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Capítulo 1

La historia de tu vida

Este es un libro para predicadores acerca de la predicación. Ya seas el pastor de una iglesia o un miembro, incluso si predicas solo una vez al año, si predicas, entonces este libro es para ti.

Tal vez pienses que como este libro es para predicadores y sobre predicación, entonces el contenido será sobre oratoria. Tal vez pienses que este libro trata sobre lo que tienes que decirles a las personas que escuchan cuando predicas. Tal vez pienses que este es un libro sobre cómo escribir un sermón; es decir, cómo estudiar la Biblia y preparar las palabras que vas a predicar.

Claro que este libro incluirá esos temas. Pero el enfoque es en aprender a escuchar a Dios mientras estudias las Escrituras para preparar tu sermón. Cuando escuchas lo que Dios quiere decir mediante tu sermón, todo cambia. La manera en la que predicas cambia. Las personas que escuchan tu sermón cambian. Si escuchas y te encuentras con Dios mientras te preparas, cuando estés delante de tu congregación, podrás decir: «¡He visto al Señor!» Y al final de tu sermón, la congregación responderá: «¡Nosotros también!». Si sabes lo que Dios te está diciendo a ti como predicador, cuando prediques no solamente darás un sermón. ¡Tú serás el sermón!

Es obvio que como predicador necesitas entender la Biblia. La Biblia es la fuente de donde predicas. Pero no es suficiente con simplemente entender la Biblia. Es importante que entiendas para quién es la Biblia: es para las personas. Me encanta cómo Agustín, uno de los grandes líderes de la iglesia de hace siglos, describió la Biblia. Dijo que es como «una carta desde casa». La Biblia es una carta de Dios para las personas. Los predicadores a menudo estudian la Biblia, pero no siempre estudian a las personas. Había un predicador muy respetado en mi país al que le gustaba ir al aeropuerto en sus días libres a observar a las personas. Aprendió mucho de sentarse por horas observando a unos despedirse y a otros llegar y encontrarse con sus seres queridos. Era un predicador muy bueno porque conocía la Biblia y a las personas.

Pero puede ser difícil llegar a entender a las personas. Somos tan diferentes y las personas tienen secretos, problemas, dolores, esperanzas, amores y dones. Sin embargo, a pesar de que somos tan diferentes, tenemos algunas cosas en común. Una de las cosas que compartimos es la manera en la que crecemos y somos formados. Piensa en la historia de la vida de las personas. Todos tenemos esto en común. Nuestras vidas son una historia. El desafío para los predicadores es narrar fielmente la historia de Dios de manera que sea la historia a partir de la cual vivamos nuestras vidas. Pero, primero, consideremos cómo la vida de las personas puede entenderse como una historia.

Todos nosotros estamos viviendo una historia, estamos escuchando una historia y estamos narrando una historia.1 Muchas veces ni siquiera pensamos al respecto porque la historia que vivimos, escuchamos y narramos es lo que hacemos desde el momento en que nos despertamos cada mañana. Nuestro vivir, escuchar y narrar es lo que constituye nuestras vidas. Todos estamos viviendo vidas que necesitan el mensaje y la Palabra de Cristo. Entonces, el punto de partida son vidas que tienen una mezcla de fidelidad e infidelidad a Dios. La historia que vivimos requiere que constantemente «escuchemos la historia de Cristo» para que la «historia que narramos» cambie y por lo tanto cambie también «la historia que vivimos». Sin siquiera intentarlo, todos nosotros estamos viviendo una historia, escuchando una historia y narrando una historia.

Piensa en los niños pequeños. La historia que viven incluye el tiempo y el país en el que nacieron. Sus padres y familiares son parte de la historia que viven. La clase de hogar en el que nacieron es parte de su historia. Todos los niños viven una historia desde mucho antes de caminar y hablar.

Estamos viviendo una historia.

Poco a poco los bebes aprenden su nombre y el sonido de las voces de sus padres. Lentamente aprenden a escuchar y a entender. Esto comienza a cambiar la vida que están viviendo. Se dan la vuelta cuando escuchan la voz de su madre. Experimentan felicidad y consuelo cuando escuchan voces amorosas.

Estamos escuchando una historia.

Con el tiempo los niños comienzan a hablar. Una sola palabra al empezar. Tal vez ni la dicen correctamente, pero es hermoso. Después aprenden más palabras y pronto los niños están narrando una historia cada vez que hablan.

Estamos narrando una historia.

