Читать книгу Transformate en el dueño de tus finanzas - Franco Ezequiel Torres - Страница 6
ОглавлениеPREFACIO
Era un día más de clases y, como todo lunes, la maestra del primer grado acostumbraba a pedirles a algunos de sus alumnos que pasaran al frente del salón a contar qué habían hecho durante el fin de semana. Los niños debían presentarse con su nombre al comenzar el relato y luego contar su historia, a menudo solían contar que habían dado un paseo en el parque con sus padres, andado en bicicleta, habían tomado un helado, jugado a la pelota o simplemente se la pasaron en casa viendo dibujitos o jugando con sus juguetes. Eran buenas oportunidades para integrar a los alumnos al grupo, ayudarles a romper la timidez de hablar en grupo y de conocer un poco más sobre ellos. Cada niño ansiaba ser elegido y cuando la maestra lanzaba la típica pregunta: ¿quién quiere pasar al frente? Todos juntos levantábamos la mano, moríamos de ganas de ser elegido, quizás no necesariamente porque quisiéramos contar nuestra historia, sino más bien por el querer tener algo de atención o simplemente por el hecho de que ser elegido entre la multitud se disfrutaba como un premio, supongo. Entre tanto barullo y griterío de “Yo, yo, seño, yo, porfa, yo”, ese día fui uno de los seleccionados para pasar al frente. Tengo el recuerdo de estar solo parado al frente del salón, todos mis compañeros en sus asientos se encontraban expectantes, brindándome su atención, era mi momento.
“Hola, mi nombre es Franco Torres y el fin de semana me fui con mi papá a juntar cartones y diarios por la basura, y luego lo acompañé a venderlos, hicimos una larga fila, entonces mi papá me regaló una gaseosa”.
Algunos compañeros comenzaron a reírse, la maestra, como autoridad del grupo, ordenó el silencio y yo me senté en mi banco sin entender mucho lo que pasaba. Mi turno había finalizado y ahora comenzaba otro compañero a contar su historia.
Mientras regresaba a mi casa con mi mamá luego de clases, ella me hizo la típica pregunta de todos los días. “Hola, hijo. ¿Cómo te fue en clases?”. Y yo, todavía sin comprender mucho debido a la inocencia típica de la niñez, le conté emocionado que por fin la maestra me había elegido y me habían hecho pasar al frente. Luego le dije lo que había pasado y su respuesta fue “Ay, Franco, cómo vas a contar eso”, frunciendo su cara como de vergüenza y enojo al mismo tiempo. Ella no estaba enojada conmigo, se enojó con mi padre por lo que me había hecho pasar, entonces cuando llegamos a casa comenzó una nueva discusión entre ellos. (Estas escenas de peleas parecen simples, pero producen una gran marca en los niños). Otra vez mis padres peleando y esta vez por mi culpa. Para aquel niño lo que había contado en el salón de clases era algo habitual y no entendía el porqué de las risas, el porqué de la discusión de mis padres. ¿Qué había hecho de malo? No lo sabía. Apenas tenía 6 años.
Nací en una familia grande, se podría decir. Convivíamos en un pequeño departamento que contaba con una sola habitación donde dormíamos los 7 integrantes de mi familia, 5 hermanos, mamá y papá. Por suerte contábamos con ese departamento que heredó mi papá gracias a mi abuelo, al cual, lástima, nunca pude conocer porque, cuando él falleció, yo ni siquiera existía. Mis familiares me dieron muy buenos comentarios sobre mi abuelo, era una persona inteligente que sabía sobre inversiones en bienes raíces y a lo largo de su vida logró hacerse de varios inmuebles a los que rentaba. Luego de su muerte, su mujer se encargó de mal administrarlos y perderlos a todos. (Historia que se repite siempre cada vez que la riqueza llega a manos de personas que no tienen desarrollada la mentalidad financiera).
¡ABUELO, ANTES QUE EL DEPARTAMENTO, LE TENDRÍAS QUE HABER HEREDADO A MI PAPÁ ALGÚN CONOCIMIENTO SOBRE BIENES RAÍCES! Ja, ja.
Soy el hijo número 4 contando de mayor a menor, y según me cuentan mis tres hermanos mayores, antes que yo tuviera edad madura, vivíamos muy bien. Mi padre tenía un muy buen trabajo en la empresa privada que provee agua a toda mi provincia llamada Aguas Cordobesas. Mi mamá por su parte siempre trabajó por su cuenta también, por lo que todo marchaba bien y no nos faltaba nada.
Pero la Argentina en 2001 entró en crisis, todas las empresas hicieron reducciones de personal y en julio de ese año mi padre también perdió su puesto de trabajo, y quedó desempleado a sus 37 años y sin saber nada sobre educación financiera. Debido a la crisis y su edad, nunca más pudo conseguir un trabajo fijo. Pasamos de la “estabilidad económica” a la pobreza de un día al otro.
En ese momento yo apenas tenía 4 años. Por lo que, desde que tengo uso de razón, fui pobre financieramente hablando. En esa situación mis padres creían que la solución nos la iba a dar la escuela y nos aconsejaban estudiar, para así conseguir un buen empleo. Sin embargo, mi padre consiguió un buen empleo y eso no evito que cayéramos en bancarrota.
