Читать книгу Más allá del amor - Francisco Javier Crespillo Pinto - Страница 9

Capítulo II: Una mañana loca

Оглавление

Los padres y el hermano de Celia, Abraham, habían ido a Málaga a alquilar el piso para Celia, Sara y Susana, otra íntima amiga de Celia. Susana era la que más dinero iba a aportar, puesto que era de una familia adinerada y se podía permitir ese lujo, además, estaba dispuesta a hacer lo que fuera para irse a Málaga y empezar una nueva vida. Sara le mandó un WhatsApp a Celia para ver si estaba en casa e ir a verla y tomarse allí un refresco juntas.

—Buenos días Celia, podíamos quedar para tomar un refresco y charlamos, en tu casa o en la mía donde prefieras, así te desahogas un poco.

—Muchas gracias Sara, te lo agradezco porque ahora estoy sola en casa, podemos quedar aquí si quieres, así ahorramos dinero porque tengo muchos gastos —respondió Celia apenada.

—Perfecto Celia, me visto y nos vemos en tu casa en diez minutos, besos.

Celia se levantó de la cama y, camino del baño para asearse, como hacía todas las mañanas, paró para poner la música que siempre oía, bachata. En ese momento pensó que no era apropiado por su estado de ánimo, así que optó por la música chill out, Enya concretamente.

Cuando sonó el timbre de su casa aún no se había vestido, tenía un pijama de pantalón corto rosa y una camiseta ancha, aunque ella solía dormir completamente desnuda no era apropiado recibir así a su amiga. Bajó la escalera a toda prisa, pues necesitaba de la compañía de su amiga.

—Hola cariño ¿qué tal estas? —preguntó Celia cuando vio a su amiga con unos shorts vaqueros y un top negro.

—Qué recibimiento más agradable, hacía mucho que nadie me llamaba cariño, de hecho creo que eres la primera persona en llamarme así.

—Sabes que hay mucha gente que te llama cariño, no me engañes.

—Sí, pero no semidesnuda. ¿Puedo pasar?

—Qué pregunta más tonta, pasa —con un dulce gesto con la boca la invitó a pasar. El ambiente se había caldeado.

Entraron al salón y allí se sentaron las dos chicas, y empezaron a charlar sobre el embarazo, de cómo se lo iba tomando con el paso de los días y que el asimilarlo no debía ser un trauma, que va a ser muy buena madre y que con la ayuda de sus padres y de sus amigas saldría adelante, aunque Celia reprochaba que iba a frenar su carrera académica, no todo iba a ser color de rosa. Poco a poco Sara se fue acercando más a Celia, pero esta no lo notaba, le tocó la pierna y se la acarició hasta llegar a la rodilla, Celia sintió un escalofrío muy extraño, una sensación que nunca antes había notado. Sin darse cuenta, como si de una mano invisible se tratase, la mano de Sara ya estaba en la ingle de Celia, casi tocando su vagina. Esta dio un bote hacia atrás y soltó un gemido que Sara calló un largo beso en la boca. No eran capaces de separarse, de tocarse las tetas, de acariciarse hasta el punto de desnudarse por completo. Era una sensación muy extraña pero a la vez agradable que ninguna de las dos podía controlar, y esto les gustaba, además del morbo que suponía que fuera la primera vez para ambas, y en el salón de su casa, donde se sentaban sus padres a ver la televisión . Celia no paraba de mover su lengua dentro de la boca de Sara, a esta le gustaba más meter el dedo en la vagina de su querida amiga. Todo estaba pasando muy rápido pero el calentón del momento era imposible frenarlo. Sara, tras escaparse de la boca de su amiga, fue deslizando su lengua por todo su cuerpo hasta llegar a la vagina, fue el momento en el que Celia dio el gemido más grande que había dado en su vida, ni cuando se masturbaba ella sola gozaba tanto, era evidente que lo natural dista mucho de lo «artificial», y Sara, metiéndole el dedo en la boca, la calló. Celia no paraba de chupar el dedo, saboreando el flujo vaginal de su amiga y el suyo propio. La vagina de Celia estaba completamente tapada por la boca de Sara, cerraba sus piernas apretando más la cabeza de esta. A los diez minutos de empezar el sexo duro cambiaron la postura y se pusieron a la inversa, ahora era Celia la que no paraba de lamer la vagina de Sara, de meterle los dedos en la boca, de saborear todo el flujo que desprendía su amiga. Chupaba con tantas ganas que se lo tragaba todo, menos una parte que se la dejó en la boca, debajo de la lengua y se fue hacia la boca de su amiga. Comenzaron a darse besos y con un empujón sobre el pecho de Sara, esta cayó sobre la cama. Celia abrió la boca y el flujo cayó en la de Sara, esta abría la boca y lo tragaba, y con las dos bocas empapadas seguían besándose. Cuando cayeron muertas de placer, mientras las piernas les temblaban, Sara acercó su cara hasta Celia y acariciando su barriga le susurró: “no te dejaré solo bebé”.

—¿Esto que ha pasado qué significa? —preguntó Celia acariciándose los pezones.

—No esperaba que esto fuera a suceder, venía vestida provocativa para insinuarme y poder ponerte cachonda. Yo soy lesbiana y me gustas desde que tengo uso de razón, siempre tu cuerpo me ha puesto muy cachonda y todos los días que me masturbo es pensando en ti. Lo de hoy ha sido el sueño de mi vida hecho realidad.

