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Razas diferentes
ОглавлениеEl mundo en el cual nos sumergimos no solo está habitado por los humanos, lo está también por otras especies con capacidad de raciocinio como los freezzies, los anders, los vulcanos y los vampiros. Cada cual con sus propias costumbres, su forma de ser, su organización social. Algunos son seres pacíficos, otros son guerreristas, en el caso de los vampiros se alimentan de la sangre y por tal son enemigos de los demás. Pero para tener una idea más exacta de cómo es cada una de estas especies, se narrarán por separado a continuación.
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Los freezzies son parecidos a los humanos en cuanto a su estatura y órganos que componen su cuerpo, sus diferencias fundamentales en lo físico recaen en la forma de estos órganos, son algo más pálidos, es decir, ni blanco ni grises, solo pálidos, las características más singulares presentes en los mismos son la estrechez de su cabeza, una frente un poco pequeña, el pelo que les cae es amarillo por lo general aunque se pueden encontrar algunas excepciones con pelo negro, albino, blanco, siempre siendo del tipo lacio. Sus dientes son blancos, pues son inmunes a las caries y se cuidan muy bien estos para que no se les pongan amarillos con el sarro dejado por los alimentos. Los oídos de estos seres son curiosos, pues poseen dos a ambos lados de la cabeza, pero son pequeños, como si fueran cada uno el borde de un botón de rosa, solo que el medio es un hueco donde permite al sistema escuchar, pero lejos de ser indecoroso o poco vistoso, esta parte del cuerpo freezzies le da aún más belleza.
Sus ojos por lo general son de colores vivos, verdes o azules, y siempre del mismo color aunque también tienen sus excepciones. Las freezzies suelen ser un poco más bajas que los machos de la especie, pero ambos son tan grandes como los más grandes humanos—que no padezcan de gigantismo—. Por lo demás poseen las mismas características físicas que la raza humanoide. Sus piernas son largas, lo que les permite correr unas tres veces más que nuestros similares, y estas características físicas les permiten tener determinadas habilidades con las piernas y los brazos, llegar a un lugar equis más rápido o lanzar más flechas en menos tiempo que cualquier otro ser.
En cuanto a su espiritualidad se puede decir que son inmortales, no mueren por enfermedades ni por el tiempo, aunque sí por accidentes o por ataques y agresiones. Los freezzies no son agresivos aunque cuando ven en peligro a los suyos son capaces de hacer hasta lo inimaginable. Su inteligencia les ha dado determinados dones, que los ha puesto varios escalones por delante de las demás especies, son muy buenos en la medicina, practican cirugías, utilizan las inyecciones para curar determinadas enfermedades, y han creado medicamentos para combatir el dolor, la mala digestión, y otros padecimientos. Disfrutan de un nivel de desarrollo tan por encima de las demás civilizaciones que tienen hasta un curatorio—que es lo más parecido a un hospital moderno— y un Centro de Investigaciones y Descubrimiento, que es donde se concentran en investigar a la biología, la física, la química y las matemáticas. Los freezzies además del talento y la inteligencia que muestran son galanes, visten por lo general de un color entero como el rojo o el azul, con trajes similares a los de los monjes, son vestidos fabricados por ellos mismos con la mejor seda o lana de la tierra. Los hombres y las mujeres de su especie usan los mismos atuendos, aunque a las mujeres en la mayoría de las ocasiones les gusta usar mantas para cubrir sus hombros, su cara, o simplemente para hacer con ella lo que les venga en gana. Un ejemplar freezzies siempre es bien identificado por su higiene personal, su forma de vestir, su modulación al hablar, su fina forma de sonreír, es la cultura más dedicada a los detalles de las que se conocen en la tierra hasta el momento de esta narración.
La civilización freezzies es bastante milenaria y con el tiempo ha ganado grandes experiencias y conocimientos, fue la primera en construir un asentamiento, luego lo hicieron ciudad—que se llamó Frennia—, y posteriormente al ver que otras especies resultaban ser egoístas y que entre sus fines estaba la guerra y la destrucción de los desprotegidos construyeron grandes muros, que para ser los primeros en construirse mostraban un excelente avance, aunque después serían superados por otra ciudadela, pero que fue su ciencia quien la construyó también. Una vez que estaban en el interior de esa ciudad amurallada que crecía cada vez más se dieron cuenta que pronto no cabrían entre los muros si continuaban así—eran buenos matemáticos— y que en miles de años no cabrían siquiera en el mundo, así que por decisión de los principales líderes la reproducción sería controlada a partir de ese momento y sería el líder de la ciudad reino Al Prince, quien tendría la facultad para decidir qué familia podía reproducirse. Para evitar embarazos no deseados en las parejas la ciencia freezzies creó una pastilla anticonceptiva, y creó además una fibra física que se colocaba en el pene del varón para que este no eyaculara en la vagina de la mujer, hecho con resinas, pero no se haría esto por la promiscuidad, porque únicamente las pareja hacían el amor, y no existía en su mundo la traición aunque sí el placer. Esto se hizo para poder controlar ese crecimiento al máximo y cada cual podía escoger el método a seguir.
A esta inteligente especie no solo se le deben atribuir determinadas virtudes de la evolución, sino muchas más de las imaginadas, porque además crearon para el intercambio de mercancías un mejor mecanismo que el empleado en otros reinos en los primeros tiempos, la moneda de oro, inicialmente solo la utilizaron entre sus propios coterráneos, pero luego se extendieron sus relaciones más allá de los muros, y comenzaron a relacionarse con los anders e incluso llegaron a tener relaciones con los humanos, aunque no lo suficientemente fuertes. No existía en ellos el rencor pero sí en la sociedad humana que no estaba dispuesta a perdonar que en los primeros tiempos los freezzies expresaran ser demasiado pacifistas hasta el punto de no querer enfrentar a los vulcanos en la guerra contra la humanidad, esto creó mucho distanciamiento, pero luego este se iría estrechando hasta quedar completamente anulado. Por lo que no solo era posible encontrar un freezzies en su propia ciudad, sino fuera de esta caminando por el mundo o por los demás reinos para negociar en algún sentido.
