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De niña a mujer: la pubertad y la aparición del ciclo
A menudo, cuando se acercan a la pubertad, las niñas no quieren cambiar, se sienten confusas y, con la aparición de los primeros síntomas, se enfadan con el mundo.
Si eres madre, conversa con ella, explícale con cariño y paciencia los cambios que se van a producir en su cuerpo, instrúyela sobre cómo cuidarse y enséñale que es un proceso que conviene vivir desde la normalidad.
Cada niña vive la pubertad de una manera diferente. Para algunas, el proceso será rápido, mientras que otras seguirán siendo niñas hasta los quince o dieciséis años.
Sea como sea, la pubertad, por suerte, raras veces requiere atención médica.
Cómo influyen las hormonas en los cambios de la pubertad
Desde un punto de vista biológico, las etapas de la vida de la mujer están marcadas por los ciclos menstruales, que empiezan en la pubertad y terminan cuando llega la menopausia.
La menstruación, a su vez, marca los ciclos reproductivos. Cada mes, un óvulo madura en el ovario y es liberado en la ovulación. Durante este proceso de maduración del óvulo, se producen hormonas que preparan el cuerpo de la mujer para un posible embarazo. Si el óvulo no ha sido fecundado, el endometrio (la membrana que recubre el útero) se desprenderá y aparecerá la regla. Este ciclo se repetirá aproximadamente cada veintiocho días durante toda la vida fértil, hasta que llegue la menopausia.
En la pubertad, los cambios empiezan en el cerebro. Poco antes de que se empiecen a notar los cambios en el cuerpo de las niñas, dos hormonas conocidas como gonadotropinas (LH y FSH) empiezan a aumentar a niveles similares a los de las mujeres posmenopáusicas.
El aumento de estas hormonas se produce unos meses antes de que empiece el desarrollo de los pechos, cuando el hipotálamo (una glándula del cerebro) estimula su liberación. En ese momento, las hormonas les «dicen» a los ovarios que empiecen a producir estrógenos, progesterona y otras hormonas. El estrógeno estimula el desarrollo de los pechos, el crecimiento de los huesos y la distribución de la grasa, mientras que la testosterona estimula los impulsos sexuales y las secreciones sebáceas culpables del acné.
Cuando se alcanza el punto álgido del desarrollo, el mecanismo central del cerebro que controla la aparición de la pubertad puede activarse gracias a la producción de estrógenos, aunque estos no procedan solo de los ovarios; la grasa corporal, por ejemplo, también es una fuente de estrógenos. Por ese motivo, las niñas con un índice de masa corporal elevado pueden empezar el proceso de la pubertad antes de lo que sería esperable y, también, tener antes la primera regla. Las niñas ciegas también suelen tener la regla antes que la mayoría, probablemente debido a las secreciones elevadas de melatonina.
Lleva algo de tiempo que los periodos se regularicen. Entretanto, la mayoría de los periodos son anovulatorios (no hay ovulación) y, probablemente, irregulares.
No debes preocuparte si en un principio tu hija tiene periodos sin ovulación, porque es habitual que entre el 25 y el 50 % de las niñas tengan periodos anovulatorios hasta cuatro años después de la primera regla.
Cómo funciona la menstruación
Durante cada regla, el revestimiento interno del útero se desprende y sale a través de la vagina, el pasaje que conecta los órganos reproductivos internos con los órganos sexuales o genitales externos. Este revestimiento interno está formado por un tejido especial llamado endometrio, que se forma cada mes acumulando los nutrientes necesarios para alimentar un óvulo fecundado o embrión en caso de embarazo.
Si la mujer se queda embarazada, el embrión anida en el útero. Si no se queda embarazada, el endometrio se desprende y se expulsa a través de la vagina en forma de regla.
El ciclo menstrual empieza el primer día del periodo y termina el día antes del periodo siguiente. La mayoría de las mujeres tienen la regla una vez al mes, pero el ciclo menstrual también puede ser más corto o más largo. Pese a que algunas mujeres tengan la regla cada veintiún días y otras la tengan cada treinta y cinco, lo más habitual es que el ciclo dure entre veinticinco y treinta días, siendo la media de veintiocho días. Muchas mujeres tienen ciclos regulares que duran exactamente el mismo número de días. En otros casos, los ciclos pueden ser irregulares. Sea como sea, todas estas opciones son completamente normales.
Es interesante saber que la ovulación se produce aproximadamente catorce días antes de la regla. Es decir, cuando los ciclos de la mujer son de veintiocho días, la ovulación se produce el día 14 del ciclo. Si los ciclos son de treinta y cinco días, la ovulación tendrá lugar el día 21. Pero si los ciclos son de veintiún días, la mujer ovulará aproximadamente el día 7. Se trata de una información muy importante para saber en qué días te puedes quedar embarazada, de lo cual hablaremos más adelante.
