Читать книгу Hola, Princess - Gloria Candioti - Страница 15

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Paula llegó de la agencia. Se le había hecho tarde. Había quedado con Guille para estudiar a las siete.

—Hola, ya estoy. Voy a sacarme el maquillaje.

—¿Tenés que estudiar? –preguntó Adriana desde la cocina.

—Sí. En un rato viene Guille.

Paula no era una luz estudiando, pero se defendía bastante, sobre todo si lo tenía a Guille cerca. Eran amigos desde el primer día del secundario. Los dos eran nuevos en esa escuela. Guille era uno de los mejores del curso, siempre tenía buenas notas y nunca dejaba una tarea sin hacer.

Los compañeros de clase no podían entender cómo eran amigos. Tan distintos. Paula era un poco hueca, decían, y él muy inteligente. Pero lo cierto es que siempre estaban juntos en la clase y en el patio. Mucho tiempo se pensó que salían y como Guille era discreto no decían nada. A la salida se iban caminando juntos unas cuadras. Los sábados iban a bailar al mismo lugar. Ellos decían que eran amigos, los demás, amigos con “derechos”. La relación entre los dos era uno de los chismes más difundidos del colegio.

A Paula le divertía esa confusión y cuando podía trataba de que los comentarios no se cayeran. Además, Paula quería tenerlo cerca, que Guille estuviera pendiente y estaba segura de que gustaba de ella, pero era muy tímido para decirlo o para atreverse a otras cosas. A veces Paula salía con los de cuarto o quinto, nada serio, solo para divertirse y ponerlo un poco celoso a Guille.

—Hola, Guille –saludó Paula con un beso disimuladamente cerca de los labios del muchacho.

—Hace rato que te espero. No salías más del baño –reprochó Guille para disimular su turbación cuando Paula estaba tan cerca.

—Bueno, recién llego. Tuve agencia hasta más tarde.

A Paula le molestaba que la controlaran y Guille no era la excepción.

—Todo bien. Lo que pasa, Pau, es que hay mucho para estudiar y no puedo perder tiempo.

—¿Y qué? No me vas a decir que por venir acá no podés estudiar. Si querés no vengas más y listo.

—Dale, Pau, era un comentario. No te pongas así.

Como siempre Guille trataba de calmarla. Él ya sabía que cuando estaba cansada y se trataba de estudiar cualquier cosa que le dijeran la ponía irritable. Guille nunca quería estar mal con Paula.

—Oki. Dale, explicame esos ejercicios que no entiendo nada.

Las siguientes dos horas las pasaron haciendo la tarea de Matemáticas, repasando ejercicios y tomando mate con torta que les había traído Adriana.

—La torta de tu mamá está buenísima, ¿no querés un pedazo?

—No tengo hambre, con mate estoy bien.

Paula se distraía con mucha facilidad, cebaba el mate, miraba si tenía mensajes en el celular, ponía música. Guille la obligaba a estudiar, tenía mucha paciencia y explicaba muy bien. Aunque eso no garantizaba que Paula aprobara.

—Estás un poco distraída, Pau –dijo Guille que ya le había mostrado cómo se hacían los mismos ejercicios tres veces.

—Puede ser, es que estos ejercicios me re aburren. No sé cómo a vos te gustan tanto.

—Son divertidos cuando les encontrás la vuelta.

—Yo no tengo más ganas de estudiar. Me duele un poco la cabeza. ¿Me vas a ayudar en la prueba de mañana? ¡Dale!

Guille la miró, mientras cerraba la carpeta y la guardaba en la mochila. Sabía que la tarde de estudio terminaba así y que él la ayudaría al día siguiente. Paula era inteligente pero muy vaga. Lo que pasaba, según Guille, es que tenía esas ideas en la cabeza de ser modelo. Lo habían hablado varias veces pero no había forma de convencerla.

—Okey. Espero que no sea una prueba larga sino no tengo tiempo de hacer las dos. Vos empezá que cuando termino la mía, sigo con la tuya.

—¿Guille te quedás a cenar con nosotros? –los interrumpió Adriana.

—Gracias Adriana, pero me tengo que ir, mis papás me esperan.

—¿Estudiaron mucho?

—Bastante, seguro nos sacamos un diez en la prueba de Mate –aseguró Guille.

—Vos te sacás un diez, a mi aunque esté todo bien, la profe me pone un seis. Me tiene idea –dijo Paula.

Ninguno de los dos le contestó. Paula siempre pensaba que los profesores tenían mal concepto de ella y por eso no aprobaba. Guille se había cansado de decirle que tenía que estudiar más y prestar atención en clase, que si no hacía nada los profesores se enojaban.

Adriana se ofreció para abrirle la puerta del edificio. Guille era un chico muy bueno, estudioso, de una familia trabajadora y se llevaba muy bien con Paula. Siempre le había parecido que Guille estaba un poco enamorado de Paula, pero sostenían que solo eran amigos. Adriana se sentía más tranquila cuando Guille estaba cerca. Era un chico en el que se podía confiar y que cuidaba a Paula.

Hola, Princess

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