Читать книгу Pensamiento y Economía en Libertad - Fernando Méndez Ibisate - Страница 6

ACTIVIDAD ACADÉMICA

Оглавление

Como lo que aquí celebramos es su faceta universitaria, investigadora y docente, resulta muy pertinente traer a colación todas estas otras tareas, especialmente la periodística, por cuanto complementan adecuadamente, aportando ejemplos y casos reales concretos, la labor explicativa y divulgativa que todo profesor debe realizar sobre su ámbito científico y las complejidades que rodean la materia que lo ocupa. Carlos, que cita a Ortega y Gasset señalando que “la claridad es la cortesía del filósofo” y rememora el famoso texto de Keynes donde asevera que tampoco es que la economía sea una ciencia intrínsecamente difícil, es de esos maestros que considera que, por ardua que sea una materia o cualquier otra cosa, ésta puede llegar a ser accesible si se realiza el esfuerzo preciso para hacerla comprensible y clara. Asunto peliagudo, sobre todo cuando se huye de la trivialidad y la tautología. Él siempre ha optado por la cortesía y la educación, antes que la oscuridad, la confusión, la presunción o la arrogancia como toscos sinónimos de profundidad; pero sin huir del hecho de que la economía es, por su naturaleza, una ciencia compleja pues, como definió A. Marshall, estudia “las actividades humanas en los actos corrientes de la vida” y no hay nada más complejo, variable o impredecible que la naturaleza humana y, aún más, ésta en condiciones o procesos institucionales diversos y mudables. No tratamos, pues, con una ciencia fácil y, en buena parte, esto se refleja y transmite en el contenido de los diferentes textos que constituyen este homenaje y que aquí se presentan15.

Pero, ante todo, es que Carlos comparte la máxima de Hayek de que “un economista que sólo es un economista, no puede ser un buen economista” y aprecia que, aunque el diálogo entre economía y cultura es difícil, es posible y necesario. Pues, para él, “la economía no es una parte del mundo sino una forma de mirarlo” y “no aprendemos economía sólo de los economistas[, sino]… también de las fuentes más diversas, y en todos los casos aprendemos no sólo de los aciertos, sino también de los errores”16.

Como siempre ha reconocido, su encuentro con el profesor Pedro Schwartz fue crucial en su carrera académica. Y no sólo lo fue por el contenido, análisis, método o por su novedad, ya señalados, sino también por la guía de lecturas, libros o autores que Pedro aportaba y obligaba a trabajar (entre ellos textos de Popper, como La miseria del historicismo o La sociedad abierta y sus enemigos, junto con los economistas clásicos, marginalistas, Marx o Keynes); y, aún más, por los contactos directos que el profesor Schwartz proporcionaba a sus alumnos y que llevaron a Carlos a conocer personalmente, entre otros, a Karl Popper, Friedrich A. Hayek, Milton Friedman, Gary S. Becker, Mark Blaug o Anthony de Jasay, a quien Carlos admite admirar intelectualmente17. Además de Manuel Jesús González y Piero Tedde de Lorca, ya fallecidos pero que, sin duda, habrían querido colaborar en este homenaje, Carlos también conoció en la Universidad Complutense de Madrid a los profesores Gabriel Tortella, Francisco Cabrillo y Pedro Fraile, con quienes siempre ha mantenido estrechos vínculos de amistad y afinidad intelectual, y que han coincidido en su deseo de homenajear en este libro la labor de Carlos Rodríguez Braun.

Esta amplia variedad de personalidades y perspectivas han influido, en Carlos y otros discípulos de Pedro, permitiendo ampliar desde muy temprano nuestros campos de investigación y conocimiento más allá de la economía, complementando el análisis y estudio de la teoría y los sistemas económicos en relación con el ámbito institucional, el comportamiento humano, la filosofía política, el ámbito del derecho, o de la moral y la ética, tal como fue el estudio y tratamiento de nuestra disciplina en su origen. Y también aquí se ubica el interés de las investigaciones y publicaciones de Carlos por los temas culturales; sobre cómo se han utilizado o desarrollado las ideas o movimientos culturales para reflejar ideas sociales, políticas, económicas y morales, y cómo se afectan mutuamente.

