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UNA HISTORIA DE
INSTINTO MILLONARIO

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Hace varios años me encontraba en Henderson, Nevada, una ciudad en Estados Unidos.

Por aquellos días, solía realizar caminatas nocturnas de 50 minutos para despejar la mente, hábito que sigo manteniendo hasta el día de hoy y que recomiendo. El sendero comenzaba justo a un costado de mi departamento y se extendía varios kilómetros ofreciendo una calma importante que satisfacía todos mis sentidos.

Al terminar la caminata, mientras escuchaba de cerca el sonido de los aviones listos para aterrizar y dejar a los nuevos turistas, me fue inevitable pensar: “¿Cuántas de esas personas vivirán endeudadas? ¿Cuántas tendrán un sistema que les permita divertirse y tener calidad de vida?”.

Esas preguntas me hicieron pensar en un tema que me parece interesante: el camino a la supuesta felicidad y al éxito. Usualmente muchos estudiantes terminan con una deuda significativa derivada de sus carreras universitarias. Las familias hacen el esfuerzo para que los hijos tengan una buena educación. La sociedad felicita, celebra, alienta y aplaude este tipo de acciones, aunque supongamos que la deuda asciende a 30 000 dólares.

Luego, muchos quieren formar una familia y llega el momento de la boda o la unión civil, lo que requiere que vuelvan a endeudarse. La sociedad felicita, celebra, alienta y aplaude esto mientras que el déficit es de 15 000 dólares.

Tiempo después, se contraen nuevas deudas para comprar el auto. La sociedad felicita, celebra, alienta y aplaude, aunque agreguemos ahora 20 000 dólares más.

Pronto es momento de adquirir una deuda más para la hipoteca de la casa. La sociedad felicita, celebra, alienta y aplaude una vez más, aunque ahora sea una suma de 80 000 dólares, ya que solo se va a financiar una parte.

Querido lector, ¡¿ya viste el monto total?! Por desgracia, esto es lo que hemos aprendido a hacer para conseguir el éxito y la felicidad. La gente ha normalizado llevar una carga importante de deudas sobre sus hombros para ello.

Incluso parecería que todo está bien porque es lo socialmente aceptado sin importar el costo, que no solo es económico, sino también emocional, físico y mental. Pero ¿por qué no construir primero el sistema que te ayude a financiar tu estilo de vida? ¿Por qué no despertar el olfato millonario? ¿Por qué no avivar tu sagacidad financiera?

Muchas veces hay resistencia a romper los paradigmas. Por ejemplo, he estado en reuniones casuales en las que les propongo a las personas que inviertan en su propia formación, en construir su propio negocio o emprendimiento. Pero los argumentos con los que se oponen suelen ser parecidos a los siguientes, incluso cuando mi propuesta de inversión es relativamente baja comparada con la deuda que ya tienen.

 “Ni pensarlo, es muy arriesgado invertir esa cantidad”.

 “¡Qué desgastante, no podría dormir por las noches!”.

 “¿Y si no me funciona poner un negocio?”.

 “¡Se me hace mucho!”.

Pero mucho es la deuda que generan conforme pasa el tiempo. Como puedes darte cuenta, el miedo se apodera de ellos y cualquier excusa es válida para sabotearse. Su olfato millonario se encuentra dormido y sus sentidos, debilitados. Lo que impide que puedan descubrir nuevas oportunidades de crecimiento. Es aquí donde observo que la sagacidad financiera es muy importante para poder despertar y construir tus propios puentes y oportunidades.

Finalmente, aquella noche mi reflexión terminó con tres preguntas clave que ahora te comparto para que las pienses antes de continuar.

1. ¿Qué quieres celebrar en tu vida?

2. ¿Qué anhelas aplaudirte?

3. ¿Buscas más deudas o deseas libertad?

Olfato millonario

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