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Introducción

Nelson Morales

John Stott y América Latina

Este 2021 celebramos el centenario del natalicio de John Robert Walmsley Stott, más conocido en sus círculos íntimos con mucho cariño como «el tío John». Supe más de él durante mis años de estudios doctorales en Trinity International University (tiu/teds) en Chicago que en todos mis años anteriores. En aquellos años, tuve el privilegio de oír directamente de personas muy cercanas a él la pasión por Jesús que transmitía. Sin duda, la vida e influencia de John Stott nos seguirán por muchos años más.

Aunque nació en Londres en 1921, su corazón fue global desde siempre. Su padre lo envió a Alemania y Francia para perfeccionar su habilidad con los idiomas, pero no sabía que lo estaba preparando para servir a la iglesia global. Su conexión con América Latina se hizo más patente a partir de su encuentro con los tres mosqueteros latinoamericanos en Lausana, 1974: René Padilla, Samuel Escobar y Orlando Costas. Se fue forjando de esa manera una cercanía entre Stott y el mundo mayoritario. Como dice J. P. Greenman, «la comunión continua con los cristianos en el mundo en desarrollo aumentó la sensibilidad de Stott a los problemas de pobreza e injusticia, ayudándolo a desarrollar su comprensión cada vez más holística del evangelio».1

Esa visión más holística del Evangelio es la que nos motiva en este libro. Queremos rendir tributo al legado de John Stott como académicos de Langham Scholars, que gracias a su visión pudimos estudiar, desarrollarnos y servir al Señor en y desde América Latina. En lugar de dar detalles biográficos, quiero contar un par de anécdotas de influyentes pensadores latinoamericanos que tuvieron el privilegio de la cercanía y amistad con John Stott.

Una anécdota que me ha impactado mucho es la que suele contar don René Padilla. Nos dice que, en uno de los tantos viajes juntos, fue a buscar a John Stott al aeropuerto en Buenos Aires. Llovía a cántaros. Al llegar a casa de noche, dejaron fuera los zapatos enlodados y entraron. Al día siguiente, cuando se levantó don René encontró a John Stott lustrando sus zapatos. Un tanto desconcertado le dice don René a John Stott, ¿qué haces? John Stott le respondió que el Señor nos enseñó a lavarnos los pies unos a otros, pero como él no necesitaba que le lavara los pies, quería servir lustrándole los zapatos.

Otra anécdota viene de Jorge Atiencia. Jorge cuenta que una vez estaban en Cuba. Como solía pasar en aquellos años, se había ido la luz. En la cocina se amontonaron los platos de setenta participantes que asistían a las exposiciones de John —recuerda Jorge. Como sabemos, en América Latina, sin luz no hay agua. A las 6 a.m. —dice Jorge— oí un ruido en la cocina. La luz había llegado y también el agua. Stott lavaba la loza de todos los participantes, me invitó a hacerlo. Era un siervo que no hacía ruido.

Ambas anécdotas ilustran una marca profunda del carácter de John Stott que nos ha transmitido: el servicio humilde. Ese servicio humilde, además, refleja otras cualidades de Stott, miraba a los demás igual que él, aprendía de lo que otros hacían y decían, y los involucraba en el aprendizaje juntos. Ello describe este proyecto también. Ha sido un caminar juntos aprendiendo unos de otros y disfrutando de la sencillez de la compañía y el servicio mutuo. Sin duda, su vida y carácter han moldeado nuestras vidas como académicos de Langham.

El contexto de la presente investigación

En 2017 se cumplían quinientos años de la Reforma protestante. Se organizaron celebraciones por todos lados. Congresos, simposios, libros, artículos de revistas, numerosos programas de radio, en YouTube, entre un sinnúmero de actividades. Así nos hallábamos este grupo de académicos de Langham, en una reunión de trabajo en Medellín. Entre tantas ideas y propuestas, llamó la atención el dejo de euforia que mostraron algunas afirmaciones aparecidas en libros en español, publicados por los círculos de la Coalición por el Evangelio, como se verá más adelante en el libro.

