Читать книгу Historia empresarial en América Latina: temas, debates y problemas - Группа авторов - Страница 6
Оглавление1. Historia empresarial de Argentina: empresas familiares, grupos económicos y multinacionales extranjeras en Argentina, 1875-2010
Norma Lanciotti
Conicet / Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Introducción
Durante la primera economía global (1880-1930) se expandió la transferencia de capital desde los países industrializados hacia la periferia europea y americana. Argentina inició entonces una fase de crecimiento económico basada en la exportación agropecuaria y en la importación de productos manufacturados desde los países centrales industrializados, especialmente del norte europeo. Más que ningún otro, este país latinoamericano atrajo el ingreso de capital británico en infraestructura, servicios comerciales y financieros vinculados a la exportación de materias primas de origen agropecuario.2 Desde entonces, las empresas extranjeras ocuparon un lugar central en la estructura económica y empresarial del país. Tanto la inversión extranjera en infraestructura ferroviaria como la inmigración masiva proveniente de Europa se localizaron en la pampa fértil que se convirtió en la región más dinámica de la economía argentina.
Este tipo de inserción en el mercado mundial impactó en la estructura empresarial argentina en el largo plazo. En los períodos de globalización las empresas líderes fueron aquellas asociadas a la producción y exportación de materias primas con destino a los mercados desarrollados o en vías de desarrollo. Pero también se crearon numerosas empresas nacionales -muchas de ellas fundadas por inmigrantes de primera y segunda generación- que elaboraban bienes de consumo para atender la demanda urbana y que se expandieron después de la crisis de 1930, al calor de la sustitución de importaciones y de la industrialización dirigida por el Estado (1930-1974).
¿Cómo se organizaron las empresas de capital nacional y qué relación tuvieron con las empresas extranjeras que controlaban los sectores clave de la economía? ¿Cuál fue el impacto de las políticas públicas en la estructura empresarial del país? ¿Qué papel tuvieron el mercado interno y la evolución de las exportaciones en el desempeño de estas empresas? ¿Cuáles fueron los límites para la conformación de un empresariado nacional involucrado con el desarrollo económico del país? En este capítulo indagaremos en las posibles respuestas a estos interrogantes.
En el caso argentino, la mayor diversificación de las exportaciones en comparación con otros países latinoamericanos y la consolidación de un mercado interno dinámico, producto del impacto de la inmigración europea en el área pampeana, pueden explicar el surgimiento de los grupos económicos de capital nacional. Estos grupos diversificaron sus inversiones desde la actividad comercial y financiera hacia la industria.3 A lo largo de la historia, la expansión de los grupos económicos no desafió el rol dominante de las empresas extranjeras en la economía argentina: los grupos extranjeros fueron mayoritarios en la cúpula empresarial durante todo el período analizado y controlaron siempre las actividades más dinámicas y rentables de la economía. Además, en las fases de globalización, la inserción extranjera en las actividades de exportación ha implicado su control estratégico sobre las divisas del país. ¿Será éste un factor limitante de las políticas públicas orientadas a promover la diversificación de la estructura productiva argentina?
En el primer apartado se detallan las condiciones que prefiguran la trama empresarial argentina a partir de su ingreso al mercado mundial, caracterizada por el rol dominante de las empresas extranjeras y de los grupos económicos locales de formación reciente. El fortalecimiento del mercado interno y de las empresas industriales desde la década de 1930 se analizan en el segundo apartado. En el tercer apartado se identifica la conformación de una nueva trama de conglomerados extranjeros y grupos económicos nacionales principalmente asociados a la agroindustria con destino a la exportación en condiciones de apertura económica e inestabilidad financiera a nivel global.
1.1 La primera economía global, 1875-1930: la creación de una trama empresarial asociada a la exportación agropecuaria
La expansión económica argentina durante la primera economía global se ilustra en el incremento del producto nacional bruto (PNB) per cápita, cercano al 4% promedio. El sector agropecuario contribuía con el mayor aporte al PNB. Sin embargo, en ese período el producto industrial creció más que el agrario hasta alcanzar una participación del 20% del PNB en 1930. La expansión de la frontera, la puesta en mercado de nuevas tierras y la producción ganadera para exportación que comenzó a mediados del siglo XIX, habían sido interrumpidas por la crisis de los años 1870. Una década después se reanudó el crecimiento con base en la producción agraria de lanas, carnes y cereales. Los gobiernos que se sucedieron entonces compartieron la visión liberal y cosmopolita sobre la cual se sentaron las bases de la especialización agropecuaria, fundamentada en la teoría ricardiana de las ventajas comparativas.4 ¿Qué tipo de empresas prosperaron en este contexto?
Las empresas y grupos económicos locales de mayor trayectoria se especializaron en la elaboración y comercialización de materias primas de origen agropecuario -trigo, leche, carnes- y también participaron en la provisión de servicios asociados a la exportación de dichos productos -seguros, finanzas, transporte- aunque en un lugar subsidiario con respecto a las compañías extranjeras. La mayoría de las empresas se instalaron en el área costera litoral del Río de la Plata-Paraná. Por fuera de dicha área la producción azucarera y la industria vitivinícola en las provincias de Tucumán y Mendoza crecieron a la par del auge exportador, abasteciendo a los mercados de Buenos Aires, Rosario y al conjunto de la región pampeana.
La producción agropecuaria de cereales y carne estuvo a cargo de empresarios locales de distinta dimensión: terratenientes ganaderos de familias tradicionales como los Senillosa, los Luro o los Unzué, y pequeños y medianos productores agrícolas de origen inmigrante localizados en las colonias santafesinas, pero también en la provincia de Buenos Aires (Hora, 2002; Sesto, 2005; Martirén, 2016). Los primeros invirtieron en el refinamiento del vacuno, dando origen a la especialización ganadera acompañada de un aumento de la productividad durante el último cuarto del siglo diecinueve. Los segundos se diversificaron e invirtieron en maquinaria agrícola e insumos por la vía del crédito informal de comerciantes y de fabricantes.
Las mayores empresas de capital nacional eran los establecimientos agropecuarios y las empresas azucareras del norte argentino como la Compañía Azucarera, la Refinería Ledesma y San Martín de Tabacal, entre otras. En términos de capital también hay que mencionar los bancos argentinos. Gran parte de las operaciones comerciales se concentraron en la denominada banca étnica, que agrupaba a comerciantes de origen migratorio, como el Banco Español del Río de la Plata o el Banco de Italia y Río de la Plata (Barbero y Lluch, 2015; Moyano, 2015).
En el universo de medianas y pequeñas empresas confluyeron las firmas agroindustriales: vitivinícolas, molineras, lácteas y aceiteras. Organizadas como empresas familiares, fueron fundadas por inmigrantes italianos, españoles y suizos. Aunque se crearon para cubrir la demanda del mercado interno, estas firmas aprovecharon las coyunturas favorables para expandir sus exportaciones a los países vecinos desde la primera posguerra. Las empresas lácteas y molineras contaban además con exenciones impositivas para la fabricación de productos derivados del sector agropecuario. La elaboración de alimentos, bebidas y tabaco en las ciudades también estuvo a cargo de empresas familiares, en su mayoría fundadas por inmigrantes. Terrabusi, Bagley, Canale, Bieckert y Piccardo lideraron la producción de galletitas, cerveza y tabaco durante todo el siglo hasta que fueron adquiridas por multinacionales extranjeras (MNEs) a fines del siglo XX.
