Читать книгу Ana, ¿verdad? - Francisco Hinojosa - Страница 10

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Cruzó la calle dando saltitos, al llegar a la avenida esperó pacientemente a que el semáforo se pusiera en verde, pasó junto a la panadería de don Silvestre y se siguió de frente durante un buen rato.

Poco a poco, conforme avanzaba, el frío se iba haciendo cada vez más y más intenso. Tanto que no lograba cobijarse con sus propios abrazos. Justo cuando empezaban a caer los primeros copos de nieve, llegó a un lugar extraño que nunca antes había visitado. Toda la gente vestía de verde y llevaba sus impermeables y paraguas del mismo color.

Ana, ¿verdad?

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