Читать книгу Más allá de la pareja - Eve Rickert - Страница 30
Cuando es complicado actuar de forma ética
ОглавлениеAceptar el poliamor te puede exponer a mucha más incertidumbre y más cambios de los que experimentan quienes tienen relaciones monógamas. Cada nueva relación es un cambio radical en potencia. (Ver capítulo 14, a partir de la página 365.) Cada nueva relación puede cambiarte la vida. Y eso es bueno, ¿verdad? Piensa en tus mejores relaciones. ¿Puedes pensar en cualquier relación realmente buena que no cambiase tu vida de una manera importante? La primera vez que tuviste una relación a largo plazo, ¿cambiaron cosas en tu vida? La primera vez que te enamoraste y esa persona también se enamoró de ti, ¿te cambió la vida? Cada persona con la que te relacionas tiene probabilidades de cambiar tu vida, sea mucho o poco. Si no fuese así, bueno ¿para qué hacerlo? Lo mismo le sucede a tus relaciones y a las nuevas personas con las que se relacionan. Y cuando cambia su vida, también cambia la tuya.
El cambio le da miedo a mucha gente, y prepararse para las relaciones poliamorosas en muchos sentidos consiste en valorar y mejorar nuestra capacidad de manejar los cambios. Incluso solo pensar sobre ello, respirar profundamente y decir: «Sí, sé que mi vida está a punto de cambiar», ya es un gran paso para prepararte a vivir poliamorosamente.
En algunos casos, para alguna gente, las circunstancias pueden hacer el cambio más duro de lo normal. Por ejemplo, si ya has sufrido algún otro cambio importante –un trabajo nuevo, o una mudanza, o haberte casado o divorciado, o un nuevo bebé–, los cambios adicionales te pueden provocar mucho más estrés de lo que lo harían normalmente. En esas situaciones es común que la gente mire al poliamor y a la manera en que podría cambiar sus vidas, e intentan limitar la cantidad de cambios que pueden suceder. En nuestra experiencia, esta táctica no funciona demasiado bien y alberga la posibilidad de provocar consecuencias negativas, como veremos en los capítulos 10 y 11.
Un caso muy común son las relaciones que tienen bebés. Un ejemplo que conocemos personalmente es el de una pareja con dos bebés muy pequeños, uno de muy pocos meses. La madre sufría un intenso estrés, como sucede a menudo en situaciones similares, y era emocionalmente voluble. Por esa razón, la pareja tenía un montón de límites para controlar las relaciones que tenía cada cual. Esas restricciones estaban causando mucho sufrimiento a la novia del padre, que estaba profundamente enamorada de él, pero se encontró con que la relación con él no podía desarrollarse, al mismo tiempo que se veía obligada a prestar servicios a la pareja, como ser su niñera, si quería seguir en contacto con él.
En situaciones así es fácil recurrir a ideas como «poner a las criaturas primero». Claramente, padres y madres necesitan ser capaces de vivir sus vidas de una manera que les permita cuidar de las necesidades de sus criaturas y darles un hogar amoroso y estable (hablaremos sobre esto más adelante). Pero demasiado a menudo, esa necesidad se usa como un escudo multifuncional para impedir cualquier análisis sobre cómo la conducta de la pareja está afectando a otras relaciones. Todo lo que parezca una crítica puede ser calificado como un ataque al derecho de la pareja a cuidar de sus criaturas.
No te equivoques, las criaturas cambian cosas. No eligieron venir a este mundo, ni eligieron a las personas que cuidan de ellas o toman decisiones por ellas. Solo poco a poco y con sufrimiento, durante muchos años, las criaturas son criadas para llegar a tener independencia y capacidad personal: la habilidad para planificar, para aprender y tomar decisiones racionales, para desarrollar su propia opinión y su responsabilidad personal, para dar o negar su consentimiento.
Cuando llegan criaturas a un hogar, por primera vez hay personas auténticamente inmaduras en la casa, haciendo demandas infantiles y egoístas que tienen legitimidad moral real y que hay que gestionar. Puedes elegir cómo te enfrentas a estas cuestiones, pero no puedes ignorarlas. Las criaturas añaden una nueva dinámica categóricamente diferente a la situación, y, especialmente cuando son muy jóvenes, restan tiempo y atención de manera considerable a los asuntos de adultos. Pero aun así eso no significa que puedas usar sus necesidades como chantaje emocional o como excusa para las conductas poco éticas de las personas adultas con las que se relacionan.
Tener ética significa tenerla con todo el mundo, relaciones y criaturas. Las criaturas no son un comodín en cuestiones éticas: es posible ser un padre o madre responsable y tener ética en tus relaciones. Hablaremos de los enfoques éticos del poliamor cuando hay criaturas, con historias reales de crianzas poliamorosas, en los capítulos 13, 15, 17 y 24.
Recuerda que no siempre será un buen momento en tu vida para añadir nuevas relaciones. Si tienes hijos/as y no puedes soportar la idea de tu pareja teniendo otras parejas sin, digamos, instaurar una jerarquía, podrías esperar hasta que tus criaturas sean algo mayores antes de comenzar una nueva relación. Si tú (o con quien tienes una relación) estáis luchando con la ansiedad, inseguridad, depresión u otros problemas que te dejan (o le dejan) llorando bajo las sábanas cuando estás con otra persona, podrías ir a terapia y aprender algunas estrategias de resolución de conflictos, o evitar totalmente el poliamor, en lugar de incluir a una nueva persona en tu vida para rodearla, metafóricamente, de vallas con alambre de espino para que no se acerque demasiado. Si estás manejando un engaño reciente, podría ser mejor que trabajases con tus relaciones actuales cómo aumentar la confianza mutua antes de poner a prueba esa confianza con una nueva persona.
Si una determinada decisión en la relación, como aplicar el derecho a veto a una de las relaciones (ver capítulo 12) es inmoral, no te excuses diciendo «pero es que debo hacerlo porque…». Intenta reenfocar la situación. En lugar de buscar relaciones que te permitan tratarlas de manera poco ética, poner en compromiso su autonomía o mantenerlas a distancia, pregúntate si en tu situación debes buscar nuevas relaciones. Dicho de otra manera: no es ético herir a una persona para proteger a otra. Es mejor autoexaminarte, fijarte en tus relaciones y preguntarte qué necesitas hacer, individual y colectivamente, para poder tener relaciones en las que trates bien a todo el mundo.