La regla puede durar entre tres y siete días y la cantidad de sangre que se expulsa en cada regla también puede variar de una mujer a otra. Aunque es normal tener reglas abundantes y necesitar cambiar la compresa o el tampón con frecuencia, se debe consultar al ginecólogo si estos se empapan en menos de tres o cuatro horas, si se utilizan más de seis a ocho compresas grandes o tampones al día, si se nota que la cantidad de flujo menstrual aumenta progresivamente o si la regla dura más de siete días.
El color de la sangre puede ser oscuro o rojo, dependiendo de la intensidad del flujo. Habitualmente, el flujo será más intenso los primeros días. Aunque lo normal es que la sangre de la regla no coagule, en ocasiones también es normal que se observen pequeños coágulos en el flujo menstrual. Sin embargo, si los coágulos son grandes o abundantes, debes consultar a tu ginecólogo.
La llegada de la primera regla
Es imposible predecir con exactitud cuándo llegará la primera regla. Cuando los senos empiezan a desarrollarse, anunciando la llegada de la pubertad, puede transcurrir entre un año y medio y tres años hasta la llegada de la primera menstruación. Por ello, cuando los senos de tu hija preadolescente empiezan a desarrollarse puede ser un buen momento para hablar con ella sobre la menstruación.
Los primeros periodos no suelen ser dolorosos, si bien es cierto que cuando las niñas empiezan a ovular pueden sentir molestias, ya sea antes, durante o después del periodo. Los síntomas más comunes son dolor de vientre, dolor de cabeza, cambios de humor e hinchazón de los pechos. Aun así, el dolor debería remitir fácilmente con analgésicos o antiinflamatorios como el ibuprofeno o el paracetamol.
La menstruación puede producir algunas molestias, pero nunca consideres normal un dolor menstrual que obligue a tu hija a guardar cama o le impida ir al colegio. Acude al ginecólogo si sufre dolores muy intensos y las reglas son muy abundantes.
Al principio, la menstruación puede ser irregular y habitualmente pasan meses entre el primer periodo y el segundo. Ten en cuenta, además, que el estrés, el ejercicio físico o una mala alimentación pueden influir en la irregularidad de las reglas.
La aparición tardía de la primera regla no debe preocuparte, ya que cada niña es diferente. En general, si tu hija tiene diecisiete o dieciocho años y aún no ha tenido la regla, deberías consultar con el ginecólogo. En cualquier caso, lo mejor es aplicar el sentido común: si tu hija tiene catorce o quince años y está completamente desarrollada, pero aún no le ha venido la regla, acompáñala a la consulta del ginecólogo.
Recuerdo el caso de una chica de catorce años que se había desarrollado totalmente: era muy alta, tenía las caderas redondeadas y los pechos desarrollados por completo. Sin embargo, no le había venido la regla. Cuando acudió al ginecólogo y se le practicó un examen físico, resultó ser que no tenía útero, debido a una malformación congénita. Evidentemente, se trata de un caso extremo muy infrecuente, pero siempre hay que acudir al médico si tenemos la sensación de que el desarrollo de una adolescente no está siendo normal.
Cómo cambia el cuerpo en la pubertad
Durante la pubertad, las adolescentes experimentan una serie de cambios biológicos tanto en el cuerpo como en el cerebro. Aunque muchas personas creen que la pubertad viene marcada por el inicio de la menstruación, en realidad incluye muchos otros cambios y procesos que empiezan años antes de que llegue la primera regla o menarquia. Estos cambios conducen a la plenitud de la madurez reproductiva.
Los cambios físicos que se producen durante la pubertad son muy visibles: aumenta la estatura, se desarrollan los senos, aparece vello en las axilas y los genitales y se produce un cambio de olor corporal debido a la activación de las glándulas de la piel en esas zonas. El proceso puede durar entre dos y seis años, ya que lógicamente hay chicas que se desarrollan con más rapidez que otras.
El desarrollo de los pechos
Uno de los primeros signos que nos indican que una niña ha entrado en la pubertad es el desarrollo de los pechos.
En primer lugar, aparece un pequeño «botón» debajo de los pezones o, a veces, solamente en uno de ellos. Los llamados botones mamarios suelen aparecer entre los ocho y los diez años, aunque en cada niña pueden desarrollarse en un momento diferente.
La aparición del botón puede venir acompañada de un ligero dolor e incomodidad. Es importante explicar a las niñas que se trata de un cambio normal y que pasará.
