Читать книгу Gran líder gran maestro - Gary Bredfeldt - Страница 9

Capítulo 1 ALCANZAR EL MÁXIMO LIDERAZGO: La enseñanza de la Palabra

Оглавление

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

2 Timoteo 2:2

LOS GRADES LÍDERES entre nosotros no son los poderosos directores ejecutivos, dirigentes, estrategas militares, renombrados entrenadores de atletas, o las respetadas figuras políticas. No, los grandes líderes entre nosotros son los grandes maestros entre nosotros. En cientos de maneras y en cientos de diferentes campos, los grandes maestros, cada día, influencian a través de su pasión, su carácter, y sus palabras. Los maestros moldean, retan, y cambian a las personas, y al hacerlo, ellos lideran. Los grandes maestros son líderes, y a la inversa, los grandes líderes deben ser maestros.

Definir la palabra liderazgo es algo difícil de conseguir. ¿Es el liderazgo una posición? ¿Es una persona? ¿Es un proceso? Quizá sea poder e influencia. Y una vez que lo definimos, ¿cuál es el papel de uno para ejecutarlo? ¿Debería uno tomar el papel de comandante, entrenador, colega, o simplemente un miembro comunitario colaborador?

La confusión en definir liderazgo surge de la complejidad del liderazgo en sí mismo. La naturaleza del liderazgo difiere de situación en situación. Lo que se requiere de un líder en el campo de batalla es bien diferente de lo que se requiere en el campo de pelota o en el campo misionero. El liderazgo no es una fórmula o un traje de un solo tamaño que les queda a todos. La naturaleza del liderazgo cambia con el contexto, los seguidores, la tarea, y hasta con el propio líder. Lo que es claro es que el liderazgo es dinámico y requiere una apertura y flexibilidad departe de los que deben ejercer el liderazgo en su trabajo, ministerio, o contextos familiares.

En días recientes, nuevos aires han estado soplando en la esfera del liderazgo. Hay llamados a abandonar los modelos jerárquicos y heroicos de liderazgo para optar por modelos de liderazgo “auténticos,” “transformadores,” y “pos-heroicos”.1 Aun en la iglesia, se escuchan nuevas voces que llaman a despedirse del “liderazgo ideológico” y dirigirse hacia un liderazgo “motivado por los valores” y de un “liderazgo jerárquico controlador” hacia un liderazgo de “redes poderosas de seguidores de Cristo.”2 Afuera está el énfasis administrativo del planeamiento estratégico y adentro está un nuevo énfasis en el aprendizaje, el desarrollo, y reciprocidad donde la autoridad es remplazada con la autenticidad. Hoy, el liderazgo ha sido repartido y descentralizado y con menos control de un solo individuo que está en la cima de la pirámide organizacional. La pregunta es esta: ¿Es eso algo positivo o algo negativo para la iglesia? ¿Estamos encaminados en la dirección correcta, o estaremos simplemente viendo una reacción como de un péndulo de los enfoques de mercadeo del liderazgo populares en los años ochentas y noventas?

Autores como Peter Senge3 desde una perspectiva de negocios y Eddie Gibbs desde una perspectiva de la iglesia están retando los fundamentos mismos de nuestros pensamientos acerca del liderazgo. Inmersos en las corrientes de la cultura contemporánea, estos autores llaman a los líderes hacia un enfoque pos-moderno para la tarea de liderazgo donde los líderes ya no tienen las respuestas, sino que más bien crean un clima en donde a los seguidores se les faculta con poder, colaboración, y están en la entera libertad de buscar metas compartidas como les parezca.

Aquellos, como yo, quienes abrazamos firmemente un compromiso conservador a la autoridad suprema de las Escrituras como la Palabra de Dios, estamos preocupados. Nos preguntamos, ¿están estos nuevos aires amenazando con hacer salir de su curso a la iglesia? Y si la iglesia sigue las corrientes poderosas de la cultura pos-moderna en lo concerniente al liderazgo, ¿correrá el peligro de perder su timón del todo con tal de mantenerse contemporánea y estar al tanto de los cambios culturales? Si se abrazan el relativismo y los estándares motivados por las experiencias de la cultura, lo más seguro es que la iglesia sea arrastrada y no se distinga del mundo cuando más bien debería de alzar su voz.