Asimismo debe significarse la labor que Carlos ha ejercido como traductor de textos y obras de economía, que han llegado a constituir colecciones de editoriales. Advierte el profesor Rodríguez Braun que esta labor tiene un componente crematístico y no meramente cultural o académico; lo que más bien suena a una justificación de por qué hoy ya no se dedica a esa tarea. Pero resulta evidente que tal actividad ha formado y forma parte de un programa de investigación, primero por la profusión con que la ha realizado: aunque nadie sabe nunca acerca de las necesidades de los demás, máxime teniendo en cuenta que muchas veces ni siquiera conocemos las propias, no parece que Carlos precisase durante tanto tiempo, como le ha dedicado, complementar sus emolumentos con una tarea tan pesada y mal pagada, para lo que de esfuerzo supone. Pero otra razón para pensar que el motivo académico ha imperado sobre el crematístico es que no sólo ha traducido grandes best-sellers o lo que, dentro de la economía, puede considerarse ediciones de autores con un público lector abundante, como Smith o Keynes, que desde luego ha hecho. También ha traducido o promovido traducciones de economistas no tan populares, como Ricardo, J. S. Mill, Jevons, Edgeworth y Hayek, o de autores aún más extraños, incluso para el público entregado a la economía, como H. Thornton, Bastiat, Myrdal, A. Peacock, D. P. O’Brien, R. Skidelsky o el mencionado de Jasay; y ha realizado dos volúmenes con lecturas traducidas de textos originales de diversos economistas, que se recogen en su libro Grandes Economistas (Editorial Pirámide) y en otro menos difundido, pero no menos importante, junto al profesor Julio Segura, titulado La economía en sus textos (Editorial Taurus), facilitando también la labor de investigadores y estudiosos del análisis económico. Cabe aquí señalar que su primer contacto con el profesor Julio Segura, que conocía de la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid, se produjo en un debate que abrió el propio Carlos, en 1988, en la Revista de Historia Económica en torno a la traducción y edición que Julio Segura hizo de los Elementos de Walras.

Por lo demás, el profesor Rodríguez Braun ha publicado, hasta el momento, 27 libros y multitud de artículos académicos en diferentes revistas de prestigio, como History of Political Economy, American Journal of Economics and Sociology, European Journal of the History of Economic Thought, el Journal des Économistes et des Études Humaines, la Review of Austrian Economics, Storia del Pensiero Económico, Libertas, la Revista de Historia Económica (hoy Revista de Historia Económica–Journal of Iberian and Latin America Economic History), Τέλος (Télos), The Independent Review, Laissez-Faire, el Journal of Economic Education, Estudios de Economía Aplicada o el Iberian Journal of the History of Economic Thought.

Es, además, evaluador científico en diversas revistas académicas como Estudios Públicos (Chile), European Journal of the History of Economic Thought, Información Comercial Española, Investigaciones de Historia Económica, Journal des Économistes et des Études Humaines, OEconomia, Philosophia (Argentina), Procesos de Mercado, Revista de Historia Económica (hoy Revista de Historia Económica–Journal of Iberian and Latin America Economic History), Historia Contemporánea, o Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos y forma parte del Consejo Asesor de múltiples publicaciones científicas, tanto en España como en otros países.

Es también Académico Correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de la República Argentina, profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, que lo nombró doctor honoris causa en 2013, y la Universidad Católica Argentina. Es miembro de la History of Economic Society; la European Society for the History of Economic Thought; la Asociación de Historia Económica y la Sociedad Mont Pelerin. Es miembro del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso; del Consejo Asesor de la revista Anales de la Cátedra Francisco Suárez; del Consejo Consultivo del Instituto Universitario Eseade; del Consejo Científico de la revista Procesos de Mercado; del Consejo Editorial de la revista Laissez-Faire y del Consejo Asesor de la revista Iberian Journal of the History of Economic Thought. También es miembro del Consejo Internacional de la Fundación Atlas; del Consejo Consultivo del Instituto de Estudios para una Sociedad Abierta; del Consejo Internacional de la Fundación Club de la Libertad; y del Consejo Académico de la Fundación Internacional para la Libertad, entre otras instituciones. Ha recibido varios premios prestigiosos de diversas instituciones. Y ha dirigido dos tesis doctorales a dos prestigiosas pupilas: la de la profesora María Blanco González, leída en 1996 y que trata de Los debates sobre la introducción de las matemáticas en la historia del análisis económico, y la de la profesora Estrella Trincado Aznar, titulada Crítica a la doctrina de la utilidad y revisión de las teorías de Hume, Smith y Bentham, leída en 2003.

