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Sunnitas y chiitas

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La separación sunnita-chiita surgió durante la lucha por la sucesión de Mahoma y se basó en quién asumiría la autoridad política luego de su muerte (632 d. C.). Mientras que una facción importante de la comunidad islámica estaba decidida a seguir a los compañeros más confiables del profeta, bajo la autoridad de Abu Bakr, Omar, Osman y Alí, otro grupo –los seguidores de Alí (Shi’a)– preferían transferir el poder al descendiente directo de su primer líder, encarnado en su primo y esposo de su hija Fátima, el mismo Alí (5). Si bien fue elegido como el cuarto califa (vicario del Profeta), la autoridad de Alí encontró resistencia (incluso en su propio campo, como lo fueron los jariyíes) y una rebelión terminó con su vida. Sin embargo, la división entre sunnitas y chiitas estableció modelos diversos de gobierno, liderazgos y sistemas de autoridad dentro de una misma religión. Este periodo determinado terminó por guiar durante siglos a la comunidad mediante el ejemplo del Profeta, la experiencia de su gobierno en Medina y el éxito de los califas en implantar el dominio del islam sobre extensas partes de Medio Oriente.

De esta manera, a partir del siglo VII el islam fue establecido por diferentes dinastías que gobernaron la región hasta el siglo XX. Los omeyas, abasidas, mamelucos, safávidas y otomanos cimentaron el legado de un dominio islámico y su enlace con una forma de gobierno que incorporó diferentes sistemas y tipos de liderazgos a través de los años (desde los fundamentalistas hasta los reformistas, desde los despóticos hasta otros más liberales).

Siempre con el islam como piedra basal de todos ellos, la religión se fundió en sistemas políticos que fueron variados y extendidos; la sharia fue el sistema legal de varios de esos Estados (la palabra sharia, la ley islámica, es el término dado para definir el conjunto de leyes por las cuales los musulmanes se gobiernan y existe la presunción de que estas leyes reconocen todas aquellas específicas mencionadas en el Corán y en la práctica del Profeta). Así, la autoridad gobernaba en nombre del islam, los políticos participaban bajo un sistema de consulta (Shura) y consejos (Majlis), en el cual los fieles musulmanes podían reclamar su representación, y por encima de todos ellos Alá permanecía soberano reclamando total sumisión de sus fieles.

Después del siglo IX, el enfoque conservador de la jurisprudencia islámica –la ley, reglas y regulaciones adoptadas hoy por la gran mayoría de los clérigos en todo el mundo musulmán– se hizo cada vez más estricto y fuerte debido a algunas de las convulsiones que sufrió la civilización islámica antes del colonialismo, como por ejemplo las invasiones de los mongoles, que destruyeron algunos de los principales centros de aprendizaje de esta religión (6).

Medio Oriente, lugar común

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