Este libro es un llamado a ejercer el liderazgo como lo dice el manual, el cual es, la Biblia. Es una exploración del aspecto más fundamental del liderazgo bíblico: la enseñanza de la Palabra de Dios como el poder transformador de Dios. Presenta un imperturbable compromiso con las Escrituras como verdad de la proposición, frecuentemente clavada en el vehículo de la comunicación de la historia. En lo más básico, el liderazgo bíblico es una función indispensable, incambiable del líder cristiano; es la tarea de enseñar la Palabra de Dios con claridad, en su contexto original, y de una manera que sea relevante para aquellos cuyos corazones están abiertos para escuchar. Esto es liderazgo en su manera más sencilla, y destilada. El líder bíblico es primero y principalmente un maestro de la Biblia, y el pueblo de Dios es una comunidad distintiva de enseñanza/aprendizaje, donde los principios de liderazgo en los negocios no siempre aplicarán.

LIDERANDO LA COMUNIDAD DE DIOS ENSEÑANDO – APRENDIENDO

La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) es un ejemplo de lo mejor y de lo peor que existe en cuanto a liderazgo. El sorprendente rescate del Apolo 13 atestigua la genialidad y creatividad humana, una maravillosa muestra de trabajo en equipo en su más alta expresión. El Apolo 13 salió de la plataforma de lanzamiento el 11 de abril de 1970, con destino a la luna. Pero llevaban apenas un día de misión cuando ocurrió una explosión que dañó la nave espacial. El daño fue severo, dando como resultado que el módulo de comando quedara inservible y causando que el oxígeno necesario para mantener la vida se escapara por el costado de la nave. Sin otra opción más que abortar la misión a la luna, los planes se convirtieron en una misión de rescate. El reto era encontrar la manera de cómo usar el módulo lunar como bote salvavidas para traer a salvo a la Tierra tanto la nave espacial así como a la tripulación. La tarea requería de tremenda improvisación departe de la tripulación y de los trabajadores de apoyo en la Tierra. En una hazaña de equipo sin comparación, el rescate fue todo un éxito y todos regresaron a salvo. Los astronautas y el equipo terrestre se entrabaron en una tremenda y compleja actividad de aprendizaje. El Apolo 13 fue un ejemplo de una organización de aprendizaje en su máxima expresión.

No todas las historias que rodean a la NASA han tenido un final positivo. La historia del desastre del Challenger el 28 de enero de 1986, sobresale como una de las peores ilustraciones de burocracia y de prácticas administrativas tradicionales. Los ingenieros de la Corporación Grumman, fabricantes de los anillos “O” que sellaban los cohetes de propulsión del combustible sólido, trataron de decirles a los oficiales de la NASA que los anillos “O” podrían fallar debido a las condiciones de frío extremo la noche antes del lanzamiento. La administración de la NASA no quiso saber nada del problema porque la misión podría verse amenazada. Un atraso podría haber puesto el programa en peligro y dañar la carrera y reputación de los que estaban en puestos de liderazgo. De hecho, cuando un ingeniero trató de comunicar el problema, se le presionó para que se olvidara del asunto y apoyara el proyecto. Este ambiente de equipo pensante, donde no se aprende, no se enseña, tuvo por efecto una baja en el coeficiente intelectual combinado de todo el equipo. Falta de un esfuerzo coordinado, falta de energía unificada, y una falla para funcionar como una organización de enseñanza/aprendizaje tuvieron un resultado directo en la explosión catastrófica del trasbordador, apenas después del despegue.4 Fue una tragedia que pudo haber sido evitada si el liderazgo de la NASA hubiera valorado el aprendizaje y la enseñanza antes que los itinerarios y la política. Pero es muy fácil mezclar las prioridades cuando las medidas para el éxito y falla son cuantificadas por las estadísticas y por el avance en su carrera personal. Este es un error de perspectiva demasiado familiar para aquellos que lideran la iglesia también.