Cualquiera que desee consultar con más detalle su amplio currículum vitae puede encontrarlo en diversas páginas de internet, empezando por la suya propia (https://www.carlosrodriguezbraun.com/), por lo que no nos extendemos más aquí. Sin embargo, a expensas de equivocarnos u omitir información significativa, sí queremos mencionar algunos de los postulados o ideas que, consideramos, caracterizan su actitud y personalidad académicas y, tal vez, hayan podido quedar más circunspectos en esta reseña. Lo primero y primordial es su perseverancia en la defensa y difusión de la libertad como idea central del ser humano y como principio ético. A decir de D. Quijote, “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida…”18. Pero nos advierte de dos desviaciones que, en esa defensa de la libertad, han perpetrado los propios liberales. Su parcelación o reducción a ciertos ámbitos, fundamentalmente el económico, obviando o excusando otros terrenos de la libertad, lo que supone un doble desliz por cuanto la libertad, el liberalismo, es una cuestión completa y porque tal reduccionismo favorece un examen consecuencialista de la libertad, cuando su importancia es intrínseca.

La otra desviación advierte de la posibilidad, materializada en la historia, tanto de un liberalismo populista como de un populismo liberal. Carlos lo considera un mal camino para el liberalismo pues el oportunismo y la estrategia (de nuevo el consecuencialismo) siempre harán que se abandone el liberalismo y triunfe el populismo. Y sostiene que el auténtico enemigo del liberalismo es el poder, el Estado, a quien si se le cede cualquier parcela de invasión de nuestra libertad –por ejemplo, la violación del derecho de propiedad por alguna causa aparentemente justificada– no se quedará sólo ahí y siempre tratará de tomar más. Por ello, los recelos del liberal deben atender especialmente los manejos, proyectos y planes de ingeniería social (fatal arrogancia de Hayek) y deben cuidar de aspectos, tradiciones, convenciones…, en ocasiones invisibles, como advertía Bastiat, o que los observadores privilegiados (dirigentes, administradores, intelectuales, etc.) ignoran; cuestiones que subyacen a la sociedad y que transitan entre el instinto y la razón. Esa modestia o prudencia, recuerda Carlos, forma parte de la ilustración escocesa –confrontándola con la arrogante revolución ilustrada francesa– pues ya Adam Smith critica al hombre doctrinario que en su arrogancia (“se da ínfulas de muy sabio”) cree que puede disponer de las personas como quien dispone de unas piezas en un tablero de ajedrez19.

Por ello, Carlos añade una segunda cualidad del liberalismo: la defensa de la libertad lo es de sus instituciones, aquellas que –a su vez– la defienden. Y es que “no somos libres en abstracto”, sino que vivimos en comunidad, en sociedad, y eso nos obliga a negociar, contratar, intercambiar… Por tanto los contratos, su cumplimiento y vigilancia, junto con la propiedad, que no es sólo privada sino que también puede ser comunal, son dos instituciones fundamentales del liberalismo. El mercado es otra de esas instituciones, siendo el ámbito donde tienen lugar los contratos e intercambios (y –añadió Hayek– los procesos de descubrimiento de las necesidades), pero siempre que respete las anteriores20. Ni que decir tiene que los contratos han de ser voluntarios y sin engaño, pero las violaciones de tales principios, lo mismo que las de la propiedad, son abundantísimas y sofisticadas. Lo peor de todo es cuando el primero que los violenta es el Estado, la institución que muchos, empezando por Adam Smith, preconizaron como defensora del sistema de libertad natural, de sus principios e instituciones. Y aún peor, advierte Carlos amparándose en los filósofos ilustrados y en la máxima del barón de Montesquieu de que “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo… hasta que encuentra límites”, es cuando ese Estado encuentra una potencia legitimadora máxima, como la que desarrolla la democracia. No en vano Montesquieu también sostiene que “la democracia y la aristocracia no son estados libres por su naturaleza” y que la libertad política sólo está cuando no existe abuso del poder. Porque el ejercicio del Estado jamás será, como a veces se pretende, una acción paternalista ya que los padres cuidan de los hijos para que éstos crezcan, maduren y se independicen, en tanto que el Estado se sostiene con nuestra dependencia de él.