Vivir una historia, escuchar una historia y narrar una historia. Si aprendes estas tres partes de la vida te convertirás en un mejor predicador, porque te entenderás a ti mismo, a los demás y a Dios. Verás que dónde las personas viven, cómo viven, y con quién viven forman la historia que viven. Te darás cuenta de que las voces que escuchan y lo que esas voces dicen forman la historia que la gente escucha. Verás que esto ayuda a crear la historia que, después, las personas cuentan. Déjame darte un ejemplo.

Nagaland es un estado del noreste de la India. Los Naga son gente muy hospitalaria; aman recibir a las personas que visitan su casa y su país. También aman a Dios. Noventa y cinco por ciento de la población se identifica como cristianos. Fui a Nagaland a enseñar sobre predicación a pastores y a líderes y me acompañó un grupo de cristianos de una iglesia en Nueva Zelanda donde yo pastoreaba en ese entonces. Viajando desde el aeropuerto, por las calles y hacia las colinas de Nagaland, nos dimos cuenta de algo. Las colinas y las planicies son muy abiertas y amplias, pero las casas en los pueblos están construidas una al lado de la otra, pared a pared. Esto es parte de la historia que viven. ¿Por qué construyen sus casas tan juntas? Por una historia que los Naga han escuchado acerca de su cultura y su historia. Escuchemos a Visakhonu Hibo (líder cristiano, presidente de seminario y autor) de Nagaland, que nos cuenta algo sobre su historia:

Antes de que el evangelio llegara a Nagaland, los Naga eran cazadores que vivían en pequeños poblados aislados e independientes. Cazaban personas para ahuyentar a sus enemigos y a las enfermedades. Cazar personas también era una forma de ganar prestigio y honor para sus pueblos. Sin embargo, la razón principal por la cual cazaban así era para proteger a las mujeres y a los niños.

Aunque este tipo de cacería ya no se practica desde hace muchos años, los Naga continúan construyendo sus casas una al lado de la otra, por protección. Las casas están tan unidas que forman una especie de fortaleza. La historia que los Naga han escuchado afecta la historia que viven y la historia que cuentan. Aunque ya no se practica la caza de humanos, todavía esa vieja costumbre influye en cómo los Naga construyen sus pueblos. Las historias del pasado no pueden narrarse sin explicar esa parte de su historia. A todos nos afectan nuestras historias del mismo modo. Las historias que escuchamos forman las vidas que vivimos hoy y las historias que narramos.

La historia de Dios, la Biblia, empieza a cambiar la historia que vivimos. La predicación es una de las mejores maneras en la que nuestro Padre celestial habla con sus hijos.

Las historias que escuchamos dan forma, de manera poderosa, a la historia que vivimos y a la historia que narramos. Vivimos en un mundo caído. Génesis 1-2 nos dice que Dios creó este mundo bello. Génesis 3 nos cuenta cómo esta belleza ha sido dañada por el pecado. Nuestra tendencia natural es vivir, escuchar y narrar historias que no incluyan a Dios. Esto quiere decir que la historia que vivimos necesita desesperadamente de Dios. Una de las primeras cosas que la Biblia nos dice acerca de Dios es que él habló (Gn 1.3). Cuando Dios habla y las personas lo escuchan, las historias que viven y cuentan cambian. Como predicadores tenemos que entender esto.

Así que la primera habilidad que un predicador necesita es saber escuchar. Si los predicadores no escuchan lo que el Espíritu está diciendo a la iglesia a partir de las Escrituras, entonces no tienen mucho que decir cuando predican. Como predicador, escuchar es la habilidad más importante que necesitas aprender porque tu sermón se convierte en la historia que las personas escuchan. Tus sermones serán la manera en la que Dios cambiará la historia que las personas viven y cuentan.

Piensa en las historias que escuchaste en tu niñez. Historias sobre cómo se conocieron tus padres. O quizá historias sobre las travesuras de tus tías y tíos cuando eran más jóvenes. Tal vez escuchaste historias sobre algo valiente que hizo alguien en tu familia. Esas historias nos forman. Piensa en las historias acerca de tu iglesia. Yo fui pastor de una iglesia por diecisiete años, y esa iglesia recuerda la historia de cuando fue fundada, en 1958. Cada año, en noviembre, teníamos un culto especial de acción de gracias y recordábamos esa historia. Nos encantaba. Una vez, como iglesia, pasamos un tiempo respondiendo a esta pregunta: «Cuéntanos cuándo, durante el culto, te sentiste más vivo y emocionado por adorar. ¿Qué sucedió?». Las historias que narraron abarcaron más de cincuenta años. Fue un tiempo poderoso. Ese tipo de historias nos moldea. Ese tipo de historias nos cambia porque nos da memorias frescas de la obra y la presencia de Dios entre nosotros. En el mejor de los casos, escuchar buenas historias nos trae esperanza y luz. El cristianismo ha sido descrito como una religión de revelación. Eso significa que cuando escuchamos la historia de Dios por medio de la Biblia, el Espíritu de Dios nos da entendimiento acerca de una nueva forma de vida. Descubrimos que Dios nos ama y mediante Jesucristo tenemos paz con él. Cuando respondemos a la historia de Dios, nuestras vidas son transformadas de muchas maneras. La Biblia a menudo utiliza el ejemplo del alfarero y la arcilla para hablar de esto (Is 6.8). Somos formados y amoldados como la arcilla en manos del alfarero. Escuchar cuidadosamente la historia de Dios en las Escrituras es una de las maneras más importantes que Dios usa para formar nuestras vidas.

