la habilidad, disciplina y tenacidad de quienes resisten (Sharp 2005, 196-197).

Las experiencias de resistencia civil afrontan una asimetría de poder debido a los actores que enfrenta (Sharp 2005; Dudouet 2012). Es evidente el desequilibrio de poder entre las minorías reprimidas, las mayorías despojadas, los que no tienen voz, y el poder de los Estados, los empresarios y los actores armados. En consideración de algunos analistas, lo que hace la resistencia civil es equilibrar las relaciones de poder, empoderando a los sectores que resisten (Dudouet 2012). ¿Cómo les da poder?, preparándolos para la acción colectiva eficaz, eligiendo los métodos más adecuados y aprovechando los recursos sociales, políticos, económicos, culturales y psicológicos con los que cuentan (Dudouet 2012; López 2016). Esto se constata cuando la resistencia civil otorga poder e influencia a quienes van a iniciar una negociación efectiva (Dudouet 2012).

Los yaquis afrontan un desafío de grandes proporciones al ejercer su resistencia noviolenta contra el Acueducto Independencia. Están enfrentando al poder del Estado y de la empresa privada, a los intereses políticos y económicos involucrados en este megaproyecto. De igual manera, se oponen a estructuras políticas, sociales y económicas que han excluido a las poblaciones indígenas a lo largo de la historia, todas ellas articuladas al flagelo de la corrupción. ¿Cuáles son las condiciones de su resistencia noviolenta para enfrentar la asimetría de poder y dar mayores alcances a su campaña en este contexto desigual?

En los años 30, México fue ejemplo internacional por sus políticas indigenistas [...]. En un juicio rápido y severo, todos los programas indigenistas de hoy en día, estatales y federales, están atentando contra las culturas indígenas [...]. Por ejemplo, en los últimos años, se ha apostado mucho a la transferencia de recursos, donde los presupuestos que están orientados al desarrollo de los pueblos indígenas se utilizan para fortalecer la carretera e infraestructura. Los distintos programas orientados a los pueblos indígenas, en realidad, no están llegando con respeto a sus formas tradicionales. El sistema político mexicano está gravemente herido de corrupción, no hay credibilidad en el sistema ni en los nuevos partidos de alternancia. Algunos de estos partidos no han desarrollado realmente una reflexión de cómo incorporar los derechos de los pueblos indígenas (Alejandro Aguilar, 2016, entrevista).

Los yaquis cuentan con condiciones especiales que favorecen el ejercicio de resistencia civil. Ellas tienen un carácter cultural, histórico, demográfico y organizativo. Están relacionadas con los métodos que han empleado para su ejercicio de resistencia. Individualmente, estas condiciones no alcanzan por sí solas a equilibrar las relaciones de poder. Es necesario analizarlas en su conjunto.

• Los rasgos culturales del yaqui mencionados en este capítulo: el alto concepto de sí mismos, arraigo cultural, sentido de pertenencia y el orgullo de ser yaqui.

• La comprensión en su cosmovisión, del espacio como “nido heredado” y del territorio como parte integral de su ser, incide en el ejercicio de resistencia noviolenta y lleva a los yaquis a luchar para protegerlos.

• Tener una población amplia, que oscila entre 25 000 y 45 000 personas.

• La trayectoria de resistencia: existe reconocimiento y confianza en este pueblo de que son capaces de resistir de forma noviolenta. Como testimonio, uno de los líderes manifestó:

Luchar siempre contra el gobierno, a nosotros no nos da miedo porque de eso estamos hechos, nosotros podemos quedarnos en el camino, pero atrás de nosotros viene mucha gente que puede terminar con el gobierno y es gente preparada de nuestro pueblo (autoridad yaqui, 2016, entrevista).

• Los importantes logros históricos: la restitución de parte del territorio ancestral y el reconocimiento de la propiedad sobre el 50 % del río Yaqui en la presidencia de Lázaro Cárdenas. Aunque este reconocimiento no se haya consolidado, el hecho es que existe y se ha convertido en fundamento del ejercicio de resistencia noviolenta. Además, le ha demostrado al yaqui que resistir tiene efectos ante el Estado.