Entre las industrias urbanas prosperaron además empresas de las ramas textil y del cuero, industrias gráficas y del papel, como la Fábrica Argentina de Alpargatas, Grimoldi, Kraft, Peuser y la Compañía General de Fósforos. Las empresas textiles, gráficas y los pequeños talleres metalúrgicos, como Vasena y La Cantábrica, solían complementar la producción con la importación de bienes similares, pero de mayor calidad (Barbero, 2000; Belini, 2010; Rocchi, 1994).
Por otra parte, la industria frigorífica y la elaboración del tanino para la industria textil con destino a la exportación fueron actividades mayormente controladas por empresas extranjeras. Las empresas frigoríficas de capitales argentinos y británicos como Sansinena, The River Plate Fresh Meat o Liebig fueron perdiendo posiciones frente a las empresas estadounidenses que adquirieron antiguas plantas y abrieron otras nuevas. En 1907 la norteamericana Swift & Co compró la Plata Cold Storage Co y, poco después, National Packing Company compró La Blanca. La incorporación de la tecnología del enfriado -chilled-beef- en las plantas estadounidenses permitía producir carnes de exportación más sabrosas que aquellas elaboradas con el método anterior del congelado -frozen-beef- lo cual aseguró su dominio del mercado hacia la primera guerra mundial.
Las firmas estadounidenses tenían fuerte presencia en la importación de material eléctrico, herramientas y maquinaria -The South American Electric Supply Co., The United Shoe Machinery, Singer Sewing Machine Co. o International Harvester- y en el sector petrolero -Galena Signal Oil Co. y West India Oil Co.- antes de la primera guerra. Después de su finalización iniciaron también la fabricación de productos farmacéuticos y medicinales (Lanciotti y Lluch, 2018).
Por su parte, las empresas alemanas se dedicaron al comercio, a las finanzas y a los servicios públicos de electricidad y telefonía. La temprana presencia de filiales comerciales como Acumulatoren-Fabrik (AFA Tudor Varta), Orenstein & Koppel-Arthur Koppel Aktiengesellschaft o Tubos Mannesmann se asociaba a la cuota de mercado que cubrían las importaciones alemanas dominantes en los rubros de papel, hierro y acero. La empresa alemana más capitalizada era, sin duda, la CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad) que proveía de electricidad a la ciudad de Buenos Aires. Por su parte, Transradio Internacional Radiotelegráfica y la Internacional de Teléfonos estaban entre las empresas líderes en telecomunicaciones.5
Las firmas más capitalizadas eran las británicas, con elevadas inversiones en redes ferroviarias y servicios públicos urbanos, sectores que lideraban además del financiero y del hipotecario. Las compañías ferroviarias al igual que las empresas privadas de gas y de aguas corrientes eran británicas con concesiones que se extendieron hasta la segunda posguerra. En el sector ganadero e industrial también operaban grandes firmas británicas. Las empresas francesas y belgas tuvieron una inserción sectorial similar a la británica concentrada en transporte, infraestructura, crédito y finanzas.
1.1.1 ¿Cómo impactó la primera guerra mundial en la economía y en las empresas?
Durante la primera guerra mundial, la caída de las exportaciones agrícolas, la disminución de las importaciones y la escasez de combustibles impactaron negativamente en las empresas industriales que dependían de insumos importados -eléctricas, metalúrgicas y construcción-. Por el contrario, las industrias orientadas al mercado local, especialmente las alimenticias, recibieron un impulso para sustituir la producción importada. Así, en los años 1920 se produjo un aumento de la escala de producción a partir de la incorporación de motores a explosión y energía eléctrica en las plantas industriales que producían manteca, queso, papel, envases y herramientas (Kofman et al., 2012). El tirón de la demanda externa también benefició a las grandes empresas molineras, como Molinos Río de la Plata o Minetti, que antes de la guerra habían integrado el acopio de cereales, la producción harinera y la fabricación de productos alimenticios. Estas compañías se reorganizaron como sociedades anónimas, aumentaron su capital e incorporaron maquinaria importada.
Las empresas lácteas aumentaron su capacidad productiva e integraron las distintas actividades de su cadena de valor: se incorporaron los tambos a las estancias y se instalaron cremerías, queserías y mantequerías para abastecer ciudades, pueblos y colonias y también para exportar manteca, queso y caseína. La fijación de precios máximos de la leche alentó la inversión de las empresas lácteas en tecnología, en nuevas plantas pasteurizadoras y en redes de distribución. La Martona -fundada por un estanciero bonaerense- era la empresa más grande de un sector que incluía a numerosas empresas familiares de origen inmigrante y a firmas extranjeras como The River Plate Dairy o Swift (Kofman et al., 2012).
Las empresas exportadoras de bienes agropecuarios también iniciaron procesos de concentración, capitalización y tecnificación en la década de 1920. Los frigoríficos aumentaron la exportación durante la guerra, lo cual incentivó la inversión en nuevas plantas procesadoras como la inaugurada en Rosario por el Frigorífico Swift a fines de 1924.6 Por el contrario, la caída de la exportación de rollizos de quebracho (una madera especialmente apta para la fabricación de durmientes de ferrocarril y para la construcción) desde 1914 y la caída de la demanda externa de tanino marcaron el comienzo del declive de las empresas forestales (Kofman et al., 2012).
1.1.2 ¿Cómo se organizaron las empresas durante la primera economía global?
Como ya mencionamos, las compañías europeas dominaron las actividades más dinámicas vinculadas al sector externo como la exportación de cereales y carnes, la importación de bienes manufacturados, los servicios financieros y de transporte y los servicios de infraestructura urbana. Estas firmas se organizaron como empresas autónomas asociadas en grupos de inversión y se financiaron mediante la emisión de acciones en la Bolsa de Londres.7 Las firmas industriales alemanas se organizaron como empresas independientes financiadas por bancos de inversión y compañías holding. Al cabo de la primera guerra mundial la pérdida de activos y la incautación de patentes alemanas en el extranjero produjeron cambios en su organización: la creación de cartels, joint-ventures y la realización de contratos a largo término con agentes locales para reducir costos de transacción, diversificar riesgos y asegurar sus inversiones contra las confiscaciones (Jones y Lubinsky, 2012). En países neutrales como Argentina las multinacionales alemanas crearon nuevas compañías registradas con nombres no asociados a la matriz (stand alone companies). Esta modalidad habilitó un rol más activo de los socios locales, generalmente miembros de la comunidad alemana en el país.
