Читать книгу Los veinte días del Paraíso - Eugenio Gómez Dzwinka - Страница 7

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De pequeño yo tenía un marcado sentimiento armamentista: tanques de lata, de cromo y níquel y unos graciosos reservistas de plomo, a mano pintados, con morriones colorados, que eran toda una delicia para mi mente infantil.

Yo me creía, como creía en el honor del paso del batallón dentro de mi habitación.

Era todo un general, dirigiendo la batalla y el humo de la metralla acunaba mi pasión por los gloriosos soldados que, sable en mano, avanzaban sobre aquel cruel invasor que atacaba mi nación...

Víctor Heredia, “Aquellos soldaditos de plomo”

Los veinte días del Paraíso

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