Vivir una historia, escuchar una historia y narrar una historia. ¿Cuál historia escuchas más? ¿Cuál historia tiene mayor impacto en tu vida? ¿Cuáles historias guían tu vida? Si eres un predicador, tu repuesta probablemente será algo así: «La historia de la Biblia. La historia del amor de Dios por el mundo. Su amor al enviar a su Hijo para salvar al mundo, y enviar al Espíritu Santo para ayudarnos a participar en la misión de Dios hasta el retorno de Cristo». O podríamos decir como cristianos que escuchamos la historia de la Navidad (Dios viene con humildad), la historia de la Pascua (Dios viene con amor) y la historia de Pentecostés (Dios viene con poder).

Así que, ¿cuál historia escuchas más? Revisa tu respuesta preguntándote: ¿Cuál historia estoy viviendo? y ¿cuál historia estoy narrando? Piensa en las cosas que haces diariamente y las cosas que hablas con otros. ¿Coinciden con la historia que dices que escuchas más? ¿La forma en la que vives y las cosas que cuentas a otros están marcadas por las historias de la Navidad, la Pascua y el Pentecostés? Si realmente quieres saber cuál historia escuchas, piensa en tu manera de vivir y la manera en la que hablas. Eso te mostrará más claramente cuál historia realmente estás escuchando. Déjame darte un ejemplo.

Jasmine es una joven cristiana que estaba muy emocionada preparándose para el día de su boda. Sin embargo, dos semanas antes de la boda, su primo de dieciocho años murió repentinamente. Fui a ver a Jasmine. Estaba profundamente afectada. Me dijo que sentía que era egoísta por seguir planeando su boda: quería hacer el duelo por su primo y honrarlo.

Hice una pausa, porque sabía lo que le quería decir, pero no estaba seguro de que ella podría oírlo. Sabía la historia que quería narrar, pero no estaba seguro si Jasmine realmente podría escucharme en medio de su tristeza y dolor. Pero decidí narrarla de todos modos. Así que empecé a narrarle a Jasmine la historia de la Pascua. Le dije que su boda y la muerte de su primo no eran eventos totalmente separados y que, tal como la historia de la Pascua, vivimos en luz y tinieblas, dolor y gozo. No hay separación. En la historia de la Pascua, Jesús se encuentra en el huerto de Getsemaní orando para que su propia muerte no suceda. Entonces ocurre el calvario, por el bien de todos nosotros. Luego, tres días después, vemos una tumba vacía en el huerto porque él ha salido victorioso y ha resucitado. Oscuridad y luz, muerte y vida, dolor y gozo son parte de esta historia. Terminé de hablar e hice una pausa.

Ella dijo: «sí, hablamos sobre esto con mi novio ayer por la noche». No esperaba que alguien tan joven tuviera una respuesta tan sabia. Era claro que ella había estado escuchando la historia de Jesús. Estaba viviendo esa historia, escuchando esa historia y narrando esa historia. Fue al funeral de su primo y a su propia boda la misma semana. Ella y su familia habían escuchado la historia bien. ¿Cómo lo sé? Porque pude ver cómo vivieron esa historia, y escuché como la narraron. Vivieron su fe y hablaron de la esperanza porque supieron escuchar la historia del amor de Dios.

La Biblia contiene ejemplos maravillosos de personas que vivieron una historia, escucharon una historia y narraron una historia. Considera la historia del profeta Isaías en Isaías 6. El año de la muerte del rey Uzías, Isaías ve al Señor (El Rey viviente) en su trono en el templo (Is 6.1-4). Isaías es confrontado con la visión de Dios y confrontado con la historia que él ha estado viviendo. Isaías describe esta historia con estas palabras: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!» (Is 6.5). Esta es la historia que Isaías está viviendo.

