Читать книгу Tres veces te engañé - Fedro Carlos Guillén - Страница 5

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Dos palabras

Imaginemos la antigua Grecia hace aproximadamente 2,700 años: una cultura esplendorosa y politeísta plagada de leyendas. Una de ellas cuenta que a Zeus, rey de los dioses, el oráculo le advirtió que un hijo de la ninfa Tetis lo podría destronar. Para evitarlo, Zeus le ordenó a Tetis que se casara con un mortal, el rey Peleo. La boda se celebró de manera fastuosa y todos los dioses fueron invitados, pero se cometió un imperdonable error de etiqueta, ya que se omitió ni más ni menos que a Eris, la diosa de la discordia, quien planeó una revancha temible. Consciente de la enorme vanidad de algunas deidades, depositó en la mesa una manzana de oro con un mensaje que, justo es decirlo, reflejaba una mala leche escandalosa: “A la más bella”. De inmediato las diosas Hera, Atenea y Afrodita se disputaron la manzana, y Zeus impuso el orden convocando a Paris, hijo del rey Príamo, para que fuera el juez de este antiquísimo concurso de belleza. Las contendientes recurrieron a una estrategia que seguramente al lector o lectora le sonará conocida: el soborno. Cada una le ofreció a París algo a cambio de que votara por ella: Hera, poder político; Atenea, sabiduría; Afrodita, el amor de la mujer más bella. Claramente Paris era un romántico, ya que desdeñó las dos primeras propuestas y eligió a Afrodita.

Tiempo más tarde, Paris llegó a Grecia en una misión oficial y se enamoró perdidamente de Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, y valiéndose de la promesa de Afrodita, la sedujo y la llevó consigo a Troya. Este engaño despertó la ira de los griegos, que fletaron más de mil naves y declararon una guerra muy cruenta que duró diez años y que se definió en favor de los atacantes por medio de una estratagema: se introdujeron en la ciudad en el interior de un enorme caballo de madera. Todo este saldo de muerte y destrucción, y fuente de empleo para el actor Brad Pitt, se debió a un asunto muy humano: la infidelidad.

Infidelidad es un término incómodo y cargado de juicios. En un mundo que tiende a simplificar los análisis y a obviar los puntos intermedios entre lo correcto y lo incorrecto, pocas palabras tienen un sentido más negativo. Apresurémonos, pues, a aclarar que los lectores de este libro no hallarán en él lecciones de orden moral ni veredictos que su autor no está facultado para emitir. Se trata de un ensayo en el que se aborda el tema de las relaciones extramaritales desde diversas aproximaciones, la evolutiva, la matrimonial, la religiosa, la histórica y la artística, sin ningún afán de evaluar su moralidad. En lo que toca a la perspectiva evolutiva, en el primer capítulo se plantean las bases biológicas que explican la preferencia de las especies mayores por el establecimiento de relaciones monógamas o polígamas. En el segundo capítulo se estudia el matrimonio y las tendencias históricas y actuales en lo que respecta a los patrones de fidelidad e infidelidad, y los vetos y castigos en las parejas establecidas. Esto se conecta con la tercera perspectiva analizada, la religiosa.

Asimismo, se revisa cómo inciden las redes sociales en las relaciones amorosas y la manera como propician las aventuras extramaritales. Quizá le sorprenda saber que en internet hay numerosos sitios pensados para infieles, entre ellos algunos que hasta prestan servicios de coartadas. Después de explicar algunas motivaciones para la infidelidad y posibles diferencias según el sexo, se comentan algunas encuestas que este autor aplicó a algunas personas que le confiaron sus hábitos, experiencias y pensamientos con respecto a la infidelidad.

En estas páginas se repasa, igualmente, la manera particular como la infidelidad puede afectar a las parejas con hijos, y se consignan algunas recomendaciones de los terapeutas para tratar el asunto. A fin de que el libro adquiera cierto carácter interactivo, se ha incluido una sección de situaciones hipotéticas con diferentes opciones de respuesta para que el lector o la lectora elija aquella con la que más se identifique. También trataremos de entender por qué algunas parejas que han vivido alguna infidelidad se separan y por qué otras no.

Algo más que se comenta en las siguientes páginas es la percepción que se ha tenido de la infidelidad a lo largo de la historia y cómo ha sido retratada en diversas manifestaciones artísticas, como la literatura o el cine. Baste recordar que dos grandes obras maestras de la literatura universal, Anna Karenina, de León Tolstói, y Madame Bovary, de Gustave Flaubert, basan su argumento en las relaciones extramaritales que establecen sus heroínas; o que películas tan recordables como Los puentes de Madison, dirigida por Clint Eastwood; Ojos bien cerrados, del legendario Stanley Kubrick, o bien El secreto de la montaña, de Ang Lee, manejan desde diferentes ópticas la infidelidad como tema central.

Es necesario distinguir la infidelidad de la poligamia. La infidelidad es la transgresión de un acuerdo pactado de manera voluntaria; es equivalente al adulterio (este último es el término preferido en textos religiosos y códigos penales). La poligamia, por su parte, es un arreglo social y jurídico que permite a ciertos miembros de ciertas sociedades el establecimiento de relaciones con varias parejas. Quizá sorprenda saber que en 47 países de África y Asia la poligamia es legal (sorprenderá menos saber que la poliandria, en cambio, no es tan aceptada)

En las siguientes páginas exploraremos también algunas prácticas contemporáneas donde la poligamia es consensuada, como en los grupos de los llamados swingers y entre los adeptos del poliamor. Se revisarán algunas obras sobre el tema que lo abordan con la seriedad analítica que me es ajena, y encontrará usted, querido lector, querida lectora, un par de entrevistas realizadas a dos importantes terapeutas mexicanas, así como un cuestionario que respondieron de manera anónima algunas personas que han sido infieles y que aquí nos confían sus motivaciones.

Este libro debería estar dedicado a Paquita la del Barrio, a la que le hemos robado parte del título, pero en realidad lo dedicaré, como siempre, a mis hijos María y Fedro, a los que quiero más que mis ojos.

Entremos, pues, en materia, teniendo en cuenta que un tema tan complejo y multifactorial no admite explicaciones simples y lineales, y que los valores y las dinámicas de cada pareja son únicos y singulares. Quien busque un tratado riguroso y especializado sobre el tema se ha equivocado de libro. Gran parte de los planteamientos que se presentan a continuación, si bien se han documentado en muy diversas fuentes, se nutren también de las intuiciones de un ensayista de mediana edad que trata de entender el mundo en el que vive, y que a veces acierta y a veces no.

Tres veces te engañé

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