Los botones mamarios son duros al tacto. Cuando aparecen simplemente bultitos blandos, seguramente se trata de un pequeño depósito de tejido graso. Aunque tu hija muestre aparentemente unos pequeños pechos, si el botón no es duro al tacto significa que el desarrollo típico de la pubertad aún no ha empezado.
Si el desarrollo de los botones mamarios se produce antes de los siete años, conviene consultar con un especialista, ya que podríamos estar ante un caso de pubertad precoz. Aun así, hay que tener en cuenta que en niñas de origen africano es normal que el desarrollo de los botones se produzca antes de los seis años. No se sabe por qué existe esta diferencia, aunque se cree que puede deberse a factores genéticos o ambientales.
Después del desarrollo del pezón, la aureola se extenderá y será más grande. Cuando un pecho se desarrolla antes que el otro, muchos padres se alarman y acuden al médico, pero en realidad no nos debería preocupar en absoluto.
El tamaño de los pechos se equilibrará aproximadamente en un año, aunque hay que tener en cuenta que los pechos «asimétricos» son mucho más frecuentes de lo que pensamos en las mujeres adultas y que es algo totalmente normal. Hasta que la niña tenga aproximadamente dieciocho años, los pechos pueden seguir desarrollándose.
La aparición del vello
La mayoría de las niñas tendrán vello púbico antes de que los pechos empiecen a crecer. Al principio, el vello es liso y suave, pero a medida que vaya creciendo se irá rizando y endureciendo, y se extenderá hasta la parte inferior del abdomen y las ingles. El vello axilar empezará a aparecer paralelamente o hasta dos años después de la aparición del vello púbico.
El olor corporal
Durante la pubertad se suda más y cuando este sudor se combina con bacterias, aparece el olor corporal y, a menudo, un olor de pies desagradable.
Para solucionar fácilmente el problema, enseña a tu hija a ser cuidadosa con su higiene y recomiéndale que se vista con tejidos naturales —que ayudarán a que el olor no quede impregnado en la ropa—, que utilice calcetines de algodón, que cambie de zapatos con frecuencia y que evite el calzado confeccionado con materiales sintéticos o plásticos.
Si además a tu hija le sudan mucho las manos, es conveniente que evite las cremas hidratantes. Puede utilizar un desinfectante de manos alcohólico, que la ayudará a mantener las manos secas.
La aparición de granitos
Los típicos granitos que salen en la cara y en la espalda durante la adolescencia se llaman acné, y se producen por el inicio de la secreción de hormonas en la pubertad.
La higiene es la mejor forma de mantener a raya el acné. Cómprale a tu hija un limpiador facial neutro y enséñale a utilizarlo tres veces al día. Además, las cremas y maquillajes que utilice deben ser «no comedogénicos». Si el problema se agrava, hay que acudir al dermatólogo.
El peso en la adolescencia
La aparición de grasa en el vientre puede ser muy común en la preadolescencia, porque el cuerpo de tu hija empieza a redondearse y se prepara para el cambio.
Los estereotipos actuales pueden hacer que en esta etapa las niñas no se sientan cómodas con su cuerpo. Por esta razón, es muy importante que los padres sean conscientes de que la aparición de grasa en la cintura, que posteriormente dará forma a las caderas, es algo totalmente normal en esta fase del crecimiento, y que es conveniente ayudar a sus hijas a sentirse bien consigo mismas.
Ten en cuenta que la delgadez exagerada no es deseable en esta etapa, pero que también hay que tener cuidado con el exceso de peso en la niñez y la adolescencia. Según un estudio publicado por la revista Pediatrics, tener sobrepeso a los tres años o ganar muchos kilos antes de los seis se traduce en un desarrollo sexual precoz. De hecho, por cada punto que aumenta el índice de masa corporal (IMC) de una niña a los tres años, las posibilidades de que alcance la pubertad a los nueve crecen un 44 %.
En esta etapa, tanto fomentar la práctica de deporte al aire libre como enseñar a las niñas a comer de forma saludable es fundamental.
