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5.2 Arte y arquitectura del ciberespacio

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En su examen de la inteligencia colectiva, Levy dedica un capítulo a la belleza, al arte y a la estética, en el que encontramos otros conceptos que merecen ser discutidos.

El desarrollo del ciberespacio, la esencia mediática de la comunicación y del pensamiento, es uno de los retos estéticos y políticos de este siglo. La multimedia digital interactiva, por ejemplo, pone fin explícitamente al logocentrismo y a la destitución de la supremacía del discurso sobre otras maneras de comunicar.70

Según Levy, la multimedia acaba con el dominio del logos (léase también, violencia epistémica y etnocentrismo), regresando al gesto y al sonido; por lo tanto, a la cultura oral. Nos reencontramos con los problemas conocidos de la neocolonización, pero también con un tópico nuevo, la escritura, que es el arma principal de la neocolonización. Es más, tenemos que enfrentar la mayor dificultad interpretativa de lo digital: lo que aquí dice Levy es verdadero, pero solo en el espacio de la interfaz; lo que realmente sucede en los procesos digitales está determinado por el software, que, como veremos, es una forma de escritura y, por lo tanto, una instancia del logos. El error de Levy —en el que incurren muchos, es verdad— se produce porque el software está escondido y el usuario, el crítico o el filósofo no lo perciben (pero esto no significa ¡que no exista!). Esta es la dimensión de la interfaz: ignorar los mecanismos subyacentes.71 Ahora, la teoría de Levy es sugerente, pero hace falta analizar sus fundamentos y las condiciones reales de su posibilidad, en las que la estética del software tiene particular importancia. Levy es, en parte, consciente de este aspecto: “Cuando estas tecnologías son abordadas como fenómenos no relacionados, como artefactos caídos del cielo […] nos quedamos ciegos frente a las diferentes posibilidades que ofrecen al desarrollo humano […]”.72 Exactamente, este es el problema, aquí está el juego de las interfaces, la opacidad del conocimiento, la violencia epistémica. Pero lo grave (y que Levy no percibe) es que estos elementos son constitutivos de las tecnologías de la información, son parte de su naturaleza.

A pesar de esto, Levy desarrolla muchas ideas acerca del arte en el ciberespacio, con lo que concordamos totalmente: obra abierta, enfoque en los procesos, irreproducibilidad, creación colectiva, eliminación del aura del artista, difusión de lo estético, énfasis en lo sublime. La conclusión importante es que, “Radicalizando la función clásica de la obra de arte, el arte de la implicación genera tensión y provee máquinas semióticas que nos permitirán inventar nuestros lenguajes”.73

Sin embargo, veremos que semejante estética generativa necesita bases concretas, mediante un marco que delimite la infinidad de sus posibilidades, cuyos componentes principales serán el concepto de la belleza estratégica y una apropiada teoría de la forma, lo que conseguiremos gracias a la estética de Pareyson.

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