• La transición a una resistencia noviolenta permitió continuar la lucha con menos costos para el pueblo y, posiblemente, ganar otros apoyos.

• La resistencia pragmática o estratégica evidencia la capacidad que tienen los yaquis para asumir decisiones a partir de balance de costos, beneficios y oportunidades.

• Los logros significativos de la campaña de resistencia noviolenta frente al Acueducto Independencia, representados en fallos favorables a su causa emitidos por la Corte Suprema de Justicia y otros tribunales. Aunque hasta el momento no se cumplan estos pronunciamientos judiciales, el hecho de que existan otorga poder a quienes resisten y fortalece el proceso.

• La combinación de métodos utilizada por los yaquis al ejercer resistencia noviolenta representa una decisión estratégica que puede darle mayores alcances a su campaña, tal como se registra con los buenos resultados de las acciones legales.

• La capacidad política para comunicar, establecer alianzas, dialogar y construir acuerdos.

• Contar con una estructura organizativa consolidada y probada en el transcurso del tiempo. No obstante, se advierte que esta estructura sería más fuerte con la unidad de los ocho pueblos.

• Contar, como ellos lo reconocen, con comunidades y líderes más educados y formados.

• Las alianzas estratégicas que han logrado establecer.

Conclusiones

• El estudio de la experiencia de resistencia noviolenta de los yaquis confirma hallazgos previos, relacionados con la necesidad de incorporar al análisis de estas resistencias, aspectos propios de estas tribus como sus culturas, historia, su trayectoria de resistencia, y elementos de la praxis de la resistencia civil. Esta precisión dotará de un enfoque integral a la observación de las resistencias civiles indígenas.

• El caso de los yaquis corrobora también aprendizajes anteriores sobre la capacidad de los pueblos indígenas de transitar de resistencia con recurso a la violencia a resistencias noviolentas.

• La experiencia estudiada evidencia un caso de resistencia noviolenta estratégica. La tribu yaqui escogió esta forma de lucha por razones de beneficio, conveniencia u oportunidad. A partir de condiciones específicas y no por principios religiosos, filosóficos o éticos, fue capaz de construir un escenario favorable a su ejercicio de resistencia. Consideraron los yaqui que hechos como la restitución de una parte del territorio ancestral y el reconocimiento de su derecho sobre 50 % del río Yaqui, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, les aseguraron el eje de su resistencia: un espacio o territorio que les pertenecía y que les permitía en adelante asumir una lucha con métodos menos costosos. Dentro del pueblo yaqui se calcularon los altos costos de la resistencia armada y viendo que ya contaban con comunidades y líderes preparados, le dieron paso a la resistencia noviolenta. También se considera que es una resistencia noviolenta estratégica, por la importancia que otorga esta tribu a la planeación y preparación de su resistencia.

• La experiencia yaqui utiliza métodos que encajan en la tipología ofrecida por Sharp (1973, 2005), que ellos combinan con otros métodos del ámbito de resolución y transformación pacífica de conflictos, y con métodos propios.

• Los yaquis cuentan con un conjunto de factores que les han permitido asumir y superar la asimetría del poder y dar mayores alcances a su resistencia, sin obviar los retos y desafíos que implican el megaproyecto del Acueducto Independencia.

• La campaña de resistencia civil de los yaquis confirma los alcances de los métodos noviolentos de lucha en términos de cambio, transformación de conflictos y construcción de paz.

• Esta experiencia enseña que no es suficiente con optar por la resistencia noviolenta para lograr el éxito de la misma, sino que es necesario contar con un conjunto de circunstancias que permitan superar la asimetría de poder y dar mayores alcances al ejercicio de resistencia.

• La resistencia civil de los yaquis ofrece elementos teóricos y prácticos que permiten comprender los problemas que los megaproyectos generan a los pueblos indígenas. Aporta también al análisis de los métodos y condiciones que tornan seria y fuerte esta resistencia, permitiendo dar una pelea noviolenta que ofrezca dificultad al adversario. Con su experiencia de resistencia noviolenta los yaquis anuncian que hay un camino a seguir, cuyo recorrido no es nada fácil.

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Resistencias noviolentas en América Latina

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