Las empresas locales mantuvieron la propiedad y gestión familiar. Aunque muchas de ellas se organizaron como sociedades anónimas, continuaron autofinanciándose mediante la reinversión de utilidades, el aporte de los propietarios y sus familias, el crédito informal y los préstamos bancarios. Las empresas azucareras y las estancias agropecuarias eran controladas por familias terratenientes que mantenían estrechos vínculos con las elites políticas. El sector azucarero fue beneficiado por un elevado nivel de proteccionismo durante todo el período gracias a la capacidad de lobby de las familias propietarias. Esto no evitó que la crisis de sobreproducción azucarera en la década de 1890 diera lugar a una serie de fusiones y adquisiciones que terminó en la reorganización de las firmas como sociedades anónimas (Moyano, 2015).
Los primeros grupos económicos de la Argentina como Tornquist, Bemberg, Bunge y Born, Portalis/Bracht y Devoto se iniciaron como firmas importadoras, abrieron sus casas financieras para intermediar en la negociación de títulos argentinos con la banca europea y, más tarde, ingresaron al negocio inmobiliario e hipotecario (Marichal, 1974). Las casas exportadoras de lanas, cueros y cereales también se iniciaron en la actividad mercantil para luego diversificarse, especialmente cuando la crisis de 1890 abrió la oportunidad para invertir en la industrialización de azúcar, carnes, harinas, aceites y cerveza. Las redes de negocios de los comerciantes británicos, belgas, alemanes y franceses que residían en Argentina dieron origen a estos grupos.8
Por ejemplo, la empresa Bunge y Born de Argentina nació en 1884 en Buenos Aires de la asociación entre Ernesto Bunge y Jorge Born, oriundos de Amberes, donde se había formado un lobby poderoso para desarrollar el intercambio entre Bélgica y América. En 1902 instalaron Molinos Río de la Plata, el molino más grande del país. Poco después adquirieron e instalaron nuevos molinos en las provincias de Córdoba y Buenos Aires para aumentar su producción y exportar al mercado brasileño. También iniciaron la fabricación de bolsas de arpillera y envases de hojalata. La diversificación temprana de la firma se dirigió a actividades no relacionadas –comercio, finanzas, tierras-, pero las inversiones en industria sí estuvieron integradas. En el nuevo siglo, las inversiones se centraron en la producción, envasado y comercialización del cereal. Luego de 1927, con la muerte de Eduardo Bunge, el centro operacional se trasladó de Amberes a Latinoamérica (Green y Laurent, 1988; Schvarzer, 1989).
La sociedad entre los cuñados Adam Altgelt y Ernesto Tornquist dio origen a Ernesto Tornquist y Cía. en 1873. Inicialmente la firma se dedicaba a importar tejidos y maquinarias y a exportar frutos del país: cuero, tasajo y sebo, lanas y cereales. En los años 1880 inició la participación en negocios industriales, inmobiliarios, hipotecarios y en la producción de materias primas. Hacia 1914 el grupo tenía participación en 34 firmas, mayormente en Buenos Aires, pero también en Amberes (Gilbert, 2002).
Tornquist y Bunge y Born fueron agentes de la inversión europea en Argentina antes de la primera guerra mundial. Tornquist estaba asociado con los bancos alemanes, participaba en negocios con el grupo de Banque de Paris et des Pays Bas y con el grupo británico River Plate Trust en Argentina y Uruguay. Por su parte, Bunge y Born participaba en el grupo belga francés de la Banque de l’Union Parisienne en sociedad con la Société Générale de Belgique.
Las estrategias matrimoniales de estos inmigrantes europeos de primera y segunda generación fueron clave para fortalecer los vínculos de negocios y consolidar los grupos, en principio mediante las alianzas con mujeres de la sociedad rioplatense y luego con sus connacionales. Esta política de alianzas matrimoniales garantizó el control familiar de la propiedad y de la gestión de las empresas en el largo plazo.
En todos los casos, el acceso al financiamiento, a la información y a recursos gerenciales constituyó la ventaja competitiva principal y la base de la estrategia de diversificación de inversiones de los grupos que compensaban las pérdidas de las actividades menos rentables con las utilidades obtenidas en aquellas más rentables, como la actividad comercial e inmobiliaria.
1.2 Desintegración de la economía global y expansión de las empresas industriales en tiempos de desglobalización, 1930-1974
La interrupción del comercio externo, de la inmigración europea y de la entrada de capital extranjero como resultado de la crisis de 1930 implicó una reestructuración productiva y el fortalecimiento de la gestión estatal de la economía. La reforma del sistema financiero con la creación del Banco Central, la introducción del sistema de control de cambios con tipos diferenciales para la importación y la exportación de bienes y la creación del impuesto a los ingresos inauguraron una nueva fase en las políticas estatales que impulsaron el crecimiento industrial. Este proceso se consolidó en la década de 1940 con las primeras normativas orientadas a promover el desarrollo de la industria que dieron comienzo a la industrialización dirigida por el Estado.9
Durante este período creció el protagonismo de las empresas industriales orientadas al mercado interno. Hacia 1974, el 74% de las cien mayores empresas del país eran industriales. Por otra parte, las empresas orientadas al mercado externo tuvieron una evolución fluctuante según los cambios en la demanda externa, las restricciones producidas en coyunturas bélicas o el agotamiento de los recursos naturales.
1.2.1 ¿Qué impacto tuvieron los acontecimientos mundiales en las empresas agropecuarias, industriales y de servicios?
La caída de la demanda externa por la crisis mundial representó un duro golpe para las empresas que exportaban productos agropecuarios y sus actividades asociadas -finanzas, seguros y ferrocarriles-. Además, las primeras medidas de gobierno para limitar la salida de capitales, como la devaluación del peso argentino, la introducción de aranceles a la importación, los controles de cambio y la suspensión temporaria del envío de remesas al exterior, restringieron los ingresos de las empresas extranjeras, especialmente de las empresas ferroviarias y de servicios públicos. La disminución de la actividad económica también perjudicó a las pequeñas empresas comerciales. El número de concursos y quiebras se disparó entre 1930 y 1934 y afectó a casas de comercio, almacenes y corredores de cereales, talleres, herrerías y empresas de la construcción.
Las empresas agroindustriales del área pampeana lograron sortear la crisis. El aumento del consumo interno sostuvo la producción de harina, aceites y productos lácteos. Además, el Estado -que se había mantenido al margen de la comercialización del trigo y de la harina- introdujo por primera vez regulaciones al precio de estos dos productos y estableció cuotas en la entrega de trigo a los molinos. (Kofman et al., 2012). A partir de 1933 y por primera vez, las juntas reguladoras del comercio de granos, carnes, leche, vino, yerba mate, azúcar y algodón introdujeron mecanismos de regulación corporativa con participación estatal. Estas juntas se crearon para proteger la producción local y evitar que los intermediarios que comercializaban estos productos transfirieran, vía precios, los costos de la crisis a los productores (Persello, 2006).
El desplazamiento de las actividades de intermediación a favor de la transformación de materias primas favoreció la instalación de empresas químicas, papeleras y metalúrgicas. Esto se consolidó cuando la Segunda Guerra Mundial limitó el acceso a insumos y bienes de capital para la industria. En ese contexto se fortalecieron las filiales de multinacionales norteamericanas y alemanas en las ramas más dinámicas de la industria que se habían radicado inicialmente como importadoras de bienes de consumo, bienes de capital e insumos para el mercado interno (Lanciotti y Lluch, 2018).
