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Presentación
ОглавлениеEmpiezo la presentación con una cita del historiador y pensador francés Pierre Nora,* que en cierto modo explica la necesidad de la publicación de un libro como este, cuya vigencia se mantiene no obstante haber sido escrito hace poco más de una década:
Si bien es cierto que memoria e historia funcionan en dos registros diferentes, es evidente que ambas tienen relaciones estrechas y la historia se apoya, nace, de la memoria. La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado por un colectivo humano que experimentan los hechos o creen haberlo vivido. Por lo tanto, la memoria es afectiva, emotiva, abierta e inconsciente de sus sucesivas transformaciones. La memoria es siempre un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida como individual. En cambio, la historia es una construcción a menudo problemática e incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que indudablemente dejó rastros. La tarea del historiador es entrecruzar y comparar esos rastros, reconstruir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo.
El presente volumen recoge, pues, la memoria de los veinte años de trabajo de los cineastas peruanos durante el periodo regido por el Decreto Ley 19327, Ley de Fomento de la Industria Cinematográfica, conocida como Ley de Cine, intentando, mediante una operación de ordenamiento de sus evocaciones, un cierto análisis crítico de los hechos. Seguramente vendrá después el discurso intelectual y sesudo de los historiadores y críticos de cine, pero por el momento nuestra contribución ha sido impedir que esta memoria se desvanezca, que se pierda y nos deje sin recuerdos sobre una actividad y una etapa histórica importante. En resumen, este libro tiene como propósito inventariar los hombres, objetos y lugares que pertenecen ya a la herencia colectiva. Nuestra labor ha consistido, precisamente, en ser mediadores entre la memoria y la historia de un colectivo humano que vivió y sufrió la ilusión de hacer cine en el Perú.
Este libro constituye también una deuda atrasada que tengo conmigo mismo y con todos aquellos lectores y amigos que años atrás me acompañaron en esta aventura de recuperar la memoria y los recuerdos de aquella legión de héroes anónimos que alguna vez ayudaron a sacar adelante la historia del cine peruano. Empezamos con El cine en el Perú: 1897-1950/Testimonios, publicado en 1992. Un año después presentamos El cine en el Perú: 1950-1972/ Testimonios. Luego, entre 1993 y 1994 tocó el turno de cubrir los testimonios de los cineastas que trabajaron entre 1972 y 1992, durante los veinte años que duró la Ley de Cine 19327. Para esa ocasión entrevistamos tanto a cortometrajistas como a largometrajistas y a otros personajes ligados a ese periodo de la producción cinematográfica nacional, pero, desafortunadamente, la investigación, estando ya terminada, por una u otra razón no pudo plasmarse en un nuevo volumen. Hoy intento reparar esa deuda y me propongo entregar la investigación en dos volúmenes. El primero dedicado a quienes hicieron posible el cortometraje, y el segundo, que lo publicaremos más adelante, será una mirada al largometraje y sus principales creadores.
Pienso que el retraso en la culminación de este libro se debió quizás al contagio emocional causado por la depresión y el desinterés en que cayó toda la actividad cinematográfica nacional, inmediatamente después de la estocada que recibió la Ley de Cine en 1992. El desbande generalizado, la apatía, el desinterés por continuar produciendo cine, los pleitos absurdos entre el propio gremio cinematográfico, el limbo legal en que se encontraba el cine nacional y el deprimido mercado editorial de esos años me desanimaron para continuar la publicación. Preferí que pasara algún tiempo para que el público y yo mismo lográramos un suficiente distanciamiento histórico y pudiéramos apreciar y juzgar mejor ese especial momento de la historia del cine peruano. Sin embargo, no calculé bien y los años fueron pasando, hasta que hace unos meses, observando el trabajo entusiasta de las nuevas generaciones de jóvenes cineastas y escuchando sus puntos de vista y preocupaciones actuales, decidí desenterrar mi investigación sobre el periodo de la Ley de Cine 19327. Creo que la lectura de los testimonios de los cineastas de esa etapa puede contribuir en algo a exorcizar los temores de esta nueva generación, que ha tomado la posta y el reto de volver a hacer cine en el Perú.
