Читать книгу ¿Qué es la verdad? - Fuller Andrew Samuel - Страница 7
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Los sentimientos tan múltiples y discordantes que dividen a la humanidad pueden tentarnos fuertemente a abrazar el escepticismo, y muchas personas terminan abrazándolo. Los que abiertamente son enemigos del evangelio y lo rechazan toman eso como ocasión para justificar su escepticismo, y muchos de sus amigos profesos han escrito como si pensaran que aquellos que, en medio de tal variedad de ideas y opiniones, tienen una postura categórica, deben ser considerados como personas que están al borde de la presunción. La función principal, si no es que la única, que les atribuyen a estas diferencias, es la de inducir un espíritu de moderación y caridad para protestar en contra del fanatismo.
Y para comprender la manera en la que estos términos son pervertidos y trillados con un cierto propósito, vamos a considerar seriamente dos cosas. En primer lugar, consideraremos si esa era la función que los apóstoles le atribuían a estas opiniones discordantes, las cuales también prevalecían en sus tiempos, incluso entre aquellos que reconocían la divinidad de la misión de nuestro Salvador. Ciertamente así era como ellos veían las diferencias entre cristianos, las cuales no afectan al reino de Dios, ni destruyen la obra de Dios. Diferencias concernientes a comidas, bebidas, y días,6 acerca de las cuales inculcaban la mayor tolerancia. Sin embargo, promover la tolerancia en lo que respecta a las diferencias que afectaban las doctrinas y preceptos principales del cristianismo, según el testimonio de los escritores sacros, sería un verdadero crimen.
Por lo tanto, a pesar de la diversidad de sentimientos dentro del mundo cristiano, es necesario que los lectores cristianos se pregunten de manera sincera: 1. Si es posible que la verdad no pueda ser afirmada con claridad. 2. Si es posible que la verdad no sea algo de suprema importancia. 3. Si es posible que no exista una explicación satisfactoria con respecto a la prevalencia del error. 4. Y, por último, si es posible que no podamos ver la sabiduría y la justicia de Dios en Su acto de permitir el error.