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Sobre los anders podemos decir que los mismos son mortales, su esperanza de vida es de unos tres siglos. Él físico de estos no equidista tanto de los humanos porque poseen una cabeza, dos extremidades superiores y dos inferiores, y cada uno de los órganos están en la misma proporción, pero estos son un poco más bajos que el promedio humano, aunque también los hay altos; son peludos, fundamentalmente en el pecho, los brazos y las piernas, aunque la cara la poseen lisa, tanto en sus hombres como en sus mujeres se observa rudeza. Sus brazos son fuertes, al igual que sus piernas, no son muy rápidos pero sí tienen agilidad sobre todo a la hora de pelear de frente a frente contra cualquier rival. Sobre el cráneo también poseen pelo, y este por lo general es de color negro, algo que lo diferencia del bello en el resto del cuerpo que siempre va a tener ese color y no van a existir excepciones. Esta especie vive en el reino de Boswat, donde poseen una ciudad con el mismo nombre, la que está amurallada, y una ciudad más pequeña—que es la de Cauto Cero—, la que posee las murallas más altas del mundo, aunque su inteligencia no es muy grande, se apoyaron en la ayuda intelectual de los freezzies para construir sus fortificaciones mientras utilizaban su fuerza bruta. La sociedad anders es gobernada por un rey que no es nacido como tal, sino nombrado por el Consejo de los Ancianos de la ciudad, quien puede destituirlo en caso que este no cumpla con los requisitos fundamentales para tal cargo, que es lograr que su economía avance, y con ello mantener contenta a la población. En los momentos de esta narración el rey de los anders se nombra Sandiers, un militar de profesión y hombre muy inteligente, quien lleva más de una década en el cargo que le han asignado y cumple a cabalidad. Según las leyes de su reino este soberano puede dirigir unipersonalmente a todos los anders, y lo único que no puede hacer es ordenar que se le quite la vida a algún coterráneo. Los anders que cometen delitos tienen que comparecer ante un juez, que es seleccionado del Consejo de Ancianos, y este determinará la medida que debe tomar, no existiendo nada escrito, guiándose solo por el pasado, en el caso de los hechos más repugnantes, como el asesinato, o la violación deben comparecer en el diván ante el propio rey, o ante algún caballero, quien determinará la sanción, pero de ser la muerte que se ejecuta mediante la horca, el Consejo debe aprobarla, de no aprobarla pasará el resto de sus días en la cárcel. Esta raza es la más avanzada en cuanto a derecho se refiere, pero al igual que los freezzies, sus relaciones con los humanos son limitadas, aunque con los inmortales de Frennia son muy buenas, pues realizan mucho intercambio, en el campo médico, científico, jurídico y económico.
Sobre la ciudad de Boswat se puede decir que esta es amurallada, y que posee dos entradas, una hacia el norte y otra hacia el sur, cerca a la entrada del norte se encuentra el Palacio del Rey, y próximo a este el Palacio de los Ancianos, el resto de la población vive en casas de madera o piedra que no supera los sesenta metros de ancho o largo, y que no poseen más de diez metros de altura. Dentro de la ciudad se ubican tanto los campesinos como los obreros artesanales, los burgueses y los comerciantes. Aunque los campesinos viven en el interior de los muros una parte de sus cultivos se encuentra fuera de estos, sin guardias nocturnos, pero en estas horas no hay que preocuparse porque quien ande por fuera se debe a que se alimenta de sangre o carne y no de vegetales. Por supuesto, como en toda sociedad hay quien tiene más y hay quien tiene menos, los que tienen más viven en casas de piedra y se protegen de las lluvias torrenciales de una mejor forma, los que tienen menos viven en casas menos espaciosas de maderas de diferentes tipos, que por lo general poseen el techo de guano y o de otros vegetales secos.
En el caso de la ciudad de Cauto Cero, o ciudadela, se puede decir que la misma está en el extremo más occidental de la tierra conocida, posee su única entrada por el este, está bien amurallada, sus muros son los más altos que existen, con una altura superior a los cincuenta metros, en el interior poseen un castillo bien fortalecido con una torre de gobernación en la parte delantera, desde donde se dan las diversas órdenes de combate a través de las campanas o de manera directa. Sobre los muros existe un corredor que permite a los vigilantes caminar y ver al enemigo en la parte de afuera de las murallas, que es el valle de la muerte, conocido así por la estratégica posición donde se encuentra. Hay más de un kilómetro de profundidad en ese valle, y lo más importante es que para acceder a él hay que hacerlo por un cañón que por cada lado posee una elevación de más de treinta metros de altura desde donde se puede organizar una defensa como si fuera la propia muralla, el único inconveniente es que a ambos lados del cañón hay un tupido bosque que quien esté sobre el mismo no tiene escapatoria y si el enemigo entra en la zona del valle, pues su nombre hará alusión perfecta a esta situación, la muerte será la única alternativa posible.
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Los vulcanos son los más violentos seres que existen, y es la sociedad más agresiva y con mejor organización en su ejército. Cada ejemplar supera los dos metros de altura, posee brazos fuertes y largos, piernas con pies largos, poseen los mismos órganos que los humanos pero con un diseño diferente, pues su cabeza es más ruda, parecida a la de un perro, pero con los ojos y la nariz en la misma posición humana, sus orejas son grandes y están pegadas en ambas partes de la cabeza parecidas a grandes rosas con enormes orificios, por lo que pueden escuchar a larga distancia. En sus manos solo poseen cuatro dedos al igual que en sus piernas, aunque son más fuertes y rudos que los humanos, sus extremidades son similares. Pueden diferenciarse las ejemplares hembras de los machos con facilidad, no por el cabello que les crece a ambos géneros hasta los hombros aproximadamente donde lo cortan con cuchillos u otros utensilios creados al efecto, pueden ser diferenciados porque las hembras poseen tres senos en el pecho de grandes dimensiones para amamantar a sus tres hijos, que es el parto más común que pueden tener, así como sus nalgas son más empinadas y muestran menos fortaleza en sus extremidades superiores debido a que hacen menos fuerza. El color de los vulcanos es el negro. Sobre esta especie se puede decir además que sus ejemplares son mortales, viven entre dos o tres siglos, la pareja se une de por vida y si uno de los miembros muere el otro se mantiene el resto de sus días viudo, sin violar este principio, que a la vez es ley. Los vulcanos son verdaderos guerreros, algunos creen que vinieron de otro mundo, pero aún no hay evidencia que lo demuestre, poseen armaduras mucho más fuertes y resistentes que la de cualquier otro ser en la tierra, sus flechas llegan más lejos y sus catapultas son desastrosas, a la hora de transportarse lo hacen sobre waiks, por lo que pueden avanzar más rápido que cualquier otro ser. Su forma de vestir es un poco rústica, generalmente muestran una parte de su cuerpo como los brazos, y axilas, pero usan prendas que cubren su tórax y sus piernas. Además de fuertes botas para cubrir sus pies, siempre se visten de negro.
