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Prólogo a la edición francesa
ОглавлениеJuego de citas
Fernando Vicente… ¿Invitación a un viaje? Puede ser. Pero, ¡con qué crueldad! A lo largo de treinta páginas nos invita a una exposición mundial, textos-síntomas de nuestras reflexiones, decisiones administrativo-financieras, trampas y engaños de todo tipo, centradas, eso sí, sobre la organización del mundo psiquiátrico.
Tengo la impresión, leyendo estas líneas, de llegar al «antipurgatorio» de Dante, pero a un antipurgatorio degradado, degenerado. ¿De Belacqua está harto? Y será adormecido por asco, habiendo perdido toda noción de orientación, toda noción temporal. Deslizamiento hacia una lógica gerencial que da vergüenza a todo aquel que quiera ver. Pero, en efecto, así es la realidad, la realidad de este mundo con todos sus esclavos.
Entonces, ¿qué hacer? Aunque rememoremos a Machado, «se hace camino al andar» y lo que él llama «estelas en el mar». Pero dicha estela está llena de alquitrán. Y en cuanto al «duende», del que habla García Lorca, y que Fernando tiene la delicadeza de recordarnos, en esos medios de negocios el duende está medio ciego.
Poco después nos vamos encontrando. Desde luego no en un oasis pero sí en un país que exige «al día, día, y a la noche, noche» (Jacques Prévert), una forma de ser, una forma de encontrar y una forma de «estar con», que exige salir de una cierta inocencia que, sin darnos cuenta, nos puede llevar a hundirnos en esta especie de simplismo histórico-mundial.
Leed los títulos de los capítulos, son prometedores: inconsciente, las reuniones, la transferencia, una cronicidad viva, etc.
Nos encontramos con Tosquelles y Lacan, entre otros, pero sin ninguna pretensión. Yo te agradezco, Fernando, grabarnos el día a día con multireflexiones, este pragmatismo de buena calidad y este respeto tan precioso de conceptos más operativos: el inconsciente, los fantasmas, la transferencia, etcétera, y esos recuerdos tan sensibles, a propósito de Tosquelles, que tanto me recuerda a Reus, con él, uno al lado del otro, en la acera, como don Quijote y Sancho Panza. Me decía Tosquelles con frecuencia lo que Fernando transcribe tan acertadamente:
Se aprende con los pies, —solía decir— andando al lado del otro se hace siempre uno su propio camino con sus propios pies y dejando sus propias huellas.
Más tarde se podrá leer a través del polvo que haya quedado en nuestros pies, las huellas que han quedado como recuerdo de encuentros diversos. Evidentemente, hablo de Reus, del Instituto Pere Mata, donde cada año nos encontrábamos durante la Semana Santa.
Éramos muchos los que participábamos, en esos días densos de trabajo, en talleres, grupos de trabajo, sesiones plenarias. Primero, estas jornadas tenían lugar en la casa de la cultura, monumental «Centro de lectura», en el sentido de Ramon Llull, y más tarde en el Palacio de Congresos.
Cada año se me pedía que interviniera en la sesión plenaria. Nos habíamos dado cuenta, Fernando como traductor, y yo, que pese a que hablaba sólo durante dos minutos, Tosquelles, en su traducción muy original, lo hacía al menos por espacio de cinco minutos. Yo le preguntaba a Fernando si la lengua española era tan «particular» que había que utilizar más palabras que en francés. Y entonces Tosquelles, que escuchaba, me respondía:
No; en absoluto; es que al traducir, aprovecho y les explico lo que les dices a todos.
¡Sin duda ponía siempre en buen aprieto a Fernando que debía traducirnos en ambas lenguas!
Reus era para nosotros un lugar de encuentro y de intercambios con Delion, Torrubia, Viader, Tosquelles, etc. Algún día deberíamos, Fernando y algunos otros, extendernos sobre ello. Pero ahora no es el momento. Podíamos evocar aquellas sesiones tumultuosas donde ya se veía con claridad el choque de dos sistemas: por una parte el de una psiquiatría concreta, «institucional», si se quiere, y por otra, las infiltraciones tecnocrático-comerciales de las que hablaba antes.
He aquí algunas reflexiones entresacadas del texto de Fernando que me parece que nos sensibilizan sobre lo que está en juego en un serio trabajo institucional-psiquiátrico:
¿Descubrimiento o redescubrimiento? Sin haber tenido el tiempo de saberlo, desaparece de nuevo, pero para repetirse sin parar, instaurando así la dimensión estructural de la pérdida.
Y esta otra frase,
Esta tarea será posible sólo a condición —como nos recuerda oportunamente Lacan—, de «que estemos habitados por la pasión de la ignorancia» para permitir que el otro pueda seguir diciendo «cualquier cosa», sin el freno que nuestro saber podría suponer.
Voy a continuar subrayando con mucho gusto algunas frases escogidas al azar, sencillamente para familiarizarles con el «estilo» inseparable del tejido de este trabajo permanente, que no puede mezclarse en absoluto con las obsesiones contables de una «burocracia galopante»:
La fisura, el hueco, lo no terminado existe y está en nosotros, pero no como signo o síntoma de una hemorragia mórbida, sino más bien como pequeña ventana a través de la cual, una pequeña luz nos pueda acercar más hacia lo humano, es decir, hacia la locura siempre presente en cada uno de nosotros.
