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Velocidad y diafragma
ОглавлениеLa película o el sensor digital necesitan una cierta cantidad de luz para ser expuestos adecuadamente y captar los colores con naturalidad. Si llega un exceso de luz los colores saldrán desvaídos y si no llega la suficiente serán demasiado oscuros. Además, en el primer caso las sombras estarán demasiado claras y se perderá todo el detalle en las áreas más iluminadas. Si lo que ha pasado es que la toma recibe muy poca luz, las sombras saldrán tan oscuras que veremos únicamente una mancha negra, mientras las zonas claras saldrán demasiado oscuras.
Con esta rueda se cambia el diafragma en mi cámara. En los modelos más avanzados disponemos de otra para elegir la velocidad de obturación. En los más asequibles suele existir un único dial que se conmuta con un botón. La configuración por defecto del fabricante utiliza este dial para variar la velocidad, pero lo he personalizado porque me resulta más cómodo.
Para poder controlar la luz que llega al sensor las cámaras disponen de dos controles que suelen activarse mediante una rueda: el diafragma y la velocidad de obturación.
El diafragma no es otra cosa que la abertura a través de la que llega la luz al sensor. Está formado por una serie de láminas móviles que se cierran o abren permitiendo que llegue mayor o menor cantidad de luz al sensor. Su misión es la misma que la de la pupila en nuestros ojos.
Este mecanismo se sitúa físicamente en el propio objetivo, aunque la tendencia es que el mecanismo de control sobre su apertura se localice en la cámara por motivos ergonómicos y de abaratamiento de costes.
La apertura presenta una serie de números que progresan de la siguiente forma, aunque no todos los objetivos tengan la serie completa:
1,4 - 2 – 2,8 – 4 – 5,6 – 8 – 11 – 16 – 22 – 32 – 45
A medida que aumenta el número f, disminuye el diámetro del diafragma y por tanto la cantidad de luz que llega al sensor disminuye proporcionalmente.
Cuanto mayor sea el número seleccionado menor será la luz que llega al sensor, pero será mayor la zona que aparecerá enfocada en la misma. Cada uno de estos números permite pasar la mitad de luz que el anterior. Un diafragma de f/5,6 deja pasar el doble de luz que uno de f/8, y éste el doble que uno de f/11. De esta forma vemos que a f/5,6 entra cuatro veces más luz que a f/11.
Conviene memorizar que un número pequeño en el diafragma representa una entrada de luz grande, y que un número grande de diafragma equivale a una pequeña entrada de luz.
Cada uno de estos saltos se denomina punto. Así, abrimos un punto al pasar de un diafragma al anterior, consiguiendo que entre el doble de luz, y cerramos un punto al pasar al siguiente, con lo que la cantidad de luz que llega será la mitad. Este concepto se denomina EV (Exposition Valure), en adelante cuando nos refiramos a un EV, positivo o negativo, debemos pensar siempre en variaciones de intensidad de la luz de un punto, es decir del doble o de la mitad. En las cámaras actuales podemos seleccionar valores intermedios, separados entre sí medio punto o un tercio de punto, en función de que valor personalizado elijamos en los menús.
En la mayoría de las cámaras digitales se puede elegir en las funciones personalizadas la distancia entre dos diafragmas o velocidades, en fracciones de 1/2 o 1/3 de EV.
Cuanto menor sea el diámetro del diafragma que empleemos mayor será el área que aparezca nítida en la toma. En fotografía todo es un equilibrio entre elementos positivos y negativos. En este caso, los diafragmas abiertos nos permiten que entre mucha luz, pero producen tomas con poca zona enfocada, y diafragmas cerrados dejan entrar poca luz, pero a cambio obtenemos una mayor zona enfocada. A la zona que percibimos como perfectamente enfocada en la toma y en la que la nitidez subjetiva que percibimos la consideramos como idónea, se le llama profundidad de campo.
Un diafragma abierto nos permite centrar la atención del espectador en los ojos de esta mariposa, dejando el resto de la escena desenfocada.
Nikon D300 con MicroNikkor 60 mm 1:2.8 a f/11 y 1/80. Flash a través de difusor a 45º. Otro flash rebotado en difusor por la derecha de relleno.