Estos seres viven en una ciudad que también está amurallada, nombrada Vulcania, no porque posean miedo a una agresión, ya que ellos son más poderosos que cualquier otro ser, solo por precaución, porque con el tiempo las cosas pueden cambiar. La ciudad es bastante grande, de hecho, la más grande sobre la faz de la tierra y en ella se desarrollan las mismas actividades que se desarrollan en el resto de los reinos, solo que acentúan el arte militar, y nadie en la misma pasa hambre o es un mendigo. Su forma de dirigirse es la siguiente, poseen un Jefe militar supremo, que en el momento de la narración se nombra Gallac, este es el jefe de todos los vulcanos, además de diversas estructuras militares en las que incluyen un Estado Mayor y los jerarcas, pero quien en realidad dirige los destinos del reino no es un vulcano, es un profeta, inmortal por nacimiento, su nombre es Von Cross, se desconoce de dónde vino, pero tiene demasiado poder como para enfrentarlo, es capaz de levitar, de ver el futuro de los seres mortales, es más hábil que nadie con una espada, y es muy escurridizo, se puede escapar de cualquier lugar en el que lo tengan, pero él no inspira respeto en los vulcanos por estas cualidades, sino porque es de un corazón más duro que una roca. Posee una edad desconocida, pero calculada en miles de años, usa una vestimenta con un color negro más pronunciado que el vulcano, cubre prácticamente todo su cuerpo, y es uno de sus distintivos la barba de color blanca que le cubre gran parte de la cara con la que bien se podría confeccionar un nido de pájaros por la espesura que posee. El profeta es sádico, no le interesa hacerle el bien a nadie, y es capaz de dar las órdenes más inhumanas que existen, y como eso es lo que les interesa a los vulcanos, lo siguen sin problemas. En cambio la profetiza—que dicho sea de paso se nombra Ivonne—, es lo contrario, bastante buena, fiel a lo justo, avanzada en edad, pero su aspecto físico no impresiona a nadie en comparación con su edad, es decir, no es fea, posee lúcidos ojos color café, sus dientes están completos y conservan el color blanco, es inmortal igual que el profeta, y se viste de color blanco entero para reflejar la paz, no le gusta que le hagan el mal a nadie, de vez en vez se enfrenta de palabras a Von Cross, porque no desea causarle ningún dolor ni al más descorazonado de los seres. No es seguida por los vulcanos, pero la respetan tanto como al profeta. Tiene un equipo de seguridad independiente protegiéndola permanentemente.
En la ciudad de Vulcania las construcciones en su totalidad son de piedras, y la mayor construcción de todas es el castillo, donde viven los profetas y el emperador —o jefe militar supremo—, además de todos los sirvientes y soldados encargados de la protección, vale aclarar que el profeta y la profetiza no viven como pareja, es tan desdichado el señor Von Cross que piensa que si fuera pareja de Ivonne podría dar un hijo que en un futuro le quitaría el poder y es a lo que no se quiere arriesgar. Por lo demás, internamente en la ciudad las cosas funcionan de la mejor manera, los profetas se llevan bien, los vulcanos respetan a sus superiores, la economía les ayuda a vivir confortablemente, el mayor problema lo causan fuera, donde siembran la muerte y el odio.
El mejor amigo del vulcano es el waiks, un felino del tamaño de una cebra, los waiks pueden tener diversos colores, pueden ser negros completos o rayados, amarillos, blancos, no hay delimitación, ver uno es como ver un gato, lo que más agresivo, con grandes colmillos y poderosas garras, sueltan baba casi todo el tiempo, y esta es tan ácida que a cualquiera que le caiga encima le quemaría ese pedazo. Tienen gran velocidad pero no pueden trepar árboles debido a su tamaño, peso y forma de las garras. Viven unos cincuenta años y cada hembra puede dar a luz a un waiks una vez al año a partir de los cinco y hasta los treinta aproximadamente, es decir, cada hembra podría dar unos veinticinco waiks. Estos felinos no solo existen domesticados, algunos han nacido salvajes, y estos sí que no entienden con nadie, así que quien se encuentre con uno tiene tres opciones posibles, matarlo, dejarse matar, o trepar a un elevado árbol a esperar si la bestia se aburre, lo que es poco probable. Los waiks no solo son destructivos, también gozan de determinadas habilidades que los hacen más amigos de los vulcanos, son capaces de olfatear a un enemigo a grandes distancias, detectar su movimiento e indicar la dirección adecuada, y para ellos enemigos es todo lo que no sea vulcano o profeta, y una vez que dan la orientación exacta de donde está pueden conducir a un guerrero vulcano sobre su lomo hasta el campo de batalla, por lo que enfrentarse a estos sería como enfrentarse al infierno. En una batalla los vulcanos se valen de sus fuerzas y sus armas, pero también se valen de las garras de un waiks que derriba los corceles enemigos, o que mata a aquellos rivales que estén a su alcance, contra ellos es mejor no luchar, porque una lucha casi siempre terminaría en derrota.