Y esta simple frase, muy próxima a las elaboraciones de Charles Sanders Peirce sobre el «pragmatismo» y de los comentarios de Michel Balat a propósito de la «función escriba»:
Las huellas necesitan tiempo, a veces un tiempo distinto para cada uno, «un tiempo a-temporal», para que puedan salir a la superficie.
Y esta otra frase de Nicolas de Staël:
Para conocer a alguien, lo mejor es seguir los caminos por donde pasó, que los caminos de sus pensamientos.
Es absurdo querer medir los resultados, estos son estructuralmente multidimensionales.
El criterio único del resultado no existe; tenemos que utilizar una evaluación multicriterios.
Y aún añado: el respeto a la presencia de una palabra nada tiene que ver con la rehabilitación.
Es un poco absurdo seguir con este procedimiento, con tantas citas; es un poco aburrido. Ya lo verán ustedes mismos. Pero no puedo resistir la tentación de continuar un poco más con este juego de «citas». Quizás para poder subrayar mejor algunos puntos de apoyo, como cuando se escala una montaña o un monumento (algo que yo jamás he intentado hacer).
Por eso mismo, unas líneas más:
Siempre es más fácil tener una bandera detrás de la cual nos podemos refugiar y esconder (tales como psicoanalista, psicoterapia institucional, etcétera) que ponerse en contacto con el otro, con los otros, con todos los riesgos de descubrir así nuestros propios límites y nuestras propias miserias.
También esta frase, que surge como recortada por un cortafrío:
Al querer curarles como único e imposible objetivo, corremos el riesgo, de forma defensiva, de privarles de una posible cronicidad viva, dejándoles en una sedimentación alienante y mortífera.
Y no puedo resistirme a subrayar esta cita de Giacometti:
La aventura, la gran aventura, consiste en ver aparecer cualquier detalle desconocido en el mismo rostro que miramos cada día; esta impresión es más grande que todos los viajes que podamos hacer alrededor del mundo.
O esta otra, surrealista, concreta, en la que
En los momentos de gran sensibilidad y emoción ante las atrocidades, se nos sugiere que congelemos los fantasmas de toda la población para custodiarlos y preservarlos del calor, fríamente, para vigilarlos continuamente evitando toda conducta y acto violento contra uno mismo o contra otros.
Para meditar, esta reflexión, en relación a la mujer de Lot:
No quiso hacer un análisis, quería llevar a cuestas el pasado, se creía capaz pero se quedó congelada para siempre mirando hacia atrás y sin comprender nada.
También esta meditación concreta:
Considero que la desaparición de la paciente de nuestro campo virtual y de nuestra preocupación fue la consecuencia lógica de una desaparición anterior, desaparición de nuestro discurso sobre ella. Había desaparecido mucho antes de su muerte en las palabras que sobre ella estuvieron ausentes entre nosotros.
Y a propósito del «terreno» o campo de trabajo:
Debemos trabajar el terreno sin descanso, es parte de nuestra función y formamos parte esencial y estructural del mismo.
He aquí un desarrollo importante sobre la noción del concepto de la demanda:
Hay demandas que se visten de fiesta, otras deambulan por la calle con signos de miseria tanto social como psíquica y otras, creyendo que simplemente con los trajes de su síntoma nos dicen todo, sin nada más que expresar que su malestar.
No terminaría nunca de citar expresiones que me han marcado por su precisión, pero me atrevo con una más:
La convivencia de pacientes con patologías diversas es favorecida por nosotros, por los efectos que dicha diferencia y heterogeneidad pueden tener sobre ellos, aunque la dinámica de la reunión y otras actividades comunes encuentren dificultades para ello.
Y para animarnos:
…el trabajo que debemos hacer sobre nosotros mismos es infinito.
Podemos seguir haciendo hincapié en una u otra frase… es como una especie de compulsión para pediros que leáis esto, que es importante por lo que aporta a la comprensión de este texto. Cediendo así a una especie de compulsión obsesiva: mira esto y aquello, mira aquí, etc.
He aquí, a pesar de todo, otra pequeña frase muy importante:
No hay vida en el bosque sin una larga historia que permita que los elementos múltiples que crecen en el suelo den la posibilidad a múltiples nacimientos.
Ya ven que me es difícil parar con las citas que extraigo de cualquier parte del libro. Pero tendré que hacerlo aunque, para ello, cite otra frase:
Una transmisión nunca puede ser ni darse bajo una imposición.
Y otra más:
Hay que saber, poder y querer deshacerse de «su saber».
Espero que con tantas citas no les haya hecho más pesada la lectura del conjunto; cada uno puede encontrar itinerarios y caminos personales de lectura, abriendo así un terreno de su propia experiencia, pero quiero hacer hincapié en que lo que especifica este terreno de trabajo es que no es cuestión de lo dicho, ni de la palabra, sino específicamente «del decir» y de lo que Lacan llama «lalangue». Es de esta lógica concreta, existencial, de lo que aquí se trata.
¿Difícil?
¡La existencia es tan compleja!
Jean Oury