—Pero yo no soy lesbiana, o eso creo, porque estoy empezando a dudar de mí misma, porque ha sido una experiencia fantástica, me ha encantado, con Alberto no pude comprobar lo que es el sexo.

—No te quiero presionar ni te quiero poner en un compromiso, pero si te quiero pedir que pienses en lo que ha pasado. No te sientas sola porque yo te voy a ayudar y apoyar en todo lo que pueda, siempre voy a estar a tu lado, pero que sepas una cosa, me tienes loca.

—Estoy muy confusa Sara, nunca me había fijado en ninguna chica, y mucho menos en ti, que eres mi mejor amiga. Mi prototipo de pareja ideal ha sido Sergio.

—Sergio no es buena persona, fuma muchos porros, se mete mucha cocaína y encima el otro día lo pilló la madre robándole dinero, no te conviene.

—Sara, necesito estar sola. Necesito pensar en lo que ha pasado, mi vida ha dado un cambio radical en muy poco tiempo. Me ha gustado mucho comerte entera, que me comieras tú también a mí, meterte el dedo y que tú también a mí, y donde he alcanzado el cielo cuando nos hemos besado llenas de nuestras corridas, ha sido una experiencia maravillosa, pero necesito estar sola.

—No te preocupes. Si no te importa me gustaría ducharme aquí, así me voy limpia para casa. Espero que esto no cambie nuestra relación, ahora cuando te quedes sola medita lo que ha pasado. Gracias. —Con un beso en la mejilla y meneando la cintura se iba perdiendo por el pasillo hacia la ducha.

Celia se quedó tumbada en la cama, aún tenía las piernas temblorosas y su vagina empapada, se la acariciaba y volvía a meter el dedo en la boca, tenía más ganas de sexo, más ganas de volver a experimentar esa sensación que la hizo alcanzar el cielo por unos momentos, esa sensación que una noche loca la iba a hacer futura mamá, pero no pudo disfrutar por culpa de la cocaína y el alcohol, ni tampoco de aquel enigmático hombre llamado Alberto. Sin pensarlo dos veces, se acercó al baño donde estaba Sara, llamó a la puerta y abrió, allí estaba duchándose y acariciándose el cuerpo con una esponja, se daba por todo el cuerpo, pero aún no se había dado cuenta de que Celia estaba tras la puerta mirándola, cuando iba a abrir la mampara vio cómo se abría de una vez y sin que le diera tiempo a salir, estaba Celia de rodillas dispuesta a chupar de nuevo su vagina, a volver a chupar y tragarse la corrida, quería ser sumisa.

—Entra de nuevo a la ducha, vamos a ducharnos juntas.

—¿Estás segura? ¿Lo has pensado bien?

—Calla y disfruta zorra, quiero que seas mi dueña, yo quiero ser tu puta, pídeme lo que quieras, yo te obedeceré.

—Sigue chupándome, sigue tocándome todo el cuerpo, quiero que me hagas daño en las tetas con tus pellizcos y quiero que no pares de chuparme. Trae el dedo índice y mételo en mi culo.

Estaban las dos en la ducha, chupándose y magreándose. Cada poro de una había pasado por la lengua de la otra, estaba tan a gusto que no se quería mover de la pared, estaba empotrada con la vagina tapada de Sara, su culo estaba penetrado por el dedo índice, y al poco tiempo entró el dedo corazón, ya estaba penetrado por dos dedos, y como si de un rayo se tratase. Sara le quitó la mano y se metió los dedos en la boca, comenzaron a besarse con los dedos entre medio de las dos bocas. Una con la ayuda de la otra se levantaron y se dieron una ducha de agua limpia, aquí finalizó la segunda parte de la mañana loca de sexo que habían mantenido.

—Ahora yo soy la que necesita respuestas cariño, necesito saber qué significa todo esto, qué es lo que has pensado mientras me estaba duchando para portarte así de bien.

Lo he pensado Sara y te quiero a ti. Cuando me quedé embarazada del hijo de puta ese no disfruté nada, si me hubiera gustado probablemente no lo habría olvidado, pero lo único que me va a quedar de aquella noche será nuestro bebé.

—¿Puedes repetir lo que has dicho? —Frunciendo el ceño preguntaba Sara desconcertada por lo que dijo su amiga.

—Que me gustaría que fueras mi pareja, contigo he compartido los mejores y peores momentos de mi vida, siempre me ha gustado tu forma de ser por eso siempre te he confiado mis secretos. Eres mi modelo a seguir por tu forma de vestir, tu físico y ahora tu manera de follarme.

—No quiero que sea el calentón del momento nena, no quiero pasarlo mal, me gustaría que lo pienses en frío, pero si realmente estas segura aquí estaré para cuando lo necesites. Si quieres que seamos pareja y cuidemos juntas al bebé, y esto implique irnos del pueblo, así lo haremos. Contigo al fin del mundo. —Celia no podía reprimir su alegría al escuchar tan grata propuesta.

—Cuando lleguen mis padres y mi hermano con Susana actuaremos como siempre, normal. Mañana planeamos juntas qué y cómo debemos hacer las cosas para que todo salga perfecto. Puede que sea uno de los días más importantes de nuestras vidas. Te quiero mucho.

—Me too —respondió Sara bajando las escaleras, después de la ducha de placer que se dieron, con el dedo índice en la boca iba bajando la escalera y saliendo por la puerta.

Más allá del amor

Подняться наверх