La iglesia es fundamentalmente una organización de enseñanza/aprendizaje. Su futuro depende de la efectividad de sus líderes y sus miembros en el momento de funcionar tanto como maestros y aprendices. El planeamiento visionario es importante, los enunciados de la misión son útiles, y las estrategias con propósitos motivadores pueden ser invalorables en hacer que la iglesia crezca numéricamente. Sin embargo, si en el proceso se pierde la tarea central de la enseñanza, la iglesia habría pagado un precio exorbitante por su éxito material. Porque al final, la meta no es un crecimiento numérico, sino más bien seguidores maduros de Jesucristo. Pablo lo puso bien claro cuando dijo: “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.” (Colosenses 1:28-29). La palabra perfecto no quiere decir sin defectos; significa maduro. Pablo entendía que el “fin” o la meta vendría a ser la madurez del pueblo de Dios.

Una madurez espiritual se promueve al comprometerse en la enseñanza de la Palabra de Dios. El crecimiento espiritual no es instantáneo y no se mide fácilmente. Es despacio. Es un trabajo duro. Consume demasiado tiempo. Sin embargo, es la medida de una iglesia efectiva. La madurez espiritual es un proceso que empieza con la enseñanza del evangelio simple y que continúa con las verdades más difíciles de la Palabra de Dios. El autor de Hebreos conecta la enseñanza con este proceso de madurez y aún presenta la necesidad para enseñar un prerrequisito hacia la madurez espiritual.

“Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 12Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 13Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

1Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 2de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. (Hebreos 5:11-6:2)

Por su naturaleza, la iglesia debe ser una organización de enseñanza/aprendizaje. Pero la iglesia es más que eso. Es un organismo viviente, y como tal, puede tanto crecer como aprender. Por estos propósitos, Dios le da a la iglesia líderes para que comuniquen la Palabra de Dios y equipen al pueblo de Dios. Pablo lo pone así en Efesios 4:11-16.

11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Note la lista de líderes en este pasaje: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. ¿Qué cualidad comparten en común? En su rol de maestros-líderes, son llamados a “hablar la verdad en amor.” Todas estas talentosas personas son comunicadoras de la Palabra de Dios. El recurso más poderoso para liderar alpueblo de Dios es enseñarle al pueblo la Palabra de Dios. Por medio de sus maestros-líderes, la verdad se habla en amor y prepara al pueblo de Dios para el servicio que lleva al crecimiento y madurez del cuerpo de Cristo. Esa madurez está marcada por un incremento en la unidad, conocimiento y semejanza a Cristo, así como una disminución a las decepciones de los falsos maestros.

PARA ALCANZAR EL LIDERAZGO ÓPTIMO

En estos días en donde abunda el acceso a las teorías de liderazgo altamente investigadas, muchas de las cuales ofrecen una penetración de valor al liderazgo organizacional, los líderes cristianos necesitan reconocer que el principio más potente de liderazgo es fundamentalmente un principio bíblico. El liderazgo óptimo es el que se alcanza por medio de una excelente enseñanza. Para el líder cristiano, no hay otro principio más básico de liderazgo. Aquellos que enseñan y enseñan bien en verdad son los grandes líderes. Los maestros son grandes líderes por tres razones básicas: tienen una gran influencia, traen consigo grandes cambios, y pueden apelar a altos niveles en el desarrollo de seguidores.

LOS MAESTROS TIENEN GRAN INFLUENCIA

Muy a menudo liderazgo ha sido definido en un sola palabra: influencia? Queriendo decir, que los líderes son aquellos individuos que, a través de su personalidad, posición, o poder, moldean el panorama y el futuro de los demás. Ya sea positivamente o no, los líderes ejercen influencia en otras personas. Si eso es verdad, ciertamente los maestros son líderes, porque los maestros influencian a los estudiantes cognoscitivamente, afectivamente y también en el comportamiento. Aún más, se podría discutir que los más grandes líderes son los maestros que están entre nosotros y que cualquier líder que verdaderamente desee tener un impacto duradero debe aprender a enseñar.

Los maestros influencian a través del poder de las ideas y del proceso de moldeo. Un maestro puede cambiar una vida o ser la chispa para un nuevo movimiento. El impacto de un solo maestro puede propagarse exponencialmente. Combine las palabras de un maestro dichas con pasión y que su vida tenga credibilidad, entonces, los cambios sociales, políticos, y hasta espirituales, pueden propagarse como un incendio silvestre que consume una colina en California.