Si bien ir a la escuela obviamente es importante, no quiere decir que sea la solución a la pobreza. El mundo está lleno de eruditos pobres (si no observen la situación en Cuba). Por más estudios o títulos que tengas, si tu única forma de conseguir ingresos es que un tercero allá afuera lleve adelante una idea exitosa de emprendimiento y que luego te dé un empleo siempre tu economía va a pender de un hilo porque el trabajo hoy está, pero mañana no sabemos y no depende de ti. Si vives en la Argentina o Sudamérica en general, que son economías vulnerables históricamente a constantes recesiones y crisis, ser dueño de tu propia economía debe ser una prioridad en tu vida, incluso más importante que graduarte, conseguir cientos de diplomas o formar una familia.
Tu prioridad número 1 debe ser convertirte en el dueño de tu propia economía y tu prioridad número 2 debe ser asegurarte que nunca, pero nunca, olvides la prioridad número 1
Priorizar tu economía no es ser materialista, es ser inteligente. Priorizar tu economía no es aprovecharse de los demás ni mucho menos, al contrario, es crecer ayudando a los demás. Tus ingresos crecerán en relación con cuántas personas ayudes a crecer o avanzar al siguiente nivel.
Tener tranquilidad económica sabiendo que tus ingresos provienen de fuentes distintas y que todas te pertenecen es impagable. Está tranquilidad difícilmente la podrá tener un empleado si no desarrolla la capacidad y conocimientos de saber generar ingresos de otra manera. Por más alto que creas que es tu salario, debes saber generar riqueza por tus propios medios, si no, simplemente tu situación financiera será una bomba de tiempo. Por eso existen muchos casos de deportistas, artistas, políticos, etc., que eran empleados muy bien pagos, ganaban fortunas y sin embargo, cuando se retiraron o fueron despedidos, terminaron fundidos. Esto se debe a que la riqueza no se mide con cuánto tienes en tu cuenta bancaria, se mide con cuánto tienes en tu mente y qué haces con lo que te toca. Me gusta pensar que la vida es un juego que nos tira las cartas, y tú debes jugar con ellas tal y cual como están. Te puede gustar o no lo que te tocó, pero no puedes cambiarlas. Simplemente tienes que aceptarlas y jugar. Yo no elegí ser pobre, pero simplemente tomé mis cartas como eran y me lancé a jugar a esta difícil pero divertida aventura llamada vida.
TRANSFÓRMATE EN EL DUEÑO DE TUS FINANZAS
Sin dudas uno de los máximos sueños de los empleados es llegar un día a su trabajo y decir: ¡RENUNCIO! Ya no necesito este puesto porque mi negocio me genera mejores ingresos. Imaginan día tras día ese momento y cómo sería su estilo de vida. Tratan de soñar e imaginar en esa posibilidad de negocio que los hará poseer su libertad, sueñan con cómo armarían su local comercial, cómo venderían al público y tratarían a sus clientes / empleados, sueñan con los lugares que visitarían cuando logren elevar sus ingresos, viajes, autos, playa, dinero, pero lo más importante, ¡LIBERTAD! Sueñan con todo eso, pero el problema está en que, casi sin darse cuenta, se van los años y solo se la pasaron soñando.
Esta es una verdadera guía financiera para poder lograr ese sueño sin que sigan corriendo los años. Leí muchísimos libros de educación financiera, de magnates millonarios que cuentan los grandes negocios que ellos hacen. Compran edificios gigantescos, hoteles lujosos, campos de golf, terrenos, empresas, etc., que sin lugar a dudas me sirvieron para tener un objetivo en grande, pero siento que esos libros están incompletos o apuntados para un determinado sector, ya que carecen de la información para comenzar a dar los primeros pasos.
En este libro revelo muchas intimidades personales que nadie sabe, pero que guardo siempre en mi mente para no olvidar de dónde vengo. Pero sobre todo cuento cómo hice paso a paso para poder renunciar a una vida que no me gustaba y transformarla en una de mejor calidad y abundancia.
También cuento cómo logré abrir mi primer negocio paso a paso y luego seguir abriendo nuevas sucursales, prácticamente poniendo nada de dinero de mis bolsillos.
Mi historia de vida es corta porque todavía soy muy joven, pero es muy rica en enseñanzas que espero que te sirvan. Una gran historia de superación personal, pero no la cuento con el fin de alimentar mi ego ni mucho menos jactarme de ello. Cada párrafo que escribí lo hice buscando siempre empatizar con el lector para empoderarlo a ser el dueño de su vida, buscando constantemente desarrollar su mejor versión y animarlo a creer que SÍ SE PUEDE. Me da muchísima tristeza e impotencia cruzarme con muchas personas apagadas que han perdido todo tipo de esperanza en salir adelante, en poder vivir un poco mejor, sin ánimos y carentes de sueños.
Sin más que agregar, te invito, querido lector, a quedarte en una increíble y atrapante lectura.
Atentamente, Franco Torres