Este movimiento, recientemente llegado a América Latina, pero con un poder comunicacional importante, afirmaba que la Reforma nunca había llegado a América Latina y que, además, recién con ellos estaba llegando el Evangelio a estas latitudes. Sin duda, ambas afirmaciones son exageradas, por decir lo menos. Sin embargo, fueron un buen motivo para la reflexión. ¿Cuándo llegó la Reforma a América Latina? ¿De qué Evangelio estamos hablando cuando pensamos en la cristiandad en América Latina?

En honor a los aportes de John Stott, quisimos embarcarnos en este proyecto. Resultó clave el apoyo de Riad Kassis, director de Langham Scholars Ministry. Debido a que expresábamos nuestra respuesta reflexionando sobre el Evangelio desde el contexto latinoamericano, decidimos ponerle Buenas Nuevas desde América Latina. Trazamos unas líneas de escritura, pero como suele pasar en este tipo de proyectos, las cosas resultaron un poquito distintas al plan original. Gracias al aporte de Langham Scholars y, en particular, el apoyo de Stefanii Ferenczi, pudimos realizar un congreso en el Seminario Teológico Centroamericano en 2019. Ahí presentamos casi todos los capítulos a una audiencia variada. Armamos mesas de discusión y aprovechamos para pulir las ponencias fruto de ese diálogo. Durante 2020 pudimos tener foros en línea con el apoyo de ceti. Estos foros de conversación nos permitieron ir presentando los capítulos a otra audiencia latinoamericana y seguir puliéndolos, producto de ese diálogo.

Por la naturaleza de cada aporte, resulta difícil darles un orden secuencial adecuado a estos capítulos. Sin embargo, algo de progresión existe. A manera de inclusio, el segundo y el último se dedican a la reflexión a partir de la Reforma. El tercero y el cuarto se enfocan en Dios y el Evangelio respectivamente. Los capítulos quinto y sexto se enfocan en la hermenéutica latinoamericana. A partir del séptimo al undécimo, se desarrollan distintas aristas del Evangelio como aquellas Buenas Nuevas que nacen de la reflexión desde América Latina. A continuación, se presenta un breve resumen de cada uno.

Daniel Salinas nos ofrece un vistazo panorámico respecto a cómo distintas versiones protestantes de la Reforma llegaron a América Latina. El mismo movimiento reformador fue pasando por distintos procesos de cambio a lo largo de los siglos, así que también las versiones de la Reforma que nos llegaron reflejan aquella dinámica. Sin duda, el tipo de protestantismo que llegó a América Latina a fines del siglo diecinueve es producto de esta transformación. También muestra que los resultados de la Reforma no tienen por qué ser iguales a los que sucedieron en otros contextos y épocas.

Nelson Morales nos muestra que, junto con el Evangelio que llegó al continente desde el arribo de los españoles hasta el día de hoy, las personas se van formando una idea de Dios que es producto del diálogo entre las ideas presentes en el continente, las que traían los de afuera, más las propias que se han ido forjando en el contexto latinoamericano. Se propone volver a contrastar esas ideas de Dios con las que afloran de una lectura más balanceada del texto bíblico. Se exhorta a tomar en cuenta estas imágenes, en particular la del Dios airado, cuando se proclama el Evangelio de reino de Dios.

Sadrac Meza ofrece un análisis de los componentes esenciales del concepto Evangelio. Para ello plantea seis criterios para definir evangelio. Con ello en mente se embarca a presentar un evangelio que es cristológico, soteriológico y deontológico. Esta manera de definir el Evangelio permite evaluar afirmaciones como «el Evangelio está llegando por primera vez a América Latina».

Javier Ortega aborda con claridad y profundidad 1 Corintios 11:2-16 y 14:34-37 para mostrar que el liderazgo de la mujer en la iglesia es posible y beneficioso para la comunidad de creyentes. Su exégesis echa mano de distintas disciplinas que abren el pasado y explican el presente. Desde ahí, se plantea la Biblia completa como buena noticia desde América Latina.