Unos de los maestros más influyentes son aquellos que trabajan fielmente, y que muy frecuentemente no tienen un reconocimiento, en las clases, Escuelas Dominicales, ministerios, y programas de mentores a nivel nacional.

Freida J. Riley era una maestra de ciencias y matemáticas en la preparatoria de Big Creek in Coalwood, Virginia del Norte. Coalwood era un sitio que tenía muy limitadas oportunidades y esperanzas. La norma parea los muchachos de Coalwood era empezar a trabajar en la mina inmediatamente se graduaran de la preparatoria. Pero Freida Riley no podía aceptar esa norma. Ya que ella era una persona de fe, la señorita Riley consideraba que era su llamado el inspirar a sus estudiantes a sobreponerse del confinamiento de su época y ambiente. Ella enseñaba para que cada estudiante aspirara a alcanzar sus sueños de hacer grandes cosas. Ella hacía esto a pesar de sufrir la enfermedad de Hodgin que la tenía afectada por casi toda su carrera como maestra. La señorita Riley murió a la edad de treinta y un años, todos sus estudiantes la querían mucho. Ella murió dejando un impacto duradero en sus estudiantes. La señorita Riley era una líder porque enseñaba con habilidad e influencia.

La comunidad de Big Creek estaba profundamente triste con la muerte de la señorita Riley ocurrida el 5 de agosto de 1969. El siguiente tributo fue extraído del libro anual:6

“Ella enseñó aquí por diez años matemáticas, química, y física. Su vida no debería de medirse en términos de años, porque aunque fueron breves, su vida fue una vida de logros. Ella luchó para alcanzar la excelencia como estudiante, maestra y como persona.

La señorita Riley tuvo el primer promedio de su graduación de Big Creek en 1955 y primer promedio de su clase del Colegio Concord en 1959. Ella continuó sus estudios en la Universidad Estatal de Ohio y en la Universidad de Virginia del Norte. Como maestra, la señorita Riley impresionó e inspiró a sus estudiantes con un éxito continuo.”

Sus ex-estudiantes siempre tenían muchas alabanzas para ella. “La señorita Riley enseñaba porque quería que sus estudiantes aprendieran.” “Ella hacía que la gente quisiera aprender; ella hacía que uno entendiera el valor de una educación.” “En todos mis años en educación he conocido muy pocos maestros que igualan la devoción de ella hacia sus estudiantes.”

Si el liderazgo es influencia, entonces la señorita Riley era una líder y una líder poderosa en ese campo. Por sus palabras y por su andar diario, la señorita Riley influenciaba a los seguidores. Sus estudiantes y sus compañeros de trabajo también fueron tocados por el calor de su personalidad y escribieron acerca de ella palabras como estas: “Ella era una combinación de inteligencia, ingenio, compasión, empatía, y amor, una rara combinación.” Un graduado, en palabras que un maestro añora oír, afirmaron así, “Siento que mi vida ha sido enriquecida grandemente al tenerla a ella como maestra y como amiga.” La señorita Riley era una gran maestra y como tal, la señorita Riley era una gran líder. Su liderazgo tiene como evidencia las vidas de los estudiantes que ella tocó como una maestra fiel.

Los Chicos Rocket [Cohete] crecieron en Coalwood y asistieron a la clase de ciencias de la señorita Riley en la preparatoria de Big Creek. Jimmy “ODell” Carroll, Roy Lee Cooke, Quentin Wilson, Willie Rose, y Homer Hickam fueron cinco de los chicos que soñaron con una vida fuera de Coalwood. Debido alas enseñanzas de la señorita Riley y a su ánimo, uno de esos chicos, Homer, visionó que un día él sería un diseñador de cohetes. Con gran pasión, Homer reclutó a sus amigos para que le ayudaran a diseñar su primer cohete. Al ver que su interés en el diseño de cohetes crecía, la señorita Riley los empujó y motivó para que pusieran su cohete en la feria estatal de ciencias. Juntos, en contra de todo y en contra de obstáculos enormes, ganaron no solamente en la feria estatal, sino que también la feria nacional de ciencias. Al ganar, cada chico recibió una beca para asistir a la universidad. Su historia está registrada en el libro que Homer Hickam escribiera y lleva como título The Rocket Boys, después en 1999 se hizo película y se estrenó con el nombre October Sky.7 En el libro, Homer describe el apoyo que recibió de su maestra la señorita Riley, y cómo los motivó ella a él y a sus amigos para alcanzar resultados más allá de lo que ellos hubieran esperado. Homer, continuó hasta convertirse en un ingeniero aeroespacial de la NASA trabajando como entrenador de la tripulación en el programa del trasbordador espacial.