Lo que está pasando hoy en el cine peruano tiene mucho que ver con lo que se hizo y se dejó de hacer en el periodo 1972-1992. Es bueno que las nuevas generaciones conozcan los errores y aciertos de un momento tan importante para la historia del cine nacional, como lo fue el periodo del Decreto Ley 19327, que en el lapso de veinte años estimuló la producción de algo más de mil doscientos cortometrajes y sesenta largometrajes, a la vez que facilitó la formación de alrededor de cincuenta empresas relacionadas con el rubro cinematográfico y creó una estrecha relación entre el Estado, el público y la industria del séptimo arte.
De otro lado, también es interesante ver estos textos a la luz del tiempo en que se tomaron los testimonios. Las entrevistas se hicieron en las postrimerías de la Ley de Cine 19327 (años 1992 y 1993), cuando tras el balance la desilusión época comenzaba a ganar terreno. Si bien es cierto que la mayor parte de las entrevistas fueron realizadas hace aproximadamente doce años, muchas de ellas aún conservan la frescura, la ilusión y también la rabia de quienes vivieron intensamente el cine en el Perú como pasión y como profesión.
El libro está organizado en dos secciones: la primera, dedicada al tema del funcionamiento de la Ley de Cine 19327, vista desde la óptica de dos personas cercanas a su aplicación, como son Luis Garrido Lecca, ex director de la Comisión de Promoción Cinematográfica (Coproci) y ex miembro de la otrora temida Oficina Central de Información (OCI) del gobierno militar, y José Perla Anaya, abogado especializado en derecho de las comunicaciones y primer presidente del Consejo Nacional de Cinematografía (Conacine). En cambio, la segunda sección es un itinerario en orden más o menos cronológico por los recuerdos y testimonios de las tres generaciones de cineastas que hicieron posible la actividad cinematográfica en el país durante la vigencia de la Ley de Cine 19327. Los personajes escogidos para este propósito son Nora de Izcue, Nelson García y Jorge Suárez, de la primera generación; Gianfranco Annichini, Edgardo Guerra, José Carlos Huayhuaca, José Antonio Portugal, Kurt y Christine Rosenthal y Bárbara Woll, de la segunda generación; y Augusto Cabada y Aldo Salvini, de la tercera y última generación.
Por razones de espacio y economía textual no ha sido posible incluir a otros cortometrajistas, cuya obra es igualmente importante, pero creo que la figura retórica de la metonimia es válida en este caso, es decir, los cortometrajistas seleccionados para las entrevistas de este libro son representativos del variado universo de nuestro gremio cinematográfico y nos dan una idea cabal de este importante periodo histórico del cine nacional. A todos los cineastas de la Ley 19327 va dedicado este libro y homenaje.
Expreso mi agradecimiento a mis colaboradores más cercanos, sin los cuales no hubiese sido posible hacer realidad este libro, en especial a Irma “Mimi” Benavides, que siempre me apoyó en todo y tuvo la paciencia de aguantar estoicamente este largo proceso. A Miguel Mejía y Ana Shimabu -kuro, infatigables y disciplinados compañeros que me cedieron muchas horas de su valioso tiempo para comentar, transcribir y limpiar las entrevistas. Agradezco también a Jenny Canales, Ronald Portocarrero e Irela Núñez, quienes me acompañaron en un inicio, los dos primeros, a realizar algunas de las entrevistas, y a Irela por ayudarme a construir un archivo de imágenes para este propósito; a Nelson García por cederme algunas fotos de su archivo personal y a Ricardo Bedoya por la gentileza de aceptar prologar este libro. Por último, quiero agradecer a todos los entrevistados por confiarme sus memorias y hacer de sus testimonios un documento valioso para la reconstrucción histórica del cine peruano, a todos ellos muchas gracias.
Giancarlo Carbone de Mora C.
Lima, marzo del 2006