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Los vampiros son lo más parecido al diablo que se puede conocer, más fuertes y rápidos que cualquier otro ser vivo que pueda existir, de más está decir que son inmortales, no tienen un líder, aunque andan en pequeños grupos solo atacan a quien no tenga compañía o a unos pocos, nunca a grandes columnas, concentraciones, o poblaciones. Pero si Bloonding es atacada son capaces de defenderla muy bien, cuando se ven encerrados tiran sus garras hacia todos los lados, como los gatos. Hace muchos años, cuatro siglos exactamente, los vulcanos atacaron la ciudad de los vampiros y fueron derrotados, es más, no sobrevivió ninguno para contar siquiera la dirección exacta de dicha ciudad. Ellos no cuentan con una alianza militar establecida, pero se defienden muy bien de amenazas que pongan en peligro su existencia. Su forma de vivir es a través de los follen, grupos pequeños para los que cada uno de los integrantes trabaja con liderazgo limitado y en caso de una agresión forman Sectas o sencillamente descuartizan al invasor. Si no es una fuerza lo suficientemente capaz de hacerles daño y por tanto no necesitan unirse no lo hacen, cada cual toma una parte en la acción de manera voluntaria. No se alimentan de sangre de animales, solo de seres pensantes, es más nutritiva, posee mucha más vitamina y es la principal proveedora de su fuerza. El sol les hace daño a las satánicas criaturas, no les permite ver, le puede dañar los ojos de manera irreversible, pero no les causa la muerte ni nada por el estilo. Son seres con el organismo adaptado a condiciones diferentes al de las demás especies, duermen por los días, por las noches hacen su vida, cazan, comen. Pero ello no significa que no puedan andar cuando la claridad es visible ante los ojos de los demás, solo que su visión sería demasiado limitada, tendrían que guiarse entonces por la agudeza de sus oídos.
La ciudad de los vampiros está entre grandes montañas, donde hay elegantes construcciones, es la única vista en la tierra en los tiempos actuales que no tiene murallas, porque sus habitantes a nada le temen. Un vampiro es capaz de vencer a un waiks por la descomunal fuerza que posee sin mucha complejidad y lo demostraron en el pasado, no lo saben a ciencia exacta los vulcanos y las demás especies, pero ellos que son inmortales lo conocen bien.
Uno de los talentos naturales de esta raza que los lleva a tener en este punto cierta similitud con los profetas es la aptitud de levitar, no necesitan hacer mucho esfuerzo para saltar a grandes distancias, llegar a la cima de un árbol o de una muralla. Además de que no necesitan protección extra para garantizar la seguridad de la ciudad en la que viven, se puede decir que esta tiene una bonita arquitectura, sus casas o demás instalaciones están construidas de maderas preciosas, se desconoce quién las construyó, porque no se ha escrito nada al respecto, han de ser tan viejas como la existencia de sus propietarios, sin embargo no están carcomías, y son limpias y fuertes. En la ciudad poseen algunos sistemas bien diseñados para evitar que cualquier fuerza entre y los tome por sorpresa durante el día, poseen grandes alcantarillas, trampas cubiertas para que los cuerpos se descuarticen, y torres con follen previstos con flechas para defenderse, algunos vampiros no pueden dormir por el día mientras cuidan, siempre desde el interior de alguna construcción, para evitar perder la vista, usan unos pequeños cristales oscuros en estas casas y a través de ellos pueden mirar al exterior. Nada más es necesario decir para conocer lo extraordinarios que son estos seres, quienes a pesar de ser tan diferentes a los humanos en cuanto a sus costumbres, para nada son una aberración, son sencillamente diferentes.
Ahora que se ha hablado de todo un poco, de cada una de las razas «inteligentes» existentes en este mundo, de las costumbres principales y su forma de vivir, de su capacidad de inmortalidad o de su mortalidad, de su alimentación, se puede deducir que la diversidad es bastante rica, y para comprender un poco mejor los sucesos de esta época se hace necesario adentrarnos en el ambiente existente aquí. En realidad, esta época y mundo equidistan bastante del nuestro, por la sencilla razón de cómo se manifiesta la naturaleza, en algunas zonas como nueva, en otras un poco enfurecida, pero en ninguna destruida, la rareza, las cosas que podrían parecer fuera de lo común son apenas obra de lo real, de lo natural. No existe ninguna alteración por culpa de la acción de alguna «especie inteligente».
Tras un largo periodo de tregua, las aguas se comenzaron a poner turbias nuevamente, en la ciudad de Vulcania se estaba viviendo un aire guerrerista poco deseable. La cantidad de soldados vulcanos se había triplicado, pues ahora contaban con una fuerza superior a los treinta mil efectivos. Si no existía enemigo potencial que amenazara su seguridad, y ninguna fuerza externa había llegado a la tierra, entonces ellos retornarían a su papel de enemigos de la humanidad y de las demás razas inteligentes. Si una vez fracasaron, un profeta tan experimentado en esta ocasión no iba a volver a tropezar con la misma piedra, resultaba ser muy inteligente, y sabía que debía sacar ventaja de los errores cometidos en el pasado. Es innegable que quien nace con mal corazón, con mal corazón se muere, nunca se le podría cambiar la raíz a alguien así. La ambición de los vulcanos se había ocultado por los últimos siglos, pero sin desaparecer. El profeta estimuló la tasa de natalidad, y puso severas normas para aquel que matara otro conciudadano, de esta forma lograba que su población fuese más grande de lo normal, y podría tener a la mayoría sobre las armas. Existen los militares profesionales, que son los que se dedican de por entero, al arte de la guerra —si es que se puede llamar arte—, y los reclutas, que son los vulcanos que trabajan en otras actividades y prestan servicio en las armas a medio tiempo, al final, todos son militares y guerreristas. Es por eso que en la ciudad de los profetas la mayor parte de la fuerza laboral está integrada por las féminas, ya que a estas les queda terminantemente prohibido formar parte de los ejércitos, pues su misión «militar» es dar a la luz a nuevos soldaditos.
Observando lo que sucede en la parte del mundo no humana, nos dirigimos ahora a los freezzies, los que eran buenos en actividades de salvamento, gracias a su inmunidad a las distintas enfermedades de la época. De vez en cuando iban a Boswat a curar anders, como parte de la colaboración que establecían con los mismos. Un grupo de freezzies de alrededor de quince miembros salió de la ciudad de Sandiers y este envió una escolta con similar cantidad de soldados anders bien armados, para llevarlos hasta la ciudad de Frennia con el objetivo de que no les sucediera nada, porque los tiempos no estaban fáciles, y estos freezzies no eran seres de armas, sino pacíficos.