La historia de Homer continúa animando y el sacrificio de la señorita Riley maestra-líder continúa enriqueciendo la vida de muchos.

Como ve, sus estudiantes recordarán por mucho tiempo la influencia de una maestra devota y una persona de inspiración. Como dice el párrafo final en el libro del año 1999:

El tributo más grande que podemos dar es emular los principios por los que ella vivió: una fe profunda en Dios, el coraje de enfrentar las dificultades, una sincera preocupación por los demás, la cualidad de darse así misma sin mezquindad, un respeto por el conocimiento, y un deseo por la excelencia.

Al enseñar algo más que química y física, la señorita Riley dirigió a los Chicos Cohete hacia un nuevo futuro. Sí, los grandes maestros son grandes líderes. Pero ponga esta oración al revés y tendrá otra afirmación verdadera: los grandes líderes son grandes maestros. A través de la habilidad al enseñar y la comunicación de ideas, los líderes tienen un poder sorprendente para promover el cambio. De hecho, los líderes que enseñan efectivamente pueden engendrar todo un movimiento social.

LOS MAESTROS PUEDEN PROVOCAR UN GRAN CAMBIO

Hay una diferencia entre un movimiento y una organización. Una abriga el cambio y la otra promueve el orden. Una valora la transformación; la otra valora la consolidación y la conservación de las ganancias. Ambas se necesitan, pero cada una requiere de un liderazgo diferente. Los movimientos son para el cambio y son liderados por maestros visionarios y grandes comunicadores. Las organizaciones tienen que ver con la estructura y solidificar el cambio y son lideradas por administradores y ejecutivos. Los movimientos crecen de grandes ideas las cuales son comunicadas por aquellos que las sustentan con pasión. Las organizaciones crecen o nacen de planes estratégicos trazados e implementados por administradores profesionales. Los movimientos son caóticos, enérgicos, y algunas veces son definidos como enfermos. Las organizaciones son estables, institucionales, y corporativas.

Los movimientos operan a la vanguardia, mientras que las organizaciones quedan un poco rezagadas, qué tanto rezagas queden, depende del liderazgo organizacional. Las organizaciones pueden promover movimientos dentro de ella misma, pero solamente si los líderes reconocen la necesidad de un cambio. Si el statu quo es la meta, las organizaciones aislarán, marginarán, y aún despedirán a los promotores de nuevas ideas y comunicadores de una nueva visión para el futuro. Dichas organizaciones están destinadas a morir mientras que nuevos movimientos las subyugan, y nuevas organizaciones y estructuras toman sus lugares.

El movimiento de derechos civiles es un ejemplo de este principio en acción. En sus primeros comienzos, sus líderes eran maestros que enseñaron sus principios fundamentales por medio de la acción así como la palabra. Rosa Parks, la mujer afro americana que a través del hecho de valentía de no renunciar a darle su asiento a un hombre blanco, inspiró las ruedas del movimiento de los derechos civiles para que continuara girando. Con su acción, ella enseñó que la igualdad es práctica, no teórica. Su decisión de dejarse arrestar, ser juzgada, y aún enfrentar la cárcel, enseñó un mensaje transformador a través del ejemplo y la desobediencia civil. Fue un mensaje que a la NAACP (por sus siglas en inglés) le fuera difícil comunicar a través de la política y procesos corporativos. Fue necesario un individuo con deseos de enseñar por medio de sus acciones para que empezara un movimiento y trajera cambio.