Juan José Barreda, ofrece una exégesis similar, pero enfocada en Mateo 19:1-12. También, echando mano de diversas disciplinas bíblicas, presenta una interpretación del repudio a la mujer en ese contexto que muestra una manera más justa de lidiar con las vivencias reales en el matrimonio contemporáneo. En el fondo, propone una lectura «natural» de las Escrituras y usa el estudio de este texto como un ejemplo de los beneficios de esta hermenéutica contextual.

Ruth Padilla DeBorst recalca que el Evangelio no nos separa de nuestra realidad social. Por el contrario, la iglesia es o debiera ser una escuela para la doble ciudadanía de las y los creyentes en Jesús. La iglesia como comunidad de creyentes muestra esa ciudadanía celestial en la práctica, aportando al bien común del entorno en donde se vive como ciudadanos activos y mostrando la amplitud de la buena noticia de Jesús.

Dinorah Méndez presenta los frutos de una investigación acerca del liderazgo eclesiástico. Si bien, esta investigación fue hecha en México, sus resultados son transferibles a la realidad del liderazgo evangélico latinoamericano. Se muestra con pesar que existe una recurrente incongruencia e intolerancia, que tiende a seguir los patrones sociales de liderazgo presentes en su entorno, sin mostrar con mucha claridad los distintivos bíblicos del servicio cristiano, un liderazgo cristiano que debiera ser parte de esas buenas nuevas de Jesús.

Darío López se adentra con profundidad al fenómeno de la participación evangélica en la política. Examina particularmente la inesperada irrupción en la plaza pública del sector más conservador y refractario a la democracia de las iglesias evangélicas, indagando en su comprensión de la democracia y la ciudadanía en un contexto en el que se espera que el diálogo, la tolerancia y el respeto sean moneda corriente en la conducta pública de todos los actores sociales. Queda claro en el capítulo que este sector de los evangélicos para nada practica estos principios claves en democracias cada día más abiertas y plurales.

Marcelo Vargas analiza las implicaciones del Evangelio desde una óptica indígena. Nos exhorta a estar alertas a la invisibilidad que suele tener el aporte de la reflexión indígena latinoamericana en el diálogo teológico y eclesiológico. Esa invisibilidad va de la mano con una narrativa occidental que muchas veces no logra conectarse con nuestra realidad latinoamericana. Esta óptica indígena, por ejemplo, es mucho más sensible a temas ecológicos y aporta otras preguntas y reflexiones a ese diálogo. Es un llamado a descolonizar la cristiandad.

Víctor Morales presenta una reflexión teológica de la ecología. Busca crear conciencia entre nosotros los evangélicos latinoamericanos acerca de nuestra responsabilidad respecto al cuidado y cultivo del mundo creado por Dios. Pues nuestro modo de vida está íntimamente ligado a la tierra. Negar este hecho ha ocasionado su degradación alarmante. Además, Morales ofrece pautas para interpretar esta tarea y nuestra interacción con nuestro entorno a la luz de las buenas nuevas de nuestro Señor Jesucristo con un toque latinoamericano.

Por último, cerrando el inclusio, Rafael Zaracho nos desafía a seguir en una continua reforma. Nos invita a valorar nuestra rica tradición bíblica, histórica y teológica que se ha estado gestando en y desde nuestras comunidades de fe. Como discípulos hacemos la valoración de lo «nuevo», «antiguo» o «escandaloso» de nuestra u otra tradición teológica en y desde nuestra participación en los círculos de discernimiento. Es una invitación a asumir nuestra responsabilidad personal y comunitaria en cuanto a discernir maneras «adecuadas» de conocer y seguir a Jesús en nuestro caminar comunitario. En este proceso de discernir, como comunidades de fe, la invitación es a estar abiertos a la guía permanente y al obrar continuo del Espíritu Santo, en el proceso de convertirnos en comunidades de gracia y reconciliación.

1 J. P. Greenman, «Stott, John Robert Walmsley», Biographical Dictionary of Evangelicals: 640.

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