Читать книгу Si te olvidara, Sefarad - Esther Bendahan - Страница 10

1 SIMULTANEIDAD

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La Feria del Libro de Casablanca se sitúa en una explanada frente a la mezquita Hassan II cerca de la costa atlántica. Es bulliciosa y al llegar sorprenden cientos de niños entusiastas que entran y salen. Es el mes de febrero, hace una temperatura agradable y no mucha humedad. Me invitan a asistir una organización dependiente del rey de Marruecos CCME que establece relaciones con los marroquíes en el extranjero. Me invitan como escritora marroquí. La mesa consiste en un debate sobre escribir en otras lenguas. Propongo hablar de Sefarad, de la jaquetía, como un modo de hablar de España en Marruecos. La jaquetía, que es la lengua que hablaron mis antepasados en Tetuán. Un mestizaje entre el español del siglo XV, el árabe y el hebreo.

No es la primera vez que vengo a Marruecos, pero sí es reciente la vez que volví por primera vez tras el exilio familiar. Yo era una niña y quizá por eso quedó algo profundo, la ausencia marcada convirtiéndose en relato, indagación, literatura.

La sala donde se va a desarrollar la mesa redonda con otros escritores tiene dos plantas y está situado en el blanco pabellón central. Frente a él, algo más modesto, está el pabellón español; tiene también importancia porque este año España es el país invitado. La directora del Cervantes, María Jesús García González, y Olvido Valdés, entonces Directora General del libro, poeta que me encontré en un momento anterior de mi vida y quien me dio claves muy valiosas, están ocupadas atendiendo a varios periodistas. Hay entre ambos pabellones un vacío, un estrecho pasillo entre uno y otro. El pasado año fui invitada por España, este por Marruecos, y es en ese pasillo tan estrecho, como el que separa ambos continentes, donde me detengo por un instante y pienso que es allí donde debo comenzar este texto.

Mi editora y escritora Phil Camino es la traductora del libro de Pierre Assouline Retorno a Sefarad. De algún modo, por esos hechos que se producen a través de una llamada invisible estoy ligada a él y a ella. El nació en Casablanca, yo en Tetuán. Nos une ese sentimiento de arraigo a España, que en su caso es aún más sorprendente porque vive en Francia. Entre esos dos lugares de debate me pregunto entonces si existe ese sentimiento en mí, si es o no una ficción. ¿La identidad es algo más que un deseo, una propuesta? Así que, si ha llegado de repente este libro por escribir, que inicio a mi vuelta a partir de las notas que tomé en ese día, es quizá porque estaba pendiente desde el mismo día que llegué a Madrid, cuando comencé a hablar en un idioma que no era el mismo, pero casi. No del todo. Y en ese no del todo estaba el secreto.

Todo lo igual era muy diferente entonces y la toma de conciencia fue marcando nuestro tiempo.

Vulnerables, exiliados, privilegiados por heredar esa fluidez que nos permitía seguir y sobrevivir.

La inauguración era una de las primeras emociones que todos nosotros reconocíamos. Sentíamos que inaugurábamos un nuevo tiempo, amigos, familias que iban a Canadá, Venezuela, España. Como si fuéramos exploradores en nuevos mundos desconocidos, éramos los primeros que volvíamos, llegábamos, en realidad nos íbamos. A pesar de no creer que fuera definitivo, sabíamos que probablemente lo sería. Nos agarramos entonces a una conciencia del pasado protectora, necesaria para encontrar sentido, como si fuéramos los únicos.

El pabellón de España, al contrario que el de la CCME que tiene puertas de cristal, es cerrado. Así que cuando me dispongo a escuchar la conferencia, que tiene lugar al terminar la mía, me encuentro las puertas cerradas y no sé si ha comenzado o terminado, por lo que desisto y vuelvo a cruzar al otro lado. Me pregunto si tiene algún significado ese estar y no. ¿Cómo explicar estas pertenencias abiertas que en lugar de ser una son múltiples? Y ¿no es ese sentimiento de desarraigo en realidad un privilegio?

Si te olvidara, Sefarad

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