Читать книгу El poder curativo de la naturaleza - Eva M. Selhub - Страница 7
ОглавлениеIntroducción
La relación de la humanidad con la naturaleza —una experiencia fascinante basada tanto en el temor como en la atracción— se ha desarrollado a lo largo de más de dos millones de años. En el transcurso de su evolución, nuestros antepasados lograron entender el paisaje natural, y consiguieron optimizar su capacidad para afianzar los factores que preservaban la vida y minimizar los que suponían una amenaza. Su respeto hacia la naturaleza se apoyaba en un equilibrio entre la evidencia de que podía morder, picar, envenenar, mutilar y matar, y el reconocimiento y el temor reverencial ante lo que era capaz de ofrecerles para preservar la salud mental y corporal.
A lo largo de los siglos, y en todas las culturas, los filósofos, poetas, escritores y partidarios de la vida al aire libre han ensalzado el poder rejuvenecedor y estimulante de la naturaleza. Pero, ¿qué han dicho los científicos? ¿Hasta qué punto esta relación milenaria con el medio natural ha quedado impresa en nuestras neuronas, y en qué medida la inmersión en la naturaleza produce efectos beneficiosos o perjudiciales para el individuo?
Ha sido precisamente ahora, en una era dominada por la ciencia y la tecnología, cuando los científicos han empezado a prestar atención a las cuestiones relacionadas con los aspectos médicos de la naturaleza. Lo que empezó en los años setenta del siglo pasado como un goteo de ensayos científicos, ha desembocado en un formidable corpus de investigación, y es curioso que en los últimos tres años se hayan publicado los hallazgos más asombrosos. Los investigadores científicos están examinando el papel que desempeña la naturaleza en la salud mental en un momento en que los seres humanos nos hallamos más distanciados que nunca del medio natural, y en un contexto medioambiental cada vez más dominado por la máquina. Hace mucho tiempo que los seres humanos hemos demostrado una gran capacidad para usar la tecnología con el objetivo de conquistar, controlar y adaptarnos al entorno natural. Nuestros primeros antepasados usaban el fuego y fabricaban herramientas para tallar y cazar, confeccionaban su propia ropa y excavaban sus cuevas. Desde entonces la tecnología y el dominio del hombre sobre el medio natural han avanzado a un ritmo sorprendente. Hace un siglo, los escritores se referían con preocupación a la intrusión de la tecnología en la cotidianeidad, y recurrían a la imagen de una máquina en el jardín, una máquina que era capaz de cambiar radicalmente nuestro entorno natural. Hoy en día, la máquina no solo se ha apoderado del jardín sino que existe el temor legítimo de que vaya a ser la causa de su destrucción.
Esta cuestión debería ser motivo de gran preocupación: los entornos naturales son sumamente beneficiosos para la salud. Con los avances de la neurociencia, a un ritmo vertiginoso, los investigadores han descubierto aspectos funcionales de la intrincada anatomía y fisiología del cerebro humano, lo que permite obtener una imagen mucho más clara de los factores medioambientales que influyen en la salud mental y cognitiva. Hasta el momento, los resultados indican que hemos subestimado por completo la manera en que el cerebro humano recibe la influencia del entorno físico y, en particular, del agua, la vegetación y los animales. (Y a eso nos referimos cuando hablamos de la naturaleza: el entorno no edificado y no sintético: vistas, sonidos, aromas, ríos, océanos, plantas, animales y luz en una forma lo más cercana posible a aquella de la que evolucionaron.)
Sin duda, la tecnología ha contribuido a la evolución y diseminación global de nuestra especie, y, como tal, no ha recibido críticas significativas ni ha sido el blanco de ataques públicos. Pero, actualmente, el fácil acceso y la exposición prolongada a todo tipo de artilugios nos ha distanciado de la naturaleza, y lo que hemos perdido en el camino podría ser mucho más perjudicial que lo que hemos ganado. Es preciso diferenciar los dispositivos de uso personal — televisión, teléfonos inteligentes, tabletas y PC— de una larga lista de tecnología mucho más útil, desde los equipos médicos que salvan vidas hasta los frigoríficos que conservan nuestros alimentos. Aunque no somos contrarios a la tecnología (ni luditas), y entendemos que esta ha incrementado de forma inconmensurable la seguridad y la comodidad de la vida contemporánea, somos muy críticos con el tiempo que pasamos frente a cualquier tipo de pantalla. La falta de contacto con la naturaleza está promovida, al menos en parte, por la atracción que sentimos hacia el infoentretenimiento que nos ofrecen las pantallas comerciales: la atracción por la pantalla y los videojuegos, la llamada videofilia, es enorme.
