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Capítulo 9: Galene a vhn x 0.6

―¿Por qué diablos la llaman al ático? ―le gritó George al jefe. Estaba señalando a Galene.

―Oye, calma ―dijo el jefe y cerró la puerta.

Todos en TI fingían estar trabajando en sus puestos, pero no paraban de mirar hacia la ventana del despacho. George, la superestrella de TI, estaba gritando. Mike movía las manos, poniendo excusas.

Petros rodó con su silla hasta Galene, sosteniendo un disco duro y un destornillador.

―Ya veo que le has quitado al perro grande el hueso de la boca.

―¡Yo no le he quitado nada! ―se quejó Galene.

Petros apretó algunos de los tornillos.

―Claro, claro.

―Oye, yo estaba aquí ayer cuando llegó la solicitud. Me tuve que quedar hasta más tarde.

―Te escucho ―asintió. Sopló en el disco duro―. Debes haber causado una gran impresión allá arriba. Conoces las historias, ¿verdad?

―¿Qué historias? ―preguntó Galene.

―Bueno, ya sabes. Privilegios especiales. Curvilíneas asistentes robóticas. Cosas. ―Se encogió de hombros, admirando su trabajo.

Galene había visto esos privilegios, pero no quería alimentar los rumores.

―No vi nada de eso. Y la asistente no es tan curvilínea.

Petros levantó los ojos hacia ella.

―¿Así que le hiciste un repaso? Uh. No esperaba eso de ti.

―Petros, por favor, ve y pon tu disco duro donde debe estar ―dijo ella, dándole la espalda.

―Con mucho gusto ―dijo, y se dirigió a su escritorio, colocando el disco en su sitio con destreza.

La pelea en la oficina terminó y George salió corriendo hacia la cafetería, mirando a Galene con ira.

Menudo imbécil.

―¡Gal! ―gritó su jefe.

Sus hombros se hundieron.

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