Después, Isaías experimenta el perdón de Dios (Is 6.6-7) y escucha una nueva historia. «Entonces oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?”». Esta es la historia que Isaías está escuchando.

«Y respondí: Aquí estoy. ¡Envíame a mí!» (Is 6.8). Isaías ha sido empoderado para narrar una historia. Dios le dice: «Ve y dile a este pueblo…» (Is 6.9). El profeta recibe el mensaje de Dios para predicar. Esta es la historia que Isaías cuenta.

La historia que Isaías cuenta nos lleva a otro ejemplo: el eunuco etíope en Hechos 8. En Hechos 8.26, un poderoso oficial de Etiopía se encontraba en Jerusalén para adorar en el templo (Hch 8.27). Esta es la historia que estaba viviendo. Después, camino a casa, está leyendo Isaías, pero no lo entiende. Mientras tanto el Espíritu guía a Felipe a encontrarse con el etíope. Felipe corre hacia la carroza del etíope y le pregunta si entiende lo que está leyendo. El etíope admite que no e invita a Felipe a subirse a su carroza. El eunuco entonces le pregunta a Felipe: «Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús» (Hch 8.34-35). Esta es la historia que el etíope escucha. Luego Felipe lo bautiza y el Espíritu súbitamente se lleva a Felipe y el eunuco «no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino» (Hch 8.39). Tiene una nueva historia para narrar. La tradición nos cuenta que la iglesia cristiana en Etiopía comienza con este encuentro.

Vivir una historia, escuchar una historia y narrar una historia. Ver este patrón en las vidas de las personas es importante a la hora de predicarles. Consideremos un capítulo particular en la Biblia que ayuda a las personas a ver este patrón. Hebreos 11 nombra hombres y mujeres que vivieron y narraron la historia de Dios porque escucharon su historia y la creyeron. Hebreos 11 es un maravilloso pasaje de donde obtener fuerza e inspiración para reflexionar acerca de cómo vivimos, escuchamos y narramos la historia de Dios. Los predicadores deben dominar las tres, pero tienen que ser más expertos en escuchar profundamente y cuidadosamente, porque solo entonces vivirán y narrarán la historia «según las Escrituras».

El primer ejemplo en Hebreos 11 es el de Abel (v. 4):

«Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía».

¿Ves el patrón?

* Vivir la historia

«Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín».

Abel hizo una ofrenda a Dios.

* Escuchar la historia

«Por fe recibió testimonio de ser justo, cuando Dios aceptó su ofrenda».

Abel escuchó a Dios y aprendió a adorarlo.

* Narrar la historia

«Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía».

Todavía se cuenta sobre la fe de Abel y la injusticia que sufrió.

Tomemos otro ejemplo, Noé (v. 7):

«Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe».

* Vivir la historia

«Por la fe Noé, … con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia».

Noé construye un arca.

* Escuchar la historia

«advertido sobre cosas que aún no se veían».

Noé escucha la Palabra de Dios

* Narrar la historia

«Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe».

Noé caminó fielmente con Dios y obedeció exponiendo el pecado de los demás.

En Hebreos 11, el autor recoge las historias de estos hombres y mujeres de fe y hace un comentario que es un verdadero reto (vv. 13-14):

«Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria».

* Vivir la historia

«Todos ellos vivieron por la fe, y murieron».

Personas como tú y yo, que no se mencionan en Hebreos, pero que somos amados y conocidos por Dios y que vivimos nuestras vidas amando a Dios y creyendo en él.

* Escuchar la historia

«y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos».

Escucharon las promesas de Dios y creyeron que él las cumpliría, incluso cuando eso significaba que no se cumplirían en el transcurso de su vida. ¡Increíble!

* Narrar la historia

«y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria».

Narraron la historia de su verdadero hogar con Dios y cómo un día vivirían ahí en el nuevo cielo y la nueva tierra.

He visto Hebreos 11.13-14 vivido, escuchado y narrado por una persona muy cercana. Mi cuñado era pastor de una iglesia grande. En el transcurso de dos o tres años, pasó por tanto sufrimiento que me hizo recordar la historia de Job en el Antiguo Testamento. Perdió su casa, su ministerio, su salud emocional y sus ingresos. Y luego, un día mientras hablaba con su familia, se dieron cuenta de que sus palabras no tenían sentido. Fue entonces que los doctores descubrieron que tenía un tumor en el cerebro. No pasó mucho tiempo antes de que perdiera la capacidad de hablar. Murió en menos de un año. Mientras nos preparábamos para su funeral, su mujer me dijo que, como pareja, hablaban a menudo de Hebreos 11.13-14. Mi cuñado, mientras vivía, escuchó la historia de Dios y se aferró a ella con toda su vida. A medida que el cáncer avanzaba, él perdió gradualmente el habla, hasta que solamente podía murmurar una sola oración: «todo está bien». En sus últimos días, cuando no podía decir ni siquiera esa oración, aún lo podía decir con sus ojos y por la manera en la que soportó el cáncer. Vivir la historia, escuchar la historia y narrar la historia. No es algo que los predicadores tan solo hacen en el púlpito; es algo que debemos hacer con toda nuestra vida.

