Читать книгу ¿Qué es la verdad? - Fuller Andrew Samuel - Страница 6
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Andrew Fuller nació en Wicken, un pequeño pueblo agrícola de Cambridgeshire, en 1754.1 Sus padres, Robert Fuller (1723–1781) y Philippa Gunton (1726–1816), eran granjeros y alquilaban un conjunto de granjas lecheras. En 1761 sus padres se mudaron muy cerca de la localidad de Soham, en donde él y su familia comenzaron a asistir regularmente a una iglesia bautista calvinista, en la cual Fuller experimentó la conversión, en noviembre de 1769. Después de ser bautizado en la primavera siguiente, se convirtió en miembro de la iglesia de Soham. Y en 1774, Fuller fue llamado al pastorado de esta obra. Él permaneció ahí hasta 1782, cuando se convirtió en pastor de la congregación bautista calvinista de Kettering.
El tiempo que estuvo como pastor en Soham fue un periodo decisivo para moldear su perspectiva teológica. Durante ese periodo él inició un estudio de por vida de las obras del teólogo americano Jonathan Edwards (1703–1758), y eso, junto con su compromiso de vivir bajo la autoridad de las Escrituras infalibles, le permitió convertirse en lo que su amigo cercano, John Ryland, Jr. (1753–1825) describió como: «posiblemente el escritor de teología más sabio y capacitado que ha tenido nuestra denominación».2 Las generaciones posteriores han confirmado esa estimación que Ryland tenía de su amigo. Por ejemplo, el predicador bautista victoriano, C. H. Spurgeon (1834–1892), una vez describió a Fuller como el «teólogo más grande» de su siglo, mientras que A. C. Underwood, el historiador bautista de ese siglo, dijo de Fuller —en una declaración que claramente hacía referencia a la estimación de Ryland— que «él era el teólogo más sólido, creativo y práctico que los bautistas particulares hayan tenido».3
El texto que se reproduce en las siguientes páginas es un ejemplo típico de la poderosa capacidad de razonamiento de Fuller. Fue publicado por primera vez como una especie de prefacio en la obra de Hannah Adams, A View of Religions [Una vista de las religiones] (edición inglesa, 1805) con el título: «An Essay on Truth» [Un ensayo acerca de la verdad].4 Y a la manera típica de los pensadores del siglo XVIII, tanto cristianos como no cristianos, Fuller creía que existía una cosa tal como la verdad, y que ésta podía ser conocida. Así que, su ensayo es un manual básico de lo que él llamaba «la verdad evangélica».5 Aquí, él expone, con un amplio respaldo bíblico, cuál es la verdad acerca del estado actual de la humanidad, es decir, su caída, y el único remedio para ese estado, a saber, la fe en el Cristo crucificado y resucitado como Señor. Y aunque su tema «¿Qué es la verdad?» puede ser concebido principalmente como una pregunta filosófica, él lo aborda de manera bíblica y demuestra la forma en la que esta convicción acerca de Cristo permeó el pensamiento de la iglesia temprana. También describe la importancia de la verdad y la manera en la que la virtud verdadera debe proceder de ella —en ese sentido, está respondiendo a las afirmaciones de varios moralistas del siglo XVIII, los cuales creían que podían ser buenos sin tener fe en el Dios de la Biblia. Además, si existe la verdad, también debe existir el error. De manera que, Fuller discute cuales son las distintas raíces del error y la razón de su existencia.
Aunque para los hombres y mujeres modernos estos temas resultan ser difíciles de discutir o incluso difíciles de concebir —para muchas personas modernas este tipo de discusiones acerca de la verdad y el error son discusiones que tienen un aroma de arrogancia y superioridad— pero en el contexto histórico de Fuller, el extenso siglo XVIII le permitió afirmar su convicción de que la verdad realmente existe, y que nuestro destino eterno depende de que descubramos la verdad y evitemos los niveles más bajos del error. Por lo tanto, para la sociedad del «occidente posmoderno», un texto como este es algo extremadamente necesario. Ya que, por una parte, esta obra desinfla el orgullo del pensamiento occidental, el cual disfraza al concepto de la diversidad con una falsa imagen de humildad; y, por otra parte, reafirma el elemento central de la revelación de Dios y de la obra de salvación de Jesucristo como la única esperanza de la humanidad. Pero, en realidad, en el momento en el que abrazamos esa verdad, es cuando se produce la dulzura de la verdadera humildad.
Michael A. G. Haykin, FRHistS Profesor de Historia de la Iglesia y Espiritualidad Bíblica, Director del Andrew Fuller Center for Baptist Studies, The Southern Baptist Theological Seminary, Louisville, Kentucky.