Los medios de transporte utilizados por los habitantes de la ciudad de Frennia, al igual que el empleado por los anders y los humanos, eran los caballos. En ocasiones usaban carretas tiradas por varios equinos, en ocasiones viajaban directamente sobre el lomo de las bestias. Pero como esta era una misión de curadores, entre los cuales había féminas bastante delicadas, que no montaban sobre los cuadrúpedos, y los botiquines y otros utensilios médicos necesitaban de bastante espacio, pues viajaban en varias carretas. Por su parte los anders que los acompañaban como escoltas, viajaban todos, tal y como hacen los exploradores y los militares, sobre el lomo de los animales. Esta no era la primera vez que ocurría una misión así, y siempre se cumplía de la manera más satisfactoria posible, hasta ahora no había sucedido ningún problema, pero siempre se enviaba protección, porque era lo mínimo que se podía hacer.
La misión que tenían los anders la cumplieron a cabalidad, no fueron atacados por nadie, lograron mantener con vida a aquellos curadores freezzies que sin ninguna doble intención prestaban su servicio a sus amigos anders, y no solo a ellos, sino a los humanos de vez en cuando, aun con las diferencias que tenían desde las guerras del pasado cuando los freezzies decidieron mantenerse al margen. Los habitantes de la ciudad de Frennia seguían siendo los mismos porque eran inmortales, pero los de las ciudades humanas no, habían trasmitido de generación en generación aquel sentimiento negativo que tenían por ellos, incluso a pesar de la gran capacidad de sus líderes actuales. Los militares anders podían dar por sentada la llegada a su pueblo, no debía suceder nada a pesar de que en este mundo no se pueden asegurar tales cosas, pero los problemas tampoco deben sucederse así como así. Cada anders que tenía un familiar en esa misión solo sentaba las esperanzas en el regreso, para poder compartir con ese ser nuevamente. Y por supuesto, los que regresaban esperaban que nada malo sucediera, así que iban en su viaje imaginando las cosas que harían en la ciudad al arribar a la misma. De regreso a Boswat, cuando todo parecía normal, cuando el silencio era respetado hasta por los grillos, en aquella noche que las estrellas se habían negado a regalarles un poco de luz, y la luna a servir de intermediaria entre el sol y la tierra, la oscuridad era perpetua, fueron atacados por una escuadra de vulcanos.
Tal vez el exceso de confianza fue el error de aquellos anders, no esperaban ser blancos de ataque, debían estar preparados de la mejor forma, si no eran vulcanos podrían haber sido vampiros, no debían descuidar su defensa ni un segundo, y eso fue lo que hicieron. El jefe había decidido descansar hasta que llegara el amanecer, para avanzar más rápido y poder alimentarse, darles pastos a las bestias, saciar la sed, y relajar los agotados músculos de las infinitos partes del cuerpo. La mayoría estaba dormida, solo el diminuto equipo de dos soldados de guardia cada cierto tiempo, marcado por un reloj de arena que era comúnmente usado para la época. Uno de los soldados que estaba de guardia justamente antes de llegar la medianoche sintió el crepitar de unas pajas a pocos metros de distancia donde había algunos árboles de diferentes tonalidades a los que le brindaban fresco para dormir bajo sus copas. El soldado salió a averiguar, existieron ciertas sospechas en él que se podía tratar de algo malo, pero no hizo nada según lo orientado para estos casos, trató de averiguar por su propia cuenta, y le salió muy mal. De repente una flecha se le enterró en el pecho, y no pudo decir nada más que el gemido que lanzó, sirviendo esto de campana para el compañero de guardia, quien a viva voz dio alarma de combate, porque había caído el compañero que lo acompañaba por el estruendo que pudo escuchar. El resto de la escuadra se levantó como se levantan aquellos de temple, dispuestos a luchar contra lo que fuera, sin ningún tipo de miedo, ya que la honra vale más que la vida. Pero no les sirvió de mucho, se estableció una pequeña escaramuza de frente a frente en la oscuridad, entre vulcanos y anders, los primeros superaban a los segundos tanto en efectivos como en la calidad de las armas. Las espadas vulcanas atravesaban los cuerpos de los soldados de Boswat sin ninguna compasión, las flechas le quitaban la vida a otros miembros de la escuadra, el final de sus días había llegado de sorpresa, la muerte nunca anuncia cuando vendrá, este era el día y momento exacto en que aquellos catorce soldados anders morían, pero no porque estuviera programado, sino por la ambición de una fuerza superior.
En pocos minutos no quedaba un solo anders en pies, al menos que imaginaran los vulcanos, porque en realidad sí quedaba uno, que había sido herido y se pudo escapar para avisar a su líder Sandiers. Solo pudo decir —fuimos atacados— y murió. No tuvo tiempo siquiera de decir quienes habían sido los agresores.
Sandiers quedó completamente alarmado con lo sucedido y pidió a sus altos jerarcas una investigación inmediata de lo ocurrido. Al amanecer tendría que partir una compañía para investigar por quién habían sido atacados, se tendría que ir por la ruta trazada cuando escoltaban a los freezzies, con el objetivo de ver si había animales netamente feroces o vampiros cercanos, así como una escuadra para ir hasta Frennia a verificar si los freezzies habían llegado sanos y salvos.
El líder de los anders decidió por el momento no comunicar nada al pueblo, porque si se trataba de un ataque de animales, no era necesario crear pánico, en cambio si se trataba de un ataque de vampiros o de otras especies inteligentes, preferentemente los vulcanos, estaban en una situación delicada. Sandiers temía que lo que se estaba oliendo fuera verdad, porque de suceder así, la guerra era inminente, si los vulcanos fueron los que atacaron a los anders, la situación de los siglos pasados había regresado, pero al parecer en esta ocasión, el blanco no serían los humanos, sino los anders, quizás los freezzies, quizás todo lo que tuviera vida y estuviera sobre la faz de la tierra, la paz estaba en peligro si por casualidad la razón se hacía presente en esta corazonada del máximo dirigente de Boswat.