Cálculo del índice de masa corporal
Si quieres calcular el índice de masa corporal (IMC) de una adolescente, tendrás que seguir los pasos siguientes:
1 Multiplica la estatura por la estatura (en metros). Por ejemplo: 1,47 × 1,47 = 2,16 m2
2 Divide los kilos entre los metros cuadrados resultantes del paso 1.
3 Localiza en la tabla siguiente la edad de tu hija y compara los valores con los resultados que has obtenido.
Edad(Años) | Mujeres | |||
Bajo Peso | Normal | Sobrepeso | Obesidad | |
10 | ≤13,5 | 16,6 | ≥19,0 | ≥22,6 |
11 | ≤13,9 | 17,2 | ≥19,9 | ≥23,7 |
12 | ≤14,4 | 18,0 | ≥20,8 | ≥25,0 |
13 | ≤14,9 | 18,8 | ≥21,8 | ≥26,2 |
14 | ≤15,4 | 19,6 | ≥22,7 | ≥27,3 |
15 | ≤15,9 | 20,2 | ≥23,5 | ≥28,2 |
16 | ≤16,2 | 20,7 | ≥24,1 | ≥28,9 |
17 | ≤16,4 | 21,0 | ≥24,5 | ≥29,3 |
18 | ≤16,4 | 21,3 | ≥24,8 | ≥29,5 |
19 | ≤16,5 | 21,4 | ≥25,0 | ≥29,7 |
Los cambios son normales
La edad generalmente aceptada como «normal» para que una niña alcance la pubertad es a partir de los diez años. Es importante que le enseñes a tu hija que todos los cambios que experimentará son normales.
En los meses previos al primer periodo, es habitual que se incremente el flujo vaginal. Se trata de un flujo blanco, bastante líquido o ligeramente amarillento, resultado del aumento de las secreciones vaginales producidas por los estrógenos. Si tu hija se alarma ante la aparición de este flujo, explícale que es completamente normal.
El surgimiento de la atracción sexual también es característico de esta época. Es posible que tu hija empiece a masturbarse. Es totalmente natural y nunca debes avergonzar a tu hija por tener estos impulsos, que aprenderá a comprender y controlar si le ofreces una educación sexual saludable.
En todo caso, cuando el desarrollo sexual se avanza existen algunos riesgos, como las relaciones sexuales y el consumo de alcohol prematuro.
El descubrimiento del sexo
Según el estudio «Los jóvenes y el sexo», realizado por Control en 2017 y en el que se entrevistó a dos mil personas, los jóvenes afirman haber tenido su primer contacto sexual antes de los dieciocho años, más concretamente con 17,7 años de media en España.
Desde el punto de vista de la salud, los padres podemos ayudar a nuestras hijas a evitar enfermedades y embarazos no deseados ofreciéndoles información y apoyo constante.
Entre las medidas que deberíamos tomar están las siguientes:
Mantener una actitud abierta y sincera con tu hija para que no se sienta cohibida cuando tenga alguna duda, y que de esta manera establezca contigo una comunicación fluida y sana.
Explicarle que ella decide y que solo debe mantener relaciones sexuales si lo desea: es importante que aprenda que siempre puede decir «no».
Recomendarle que utilice un método anticonceptivo doble: pastillas hormonales —para evitar el embarazo— y preservativo —para prevenir el contagio por enfermedades de transmisión sexual—.
Promover que no empiece a tener relaciones sexuales a una edad muy temprana.
El uso de tampones, copa menstrual o compresas
La aparición de la primera menstruación se ha adelantado en los últimos años y en la actualidad empieza alrededor de los doce años.
A esta edad, aunque la primera menstruación viene acompañada de otros cambios, como el desarrollo corporal y la aparición de los impulsos sexuales, no podemos olvidar que la madurez psicológica está todavía lejos de consolidarse y que, en muchos casos, a tu hija puede resultarle difícil asumir lo que comporta este cambio radical en su organismo.
Como no siempre es fácil aceptar los cambios, nunca hay que forzar a una niña de once o doce años a utilizar un tampón. Aunque no existe ninguna razón médica que lo contraindique, es importante que la niña sea quien decida libremente cuándo ha llegado el momento de usarlo.
Para que le resulte más fácil ponerse el tampón por primera vez, conviene elegir un día en que la regla sea abundante, porque el sangrado actuará como lubricante y facilitará la introducción del tampón.
El tampón no supone ningún riesgo si se utiliza con cuidado, aunque siempre hay que cambiarlo con frecuencia para evitar problemas. Las primeras veces que se usa es recomendable cambiarlo cada cuatro o seis horas, y en ningún caso debe usarse más de doce horas seguidas, ya que podría producirse un choque tóxico.
El choque tóxico puede producirse si el tampón lleva demasiadas horas en la vagina, ya que favorece la proliferación de bacterias. Una infección de estreptococos y estafilococos puede pasar a la sangre y producir el choque, que podría tener efectos mortales.
Por otra parte, es conveniente recordar que el uso del tampón no afecta al himen, ya que este es elástico. Con el tampón no se pierde la virginidad, pero sí se pierde al tener una relación sexual con penetración.
