Читать книгу Hombres mordaces - G. Viedma - Страница 10

Оглавление

Ella

No cesa ese pitido y sin embargo

no me arrepiento de nada.

Qué hago aquí, ya no tengo un

solo punto en mi cuerpo limpio,

mis huesos me piden la

muerte.

Que como vine, voy, ni los

pájaros me visitan ya, nadie.

Ese pitido se repite, pero ya no le

queda mucho.

Ya no tengo mandíbula, me falta

una pierna y mis otras

extremidades no funcionan.

Que como voy, venid, pero ni los

perros me ladran.

Me supuran las heridas

eritematosas, las flemas se tiñen

de fiesta, ni las moscas lo

soportan y por eso ni ellas me

zumban.

Que como no venís, me voy, y el

pitido cesa, los lobos corren, las

termitas roen, y ni el aire está

aquí, y no es la metástasis, ni las

paredes me miran, así que por

eso, me voy.

Hombres mordaces

Подняться наверх