Читать книгу Hombres mordaces - G. Viedma - Страница 9
ОглавлениеRegurgitaciones
“Qué bonito poema”, le digo.
“Oh, gracias”, me dice.
“Eres tan especial”, le aclaro.
“Y tú también”, me responde.
Todo es mentira, tus versos son
peores que una pirosis, algo así
como un vómito de alcohol y
legumbres, peor que un alfiler en
la uretra, pero quiero tomarte, así
que un cumplido será suficiente.
“Mi abuela me enseñó a escribir”,
me explica.
Tu abuela debería ser esa
diarrea dentro de una papelera al
sol, o al menos así la reflejas.
“Pues es precioso”, le contesto.
“¿De verdad?”, me pregunta.
“Claro”, le digo.