Читать книгу Los condenados de San Ignacio - Franco Ramiro Ugarte - Страница 4
ОглавлениеPrólogo
La expresión “condenado” tiene variados sentidos, que van desde el fantástico mundo de otras dimensiones hasta las perpetuas reflexiones largamente sostenidas en la mente de los filósofos. Pasando por la realidad palmaria de una condena de tiempo necesario en el reo que requiere para redimir sus culpas en la prisión, o el autor de un delito que espera ser ejecutado en el cadalso. O peor aún, de aquellos enterados de una enfermedad irreversible. También están los eternamente penados a despilfarrar sus patrimonios por una vida supuestamente mejor.
¿Cuántos condenados somos en el mundo? ¿O todos estamos de alguna manera penados por una ley invisible de la naturaleza? Tantos hay como jueces existen. La experiencia general nos muestra que hay un fenómeno simultáneo en todas las épocas. La sensibilidad no cambia, la evolución transita en el mismo escenario, sobrevive sin pesares al proceso intelectual de modernización de los pensamientos. La negación del desfile interno de dudas nos pone a salvo positivamente.
La vida es un juez implacable, marcando el ritmo de la dignidad patética, y a la vez misteriosa, del frecuente desprecio de la conciencia humana por el origen de la condena. El guardián asignado, atado a un trabajo colectivo, es el tiempo perturbador e inoportuno. Acosador constante de la existencia humana, recuerda el glorioso pasado, ordena los sucesos presentes, y denuncia el porvenir como una visión viable establecida por el destino y una cuarta dimensión posible. El catalizador necesario encargado de sostener el proceso sucesivo es el miedo, defensor opuesto a la misma concepción condenatoria, que lleva adelante el conocimiento del sentido común de cada uno.
Por lo visto necesitamos un concepto claro de “condenados” para explicar el sentido de la supervivencia ante la sentencia impuesta. No se puede señalar ningún proceso, ya que nace con la vida misma, podría decirse que es un sentido emocional magnificado o reducido según el peso de la condena, o el cuerpo preparado a resistir los mecanismos de protección y aviso.