De igual manera, el movimiento de derechos civiles fue liderado por un maestro que en sus palabras abrigaba el cambio. El Dr. Martín Luther King, Jr., enseñó una visión para un Estados Unidos diferente. U mensaje quedó pasmado en su renombrado discurso: “Yo tengo un sueño” (I Have a Dream). El siguiente extracto de este discurso atrapa el mensaje central, y las enseñanzas centrales del movimiento de derechos civiles, maestro/líder.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño “americano”.

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: “Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”.

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Missisipi, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter.

¡Hoy tengo un sueño!8

El Dr. King usó el poder de las ideas para traer un cambio social. Una vez sueltas, las ideas pueden dirigir aquellos movimientos cuyas energías traen cambios profundos y duraderos. Sin embargo, el cambio forjado por el poder de una idea no está libre de retractores. Los maestros que retan los pensamientos establecidos o las instituciones son frecuentemente rechazados o aún peor. De hecho, en el proceso de despertar una organización con el poder de la verdad, los maestros-líderes se darán cuenta que sus ideas son amenazadoras para algunos. A pesar de que la verdad nos hace libres, también se le puede resistir. ¿Por qué? Porque la verdad pone a sus seguidores cara a cara con la realidad. La resistencia al cambio es uno de los retos más difíciles que un líder pueda enfrentar. Los maestros-líderes frecuentemente pagan un precio para poder hacer una diferencia, pero el liderazgo no es un concurso de popularidad. El liderazgo no es para un corazón pusilánime. Aquellos líderes que buscan liderar por medio del poder de la enseñanza de ideas, verán sus ideas desafiadas. Algunas veces el desafío será directo y públicamente, y algunas veces sutilmente a través de la política de una arraigada burocracia.

Un acontecimiento de propia experiencia como maestro-líder requirió que yo tuviera que pagar un precio al enseñar y decir la verdad en un esfuerzo para traer el cambio. En una ocasión, tanto la popularidad y experiencia política me animaron para que mirara hacia el otro lado en una situación que era una falta de ética descarada. Afortunadamente, por la gracia y fuerza de Dios, no cedí a la presión y me encontré hablando la verdad y sosteniendo mi posición. De una manera respetuosa, he tenido que afirmar el porqué no puedo tomar el camino para ser políticamente correcto y porqué estoy a favor del camino de integridad ética. En aquél entonces, mis palabras y acciones no fueron bien recibidas. Hasta el día de hoy, probablemente me costó algún favor de ciertas personas; pero a la larga, al tomar yo esa posición, mi ministerio sobresalió y el respeto por mi liderazgo creció. Los colegas que estaban apoyando apenas mi ministerio llegaron a dar la bienvenida a mi liderazgo en otros contextos debido al apoyo de esta verdad. El resultado final fue una lección que se enseñó acerca de las acciones y el liderazgo mostrados a través de la enseñanza de la verdad. Algunas veces, en el papel de maestro-líder tendrás que declarar que el “emperador no tiene ropa” y vivir de lo que venga, Decir la verdad es una manera de enseñar y una forma de liderazgo.

Los maestros son grandes líderes porque tienen gran influencia y porque pueden traer grandes cambios organizacionales y sociales. Existe una tercera razón del porqué los maestros son grandes líderes.

LOS MAESTROS PUEDEN APELAR A ALTOS NIVELES EN EL DESARROLLO DE SEGUIDORES

Noel M. Tichy, profesor en la Escuela de Negocios de Michigan y director de la Sociedad de Liderazgo Global, cree el que más grande de los líderes son los maestros por naturaleza. El cree que ellos valoran el conocimiento y que entienden su poder y por lo tanto, como grandes líderes, ellos trabajan para construir lo que él llama organizaciones que enseñan. Las organizaciones que enseñan valoran el aprendizaje y están concientes que la enseñanza es la meta específica de la organización. Los líderes que están en la cima de las organizaciones que enseñan hacen su prioridad el desarrollar a las personas por medio de enseñarles a otros lo que saben. Tichy dice, “La enseñanza es el medio más efectivo para que el líder pueda liderar.”9 Los líderes que entienden ese principio comprenden que su función primordial como líderes es crear estructuras organizacionales donde la enseñanza es intencional, explícita, y el mismo corazón de los valores de la organización.