Los exploradores, después de un detallado viaje, encontraron los restos de sus compañeros y vieron elementos que los guiaban a un ataque de vulcanos ¿pero cómo iba a ser posible esto, si los vulcanos no atacaban? Habían pasado siglos sin guerras, en la última, más de cuatrocientos años atrás, atacaron a los hombres y fueron derrotados, por lo que se quedaron sin fuerzas suficientes como para seguir sembrando el mal. Por muchos años habían pasado desapercibidos por las narices de todos los demás reinos, eso no significaba que su esencia maligna se hubiese extinguido.
En aquel desolado lugar había de todo para identificar la escena de un combate entre seres racionales, y no el ataque de bestias, quedaban restos de cabezas, y de otras partes de los cuerpos de los anders, que claramente significaba que habían sido colocados en ese estado por el filo de una espada, de un hacha, o la punta de lanzas. También se encontró un escudo de los empleados por los vulcanos, y otros instrumentos como los protectores de cabeza. Por mucho que estos intentaron eliminar rastros de su participación en el combate, para seguir pasando desapercibidos por los ojos del mundo, no lo lograron, porque era de noche, y en el combate se dispersaron mucho las fuerzas.
Uno de los anders de la compañía de rescate tenía un hermano en la escuadra que escoltó a los freezzies, y buscando entre los restos, pudo identificar la cabeza de su hermano que estaba intacta y había sido cortada rente al cuello, sus rodillas cayeron al suelo y aunque no brotó ninguna lágrima de sus ojos se escuchó cuando dijo: —Quien te hizo esto las pagará, algún día las pagará—. Lo que había allí era una matanza, y los asesinos estaban identificados, los habitantes de Vulcania.
En esta situación los anders no tenían otra alternativa que mostrarles el frente a los tiempos que se avecinaban, la única forma de sobrevivirlos era ateniéndose a los hechos y tomando todas las acciones que debían ser tomadas. No podían hacerse de la vista gorda y felices y contentos como si nada hubiese pasado, porque aunque hermanos suyos habían muerto, su muerte había servido para alertar a todo un pueblo que debía prepararse, ya que todo se pondría más oscuro. Si se hacían los de la vista gorda, llegaría el día en que la ciudad de Boswat, muy tranquila, amanecería rodeada de fieras asesinas, y días después solo quedaría el vacío y la sangre tiñendo el suelo de lo que una vez fue el reino de los anders.
Antes de partir, los anders se pusieron en función de enterrar los pedazos de cuerpos que quedaban de sus compatriotas en el lugar, y de darle un pequeño ceremonial, prendiendo fuego con madera seca. El que había perdido a su hermano derramó unas cuantas lágrimas y prometió de manera vehemente que vengaría aquello que le había pasado, y que por lo menos un vulcano se iría al otro mundo por el filo de su espada.
Después regresaron a la ciudad de Boswat, para relatarle al rey Sandiers todo lo que habían observado, y mostrarle pruebas inequívocas de que habían sido los vulcanos los causantes de la masacre. Llevaban consigo elementos físicos por si existía alguna duda por parte de este, por si la palabra de ellos no era suficiente, como un escudo, un protector de cabeza y una pica vulcana. Sandiers que era un monarca muy previsor e inteligente, y que venía sospechando desde hacía tiempo de la inactividad de los habitantes de Vulcania, no tuvo ni una pizca de dudas, — hay que mantenerlos vigilados, y tenemos que prepararnos, que en cualquier momento, nuestro cielo se vuelve gris—. En una reunión con su Estado Mayor, tomó la determinación de enviar tres escuadras con diferentes destinos, una iría hasta la ciudad de Frennia, para avisarle a Al Prince de lo acontecido, una iría a los reinos humanos, para hacer lo propio, y la tercera, cuya misión era la más peligrosa, se dirigiría hasta la ciudad de los vulcanos, para mantenerlos vigilados, y para informar lo que pudieran conocer que estuviera sucediendo en esta. Como era obvio, a Vulcania no podían entrar, pero por las periferias tratarían de escuchar y observar lo que a estos se les escapara. Si descubrían donde se encontraba el sistema de desagüe de la ciudad, y por este les era factible entrar, pues lo harían.
Cuando estuvieron próximos a la ciudad, se instalaron en un lugar recóndito, donde no tenían por qué ser descubiertos, entre grandes árboles, alejados del camino principal, las murallas no quedaban lejos. Pero tenían una vista nula, porque a pesar de la altura de las mismas, de la existencia de centinelas en estas, y de las herméticas puertas, no salía ni un solo enemigo contando —esto o aquello ocurre en mi ciudad—, las escuadras que salían dejaban entrever que estaban muy bien pertrechadas, con grandes escudos, picas, ballestas, espadas, potentes y pesadas cotas. Se trasladaban sobre el lomo de waiks, lo que les permitía ir a mucha más velocidad que cualquier otro ser.
Pero nada de esto les daba una idea ni más o menos exacta, de qué es lo había en el interior, de cuántas tropas tenían, y si existía algún otro tipo de arma que los pudiera sorprender. Tuvieron que buscar alternativas. Después de una semana hicieron un bojeo a la ciudad, o al menos lo comenzaron, porque cuando llegaron a la parte norte, encontraron una presa, cuyo contenido no era agua potable, sino lodo y desechos e inmundicias de los vulcanos. Y hacia estos descubrieron como buenos investigadores, que accedía un sistema de alcantarillas y desagüe bastante moderno, mucho mejor que el que ellos tenían en su reino. No había ni un solo soldado protegiendo el lugar, y el paso al interior de la ciudad era un poco difícil de lograr, porque el sistema estaba bajo tierra, es decir, a simple vista no se veía, y contaba con barrotes diseñados, precisamente para que ningún transeúnte utilizara el lugar como vía de acceso. Por suerte traían herreros, y gente capacitada en la escuadra, tras diecisiete días lograron quebrar uno de los barrotes, y pasar de uno en uno al interior, hacerlo de la manera más sutil posible. Lograron filtrarse.