Explica Carlos que el poder siempre busca legitimarse, por cuanto la obediencia mediante la violencia no suele ser eficaz. El poder debe convencer, debe disuadir. Incluso aunque sea por el temor, opera con el “si no me obedeces te mato”, no con el “si te mato me obedeces”, pues una vez muerto… Además, si muchos llegan a considerar que ni siquiera la vida tienen que perder, entonces podrán revolverse contra el poder. Así, el poder no puede sustentarse permanentemente sobre el poder, es decir, sobre la coacción, la fuerza o la violencia, por legítima que ésta sea: como Talleyrand dijo a Napoleón, “las bayonetas, sire, sirven para muchas cosas pero no para sentarse sobre ellas”21. La violencia pura rara vez es eficaz; el temor, el castigo, la cárcel son estados, lugares, peligrosos e inestables, con fuertes componentes de tensión y escasa tranquilidad, sosiego o equilibrio, lo que daña sobremanera la generación de expectativas, la asunción de riesgos y la toma de decisiones. El poder precisa desactivar las resistencias, de diversa índole, que presenten sus súbditos ante sus opresiones o exacciones. Por ello, precisa de “banderas o estandartes”, es decir, justificaciones, motivos o propósitos que la gente acepte y pueda compartir; incluso que parezca o resulte que si no lo hacen, queden como unos impresentables e inmorales22. Estas banderas, además de como elementos de distinción propia y ridiculización del adversario, se utilizan como mecanismos de legitimización política de actuaciones e intervenciones de cualquier cariz o índole. De esta manera, sostiene Carlos, la democracia “es extraordinaria. El poder le pone un espejo al pueblo y le dice ‘yo soy tú’; si yo soy tú, no te voy a tratar mal y entonces obedeces”. Eso permite a las democracias legitimar como ningún otro sistema los abusos e infracciones contra la libertad y “por eso hemos llegado a la situación en la que las democracias han quebrantado la libertad tanto o más como muchas dictaduras”23.

No obstante, en todo ese proceso las responsabilidades están compartidas pues, por cómodo que pueda resultar, la culpa de todo no es de los políticos (otra variante del “chivo expiatorio”). No se trata sólo de los objetivos de maximización del poder (cuantía y tiempo) por parte de los gobernantes, sino que se produce un consenso ciudadano bien por dejación, comodidad o confusión. Para que los dirigentes, los políticos, violen la libertad, los ciudadanos deben dejar que se la arrebaten y permitir perderla poco a poco, a trozos (“decía David Hume que la libertad no se pierde toda de una vez”), lo que es posible porque las personas cada vez la apreciamos menos. Y un potente catalizador de tal proceso es el miedo, manifestado en la historia de forma notable, especialmente en las prósperas democracias, en las guerras o revoluciones y en las pandemias (las pestes de la antigüedad). Sin embargo, Carlos aporta una doble condición al miedo como parte sustantiva de la naturaleza humana, por cuanto cierta prudencia, precaución, cierto vértigo a lo desconocido o, como decimos en economía, cierta aversión al riesgo también puede ser útil e inducirnos a tomar decisiones más sensatas, equilibradas y atinadas; lo mismo que el miedo a la libertad puede inducirnos o animar su defensa cuando tememos perderla, o a tomar conciencia de su valor e importancia tanto cuando tememos su ausencia como cuando evaluamos sus costes, es decir, nuestras responsabilidades.

Finalmente, un par de breves consideraciones sobre un asunto, la igualdad, que Carlos ha abordado con detalle en diversas obras, empezando por su libro del año 2000 Estado contra mercado, por ser esta una idea con un peso y valor crecientes, cada vez más remarcada y señalada tanto en el discurso político como en el económico, y que como es lógico no ha querido rehuir su análisis. En primer lugar, Carlos defiende que el liberalismo es, y siempre ha sido, el origen y primer defensor de la idea de igualdad. Pero siempre concebida como igualdad ante la ley y no como igualdad mediante la ley (la ley fuerza mediante la redistribución administrativa los resultados de la acción de los seres humanos), ya que ésta pervierte el respeto por la libertad de los demás y daña sus derechos, al dañar la propiedad y la libertad de elección24. Las consecuencias de tal principio no eliminan la posibilidad de una redistribución colectiva o mutua. Siempre hay un margen, un campo de decisión, en que podemos delimitar, con todo tipo de cautelas y condicionamientos, la ayuda a los más necesitados mediante instituciones y entidades organizadas de forma libre.