La velocidad de obturación determina el tiempo durante el cual la luz llega al sensor. Los números que presenta la cámara al accionar el dial correspondiente son los siguientes (aunque no todas las cámaras tienen la serie completa):
1 – 2 – 4 – 8 – 15 – 30 – 60 – 125 – 250 – 500 – 1.000 – 2.000 – 4.000 – 8.000
Todos ellos son fracciones de segundo, es decir que 125 representa la 1/125 parte de un segundo y 1.000 una milésima. Así cuando realmente estemos seleccionando un tiempo de exposición de 1/500 de segundo, diremos que hemos seleccionado un tiempo de 500. Llamar velocidad al tiempo de exposición no es realmente exacto, pues al variar el dial que acciona el obturador lo que establecemos es el tiempo durante el cual pasa la luz por el mismo, siendo la velocidad de apertura del obturador algo accesorio y que deriva de este tiempo. Sin embargo la costumbre general, profundamente arraigada, es hablar de velocidad y no de tiempo, por lo que usaré de forma indistinta ambos nombres.
Como podemos apreciar cada número es el doble que el anterior. Cada uno de estos saltos se denomina, como no podía ser de otro modo, también punto. Abriremos un punto al pasar de una velocidad a la anterior, ya que la luz que entra es el doble al duplicarse el tiempo de exposición. Cerramos un punto al pasar de una velocidad a otra situada a la derecha. Hemos de aclarar que los obturadores de las cámaras actuales son capaces de dar velocidades intermedias entre las señaladas, separadas entre sí en fracciones de medio o un tercio de punto.
(1) Para conseguir que todo el cuerpo de esta abeja estuviese a foco fue necesario recurrir a un diafragma muy cerrado.
Nikon D200 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/16 y 1/60. Flash a través de difusor, muy cercano para evitar sombras densas y brillos muy especulares en la zonas más brillantes.
(2) Una velocidad de disparo muy breve fue imprescindible para lograr la nitidez de esta flor. El fuerte viento hacía imposible realizar la toma a velocidades bajas. Fueron necesarios varios intentos para conseguir que las hojas estuviesen enfocadas.
Nikon D800 con MicroNikkor 60 mm 1:2.8 a f/8 y 1/250. Flash a través de difusor para suavizar toda la escena.
Con la velocidad se abre una nueva relación de equilibrio. Velocidades lentas dejan entrar mucha luz pero si el sujeto no permanece estático saldrá movido y velocidades rápidas nos permiten congelar el movimiento.
Como podemos intuir, entre velocidad y diafragma se establece una estrecha relación. Una vez que determinemos cuál es la exposición correcta para un sujeto en función de la luz que reciba, podemos mantener ésta cerrando un punto la velocidad siempre que abramos el diafragma otro punto. Evidentemente, seguiremos con el mismo valor de exposición si abrimos un punto el diafragma y cerramos un punto el tiempo de exposición.
Supongamos que un sujeto está correctamente expuesto a 1/125 con un diafragma de f/8. Podríamos mantener esta exposición idónea aumentando la velocidad hasta 1/250 y abriendo el diafragma hasta f/5,6. También podríamos aumentar la velocidad en tres puntos, hasta 1/1.000, si abriéramos el diafragma hasta f/2,8. Igualmente podríamos disminuir la velocidad en dos puntos, hasta 1/30 y cerrar el diafragma otros tantos hasta f/16. O subir la velocidad en un tercio de punto, si compensamos el diafragma abriéndolo en otro tercio de punto.
Para entender un poco mejor la relación que existe entre la velocidad y el diafragma vamos a comparar el sistema luminoso con uno hidráulico.
De esta forma el diafragma lo podemos equiparar al diámetro de la tubería que necesitamos para llenar un determinado envase. Si el tubo es pequeño, es decir usamos un diafragma cerrado (número f alto) el flujo de líquido es muy limitado y es necesario un tiempo prolongado para llegar a colmar el vaso (3).
Si abrimos algo el diafragma, número f bajo, pasa más luz y el tiempo para llenar el recipiente disminuye proporcionalmente (4).
Los diafragmas más cerrados equivalen a llenar un envase gota a gota, lo que supone tiempos de exposición mayores.
Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/11 y 1/125. Flash rebotado en difusor.
Si todavía usamos una cañería más gruesa, número f muy bajo, podemos acabar la tarea mucho antes (5).
Los diafragmas más cerrados nos permiten obtener una gran profundidad de campo.
Nikon D200 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/14 y 1/15. Flash rebotado en difusor muy lateralmente del lado izquierdo y otro difusor por la derecha para aclarar las sombras. Luz ambiente subexpuesta en dos puntos.
El recipiente que hemos de llenar con agua no es otro que el sensor de nuestra cámara. Hemos de conseguir que le llegue la cantidad adecuada de luz regulando el diafragma y la velocidad de obturación. Al aumentar uno de estos parámetros tenemos que disminuir el otro en la misma proporción, pues de lo contrario la foto nos quedará quemada o muy oscura.