En el interior de Vulcania no tuvieron que hacer muchos recorridos, tampoco se podían arriesgar a que un waiks los sorprendiera, que a la distancia los podía olfatear, lo que hicieron fue observar, desde una pequeña colina que había en el interior de las murallas, y desde atrás de un peñasco, que por obra de la naturaleza, había sido colocado en aquel lugar para ayudarles. Estuvieron unos veinte días en el sitio, en silencio, quedando completamente sorprendidos con el enemigo, su entrenamiento, tenían miles de efectivos, difícil de contar, hacían carreras en los waiks, lanzaban flechas hacia blancos, entrenaban además con lanzas y hachas. Parecían guerreros invencibles. Los anders se llevaron el criterio de que estaban viviendo los últimos tiempos de la existencia. Y de esta forma regresaron a casa, con la misión cumplida. Poco tiempo después, los vulcanos descubrieron que habían recibido visitas, y arreglaron el lugar, además de colocar vigilancia permanente para si cometían el error de regresar.
Los anders contaban con una fortaleza militar prácticamente impenetrable, que era la ciudadela de Cauto Cero, pero tenían como desventaja que vivían en la ciudad más cercana a Vulcania, sorprenderlos no sería difícil, y de ocurrir no tendrían tiempo de marchar a Cauto Cero, por lo que la cautela y mantener vigilado al enemigo sería la diferencia entre continuar haciendo historia y pasar para la historia. Por suerte sus líderes, los ancianos y el monarca, eran bastante previsores y les gustaba estar seguros de que no serían víctimas de la sorpresa, debido a esto, bajo ninguna circunstanciase levantaron las escuadras de vigilancia sobre la ciudad de Vulcania, y cada vez que llegaba un grupo a informar algún acontecimiento, salía otro en la misma dirección. Por suerte los próximos en salir se dieron cuenta que los vulcanos les habían preparado una trampa para eliminarlos en un lugar cercano al sistema de alcantarillas, no sin perder valiosos combatientes, pues los primeros que entraron fueron rodeados y asesinados, los otros se protegieron en el bosque y retornaron para informar sobre los sucesos cuando se sintieron seguros.
Por su parte la escuadra anders que llegó a la ciudad de Frennia no tuvo la misma satisfacción, debido a que no se les prestó el interés necesario. Fueron recibidos como amigos, se les dio un buen trato, pero cuando Al Prince se entrevistó con estos, sencillamente dio a entender que no les creía en lo absoluto el hecho de que se estuviera aproximando una guerra, sus palabras más sabias fueron —si se acercara una guerra, ya lo sabría—. Aquello significaba, que el apoyo de Frennia estaba muy lejos, si estos querían morir, que así lo hicieran. En cuanto sintieron que habían recuperado las fuerzas, los anders decidieron volver a su tierra, porque en esta iban a ser mucho más útiles, que al lado de un monarca tan incomprensible como Al Prince, que no había movido ni un solo dedo, ni había tomado la determinación de prepararse para los nuevos tiempos.
Cuando la escuadra enviada a Frennia retornó a casa, que informó de las malas noticias a su majestad, este quedó indignado, pero lejos de encapricharse en hacer las cosas por su lado, sin preocuparse qué le sucediera a los demás, decidió partir hacia la ciudad de Al Prince, para una entrevista personal con este. Ambos eran amigos desde hacía mucho tiempo, quizás solo fue un momento de flaqueo, y lo podía convencer. Centraba todas sus esperanzas, en que nunca es suficiente cuando lo que se hace es por el bien de un pueblo, y por eso es que trataría de convencer a su homólogo freezzies.
Al llegar hasta Frennia fue recibido de la manera más cordial posible, desde que se le divisó a lo lejos, las puertas de las murallas se abrieron y Al Prince en persona lo esperó para abrazarlo y conducirlo hasta su trono. El monarca anfitrión quedó bastante sorprendido con la visita y se dio cuenta que las cosas no estaban bien. Ambos líderes se reunieron, la propuesta de Sandiers fue la de abandonar ambas ciudades e ir hasta Cauto Cero, una ciudadela que tenía en su reino, entre bosques, que solo existía una entrada a través de un inmenso cañón, después quedaba un campo de batalla, y las altas murallas estaban fortificadas y serían prácticamente imposibles de penetrar, ahí podían colocar soldados con flechas y aniquilar a miles de enemigos, ya que la entrada era estrecha. Por la parte de atrás lo que existía era la selva más profunda jamás conocida. Había túneles y almacenes de agua y comida para un par de años, y tenían buenas áreas de cultivo para poner a laborar a los campesinos más productivos de forma tal que no se agotaran los alimentos, y así repeler el ataque del enemigo y vencerlo.
Al Prince no estuvo de acuerdo con la propuesta y dijo que jamás se moverían de la ciudad de Frennia, ahí es donde los freezzies habían nacido y no se la iban a regalar a nadie. A pesar de la insistencia del líder de Boswat, este no cambió su respuesta, pero en lo que estaba de acuerdo era en el hecho de que todo el mundo merecía estar informado de lo que se avecinaba, por lo que estaría dispuesto a colaborar respecto a este tema. Otra de las cosas que apuntó fue que se mantuvieran las comunicaciones y la colaboración tanto desde el punto de vista médico, como comercial y militar, no debían parar por ninguna razón, al menos no bajo estas circunstancias, si empeoraba la situación, sería diferente. El máximo dirigente de la ciudad de los freezzies no quería crear ningún tipo de alarma entre su gente y por tales motivos decidió actuar con la mayor cautela posible. Nada lo había pensado a mal, aunque no siempre cuando se actúa creyendo en el bien, se obra de tal forma.
Sandiers decidió prepararse para regresar hasta su casa, y trasladar su pueblo para la ciudadela de Cauto Cero en el momento que más preciso lo considerara. Se despidió del incomprensible líder Al Prince, quizás fuese la última vez que lo haría, porque si los vulcanos se lanzaban sobre ellos no habría inmortalidad que los detuviera, e inició su viaje de regreso hasta la ciudad de Boswat. Cuando arribara a su reino tenía que tomar las medidas más pertinentes para lograr colocar la ciudad en el punto culminante de la preparación. Durante el traslado no tuvo grandes contratiempos, excepto que en una noche oscura, mientras dormían —solo permanecían levantados los soldados de guardia—, se produjo un ataque vulcano, los mismos no superaban los diez efectivos, pero se hacían acompañar por tres waiks, la sangre comenzó a correr, los felinos devoraron varios soldados anders, mientras las flechas de los militares atacantes acabaron con la vida de otro gran número. Pero la épica fue significativa, todos los anders se pusieron en pies de combate contra los agresores, y lograron en pocos minutos, no sin tener grandes pérdidas, eliminar a los vulcanos, los waiks fueron un poco más difíciles, porque mataban sin cesar. En grupos de cinco o seis anders, atacando al mismo tiempo, lograron matar a las fieras que mostraban ser mucho más poderosas que cualquier otra conocida hasta el momento. Rugían mucho más fuertes que los leones y ante la penetración de lanzas y flechas sobre su carne no emitían ningún gemido de lamentación. Eran bestias que estaban preparadas para matar y morir.