Tichy identifica la enseñanza como el nivel más alto de liderazgo porque produce el mayor desarrollo en las vidas y en el trabajo de los seguidores. Al enfocarse en la enseñanza, los líderes incrementan la profundidad del conocimiento en la organización, elevan el nivel de compromiso entre los miembros de la organización y generan nuevos líderes quienes a su vez son capaces de producir otros líderes. El presenta un esquema de cuatro niveles de liderazgo en forma de pirámide (vea figura 1, página 33).

En el nivel más bajo, los líderes comandan sus seguidores. Los líderes a este nivel dan órdenes y direcciones siendo la meta el comandar y controlar el comportamiento de sus seguidores. Los seguidores conocen poco las metas y visión que va detrás de estas órdenes. Este enfoque es el que requiere menos tiempo departe del líder, pero también produce los niveles más bajos de aprendizaje, compromiso, y desarrollo de liderazgo.

En el segundo nivel, los líderes les cuentan su visión, metas, e ideas a sus seguidores. Se espera de los seguidores que simplemente adopten las ideas del líder y las implementen. Desafortunadamente, este enfoque sigue generando un nivel mínimo de compromiso, aprendizaje, y desarrollo del liderazgo.

En el tercer nivel, los líderes le venden a sus seguidores su visión y metas. Los líderes se convierten en motivadores quienes persuaden a sus seguidores a adoptar sus ideas. Esto se hace frecuentemente al permitir algún tipo de participación en el proceso de cambio.

Finalmente, en el nivel más alto, los líderes les enseñan a sus seguidores conceptos claves, los cuales se convertirán en la base de acción confidencial de parte de los seguidores. Esto da como resultado, seguidores que son dueños de esas ideas y son quienes desarrollan los medios para implementarlas. El fruto es el compromiso, el aprendizaje, y el desarrollo de liderazgo. Pero enseñar lleva tiempo y es riesgoso. Cuando los maestros confían sus ideas a sus seguidores, les dan poder a sus seguidores para que tengan mayor libertad para moldear la organización.

El riesgo de enseñar se balancea con los resultados de la enseñanza. Los líderes que se arriesgan a enseñar a otros y darles poder a sus seguidores con el conocimiento e ideas multiplican el impacto y resultados de su liderazgo. La enseñanza, como el nivel más alto de liderazgo, trae consigo el mayor éxito hacia el alcance de la misión organizacional.

LA NECESIDAD DE MAESTROS-LÍDERES

La Gran Comisión demanda que tomemos el reto del liderazgo a través de la enseñanza que da poder a sus seguidores. En Mateo 28:19-20, Jesús nos mandó: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;” Su mandamiento es más que un simple “Id.” Es un mandato que hagamos algo mientras vamos “haciendo discípulos.” La palabra discípulo significa estudiante o aprendiz.

¿Cómo se hace un discípulo? Jesús nos explica en un proceso de dos pasos cómo es que se deben hacer discípulos. Primero, debemos bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto es un llamado a evangelizar. El bautismo, aunque no es la base para la salvación, es simbólico de una vida comprometida con Cristo. En el contexto cultural en donde Jesús enseñó estas palabras, el bautismo era el medio para declarar un compromiso público. Similar al llamado que se hace hoy a pasar adelante al altar, el bautismo proveía al nuevo creyente el medio para declarar la realidad de la obra de Cristo en ellos. Jesús les dice a sus seguidores que el primer paso para hacer discípulos es el paso del bautismo o el compromiso personal hacia Cristo.

El segundo paso nos lleva más allá del evangelismo. Es el llamado para hacer discípulos por medio de “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Aunque la Gran Comisión es un llamado al evangelismo, es también enseñar a todos los que alcanzamos. La enseñanza está en el puro corazón y centro de la comisión de Cristo a la iglesia.