De igual manera, se crearon nuevos grupos económicos de base industrial como Arcor, Di Tella y Techint, impulsados por empresarios de origen italiano. Di Tella y Techint concentraron sus inversiones en la industria metalmecánica y en la siderurgia para lo cual apelaron al financiamiento de redes ítalo-argentinas y establecieron vínculos estrechos con el Estado nacional que les garantizaban crédito flexible y contratos estables para la provisión de bienes públicos (Rougier y Schvarzer, 2006; Castro, 2008; Barbero, 2011).
1.2.2 ¿Qué políticas implementó el Estado para promover la industrialización argentina? ¿Qué nuevas empresas y grupos se expandieron bajo la industrialización liderada por el Estado?
En 1944, el gobierno nacional aprobó el primer régimen de promoción industrial dirigido a proteger las actividades que emplearan materias primas nacionales e insumos importados para producir manufacturas de consumo interno, artículos de primera necesidad y productos relevantes para la defensa del país, mediante la fijación de derechos aduaneros, cuotas de importación y subsidios. La promoción industrial se consolidó durante el gobierno peronista (1946-1955)10 que impulsó la diversificación productiva con el objetivo de modificar la estructura de las importaciones y atemperar los efectos de las fluctuaciones internacionales en la economía. Estas políticas inauguraron la fase de industrialización dirigida por el Estado, la cual se extendió hasta el golpe militar de 1976.
Los ejes del programa económico peronista se implementaron a través de dos planes quinquenales. El Primer Plan Quinquenal fijó la protección de las industrias que se habían expandido en los años previos como la algodonera y metalúrgica. El Segundo Plan Quinquenal de 1952 impulsó el desarrollo de la siderurgia, la metalúrgica y la química, para favorecer la integración de la industria argentina. La importación preferencial de insumos para estos sectores no significó el abandono de la promoción de exportaciones de otras manufacturas, textiles y artefactos domésticos a través de incentivos cambiarios. En esta coyuntura fueron frecuentes los acuerdos entre el gobierno y las empresas. En algunos sectores la cooperación entre gobierno y empresas se afianzó mediante convenios con las cámaras empresariales (Belini, 2009).
Durante el primer gobierno peronista el Estado adquirió las empresas británicas de servicios públicos y transportes, marcando el final del ciclo de inversión británica asociado a infraestructura primaria y recursos naturales y la consolidación de un nuevo ciclo de inversión externa liderado por firmas norteamericanas.11 La gestión estatal de la economía en actividades prioritarias se consolidó mediante una serie de medidas. El Estado nacional adquirió empresas extranjeras que realizaban actividades estratégicas para el desarrollo económico, creó nuevas empresas mineras, eléctricas y gasíferas, incorporó la petrolera estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) al Ministerio de la Industria y se hizo cargo de la administración de las grandes empresas industriales alemanas confiscadas luego de la declaración de guerra a Alemania en 1945. Durante el segundo gobierno peronista (1952-1955), la crisis de la balanza comercial impulsó la sanción de una ley de inversión extranjera (1953) para incentivar la radicación de firmas que produjeran bienes industriales para suplantar insumos importados y ahorrar divisas (Altimir et al., 1967). La participación de las empresas industriales extranjeras en la economía nacional se fortalecería en las décadas siguientes.
Nuevas empresas industriales se concentraron en las áreas metropolitanas de las ciudades portuarias sobre todo en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe: firmas de capital nacional como Celulosa Argentina y Electroclor -del grupo Fabril Financiera- o Sulfacid -de Bunge y Born- y firmas extranjeras como Atanor, Merck y Hoeschst. La construcción de refinerías de petróleo de la empresa estatal YPF y la finalización del oleoducto Campo Durán (Salta) - San Lorenzo (Santa Fe) en 1959 atrajeron la localización de empresas petroquímicas extranjeras como Duperial, Dow, PASA o Ipako en los años siguientes.
Las empresas metalmecánicas y siderúrgicas, como la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), Acindar, Dálmine-Siderca (del grupo Techint), Cametal y Montenegro, se instalaron en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. A diferencia de las químicas y petroquímicas, esta actividad estuvo principalmente en manos de empresas de capital y gestión local (Katz, 1996). Por otra parte, las políticas de promoción industrial y de electrificación a escala nacional llevadas adelante por el gobierno peronista generaron nuevos distritos industriales en las provincias de Córdoba y Mendoza. A partir de la década de 1950 la instalación de plantas automotrices de multinacionales como ika-Renault, Citröen, Fiat, Peugeot, Ford, Chrysler y Mercedes Benz reforzó el crecimiento de dichos distritos. En términos de producto y de empleo, la industria automotriz se transformó en la más dinámica de la economía argentina.
El gobierno promovió además la inversión en la producción de maquinaria agrícola. Desde la década de 1920, las empresas locales habían experimentado fuertes trabas por la escasez de insumos (hierro, principalmente) y por las políticas arancelarias que favorecían la importación de maquinaria. De este modo, el mercado interno estaba controlado por las multinacionales norteamericanas J.L. Case e International Harvester. Durante la crisis de divisas, el primer gobierno peronista restringió la importación de maquinaria agrícola en favor de la producción local de empresas argentinas y extranjeras. La industria de maquinaria agrícola fue declarada de “interés nacional” y el gobierno fijó cuotas de importación bajas de aranceles para insumos no fabricados en el país y créditos flexibles. En este contexto empresas nacionales como Roque Vassalli y Grandes Establecimientos Metalúrgicos Argentinos -GEMA- aumentaron su capacidad instalada, la producción y las ventas. Además, el gobierno firmó contratos de exclusividad con las empresas productoras de tractores nacionales y extranjeras. Como consecuencia, multinacionales como John Deere y Massey Ferguson aumentaron la inversión directa y construyeron nuevas plantas en el país. En los años 1960 la competencia en un mercado protegido pero limitado impulsó la exportación de maquinaria a los países limítrofes; una estrategia que pronto llegaría a su fin jaqueada por los altos costos de la producción local y la ampliación de la brecha tecnológica entre las empresas locales y las multinacionales extranjeras (Belini, 2009).
Las empresas alimenticias crecieron junto a la demanda interna impulsada por el aumento del empleo y de los salarios de los trabajadores. Un ejemplo claro es el de las empresas lácteas, que aumentaron su inversión en plantas, maquinarias y redes de distribución, diversificaron su producción para el mercado interno y disminuyeron sus cuotas exportables. La cuenca central cordobesa-santafesina se convirtió en la principal área industrial lechera del país a cargo de pequeños establecimientos asociados en cooperativas de primero y segundo grado.
El caso emblemático es la cooperativa Sancor (1938), la cual desplazó a las empresas privadas en la producción y comercialización de productos lácteos. El crecimiento de Sancor comenzó con la incorporación de productores a quienes pagaba precios más elevados que sus competidores, a la par que los estimulaba a incorporar tecnología en los tambos. El siguiente paso fue la construcción de fábricas de manteca, que implicó el traslado del procesamiento de la caseína y la crema desde las cooperativas primarias hacia las plantas en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. La integración de los procesos en planta y la incorporación de maquinaria permitió a Sancor controlar la calidad y aumentar la producción, además de centralizar la comercialización de los productos (Olivera, 2011).