En cuanto a las copas menstruales, no deben utilizarse hasta que las chicas tengan relaciones sexuales, ya que es cuando su uso es más seguro. Antes de ese momento, la copa en una vagina inmadura podría causar alguna lesión, especialmente en el momento de extraerla.
Periodos irregulares en adolescentes
Como hemos comentado anteriormente, es muy habitual que las adolescentes tengan periodos irregulares durante los primeros años de la menstruación. En estos casos no hay que preocuparse, porque lo más habitual es que la regla se vaya regularizando de forma progresiva.
Estos ciclos irregulares suelen darse durante los dos primeros años de menstruación. Algunas mujeres los tienen durante toda su vida, pero la mayoría puede calcular cuándo, más o menos, le vendrá la próxima regla.
El ciclo de veintiocho días del que se hablaba tradicionalmente no es lo habitual y puede considerarse simplemente una media. Un ciclo se considera normal si dura entre veintiún y treinta y cinco días. No obstante, en ocasiones puede haber un mes en que no se tenga la regla, dado que los ciclos se ven afectados por el desarrollo general del organismo.
Enseña a tu hija a reconocer los signos que indican que la regla está cerca. Si tiene periodos irregulares, dile que lleve siempre una compresa en la mochila, para que esté preparada por si le viene de forma inesperada. Toma nota de cuándo le viene la regla y cuándo se acaba. Así, cuando vayas al médico, este podrá saber si la irregularidad de sus periodos está dentro de la normalidad.
Hay diversos factores externos que pueden causar periodos irregulares:
el exceso de ejercicio físico
el rápido aumento o pérdida de peso
una mala alimentación
los trastornos alimentarios
el exceso de estrés
el uso de medicamentos
el consumo de drogas
Si crees que alguno de estos factores está influyendo en los periodos irregulares de tu hija, consúltalo con el médico.
La duración de la regla y la cantidad de sangre que se expulsa depende, entre otras cosas, de la cantidad de hormonas que el cuerpo esté fabricando. Por eso, en la época de crecimiento es normal que, cuando hay variaciones en el ciclo hormonal, las haya también entre un periodo y otro.
Si después de varias reglas regulares pasan varios meses hasta la siguiente, estamos ante un episodio de amenorrea (falta de regla). Si esta situación se alarga más de tres meses, conviene consultar al ginecólogo.
El embarazo es otra razón obvia por la que puede faltar una regla. Si tu hija es sexualmente activa y deja de tener la regla, puede estar embarazada. La mejor forma de evitar embarazos no deseados es tener una actitud abierta con tu hija y ayudarla a acceder a información sobre métodos anticonceptivos y educación sexual.
Cuándo debes llevar a tu hija al ginecólogo
Las mujeres deben empezar a visitar regularmente al ginecólogo cuando comienzan a ser activas sexualmente. Sin embargo, en el caso de niñas y adolescentes hay ciertas situaciones en las que es necesaria la atención ginecológica.
Si tu hija adolescente presenta alguno de los síntomas siguientes, debes ponerte en contacto con el pediatra o ginecólogo:
Un cambio repentino e injustificado en sus periodos.
Un sangrado menstrual intenso que requiere el uso de más de seis a ocho compresas higiénicas o tampones por día durante más de siete a diez días.
Un sangrado continuo entre periodos.
Dolor abdominal intenso durante la menstruación.
En la infancia, las situaciones más frecuentes para la consulta con el ginecólogo son las siguientes:
Infecciones vulvares y vulvovaginales: casi siempre se deben a una mala higiene y es la patología más habitual en niñas y adolescentes.
Coalescencia labial: se da en niñas pequeñas y es una formación anómala de los labios menores que puede cerrar la entrada a la vagina. Normalmente se soluciona de forma espontánea cuando llega la pubertad.
Pubertad precoz: está relacionada con el crecimiento y se produce cuando los signos de la pubertad aparecen antes de los ocho años (vello púbico, desarrollo mamario, etc.). La pubertad precoz debe estudiarse, ya que puede afectar al crecimiento posterior de la niña.
Trastornos menstruales: reglas muy dolorosas y abundantes, amenorrea e irregularidad, entre otras, son las causas más frecuentes de consulta al ginecólogo durante la adolescencia. Normalmente se soluciona fácilmente con medicación, pero es necesario hacer un seguimiento adecuado.
La atención médica a niñas y adolescentes debe ser siempre confidencial y respetuosa con su intimidad, ya que la mayoría de las veces pueden sentirse avergonzadas o asustadas. La información y el acompañamiento de los padres son fundamentales para que las niñas con trastornos ginecológicos vivan esa situación con tranquilidad y sin que su desarrollo físico y psicológico se vea afectado.