La segunda idea la toma Carlos prestada de Adam Smith y señala que, dado lo diferentes que somos los seres humanos, en realidad las personas no queremos ser iguales que los demás, sino que queremos ser mejores. Y no sólo mejores que el vecino, que nuestros antepasados o que el otro; sino mejores que nosotros mismos: buscamos nuestra mejora y la mejora de los nuestros, de nuestra familia, hijos, allegados… Queremos prosperar, mejorar, lograr progresar sobre lo que ya nos dejaron nuestros padres, nuestros antecesores, e incluso dejar un mundo mejor a nuestros sucesores. Esa es la historia de la humanidad.

Hemos recorrido hasta aquí este “caminito”, como cantara Gardel, que el tiempo aún no ha borrado, sobre algunos aspectos de la vida y obra intelectual del profesor Carlos Rodríguez Braun. Un “caminito” que sigue erigiéndose y avanzando, por cuanto su producción científica y su trabajo académico continúan tan activos hoy como ayer, para bien de los que le conocemos, le apreciamos y le admiramos. He aquí nuestro agradecimiento intelectual a Carlos Rodríguez Braun.

De suerte que el presente libro incluye seis contribuciones de grandes maestros y amigos de Carlos: Francisco Cabrillo, Pedro Fraile, Leandro Prados, Pedro Schwartz, Julio Segura y Gabriel Tortella. Todos ellos abordan cuestiones, temas, asuntos o materias que han sido investigadas o tratadas intelectualmente por el profesor Rodríguez Braun, a veces incluso en coautoría con ellos. Somos conscientes de que muchos hubieran querido colaborar en este homenaje; por ello, la selección se hacía inevitable y creemos que no ha lugar a dudas sobre los nombres incluidos en este libro, a sabiendas de que otros hubieran sido también dignos de inclusión. Este homenaje se proyectó de forma sustantiva allá por febrero de 2020 como una sesión a celebrar en la Universidad Complutense de Madrid, hacia finales de abril de ese mismo año, tras la jubilación de Carlos como catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de dicha Universidad. La pandemia del SARS-CoV-2 ha ido retrasando ese encuentro, pero no cejaremos en el empeño de hacer realidad la deseada celebración de más de 40 años de investigación y docencia, siempre aderezada con ese humor inteligente tan querido por Carlos y que no es sólo una táctica didáctica, sino una forma de encarar la vida.

Fernando Méndez Ibisate

Estrella Trincado Aznar

Madrid, abril de 2021

1.Recuerda Carlos que para cobrar la beca debía desplazarse todos los meses hasta la sede de la Cruz Roja en España, entonces sita en la plaza de “ese gran poeta nicaragüense, Rubén Darío”, que tanta gloria ostenta como fama le ha otorgado a él.

2.La razón de tal detención fue que mantenía contactos con grupos de izquierdas; esos que hoy lo denuestan o lo vetan en sus intervenciones. Pero al comprobar que Carlos no era un terrorista, ni su militancia violenta o extremada, lo soltaron, quedando, sin embargo, registrado en un movimiento o causa en la que tampoco estaba integrado de manera tal como para sentirse protegido por él. Su mujer, junto a su hijo primogénito, Mateo, lo acompañaron en este periplo, con las dificultades que siempre entraña el traslado de toda la familia; por lo que este homenaje también quiere ser un poco para María, Bibí para los amigos. Su llegada a España se produjo en enero de 1977 y en agosto de ese año nace su segundo hijo, Lucas.

3.Como Smith, tampoco él es perfecto. En realidad, como le señala Joe E. Brown a Jack Lemmon en la escena final de Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, Billy Wilder, 1959), “¡nadie es perfecto!”.

4.Ese hostigamiento, como se ha señalado, no siempre ha sido amable o educado sino que en ocasiones le ha generado dificultades, incluso entre los mal llamados “amigos”.

5.Cuando se le pregunta sobre el dilema del retorno de la emigración, señala primero que ayuda mucho a la decisión cuál sea –o es– la situación general de cada país. Pero inmediatamente se cuestiona si en realidad se puede volver (incluso “con la frente marchita” del tango); y no está en absoluto seguro de que se pueda. ¿A dónde o a qué se vuelve? En esto, suscribe la tesis de dos destacados psicoanalistas, también argentinos y emigrantes, León y Rebeca Grinberg, que sentencian que “en la vida nunca se vuelve; en la vida siempre se va”. Museo de América, “Entrevista a Carlos Rodríguez Braun”, YouTube, 12 de julio de 2013: https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=Zjjxi4e_wFw.

