Читать книгу Raros - Francisco Rodríguez Criado - Страница 12
Оглавление25 de mayo, viernes
raro, ra
(Del lat. rarus)
1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual
2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente
3. adj. Escaso en su clase o especie
4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea
5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse
6. adj. Dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia
de raro en raro
1. loc. adv. raramente (de tarde en tarde)
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Repaso minuciosamente las acepciones que el diccionario de la Real Academia Española le dedica al adjetivo raro, que yo pretendo convertir en un sustantivo. Dentro de la inevitable dispersión que engloba a mis personajes, debo encontrar algún hilo conductor. El asunto no es fácil. Tiendo a poner demasiados reparos a estas acepciones. Vayamos con la número 1: no considero que un comportamiento inhabitual sea suficiente para que alguien sea considerado raro. Algunos de mis personajes tuvieron vidas aparentemente normales (Rose Valland, por ejemplo). Lo que debe marcar la rareza, creo, no es el comportamiento inhabitual del día a día sino la trayectoria final, el cómputo de una vida. Es ahí donde deben marcar la diferencia.
Y sobre el punto 4, considero que es demasiado limitador. Algunos raros lo son pese a no haber sido insignes, sobresalientes o excelentes, tres adjetivos pomposos que pueden acabar hundiendo la naturaleza humilde del adjetivo raro. Desconfío también del punto 5. La extravagancia puede ser una actitud más que una naturaleza. Me consta que algunas personas se esfuerzan en ser extravagantes o tienden a singularizarse precisamente porque son conscientes de su normalidad, de su mediocridad. Me atrae mucho, sin embargo, el punto 3: “escaso en su clase o especie”. No sirve para definir en exclusividad lo que es para mí un raro, pero empieza a acercarse al concepto. Quiero y debo escribir sobre personas escasas en su especie, o que –aun no siendo únicas– sirvan como modelo de atipicidad entre los suyos. El caso de Syd Barret –uno de mis raros preferidos– puede que encuentre demasiados espejos en su época (marcada por las drogas, el sexo y el rock), pero es al mismo tiempo, con sus singularidades, un magnífico escaparate del rarismo de la época.
Pretendo primar también las dobles vidas. Me fascinan esos personajes que son una cosa y la contraria, que ofrecen al mundo una imagen y guardan para sí otra. A veces, en los casos más notables, esta dualidad alcanza niveles tan notables, han sido trabajadas esas vidas paralelas con tanto acierto durante el paso de los años, que el individuo afectado acaba por no saber cuál es la verdadera y cuál la falsa.
Recapitulando: no me resulta fácil definir qué es un raro. El diccionario no me ayuda demasiado.
Pero ¿por qué me asusta tanto no encontrar un hilo conductor? ¡Ese hilo conductor existe, ese hilo conductor soy yo! Yo soy quien los ha reunido en un álbum y soy yo quien tratará de poner el foco en sus vidas (algunas de ellas completamente desconocidas para el común de los mortales).
Este no será un libro de raros canónicos. Será mi libro de raros, y punto.
Menos divagar. Es hora de poner manos a la obra.