Otro ejemplo es el de Arcor -una pequeña empresa que fabricaba golosinas- que se expandió hasta controlar todas las actividades de la cadena de valor de su producto. Arcor producía su insumo principal -glucosa-, maquinaria para su planta, cartón y envases. Además del proceso de integración hacia atrás y hacia adelante, la firma diversificó su producción de alimentos y bebidas para el mercado interno y luego, en los años 1970, para el mercado externo (Barbero, 2011).
Durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962) se flexibilizó el régimen de inversiones extranjeras para auspiciar la entrada de nuevas multinacionales en el marco de una política de desarrollo (conocida como desarrollismo) que promovía la inversión externa como motor del crecimiento económico de los países periféricos.12 La sanción del nuevo régimen produjo fuertes cambios en la estructura empresarial en el período siguiente. Entre 1960 y 1971 la participación de firmas extranjeras en la cúpula empresarial aumentó por la compra de empresas locales, debilitadas por las devaluaciones de la moneda local, la caída de la demanda interna y las dificultades para acceder a créditos de largo plazo (Azpiazu y Kosacoff, 1985; Barbero y Lluch, 2015). La adquisición de firmas -especialmente alimenticias- fue el primer paso hacia la globalización del consumo administrado por las multinacionales que desplazaron a las grandes empresas nacionales alimenticias, textiles y tabacaleras.
1.2.3 ¿Qué consecuencias tuvieron las políticas desarrollistas en la estructura empresarial argentina?
La mayor incidencia de las multinacionales en la producción local fue consecuencia de la entrada de firmas norteamericanas en las ramas más dinámicas de la economía (Khavisse y Piotrkowski, 1973). Las ventajas competitivas exclusivas de las firmas norteamericanas en las industrias de alta intensidad tecnológica explican su posición en el mercado. Las filiales podían incorporar tecnología a bajo costo desde sus matrices y, a la par, eludir los aranceles a la importación de manufacturas al producir en el país (Buckley y Casson, 2010; Lluch y Lanciotti, 2018). A diferencia de las empresas extranjeras radicadas en la fase previa, estas industrias producían para abastecer el mercado interno, estaban más integradas en las economías regionales por la demanda de insumos y bienes intermedios y contribuyeron a formar trabajadores especializados en nuevos procesos. También hubo cambios en la forma de organización de las firmas extranjeras: se instalaron nuevas filiales de multinacionales, con estructura monocéntrica de compañía matriz y subsidiaria y se incrementó la participación extranjera en firmas nacionales bajo la forma de joint-ventures sobre todo en las ramas de mayor competencia con la industria nacional -química, eléctrica y metalúrgica-.13
Hacia 1970, ya era evidente el desplazamiento de firmas nacionales por extranjeras y el retroceso de las actividades vegetativas -alimentos y bebidas; tabaco; textiles; confecciones y calzado; madera y corcho; muebles; imprenta y editoriales; cuero y pieles- en favor de las ramas dinámicas de la industria -papel y cartón; caucho; productos químicos; derivados del petróleo; minerales no metálicos; metales; maquinaria y vehículos; y maquinaria y aparatos eléctricos-. Las empresas productoras de bienes de consumo final para los sectores populares disminuyeron su participación en favor de la elaboración de insumos y bienes de consumo durable para el complejo metalmecánico con eje en la industria automotriz y también para la industria química-petroquímica (Schorr y Wainer, 2014).
La crisis mundial de 1973 afectó principalmente a las grandes multinacionales productoras de bienes de consumo durable. Esto paralizó el ingreso de capital externo a la región y aceleró la transferencia de utilidades desde la periferia hacia los países centrales, la cual venía incrementándose desde la década de 1960. El aumento del capital repatriado y la disminución de la reinversión en un contexto local recesivo motivaron la caída de la participación de las empresas extranjeras a partir de 1973 y el fin de las políticas desarrollistas dependientes de la inversión externa (Azpiazu y Kosacoff, 1985; Katz y Kosacoff, 1989).
1.3 La nueva economía global: auge de las empresas agroindustriales y de servicios, 1975-2010
La globalización financiera es una característica central del capitalismo de final del milenio. El desarrollo tecnológico en el ámbito de las comunicaciones transformó la estructura económica de los países desarrollados, así como la estructura y la organización de las empresas. Durante este período crecieron explosivamente las fusiones y adquisiciones encabezadas por multinacionales a nivel global y local; y las empresas dejaron de ser unidades productivas para convertirse en unidades financieras (Arceo, 2011).
La industrialización dirigida por el Estado argentino fue erradicada por las políticas neoliberales implementadas por la dictadura militar (1976-1982). La apertura comercial y financiera produjo una fuerte desindustrialización que afectó el tejido de pequeñas y medianas empresas orientadas al mercado interno. También causó la reprimarización de la economía, que volvió a estar exclusivamente orientada a la exportación de materias primas de origen agropecuario. La crisis de la deuda de los países latinoamericanos en los años 1980 afectó al país, cuyo déficit en la balanza comercial y de pagos -resultante de la caída de los precios de los bienes exportables y el incremento de la salida de capital para el pago de intereses de la deuda- generó las condiciones para la profundización de la política neoliberal en la década de 1990, caracterizada por la desregulación y privatización de sectores estratégicos y servicios públicos.
1.3.1 ¿Qué cambios produjo la nueva globalización en la estructura empresarial del país?
Durante los años 1990 se produjo la transferencia de empresas estatales a multinacionales extranjeras mediante la privatización de los servicios públicos y de la producción y distribución de energía.14 En esa década también se vendieron grandes empresas privadas nacionales a grupos extranjeros, principalmente en el sector alimenticio y financiero. El aumento de la participación de las empresas extranjeras en la economía fue paralelo a la retracción de los grandes grupos económicos locales que se habían beneficiado de la política desarrollada por la última dictadura militar. A diferencia de lo ocurrido durante la industrialización dirigida por el Estado, este ingreso no implicó la instalación de empresas nuevas ni la ampliación de la capacidad productiva (Schorr y Wainer, 2014).
La entrada de multinacionales reforzó los rasgos regresivos de la estructura productiva basada en el aprovechamiento de las ventajas comparativas derivadas de los recursos naturales con escaso grado de elaboración y de eslabonamientos. Así, las empresas agroindustriales exportadoras escalaron a los primeros puestos de la cúpula empresarial. A la cúpula ascendieron también las firmas extranjeras orientadas a una demanda cautiva, como los servicios públicos privatizados y las empresas dedicadas a la elaboración y comercialización de bienes y servicios para los sectores de mayor poder adquisitivo de la población (Azpiazu y Schorr, 2003).
El mejor ejemplo de lo anterior lo constituyen las empresas aceiteras. En 1971 existían dos empresas de capital extranjero operando en la industria aceitera: la refinería Swift Armour y la planta de Indo S.A. del grupo suizo André. Durante la década siguiente la capacidad instalada total de la industria aceitera se expandió rápidamente a la par que se redujo el número de firmas. Este proceso de concentración económica se debió al cierre de empresas familiares y la venta de plantas a multinacionales extranjeras -Cargill y Dreyfus- y a grandes grupos locales -Aceitera General Deheza (AGD) y Vicentín- especializados en la producción de aceite y derivados de la soja (Pérez Barreda et al., 2018; Lanciotti et al., 2013).