6.Ver Instituto Juan de Mariana (2017), Café Viena #3, “Entrevista a Carlos Rodríguez Braun”. YouTube. Enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=bbYuEczpusQ&t=2s. Esta entrevista reúne varias de las referencias y anécdotas expuestos.

7.Carlos siempre relata con humor que aunque aquí le señalamos lo poco que se ha alterado su acento argentino, tras casi 45 años viviendo en España, en Argentina le dicen que habla como un “gallego”.

8.La continuidad de la relación del profesor Rodríguez Braun con Stuart Mill, hoy crítica pero también de respeto intelectual en tanto que pensador, filósofo y economista, se plasma en una de sus contribuciones académicas destacadas, cual es la edición, traducción y “Estudio Preliminar”, pp. 19-63, de la obra Sobre la libertad. Véase Stuart Mill, John (2008), Sobre la libertad, Madrid, Tecnos. Traducción, Estudio preliminar, edición y notas de Carlos Rodríguez Braun. Con anterioridad, realizó también la edición, traducción y el estudio preliminar de los Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política, publicados por Mill en 1844 aunque escritos años antes. Véase Stuart Mill, John (1997), Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política, Madrid, Alianza.

9.Su padre había sido detenido en la catedral de Buenos Aires y encarcelado por oponerse y defenderla de una quema que, también en Argentina, acostumbraban a realizar algunos grupos peronistas de la época.

10.Carlos también ha dedicado artículos, conferencias y capítulos de libros a temas concernientes a la literatura (Cervantes y D. Quijote, Shakespeare y El mercader de Venecia, Ken Follet o Jane Austen, entre otros), el cine (John Ford y varias de sus películas) y la música (por cierto, él mismo se declara –¡cómo no!– un digno cantante de tangos), en su relación con la economía, y no sólo desde una perspectiva popular o divulgativa, como suele ser más conocido, sino también científica y académica.

11.Carlos explica esto en su crítica a Piketty que, en Capital en el siglo XXI (2014), apela a ejemplos literarios para demostrar su tesis. Con ello, Piketty distorsiona las novelas de Jane Austen que describían una sociedad británica mucho más dinámica de la que él quiere darnos a entender que prevalecía entre 1790 y 1830. Además de en varios artículos de difusión, Carlos ha tratado el tema en “Piketty Misreads Austen”, The Independent Review, v. 21, n. 3, Winter 2017, pp. 465-476.

12.Recuerda que sus propios compañeros solían meterse con él por su afán periodístico y que al escasear los colaboradores para sacar adelante la revista de su escuela tuvo que inventarse multitud de seudónimos para firmar los artículos que, prácticamente, sólo él escribía.

13.Debe mencionarse de manera destacada la dirección y edición, entre 1989 y 1993, de la revista España Económica, del Grupo16 que dirigía Juan Tomás de Salas, por tratarse de una de las cabeceras más antiguas entre las publicaciones de información y divulgación exclusivamente económica de España.

14.Esto era a mediados de los ochenta y le pilló la primera Guerra del Golfo (2 de agosto de 1990 a 28 de febrero de 1991). Carlos comprobaba a diario que las noticias que escuchaba y leía sobre el petróleo y su mercado no mostraban la realidad de lo que pasaba, que él sí conocía, por lo que ofreció una colaboración sobre el tema en la sección de Economía del ABC. Además, con motivo de la Primera Guerra del Golfo, comprobó la versatilidad y rapidez con que los mercados se adaptan al entorno institucional (las “circunstancias” del filósofo), subdividiendo el mercado de transportes y fletes en dos: los contratos internacionales se realizaban no hasta la entrada a puerto, como era costumbre antigua, sino hasta la entrada al Golfo Pérsico (Estrecho de Ormuz) donde surgía otro mercado, éste mucho más arriesgado, caro y normalmente sin seguros, que iba hasta los puertos respectivos.

15.En su ensayo biográfico de Alfred Marshall, Keynes dice: “El estudio de la economía no parece requerir cualquiera de los talentos especializados de un orden superior insólito. ¿Acaso no es, considerada en términos intelectuales, una materia realmente fácil comparada con las ramas superiores de la filosofía y la ciencia pura? A pesar de ello, los economistas no ya buenos, sino sólo competentes, son el más raro de los pájaros. ¡Una disciplina fácil, en la que muy pocos destacan! Tal paradoja pueda, tal vez, explicarse porque el economista maestro debe poseer una rara combinación de dotes. Debe alcanzar un nivel elevado en direcciones muy diferentes y debe combinar talentos que no se encuentran a menudo juntos”.

