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Parte II

El mundo mágico de Eileen se rige por la rueda del tiempo. Ocho festividades fundamentales con rituales ancestrales se relacionan estrechamente con los cambios estacionales: solsticios, equinoccios, épocas de cosecha y siembra, de luz y oscuridad, de nacimiento y muerte.

Desde el nacimiento de su ahijada, todos los días recorre el bosque hasta la orilla del lago para cuidar el álamo, y según la conjunción de estrellas, recoge las hierbas, hojas, tallos, cortezas, raíces y todo lo necesario para preparar sus medicinas y pociones.


Fuente: http://www.celticgarden.de/wp-content/uploads/2014/01/wicca_jahreskreiskl.jpg

Es Imbolc, la fiesta de la Calendaria, donde se celebra el inminente regreso de la primavera.

Es el día de la Diosa Luminosa, la que más brilla, la guardiana del fuego del hogar y la que brinda la promesa de una nueva vida y de nuevos comienzos.

Eileen en un nuevo ritual abre los caminos desde las oscuras profundidades del alma, para curar los dolores con la medicina del Sol.

Cultiva aquello que desea, mientras espera la llegada del equinoccio de primavera, el inicio de un nuevo ciclo.

Recorre los pozos sagrados, caminando a su alrededor pide por salud, dejando su ofrenda de monedas. Se lleva un poco de esa agua para bendecir.

Entonces prepara la tierra con dedicación detrás de su choza.

Dejará su ofrenda diariamente esperando la primavera de siembre de sus propias hierbas medicinales, cuyo primer riego lo hará con el agua del pozo sagrado.

Durante esta noche de Imbolc pide protección para los hogares de toda la tribu, la cosecha y el ganado.

Todavía hace frío, en la fogata de la purificación empieza su jornada de adivinación.

Concentrada en las llamas que comienzan a danzar y que al cobrar vida dibujan imágenes que sólo ella puede interpretar, ve el pasado de Myra.

Siempre fue hermosa, sus cabellos rojos como las llamas de ese fuego, muy largo y suelto lo llevaba decorado con agujas en forma de moños. Delicadamente tenía maquillados sus labios y mejillas enrojecidos con el jugo de bayas, y se había puesto un poco de color en los párpados también. Su piel muy blanca. En su rostro se destacan sus ojos verdes claros.

Estaba vestida con una túnica larga, sujeta con un cinturón y sobre ella un manto de piel de ovejas sostenido sobre sus hombros por dos cadenas ornamentales de hierro. Llevaba broches, brazaletes de oro y pulseras en los tobillos.

Sin dudas, por sus ropas y sus joyas, pertenecía a la nobleza en la tribu de la que escapó al quedar embarazada. Sólo los dioses saben que peligros pendían sobre su cabeza.

En nuestras tribus las madres son consideradas diosas protectoras, su bravura es legendaria.

Myra que hoy ayuda en el pastoreo, y en los sembrados de cereales, vive como mujer libre. Realiza las tareas del hogar, y participa activamente en la educación y formación en armas de las guerreras.

Sigue conservando su belleza como antaño, y algún aire de nobleza en su caminar.

Ahora viste con túnicas hechas con lanas o hilos de colores rojizos, amarillos y azules. Sólo se ornamenta con el pequeño talismán que siempre cuelga de su cuello.

La profecía cobra nuevas dimensiones, ya no se trata sólo de esta tribu, el destino de Lanis está ligado también a los orígenes de su madre.

LANIS. La hechicera pequeña roca

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