La orientación exportadora que tuvo la industrialización de la soja desde el comienzo explica la expansión de empresas multiplantas con mayor capacidad productiva por planta y la relocalización de las plantas en el tramo Puerto San Martín-Villa Constitución de la hidrovía Paraguay-Paraná (Gutman y Feldman, 1989). La privatización de las áreas portuarias en los años 1990 habilitó la construcción de terminales portuarias y plantas adyacentes por parte de las empresas extranjeras que lideraban y aún lideran el sector a nivel global. La concentración se consolidó después del 2003, cuando llegó la última oleada de inversiones de las multinacionales extranjeras -Bunge, Cargill y Dreyfus- y de los grupos económicos locales -Vicentín, Molinos Río de la Plata y AGD-.
La estrategia de las multinacionales oleaginosas consistió en consolidar las ventajas de escala en la producción a partir de la integración vertical del procesamiento industrial con las etapas de transporte terrestre, marítimo y fluvial, acopio y almacenamiento, infraestructuras comerciales y financieras (Gutman y Gorenstein, 2005). En la actualidad, seis grupos económicos -cuatro extranjeros y dos nacionales- y dos empresas controlan las 24 plantas.
1.3.2 ¿Qué tipo de empresas se beneficiaron de la apertura económica durante la nueva globalización?
¿Qué estrategias de expansión siguieron estas empresas?
En el siglo XXI, los grupos económicos y los conglomerados de empresas se convirtieron en las formas organizativas predominantes. A las multinacionales estadounidenses y europeas ya insertas en sectores tradicionales como la explotación de hidrocarburos, granos y aceites, la producción automotriz y las industrias química y farmacéutica, se sumaron grupos provenientes de nuevos países en desarrollo. Las empresas procedentes de países latinoamericanos -Chile, Brasil y México- y asiáticos -China- aumentaron su participación en el mercado argentino tanto en número como en ventas. Las empresas chinas se centraron en la explotación de recursos naturales -petróleo, aceites y oleaginosas- mientras que las latinoamericanas desarrollaron, sobre todo, la producción de alimentos y bebidas, el comercio y los servicios (García Zanotti, 2018).
Favorecidos por la caída del valor de los activos luego de la crisis de 2001, los grandes grupos económicos extranjeros siguieron tres tipos de estrategias para la adquisición de empresas argentinas. Estas estrategias fueron: a) de concentración, cuando compraron empresas de la misma actividad; b) de integración horizontal o vertical, cuando las inversiones se dirigieron a proveer un producto similar en distintos mercados o a distintos segmentos de la cadena productiva, respectivamente; c) de conglomerado, cuando la inversión se diversificó en diferentes rubros (García Zanotti, 2018).
Las empresas de servicios públicos y particularmente las empresas de telefonía -Telefónica y Telecom- que adquirieron la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) incorporaron la telefonía celular -Movistar, Personal- y se expandieron al sector de medios de comunicación mediante la compra de canales de aire y la creación de empresas de televisión por cable y servicios de internet -Cablevisión, Arnet-. Crearon así grandes conglomerados de telefonía y comunicación que operan en condiciones oligopólicas.
En el sector de la comercialización masiva de productos se consolidaron dos grupos de origen francés y chileno por la vía de estrategias de concentración y de integración horizontal. Carrefour y Cencosud/Paulmann dominan el comercio de alimentos, vestimenta y artículos del hogar como resultado de la compra de supermercados de capital nacional -Norte, Dia, Disco- y de la construcción y gestión de grandes centros comerciales -Unicenter, Portal Rosario-.
En el sector alimenticio, las adquisiciones estuvieron orientadas por estrategias de integración vertical y concentración. La francesa Danone ingresó a la Argentina en 1994 con la adquisición de Bagley, luego compró empresas de aguas envasadas -Villavicencio y Villa del Sur- y lácteas -Mastellone, Longchamps y Cindor-. Por su parte, Kraft Foods -grupo Mondelez Internacional- adquirió Suchard y Cadbury, Alimentos Especiales y Nabisco -Terrabusi, Canale, Mayco-Carpi-.
En la producción y comercialización de granos, oleaginosas y aceites ingresaron nuevas corporaciones extranjeras como Cofco y Glencore. Cofco -una empresa estatal china- adquirió las empresas comercializadoras de granos y aceites Nidera y Noble y se convirtió en el mayor exportador de Argentina mediante una estrategia de concentración. Por su parte, Glencore comenzó adquiriendo empresas aceiteras para luego ingresar en la producción de biodiesel, minería e industria química, siguiendo una estrategia de conglomerado.
Las automotrices Fiat, Mercedes Benz y Renault prosiguieron con estrategias de integración vertical que incluyen el control de la producción, venta, financiamiento y asistencia técnica de todo tipo de vehículos a través de empresas asociadas.15
Conclusiones
Una caracterización general del perfil y las estrategias de las empresas en Argentina en el largo plazo revela que las empresas extranjeras y los grupos económicos mantuvieron un rol protagónico en cada una de las fases del ciclo económico, tanto en períodos de apertura económica como en las distintas fases de la etapa de industrialización sustitutiva. Los principales grupos económicos argentinos creados durante la primera economía global tuvieron una posición dominante en actividades agropecuarias, comerciales e industriales hasta 1970. En términos de longevidad y de rentabilidad, la trayectoria de dichos grupos puede considerarse exitosa. Las utilidades variaron según las actividades de cada empresa, de modo que las firmas más rentables compensaban los dividendos de aquellas menos rentables. Los negocios agropecuarios, inmobiliarios, financieros e hipotecarios fueron los más rentables. En contraste, las empresas industriales de los grupos tuvieron un desempeño más accidentado. La estrategia de diversificación de estos grupos se dirigió a aprovechar nuevas oportunidades de negocios en un mercado en crecimiento y sólo en el caso de las empresas industriales implicó nuevas inversiones en procesos de cambio tecnológico.
Por otra parte, las empresas extranjeras se concentraron en las actividades más dinámicas en los distintos períodos: transporte y finanzas entre 1880 y1930, industria entre 1930 y1974, y agroindustria, finanzas y servicios públicos de 1980 en adelante. El desempeño de estas firmas también fue exitoso en términos de rentabilidad y perdurabilidad. Los momentos de repliegue se vincularon a cambios en los ciclos de inversión externa, cuando reorientaron su inversión hacia otras regiones o actividades.
En tercer lugar, se destaca que el dinamismo del mercado interno alentó la tecnificación y consolidación de pequeñas y medianas empresas agroindustriales de tipo familiar en el área pampeana desde un período temprano. Estas empresas -fundadas por inmigrantes mayormente italianos- mantuvieron una participación relevante en la economía argentina; en las coyunturas favorables, complementaron la provisión de bienes de consumo para el mercado interno con la exportación.