16.Rodríguez Braun, C. (2003), “Cultura y Economía”, Discurso de cierre del acto de graduación de ESEADE, 2003. https://www.eseade.edu.ar/wp-content/uploads/2016/08/Rodriguez-Braun-1.pdf.

17.Debemos incluir también a Mario Vargas Llosa. De Popper siempre recuerda Carlos una entrevista que le realizó, en una de las múltiples visitas con que el filósofo nos honró, donde le inquirió sobre la correlación entre la libertad y la prosperidad económica, a lo que el maestro respondió que “esa es una muy feliz coincidencia”, queriendo incidir no en que siempre coincidieran, sino en que la defensa de la libertad debe realizarse en tanto que valor moral, independientemente de sus consecuencias: aunque el esclavismo produjese un sistema más próspero, aun así hay que combatirlo.

18.Miguel de Cervantes (1980) [15], El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Edición, introducción y notas de Martín de Riquer (RAE), Barcelona, Ed. Planeta, II, capítulo LVIII, p. 1015. Advierta el lector que el texto dice “es uno de los más preciados dones”, no el único; y viene presto a la razón el don de la vida como otro evidente; vida que, dice Cervantes, “se puede y debe aventurar”, no necesariamente perder, tanto por la libertad como “por la honra”. Y es que la dignidad, la fama o estima que los demás nos confieren es, como apreció Adam Smith, otro de los principales capitales que dispone el ser humano.

19.A. Smith (1997) [1759, 1790], La teoría de los sentimientos morales, Madrid, Alianza Ed., Parte VI, secc. II, capítulo 2, p. 418.

20.Adam Smith añadió otra institución esencial al sistema de libertad natural: el Estado. No parece que Carlos sea tan rotundo al respecto. Afirma no pertenecer a escuela económica concreta alguna y ni siquiera se considera liberal clásico pues éste está asociado a las constituciones, por las que Carlos dice sentir simpatía pero no confianza para la garantía de la libertad. Véase Entrevista a Carlos Rodríguez Braun en Le Miau Noir. El ronroneo de la cultura, 23 de marzo de 2016. https://www.lemiaunoir.com/carlos-rodriguez-braun-entrevista/ (consultado el 24 de febrero de 2021).

21.La legitimidad del ejercicio de la fuerza o violencia sólo la ostenta –o debe ostentarla– el Estado y es su característica esencial. Pero que ese ejercicio sea legítimo no siempre significa ni supone que sea lícito o ejercido forma lícita y, por tanto, que esté legitimado. Incluso puede existir legitimidad en el poder que se ha obtenido por la fuerza o la violencia, pero no estar legitimado o no ser lícito.

22.Normalmente, además, el poder o las ideologías procuran y producen una apropiación exclusiva de esos estandartes cuando éstos funcionan razonablemente bien, y la gente los “compra” (adopta) de forma considerable. Cuando dejan de funcionar, o se revelan como falsedades o engaños, los cambian por otros.

23.Véase Entrevista a Carlos Rodríguez Braun en Le Miau Noir. El ronroneo de la cultura, 23 de marzo de 2016. https://www.lemiaunoir.com/carlos-rodriguez-braun-entrevista/ (consultado el 24 de febrero de 2021). También afirma Carlos, siguiendo a Popper, que la democracia tiene una enorme virtud: permite cambiar a los gobernantes de manera incruenta, lo que, dados los ríos de sangre que ha hecho correr “ese pequeño detalle de quién manda”, no es poco ni baladí.

24.Es evidente que la propia acción de las personas, sus decisiones, los contratos, acuerdos e intercambios en marcos de libertad y no engaño, producen efectos redistributivos sustanciales, que recompensan a quienes producen servicios más útiles para la sociedad. Pero, dado que el mercado tampoco es perfecto y se producen ineficiencias, esto pretende corregirse mediante la intervención administrativa o de la autoridad, olvidando que ésta, además de imperfecta e ineficiente, tiene también objetivos o preferencias propias que pueden ser muy distorsionadas o distorsionadoras y cuenta con poder y medios coactivos que ni los individuos ni la sociedad tienen.

Pensamiento y Economía en Libertad

Подняться наверх