El liderazgo bíblico es una tarea de enseñanza. De hecho, la enseñanza es la tarea fundamental de todo líder cristiano. Pablo le recuerda al joven Pastor Timoteo en 2 de Timoteo 2:2 cuando dice: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” Pablo quería que Timoteo fuera un maestro. Más que eso, Pablo quería que Timoteo fuera un maestro de maestros. Timoteo debía entender que la tarea de liderazgo era más que una generación entrenando a otra generación. Era un cargo para confiar o dar autoridad a personas responsables donde ellas mismas continuarían el desarrollo del proceso de liderazgo. Se hace referencia a cuatro generaciones de creyentes en este corto pasaje: Pablo, Timoteo, hombres fieles, y otros. Nótese que Timoteo debía confiar el mensaje a aquellos “hombres fieles que sean idóneos para enseñar.” Lo que tenemos aquí es un sagrado encargo o compromiso de mayordomía de la Palabra de Dios donde los líderes, capaces de una fiel comunicación, equiparan la próxima generación. La habilidad primordial de “esta próxima generación de lideres” debe ser la enseñanza. ¿Por qué? Porque enseñar sobre Jesús, el evangelio, y las doctrinas de Cristo es el punto central de ministerio de la iglesia.

Debido a este encargo sagrado, Pablo identifica la habilidad de enseñar como cualidad básica para los ancianos. Pablo escribió: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar” (1 de Timoteo 3:1-2). Apto para enseñar: Es la habilidad para comunicar la perdurable e incambiable verdad de la Palabra de Dios, para ellos es un llamado al liderazgo.

Las ideas, expresadas en la palabra y la acción tienen el poder de hacer cambiar; y los maestros poseen el poder de las ideas. En Santiago 3, el autor le advierte a los maestros tener cuidado en el ejercicio de sus funciones en la enseñanza. Él dice: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1). Él sigue con el poder de la lengua.

4Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. 5Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!

6Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. (Santiago 3:4-6)

La enseñanza es un medio enormemente poderoso para liderar. Para bien o para mal, las palabras de un maestro pueden proveer dirección o destrucción.

La iglesia está en riesgo. Lo que empezó tan poderoso como un movimiento, muy frecuentemente se ha convertido simplemente en una organización. Sus líderes se han convertido en cuidadores de lo que se ganó en el pasado y entregan el futuro a movimientos tanto buenos como malos. He aquí el problema fundamental. Los que antes eran los ancianos de la iglesia, llamados a ser maestros, se han convertido en oficiales del directorio ejecutivo en vez de maestros, la iglesia está relegada a un status organizacional. De la misma manera, cuando los ancianos abrazan la cultura y sus líderes lo que está de moda, quedan a la deriva en las corrientes de la cultura y pierden la habilidad para hablar la Palabra de Dios con claridad y autoridad. La iglesia debería de ser dinámica, estar a la vanguardia y en su impacto cambiar vidas. Pero esto solamente sucede cuando los líderes enseñan la Palabra de Dios de una manera relevante mientras a su vez se retiene un compromiso firme al texto bíblico y a la autoridad bíblica.

El trabajo de la iglesia es una obra de transformación. Es una obra forjada por hombres y mujeres que enseñan fielmente la Palabra de Dios, la cual es capaz de cambiar el mismo “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Este libro trata acerca de cómo alcanzar el máximo liderazgo. Sus principios aplican principalmente para el liderazgo en la iglesia, pero también aplica para el liderazgo en las organizaciones fuera del contexto de la iglesia. Esto es porque trata sobre el poder de la enseñanza como una destreza del liderazgo. Los líderes que reconocen sufunción como maestros dirigen a los seguidores a una causa mucho mayor que ellos mismos. Como Terry Pearce lo dice, “Los buenos líderes hacen que los seguidores trabajen para ellos. Los buenos líderes hacen que la gente trabaje por una causa que es mayor que cualquiera de ellos y luego por uno al otro al servicio de la causa.”10 Los maestros hacen exactamente eso. Aquellos que aprenden a enseñar también aprenden a maximizar su liderazgo a través de la acción de la enseñanza hacia otros.

FIGURA 1


Noel M. Tichy, The Cycle of Leadership, Harper Business, 2004, página 59 Copyright @2002 por Noel M. Tichy, reimpreso con permiso de HarperCollins Publisher.

Gran líder gran maestro

Подняться наверх