El impacto de la inmigración en el tejido empresarial en Argentina fue notable no sólo en la etapa formativa, cuando se observa que inmigrantes italianos, españoles, franceses y alemanes crearon las primeras empresas y grupos económicos, sino también durante las etapas siguientes, puesto que fueron inmigrantes italianos los promotores de los mayores grupos económicos que se crearon durante la fase de industrialización, tal como lo representan los casos de Di Tella, Techint y Arcor. Al mismo tiempo, la inmigración masiva durante el período formativo impulsó la creación de un mercado interno dinámico en el área pampeana, donde se concentró la mayor cantidad de población y de empresas. El dinamismo del mercado interno con eje en las ciudades portuarias de litoral costero promovió la diversificación económica antes de la crisis de 1930.
Entre 1920 y 1960 se profundizó la diversificación económica liderada por empresas extranjeras y grupos económicos en la que también tuvieron participación destacada las empresas familiares y las empresas públicas creadas al calor de las políticas de industrialización llevadas adelante por el Estado nacional. Para entonces, Argentina había alcanzado un crecimiento económico significativo, una progresiva distribución del ingreso y un mayor nivel de bienestar a partir de la implementación de políticas sociales y de las políticas industrialistas impulsadas por el Estado desde la segunda postguerra.
Al final de ese período, la apertura económica impuesta por la dictadura militar (1976-1982) desarticuló la densa trama empresarial que se había configurado desde finales de la primera guerra y generó las condiciones para la entrada de nuevos grupos extranjeros. Estos grupos se concentraron en las actividades más rentables de la economía argentina: la exportación de productos agrícolas y agroindustriales, la producción y comercialización de bienes de consumo y servicios para el mercado regional, y la actividad financiera.
La paradoja del caso argentino descansa en que las condiciones que dieron origen a su crecimiento económico e internacionalización en el siglo XIX constituyen también los factores limitantes para el fortalecimiento de un empresariado local comprometido con el desarrollo económico del país. Al cabo de un siglo, las empresas líderes son nuevamente aquellas vinculadas a la producción y exportación de materias primas agropecuarias. En la actualidad, las empresas nacionales y el Estado volvieron a una posición subsidiaria respecto de las multinacionales extranjeras que controlan las actividades proveedoras de las divisas necesarias para diversificar la economía.
Bibliografía
Altimir, O., Santamaría, H., Sourrouille, J. V. (1967). Los instrumentos de la promoción industrial en la postguerra. Desarrollo Económico, 7(25-26-27), 89-144, 149-172, 361-376.
Arceo, E. (2011). El largo camino a la crisis. Centro, periferia y transformaciones en la economía mundial. Buenos Aires: Cara o Ceca.
Azpiazu, D. y Kosacoff, B. (1985). Las empresas transnacionales en la Argentina. Buenos Aires: CEPAL.
Azpiazu, D. y Schorr, M. (2003). Crónica de una sumisión anunciada. Las renegociaciones con las empresas privatizadas bajo la Administración Duhalde. Buenos Aires: FLACSO/Siglo XXI Editores/IDEP.
Barbero, M. I. (2000). Mercados, redes sociales y estrategias empresariales en los orígenes de los grupos económicos. De la Compañía General de Fósforos al Grupo Fabril (1889-1929). Estudios Migratorios Latinoamericanos, 44, 119-145.
Barbero, M. I. (2011). Los grupos económicos en la Argentina en una perspectiva de largo plazo. Siglos XIX y XX. En G. Jones y A. Lluch (Eds.), El impacto histórico de la globalización en Argentina y Chile: empresas y empresarios (pp. 1-37). Buenos Aires: Temas.
Barbero, M. I. y Lluch A. (2015). El capitalismo familiar en Argentina: modelos y dinámicas en el largo plazo. En P. Fernández Pérez y A. Lluch (Eds.), Un siglo de cambios. Familias empresarias, grandes empresas y grupos familiares en América Latina y España. Madrid: Editorial FBVVA.
Belini C. (2009). La industria peronista. 1946-1955: Políticas públicas y cambio estructural. Buenos Aires: Edhasa.
Belini, C. (2010). La Compañía General de Fósforos y los orígenes de la industria hilandera de algodón en Argentina, 1920-1935. América Latina en la Historia Económica, 34, 93-126.
Buckley, P. y Casson, M. (2010). The Multinational Enterprise Revisited: The Essential Buckley and Casson. Basingstok: Palgrave-MacMillan.
Bulmer-Thomas, V. (1994). Historia Económica de América Latina desde la Independencia. México: Fondo de Cultura Económica.
Castro, C. (2008). Una multinacional dirigida desde Buenos Aires. La internacionalización temprana de Techint, 1946-1976. En G. Guajardo Soto (Coord.), Innovación y empresa. Estudios Históricos de México, España y América Latina. México DF: UNAM/Fundación Gas Natural.
García Zanotti, G. (2018). La cúpula empresaria extranjera durante la postconvertibilidad. En. N. Lanciotti y A. Lluch (Eds.). Las empresas extranjeras en Argentina desde el siglo XIX al siglo XXI. Buenos Aires: Imago Mundi 151-170.
Gilbert, J. (2002). Empresario y Empresa en la Argentina Moderna. El grupo Tornquist, 1873-1930. Documento de Trabajo n. 26. Universidad de San Andrés.
Green, R. y Laurent, C. (1988). El poder de Bunge y Born. Buenos Aires: Legasa.
Gutman, G. y Gorenstein, S. (2005). Las Transnacionales Alimentarias En Argentina. Dinámica Reciente e Impactos Territoriales. Primeras Jornadas de Economía Regional Comparada. Simposio de Economía de los Agronegocios en el Mercosur. Porto Alegre.
Gutman, G. y Feldman, S. (1989). La industria aceitera en la Argentina: un caso de expansión productiva orientada al mercado mundial. Buenos Aires: CEPAL. Documento de trabajo, 32.
Hora R. (2002). Los terratenientes de la pampa argentina. Una historia social y política, 1860-1945. Buenos Aires: Siglo XXI.
Jones, G. y Lubinski, C. (2012). Managing Political Risk in Global Business: Beiersdorf 1914-1990. Enterprise & Society, 13(1), 85-119.
Katz, J. y colaboradores (1996). Desarrollo y crisis de la capacidad tecnológica latinoamericana. El caso de la industria metalmecánica. Estudios sobre desarrollo tecnológico BID/ CEPAL/ CIID/PNUD. Buenos Aires: CEPAL.
Katz, J. y Kosacoff, B. (1989). El proceso de industrialización en Argentina: evolución, retroceso y prospectiva. Buenos Aires: CEPAL-Centro Editor de América Latina.
Khavisse, M. y Piotrkowski, J. (1973). La consolidación hegemónica de los factores extranacionales, el caso de las cien empresas industriales más grandes. En Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno. Subsecretaría de Desarrollo (Ed.), El desarrollo industrial en la Argentina: sustitución de importaciones, concentración económica y capital extranjero (1950-1970) (pp. 113-147) Buenos Aires: Secretaría de Planeamiento y Acción de Gobierno.