Eso es Hebreos 11. Te animo a examinar otras historias en la Biblia y en la vida de las personas que conoces, y buscar cómo se manifiesta este patrón (vivir, escuchar y narrar). A continuación, algunos ejemplos:

Personaje / EventoVivir la historiaEscuchar la historiaNarrar la historia
Moisés(Éxodo 3)Moisés vive como un pastor en el desierto.El Señor se aparece a Moisés en una zarza ardiente y este oye que Dios le dice que ha escuchado el clamor de su pueblo.Dios tiene un mensaje para los israelitas. Moisés debe decirles que el Señor ha escuchado el clamor de su pueblo y que los llevará a una nueva tierra.
Israel(Éxodo 6-15)El pueblo de Israel deja atrás su vida como esclavos y las diez plagas caen sobre Egipto (Éxodo 6–11).El pueblo de Israel escucha por primera vez la enseñanza de Moisés sobre la Pascua: y así entienden que Dios los está liberando (Éxodo 12).Israel cuenta su gozosa historia de liberación cantando una canción de victoria después de cruzar el mar Rojo (Éxodo 15).
Hombre paralítico (Marcos 2.1-12)Los amigos de un hombre paralítico lo llevan hacia Jesús (Marcos 2.1-4). Él depende totalmente de sus amigos. Esta es la historia que vive.El hombre escucha mientras Jesús le cuenta una nueva historia, sus pecados son perdonados y es sanado (Marcos 2.5-11)Todos tienen una historia que narrar. Están asombrados y bendicen a Dios (Marcos 2.12).
María(Lucas 1.26-38; 46-44)María vive la historia de una mujer joven que se prepara para su boda (Lucas 1.26-28)Escucha la historia que el ángel le cuenta. Ella ha hallado gracia delante de Dios y tendrá un hijo. Su reino no tendrá fin. (Lucas 1.30-33).María narra su historia con una maravillosa canción de gozo y victoria (Lucas 1.46-55).
Zaqueo(Lucas 19.1-10)La historia que Zaqueo está viviendo es una que produce sufrimiento a otros. Él era el jefe de los publicanos, y muy rico.(Lucas 19.2-3)Un día Zaqueo comienza a escuchar una historia nueva. Jesús le dice que baje del árbol porque quiere visitar su casa. (Lucas 19.5)Zaqueo tiene una nueva historia que narrar gracias a Jesús. Él comparte con los pobres y paga cuatro veces más a aquellos que había engañado. (Lucas 19.8-10).

Piensa en tu propia vida. A veces has vivido y narrado historias que son el fruto de haber escuchado fiel y obedientemente la historia de Dios por medio de la Biblia. Pero otras veces, la historia que vives y cuentas es pecaminosa. Porque no has escuchado la historia de Jesús, la gran historia de amor y salvación.

Hemos visto ejemplos de personas en la Biblia que viven, escuchan y narran la historia por medio de sus vidas. Sin embargo, hay una historia en la Biblia que es mi ejemplo favorito porque demuestra el poder de escuchar a Jesús. Esa historia será nuestra guía para el resto de este libro.

Vivir una historia, escuchar una historia, narrar una historia. Predicador, ¿estás listo?

Preguntas para la vida

* ¿Realmente sabes cuál historia estás escuchando? Piensa en tu vida, reflexiona acerca de la historia que vives y la historia que cuentas. Esto te revelará cuál es la historia que realmente estás escuchando.

1. En este libro utilizo el orden (i) vivir, (ii) escuchar y (iii) narrar. Sin embargo, la vida nunca es tan ordenada, así que a veces experimentamos el orden de diferente manera. Imagina una cuerda de tres hebras. Si le pusieramos nombre a cada hebra —«vivir», «escuchar» y «narrar»—, veríamos a cada una por separado, pero también juntas formando la cuerda. Cada hebra es individual, pero en superposición a la otras, y con el orden en constante cambio. Sin embargo, para poder ilustrar de la mejor manera la relación entre escuchar/vivir/narrar, las describiré como si sucedieran en orden: (i) vivir, (ii) escuchar y (iii) narrar.

El arte de la predicación bíblica

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