Cuando Sandiers llegó a Boswat lo primero que hizo fue la convocatoria de una junta militar, había una decisión muy importante que tomar, en pos de la situación agravante que vivía la ciudad en ese momento. Declarar el Estado de Emergencia por Peligro Inminente de Guerra, lo cual le daba la facultad de abolir el Consejo de Ancianos, para que las decisiones fuesen tomadas por la junta militar. Algo bastante prudencial cuando se trata de guerra, en la que no hay tiempo para pedir permiso para las estrategias y tácticas a seguir. No era que Sandiers estuviese sediento de poder, sino que resultaba ser necesario. La junta militar estuvo totalmente de acuerdo con aquella decisión, todos sabían que se avecinaban tiempos como los jamás vistos, por eso había que poner mano dura aunque los ancianos no se mostraran de acuerdo. Otra de las cosas que Sandiers decidió es que todo el mundo debía vincularse a la producción de alimentos, armas y forrajes, tan importante para poder sobrevivir, no debían ceder un solo metro de terreno ante los vulcanos por no haber sido lo suficientemente precavidos, por no haber estado lo preparados que necesitaban estar. Nadie debía descansar mientras la seguridad colectiva estuviera en peligro. Sandiers era de esos líderes capaces de hacer buenas obras, no por gusto había sido nombrado como tal por el Consejo de Ancianos que acababa de disolver. Por esas cualidades el líder de los anders no encontró oposición entre los más viejos de la ciudad, que consideraban las pruebas presentadas como irrefutables.
La declaración de la disolución del Consejo de Ancianos se produjo en la Plaza Pública, lugar poco visitado dentro de la ciudad por los altos militares, los Ancianos y el rey Sandiers, pero que en una ocasión como esta era el más importante del mundo. El decreto se dio a conocer a viva voz por un orador, con la presencia de los líderes más importantes, y se distribuyeron pancartas, para los que no escucharon al menos pudieran leer lo que se decía, que nadie se quedara sin saber lo que estaba sucediendo en el reino, y lo que podía suceder en el mundo. La plaza estaba llena de almas, esperanzadas de que no se tratara de la hecatombe, porque desde hacía bastante tiempo no había una reunión tan importante en aquel lugar.
La última reunión dada en aquel sitio, había sido cuando se dio a conocer el nombramiento de Sandiers como líder del reino. Por eso era la cara que tenían todos, de asustados, esperando las peores noticias que se podían recibir. Y fue así, aunque había sus comentarios, y la gente siempre se enteraba de los problemas, no les daban la importancia vital, al no ser que se anunciara por el gobierno. Cuando todos escucharon que se esperaba una guerra contra Vulcania que podría ser el fin de los tiempos, y que debían trasladarse hasta la ciudadela de Cauto Cero, el murmullo y los gritos de desesperación no fueron pocos. Pero se había hecho lo correcto, informarle al pueblo, informarle a la gente lo que tiene derecho a conocer.
Posterior a la reunión en la plaza que duró algo menos de una hora, todo el mundo se retiró, los ancianos sin pertenecer al consejo, Sandiers, siendo un absolutista, el resto de las personas hacia el hogar con la indicación que tendrían que incorporarse a las actividades de la defensa, la producción y otras supervisadas o dirigidas directamente por la monarquía. La inseguridad había aumentado, por lo que la seguridad también tendría que aumentar. Las puertas permanecerían cerradas, y la menor cantidad de personal posible podría estar fuera de las murallas, las actividades de mercadeo se harían fundamentalmente en el interior. Se colocaron sistemas de avanzada cuya misión era detectar el avance del enemigo, o la presencia de espías vulcanos, aunque conocían bien que los habitantes de Vulcania se regían por lo que detectaba Von Cross en sus premoniciones. Independientemente de todo ese movimiento no se hizo nada de manera arbitraria, los delincuentes eran culpados mediante juicios justos, los detenidos recibían la mejor atención posible y aquellos que estaban detenidos por cargos menores se colocaron en libertad bajo supervisión, de forma tal que todo el mundo estuviese en función de la defensa. Con todo lo que se venía en el reino de los anders no se veía nada gris, en cambio, la ciudad estaba más viva que nunca, la gente se metió de lleno en el problema, porque cuando la vida se pone en peligro, el instinto de preservación dice que hay que defenderse. Puede que los vulcanos ganaran la guerra, pero iban a tener grandes pérdidas si se lanzaban a ella. El escenario de enfrentamiento no sería la ciudad cabecera, sino la fortaleza de Cauto Cero, y para ello los anders debían conminar a los humanos para que les hicieran compañía en este lugar, y poder enfrentar mejor el poderío del enemigo. Por lo pronto se había logrado un resultado favorable con la decisión de Sandiers, echar a andar la maquinaria de guerra para la defensa, demostrar que la gente de la ciudad lo apoyaba, y conocer que con Al Prince no podía contar del todo, porque a menos que este monarca observase que delante de sus murallas había soldados vulcanos dispuestos a matarlo, no iba a hacer nada al respecto, y si eso sucedía sería demasiado tarde, ya no había solución. Ahora lo importante para los anders era mantenerse al tanto de lo que estaba sucediendo, no dejar de vigilar al enemigo, conocer cada uno de sus movimientos, y trabajar mucho para intentar sobrevivir a los tiempos que estaban por llegar. No había espacio para los cobardes, solo para los valientes que se prepararían para tan heroica acción.