Читать книгу Raros - Francisco Rodríguez Criado - Страница 10

Оглавление

23 de marzo, miércoles

Sería difícil encontrar la menor similitud entre el majestuoso y recoleto chalé de mi tía y este desvencijado ático en el que vivo, a pocas calles de la céntrica Plaza de Santa Ana. Pero este es mi refugio particular, yo lo he creado, yo lo he alimentado durante años con obstinada indiferencia, con mi silencio vital. Este desorden es mi obra: mi única obra.

Sentado en el suelo alfombrado como un niño el día de los Reyes Magos, esparzo mi colección de raros con alegría. Tantos años coleccionando recortes de prensa, anotando ideas en un cuaderno. ¿Qué hacer con estos recortes, con estos apuntes? ¿Qué hacer con el hombre que habito? Creo que inconscientemente visité ayer a tía Ágata con la sibilina intención de encontrar alguna excusa que me permitiera retirarme de este proyecto, que, he de confesarlo, en realidad nunca pensé llevar a cabo. La recomendación de mi tía –lapidaria y brumosa, pero recomendación en cualquier caso– me ha desconcertado.

Es la primera vez en mucho tiempo que me enfrento a una decisión más importante que la de escoger entre dos marcas de cerveza en el supermercado. Sé que el proyecto puede ser delicioso, que podría entregarme a él con devoción. Pero, por otra parte, es tan reconfortante dejar pasar los días sin hacer nada… Me da miedo, además, ofrecerle al mundo este álbum de raros tan personal que con tanto empeño he atesorado durante años. Sería una forma de desnudarme quitándole la ropa a otros.

Ahora dudo. Y es esta duda, haciendo buena la frase lacónica con la que mi tía me invitó a desarrollar este proyecto, la que me incita a pensar que debo sentarme a escribir sin más demora.

(“Escribiré a pesar de todo: es mi batalla por la existencia”, anotó Kafka en su diario el 31 de julio de 1914.)

Raros

Подняться наверх