Kofman, M., Lanciotti, N., Pérez Barreda, N. (2012). La industria santafesina desde la expansión agraria a la diversificación productiva, 1887-1964. En C. Frid y N. Lanciotti. (Coords.), De la expansión agraria al desarrollo industrial: la economía de Santa Fe entre 1850 y 1970. Rosario: Editorial Prohistoria.
Lanciotti, N., Tumini, E. y Frid, C. (2013). La industria invisible: La producción de aceites en Argentina y Santa Fe antes de la expansión del complejo oleaginoso sojero. AAEP- XLVIII Reunión Anual. Rosario: Facultad de Ciencias Económicas y Estadística, UNR.
Lanciotti, N. y Lluch A. (2018). Las empresas extranjeras en Argentina en el primer ciclo de inversión y endeudamiento (1875-1945). En N. Lanciotti y A. Lluch (Eds.), Las empresas extranjeras en Argentina desde el siglo XIX al siglo XXI (pp. 9-48). Buenos Aires: Imago Mundi.
Lluch A. y Lanciotti, N. (2018). Las empresas extranjeras durante la industrialización dirigida por el Estado: el auge industrial. En N. Lanciotti y A. Lluch (Eds.), Las empresas extranjeras en Argentina desde el siglo XIX al siglo XXI (pp. 69-91). Buenos Aires: Imago Mundi.
Martirén, J. L. (2016). La transformación farmer: colonización agrícola y crecimiento económico en la provincia de Santa Fe durante la segunda mitad del siglo XIX. Buenos Aires: AAHE-Prometeo.
Marichal, C. (1974). La gran burguesía comercial y financiera de Buenos Aires, 1860-1914. Tipología de cinco grupos, mimeo, Buenos Aires.
Moyano, D. (2015). Desde la empresa: firmas familiares y estructura empresarial en la industria azucarera tucumana (1895-1930). Buenos Aires: Prometeo Libros.
Ocampo, J. A. (2008). Los paradigmas del desarrollo en la historia latinoamericana. En O. Altimir, E. Iglesias y J. L. Machinea (Eds.), Hacia la revisión de los paradigmas del desarrollo en América Latina. Santiago de Chile: UN-CEPAL.
Olivera G. (2011). La agroindustria láctea en la cuenca lechera cordobesa-santafesina: sus orígenes y desarrollo (fines del s. XIX a 1970). IV Coloquio del Grupo Cuatrinacional de Estudios Empresariales e Historia Económica. Buenos Aires: Udesa.
Pérez Barreda, N., Kofman, M. y Abraham, L. (2018). El capital extranjero en la transformación de la industria aceitera argentina de las últimas décadas (1970 – 2010). En N. Lanciotti y A. Lluch (Eds.), Las empresas extranjeras en Argentina desde el siglo XIX al siglo XXI (pp. 171-197). Buenos Aires: Imago Mundi.
Persello, A. V. (2006). Partidos políticos y corporaciones: las juntas reguladoras de la producción, 1930-1943. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, 29, 85-118.
Rocchi, F. (1994). La armonía de los opuestos: industria, importaciones y la construcción urbana de Buenos Aires en el período 1880-1920. Entrepasados. Revista de Historia, 7, 43-66.
Rougier, M. y Schvarzer, J. (2006). Las grandes empresas no mueren de pie. El (o)caso de Siam. Buenos Aires: Norma.
Schvarzer, J. (1989). Bunge y Born. Crecimiento y diversificación de un grupo económico. Buenos Aires: CISEA-GEL.
Schorr, M. y Wainer, A. (2014). Extranjerización e internacionalización de las burguesías latinoamericanas: el caso argentino. Perfiles Latinoamericanos, 44, 113-141.
Sesto, C. (2005). La vanguardia ganadera bonaerense, 1856-1900, Historia del capitalismo agrario pampeano. Buenos Aires: Siglo XXI y Universidad de Belgrano.
Stone, I. (1977). British Direct and Portfolio Investment in Latin America Before 1914. The Journal of Economic History, 37(3), 690–722. doi: 10.1017/S0022050700095449
Wilkins, M. (1994) Comparative hosts, Business History 36(1), 18-50. doi: 10.1080/00076799400000002
2 Argentina era la cuarta economía receptora de inversión extranjera directa en 1914 a nivel mundial, después de Estados Unidos, Rusia y Canadá. El país encabezaba la lista de los países latinoamericanos receptores de la inversión británica, con 479.800 miles de libras. En la primera guerra mundial, la inversión británica se reorientó hacia el país de origen, por lo cual en 1930, la posición argentina se desplazó al sexto lugar, después de Canadá, Estados Unidos, India, Cuba y México. No obstante, hacia 1938 Argentina volvía a ocupar el cuarto puesto entre los receptores de IED. (Wilkins, 1994, 2004; Stone, 1977).
3 En 1913, Perú, México y Argentina mostraban índices de concentración de productos de exportación notoriamente más bajos que el resto de Latinoamérica. No obstante, Argentina sumó nuevos productos de exportación durante el período sin sustituir los antiguos, por lo cual su tasa de exportación fue la más elevada de la región durante la primera economía global. (Bulmer-Thomas, 1994)
4 La teoría de las ventajas comparativas establecía la conveniencia de especializarse en la producción y exportación de bienes elaborados a un coste relativamente más bajo respecto a otros países.
5 Después de la derrota alemana en la primera guerra mundial, CATE pasó a ser controlada por la compañía belga SOFINA.
6 Una parte mínima de la producción de la planta de Swift en Rosario era comercializada en el mercado argentino.
7 Las empresas legalmente autónomas (free-standing companies) se constituían con sede en Europa para desarrollar una actividad específica en distintos países de la periferia. En la mayoría de los casos estaban asociadas entre sí formando grupos de inversión, y mantenían su autonomía en la definición de estrategias de negocios, pero no en las decisiones financieras.
8 Para un mayor análisis de los grupos económicos ver el capítulo correspondiente en ese volumen.
9 El concepto de Industrialización dirigida por el Estado fue acuñado por Ocampo (Ocampo, 2008).
10 Juan Perón asumió la presidencia en 1946, luego de ganar las elecciones con un amplio apoyo de los trabajadores sindicalizados. Su gobierno consolidó las bases de un programa de desarrollo económico de base industrial, elaborado por la elite militar argentina que tomó el poder en 1943. Durante el primer gobierno, se priorizó el crecimiento del mercado interno y una distribución del ingreso favorable a los trabajadores; mientras que el segundo gobierno se reorientó al aumento de la productividad y la promoción de las exportaciones. En 1955, un golpe militar derrocó a Perón, quien debió exiliarse en el extranjero durante casi dos décadas.
11 El Estado nacional adquirió las empresas ferroviarias y de servicios públicos, a partir de 1947.
12 Esta política seguía los principios recomendados por de las teorías neoclásicas del desarrollo formuladas en los años 1950 por los economistas norteamericanos W. Rostow y R. Solow.
13 Para un mayor análisis ver el capítulo sobre multinacionales en este volumen.
14 La compañía privatizada más importante fue la petrolífera estatal YPF, cuyo paquete mayoritario fue adquirido por la española Repsol.
15 Este análisis se basa en García Zanotti (2018), donde pueden encontrar otros análisis de casos.