El distanciamiento de la naturaleza, en especial en los primeros años de la vida, parece que elimina una capa de protección contra el estrés psicológico y la oportunidad de regeneración cognitiva. Una investigación realizada en Japón sugiere, asimismo, que la falta de contacto con el medio natural puede tener efectos decisivos en el sistema inmunitario. A grandes rasgos, nuestro alejamiento de la naturaleza se asocia a una menor empatía y atracción hacia el entorno natural, así como a un menor interés por las iniciativas medioambientales y ecológicas. La sostenibilidad del planeta no depende solo de reciclar y ser buenos ciudadanos, sino de mantener, en última instancia, nuestra íntima relación con la naturaleza. Los estudios científicos demuestran que para ser verdaderamente ecologistas debemos establecer un contacto significativo con la naturaleza.
Este libro ofrece a los lectores la oportunidad de entender el impacto de la naturaleza en las personas y en la sociedad, y propone fórmulas para reincorporar la naturaleza a nuestras vidas. Presentamos investigaciones que demuestran que la exposición al medio natural se asocia a un descenso de la presión arterial y a un menor nivel de cortisol — hormona del estrés—, y de otros marcadores objetivos de estrés. Y que el contacto con la naturaleza también es responsable de un aumento de la actividad en la rama del sistema nervioso que permite mantener un estado corporal de descanso o relajación tras un esfuerzo (el sistema nervioso parasimpático).
Presentamos varias maneras para ayudar al lector o a la lectora a reconectar con la naturaleza:
•Practicar shinrin-yoku (una técnica japonesa cuyo nombre significa literalmente «baño de bosque» y que consiste en pasear por el bosque con todos los sentidos alerta). En los últimos años se han publicado numerosos estudios científicos sobre el shinrin-yoku, que demuestran que incluso los bosques urbanos provocan el efecto de un tónico mental.
•Tener plantas en el lugar de trabajo para mejorar la atención.
•Usar aceites esenciales derivados de la naturaleza, que ayudan a mantenerse alerta o a tomar un descanso reparador.
•Practicar ejercicio al aire libre, que ha demostrado ser muy beneficioso para el cuerpo y la mente.
•Tener un animal doméstico (en especial un perro o gato). La asociación entre hacerse cargo de un animal de compañía y la salud física y mental es evidente, ya que puede disminuir los niveles de hormona del estrés y mejorar otros indicadores fisiológicos relacionados.
•Volver a conectar la mente con la tierra practicando la jardinería y yendo de excursión a lugares remotos. Las terapias de horticultura y en zonas vírgenes son intervenciones efectivas para los problemas de salud mental.
•Seguir una dieta mediterránea y con productos integrales le permitirá consumir los mismos alimentos que los seres humanos han consumido a lo largo de su evolución.
Por último, examinamos tanto las raíces históricas como las actuales oportunidades para el cambio que ofrecen la ecopsicología y la ecopsiquiatría. Los profesionales de la salud que trabajan bajo la denominación general de «ecoterapia» están formando a otros facultativos, al público y a líderes influyentes sobre la importancia de la interacción con la naturaleza para la salud personal y universal. Estamos convencidos de que los ecoterapeutas serán una fuerza impulsora del cambio global.
Este libro no es un manual de psicología popular al uso, y en algunas ocasiones el análisis es algo profundo. (Hemos examinado miles de fuentes, tanto históricas como contemporáneas, y nuestra detallada lista de referencias bibliográficas puede consultarse en línea en www.yourbrainonnature.com.) Aunque nuestra intención es que el texto sea lo más sencillo y legible posible, es necesario dotar de cierta profundidad a nuestras discusiones, para poder demostrar que apagar las máquinas y salir al aire libre tendrá repercusiones a largo plazo para los seres humanos y para la supervivencia del planeta en general. Nuestro exhaustivo análisis con perspectiva histórica permite entender los mecanismos por los que el contacto con la naturaleza repercute en la salud personal, comunitaria y global.
La colaboración entre un médico con una formación convencional y un naturópata es poco frecuente; es de esperar que nuestra distinta procedencia y formación ofrezcan una perspectiva única e inclusiva. La atención que los médicos han dedicado a estos aspectos es excepcional, pero la aplicación del poder terapéutico de la naturaleza (vis medicatrix naturae, en latín) debería ser aceptada por todos los profesionales de la salud, tanto por los convencionales como por los que practican una medicina alternativa. A medida que las ciudades se expanden en todo el mundo, aumenta la importancia de los espacios verdes para la salud de las personas. Esperemos que este libro sirva de modelo para un debate y para tomar decisiones en un momento de gran auge de los aparatos electrónicos. Pese al inevitable crecimiento de los centros urbanos, somos optimistas ante el futuro, un futuro brillante que implicará más vegetación y más espacios verdes.
¡A su salud!
Eva M. Selhub
Alan C. Logan