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P R Ó L O G O
ОглавлениеLa capacidad de introspección del ser humano le permite adentrarse en sí mismo para reencontrar todo aquello que, por lo agitado de la vida, pudiera pasar desapercibido. Esa capacidad de reflexión consciente nos da la oportunidad de revisar y readaptar pensamientos, metas, logros, expectativas y, muy particularmente, nos permite darle un nuevo sentido a nuestra existencia.
Hacer una Pausa en la vida significa tomar aire, respirar profundamente y poner en “blanco y negro” situaciones cotidianas que, confundidas entre el vértigo del día a día, nos conducen a tomar decisiones al vapor, pues la siguiente circunstancia ya está a la vuelta de la esquina y, en el afán de solventar lo urgente, nos perdemos de lo importante.
En esta “Pausa”, Gerardo Castillo nos propone un interesante viaje hacia nuestro interior y nos guía de manera inteligente, a través de sus propias reflexiones, invitándonos a redescubrir los más grandes motivos que nos llevan a tomar las decisiones que nos definen como individuos.
Es un documento en donde el autor mezcla el género de novela con lo que pudiéramos llamar “un libro de superación personal y auto conocimiento”; lo hace de manera ágil y sumamente digerible, nos lleva a descubrir nuestras propias interrogantes y a valorar las particularidades que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidas cuando tomamos importantes decisiones; propone, mediante un interesante relato, revisar los motivos, las acciones y las consecuencias de aquello que decidimos en el pasado y que nos sigue impactando positiva o negativamente en el presente; nos invita indirectamente a diseñar un esquema que haga viable la posibilidad de replantear lo que hasta este momento hemos podido concebir como nuestro inminente futuro, y deja muy claro que cada uno de nosotros estaremos sujetos a imaginar, planear y ejecutar desde la muy particular óptica que se encuentra definida por nuestra conciencia existencial y nuestra experiencia vivencial.
Esta “Pausa” es una invitación hacia la reflexión y se convierte en un verdadero reto que nos lleva a cuestionarnos acerca de la realidad que estamos viviendo dentro y fuera de nuestros hogares y dentro y fuera de nuestro círculo familiar más cerrado. Esa reflexión nos enfrenta con la realidad, y termina por hacernos concebir la posibilidad de que gran parte de nuestra vida diaria la vivimos sin darnos cuenta cabal de lo que es verdaderamente importante, y preferimos pasar el tiempo escondidos detrás de lo cotidiano, sin hacer frente a la reconstrucción personal que pudiera ser inaplazable, si quisiéramos mejorar los resultados que siempre serán consecuencia de nuestras acciones.
Esta novela es, en verdad, una propuesta literaria que busca despertar los procesos asertivos del lector, para propiciar las condiciones necesarias que lo lleven a redescubrir el valor intrínseco de lo cotidiano y, con ello, dar el justo valor a lo que no siempre resulta evidente. Es una invitación a escudriñar dentro de nuestra conciencia, tratando de dar sentido a cada una de las decisiones, y es ―a la vez― un reto a cuestionarnos si vale la pena seguir haciendo lo mismo, o debemos diseñar una nueva estrategia que nos permita mejorar nuestra actitud ante los eventos del día a día, y ante los momentos más comunes y aparentemente intrascendentes que compartimos con el núcleo principal de nuestra familia, y que impactan, de forma indiscutible, con la manera de socializar con nuestros más cercanos amigos y compañeros del interminable viaje al que llamamos “vida”.
En este contexto, Gerardo Castillo utiliza personajes imaginarios para colocarnos ante interesantes disyuntivas, y con ello iniciar lo que pudiera ser el inevitable encuentro con nuestra verdadera realidad, partiendo de un análisis profundo que nos pondrá de frente con la necesidad de realizar un diagnóstico objetivo de lo que hemos vivido, de lo que quisiéramos vivir y de lo que realmente estamos viviendo.
Desde el inicio de la novela, se nos presentan reflexiones que son verdaderos cuestionamientos existenciales, que llevarán al lector a reconsiderar los motivos de sus más trascendentes decisiones y a revisar objetivamente las implicaciones positivas y negativas derivadas de su actuar. Es un enfrentamiento con uno mismo, que abre la posibilidad de cambiar el rumbo de nuestra vida o reafirmar lo que consideremos positivo pero, de una manera o de otra, cualquier decisión que tomemos y vaya seguida de una acción, traerá como consecuencia lógica y natural un crecimiento personal que definirá, en parte, la calidad de vida que podremos concebir para el futuro.
La lectura del presente libro capta la atención desde las primeras líneas, y es a partir del capítulo IV que la novela se convierte en todo un reto para la superación personal, propiciando cuestionamientos acerca del significado de La Vida, la trascendencia de Las Actitudes, La Existencia ―o no― de un ser superior al que llamamos “Dios” y, sobre todo, el valor de tener claro un Propósito que nos ayude a dar soporte a las decisiones que seguirán impactando nuestra muy particular existencia.
Éste es un plausible documento literario que te invita a ser mejor, te lleva a reconsiderar tu realidad, te reta a seguir adelante con una renovada visión de lo importante y lo trascendente y, de forma eventual, te obligará a dejar de lado lo irrelevante. Es un libro de mucha profundidad conceptual, que hábilmente el autor plantea de manera simple y atractiva, con lo que capta la atención desde la primera línea, poniendo énfasis en los valores sociales, dando ejemplos claros y contundentes de lo que significa actuar con honestidad y dejando abierta la propuesta de ser mejores cada día, para luego plantearse la posibilidad de ayudar a mejorar, con nuestra manera de actuar, a los que forman parte de nuestro más estrecho círculo social.
Al leerlo te verás reflejado en la mayor parte de sus razonamientos vivenciales, y te resultará difícil sustraerte al gozo que representa la mejora sustancial del autoconocimiento.
Mis más sinceras felicitaciones para Gerardo Castillo, a quien considero mi amigo y de quien tanto he aprendido.
Raúl David Martínez