Читать книгу LANIS. La hechicera pequeña roca - Graciela Kovacic - Страница 5

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Capítulo I

Parte I

Lanís1 nació hace muchos años en una pequeña aldea habitada por pocas familias.

La aldea estaba ubicada en el valle superior rodeado de montañas, en un país nórdico.

De la montaña que se veía al frente de su casa, brotaba desde su cima agua cristalina que se deslizaba por su ladera, convirtiéndose en cascada que alimentaba al lago verde esmeralda.

Entre el valle y el lago, se encontraba un hermoso bosque, lleno de frondosos abedules de cortezas plateadas. “El pozo del pueblo” lo habían nombrado los ancestros, porque con un corte en V en su corteza llenaban cuencos de agua para beber, y “Mágico árbol de luz” las sanadoras, porque con él, hacían las medicinas que utilizaban para curar casi todos los males.

Lanis de contextura chica y delgada, ojos verdes chispeantes, cabello largo ondeado y rojo como el fuego que peinaba en una sola trenza, desprolijamente dejaba caer mechones sobre su cara, dándole un aire travieso.

Había nacido en la Luna de las Noches Largas, durante la noche más larga del año, que simboliza el gran cambio.

Luna de las Noches Largas, Diosa que nos lleva hacia el próximo renacimiento de la naturaleza y la fertilidad: la primavera, en donde los campos volverán a florecer y todo habrá despertado finalmente de su letargo invernal.

Esa noche, en donde todo el pueblo dentro de sus casas inicia los rituales para el propio despertar, donde luz del día empieza a ganar un minuto más, y algo empieza a cambiar tanto por dentro como por fuera, esa noche, Myra empieza su trabajo de parto.

Eileen2, conocía los secretos de la procreación, del nacimiento, de las plantas. Famosa por su gran conexión con el mundo espiritual, sus consejos eran tan buscados, que venía gente de otras aldeas a consultarla.

Ella había desarrollado su oráculo a partir de la observación en la pradera, guiada por su percepción y su comunicación con la naturaleza. En esta comunión las profecías se le aparecían de manera instantánea.

El vuelo de las aves le traía las señales, le hablaban de los tiempos y de los momentos astrológicos en las que éstas sucederían.

En su libro mágico, que contenía el calendario basado en los movimientos celestes, Eileen registraba minuciosamente los nacimientos de los grandes personajes, situaciones conflictivas, de prosperidad, todas sus predicciones relacionadas con las festividades de la luna.

Algo muy especial sucedió en su última visión, la habían sobrevolado cisnes, mucha magia se avecina, pensó, y un escalofrío recorrió su cuerpo.

Y así fue como en esa Luna de Noches Largas, el oráculo la guió hasta una pequeña choza circular que se encontraba casi a la entrada del bosque. Una lluvia de meteoros fue su muda compañía.

Sus cabellos blancos sin atar sacudidos por el viento frío, sus ojos turquesa oscuros como la profundidad de las aguas del lago, entornados. De caminar lento y seguro apoyada en una rama de abedul que le asistía de bastón, llevaba en su mano izquierda una pequeña bolsa azul.

Ingresa a la humilde choza diciendo:

—El oráculo me envió, vine a ayudarte Myra3.

En el medio de la habitación una pequeña fogata proporcionaba calor, cobijo y luz.

Eileen saca de su bolsa unos pequeños adornos brillantes y los coloca junto a la ventana, y mientras quema un poco de canela repite:

—La luz volverá a brillar de nuevo, y todo será prosperidad y abundancia.

Va soplando el humo del exquisito incienso recorriendo la pequeña choza, ayudándose con su mano para difuminarlo, sigue repitiendo:

—La luz volverá a brillar de nuevo, y todo será prosperidad y abundancia.

Con inmensa ternura se acerca a la cabecera de la cama para acariciar los cabellos de su protegida.

Coloca un platito redondo con hierbas sobre la mesita. Se realiza un pequeño corte en el dedo para mojar la vela blanca, que previamente en su casa había frotado con fibras del árbol de luz. Mientras la enciende con una ramita de álamo tomando el fuego de la fogata, pronuncia tres veces en voz alta:

—Amada Luna, Abuela Luna, tu que eres mi faro en la más inmensa oscuridad, de esa luz de plata que todo lo integra, lleva luz y reconocimiento de amor a todos y cada uno de mis ancestros. Amada Luna, Diosa, trae a mí el conocimiento, rodéame de tu poderosa magia, guíame, protégenos, y acepta esta vela en ofrenda, símbolo de nuestro amor, y a través de ella, bríndame las respuestas.

Las contracciones cada vez más seguidas, están anunciando la proximidad del nuevo nacimiento.

En el momento exacto en que un rayo de luz de luna ingresa a través de la ventana, Lanis que asoma por primera vez a esta vida, es envuelta en una mantita y entregada a los brazos de su madre.

Eileen observa la llama de la vela que crece a lo alto y se azulea. Los espíritus que se encuentran cerca, los cuatro elementos y la Madre Luna le son propicios a esta nueva hechicera que acaba de nacer.

Se emociona con la imagen de Myra amamantado a su beba, sabiendo del gran destino que por ella espera. Graba esa imagen en su alma, y antes de despedirse dice:

—Myra, sería un gran honor ser la madrina y maestra de tu niña.

A lo que Myra responde:

—Se llamará Lanis, pequeña como el ave más tierna, fuerte como roca. Eileen, cumple con el ritual de su nacimiento por la mañana, y serás la madrina que la proteja, y la maestra que la guíe a su destino.

En las miradas de las dos mujeres queda sellado el pacto.

Las fuerzas de las energías planetarias y naturales le dan su magiak que se encuentra en perfecta armonía en nuestro planeta, es por esto que su ciencia es maravillosa, conocedora de la naturaleza de todas las cosas, piensa Myra.

Al amanecer, como cada vez que nace una niña, su madrina planta un álamo cerca del lago, y ata alrededor de su delgado tallo una cinta rosada. Ella deberá cuidar personalmente este árbol, hasta que su ahijada se vaya a casar.

Mientras realiza el ritual, emocionada y feliz recita en voz alta:

—Bruja o hechicera, la que con firmeza vino a la tierra a dejar su verdad. Aquella que mira la luna todas las noches con cierta nostalgia y durante el día espera su llegada.

Hechicera o bruja la que construye puentes y derriba con pasión todos los muros. La que no lastima, la que pone límites y a la que no se la lastima.

La que se mira en el espejo para aceptar sus errores, porque para eso vino, a evolucionar, y la vida es su escuela. 4

Porque para eso viniste Lanis, a reunirte con otras físicamente o en el recuerdo, en mágicos aquelarres que nos hermanan. Para esto viniste bebé, naciste para renacer en la luz.

1 Lanis: nombre femenino celta cuyo significado es: pequeña roca.

2 Eileen: nombre femenino de origen celta, cuyo significado es: bella como el sol.

3 Myra: nombre femenino de origen celta, cuyo significado es: mar, la que es amada, amable.

4 Basado en textos de Natalia Lewitan

LANIS. La hechicera pequeña roca

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