Читать книгу PENSAR, VIVIR Y HACER LA EDUCACIÓN: VISIONES COMPARTIDAS VOL. 3 - Группа авторов - Страница 5
ОглавлениеINTRODUCCIÓN ¿MERECEN, REALMENTE, LAS “CIENCIAS” DE LA EDUCACIÓN DICHO NOMBRE?
Doménica Thur de Koos1
La cientificidad de la educación ha sido una problemática bastante debatida a lo largo de los años, por lo que se reconoce la existencia de numerosos argumentos, a favor y en contra sobre la cientificidad de las «Ciencias de la educación». Si se toma en consideración la afirmación de Popper (1977), “siempre será un asunto a resolver por una convención o una decisión el de a qué cosa hemos de llamar una ´ciencia´” (pág. 51). Se deben establecer las razones que justifiquen la naturaleza científica del grupo denominado «Ciencias de la educación». Por ese motivo han surgido varios autores que abordan esta problemática desde diferentes perspectivas para poder determinar la existencia de las «Ciencias de la educación».
Sin embargo, se considera necesario abordar dicha problemática partiendo desde lo que puede ser considerada una ciencia. En caso de que el paquete reconocido como «ciencias de la educación» no cumpliera con aquellos rasgos que caracterizan a la ciencia, ¿merecería se llamada así? En definitiva, la respuesta a dicha interrogante sería «no». Por ese motivo, en el presente escrito se busca demostrar que el conjunto de las ciencias de la educación puede, realmente, ser llamado así puesto que cumple con numerosas características propias de las disciplinas científicas.
Además, para cumplir con el objetivo planteado es menester determinar aquello que se va a considerar como ciencias de la educación durante el desarrollo del escrito. Para esto, se utiliza la definición propuesta por Gaston Mialaret (citado por Moreno, 1999): “un conjunto de disciplinas que estudian las condiciones de existencia, de funcionamiento y de evolución de las situaciones y de los hechos educativos” (pág. 20). Asimismo, dentro de este conjunto se pueden distinguir las siguientes disciplinas: filosofía de la educación, antropología de la educación, sociología de la educación, psicología de la educación, andragogía, economía de la educación, pedagogía, didáctica, tecnología educativa. Entre las cuales, la pedagogía se encuentra como ciencia integradora.
Empero, antes de comenzar con la justificación de las ciencias de la educación como verdaderas disciplinas, es preciso conocer algunas razones por las que se desconfía de su cientificidad. En primer lugar, varios autores menosprecian a las ciencias de la educación porque se caracterizan por un carácter mayoritariamente práctico. Por lo que, han sido vistas como “un saber descalificado, no competente e insuficientemente elaborado, ingenuo, jerárquicamente inferior, por debajo del nivel de conocimiento o cientificidad requerido” (Vega, 2018, pág. 59).
Lo que lleva al siguiente argumento. A lo largo de los años se ha cuestionado la cientificidad de las ciencias de la educación puesto que, se asevera que no cuentan con teorías y contenido científico exclusivamente educacional. Como lo expresa Sáez (2016), “la educación es, básicamente, una actividad técnico-práctica cuyas reglas de acción se justifican desde las disciplinas que tienen estructura teórico-conceptual consolidada” (pág. 23). Es decir, el conjunto de ciencias de la educación se basa en disciplinas que ya son consideradas ciencias que proporcionan, en cierta medida, los componentes teóricos. Por lo que, autores como Rodríguez (2006) consideran que “la educación es simplemente un marco de referencia que se resuelve utilizando las disciplinas generadoras” (pág. 40). La razón principal por la que sucede esto es que, como lo expresa Dewey (2015), el educador va a buscar contenidos científicos en otras disciplinas que le permitan “ver y pensar de una manera más clara y profunda sobre lo que está haciendo” (pág. 54).
Por otro lado, Ricardo Moreno Castillo afirma que la educación no es una ciencia debido a tres razones fundamentales: la multiplicación de palabras, el uso de un lenguaje vacío y la resistencia a usar el método científico. Este autor concibe a la educación como una pseudociencia debido a su supuesta “obsesión de multiplicar las palabras e inventar nuevos nombres para las cosas que ya tenían uno.” (Moreno R. , 2009, pág. 75) Lo cual se debe a la falta de ideas que tendría la educación como ciencia. Ante esto, se encuentra estrechamente relacionado el uso de un lenguaje vacío, problema que presenta gran cantidad de pedagogos y razón por la cual Moreno no considera la existencia de ciencias de la educación. Además, explica que esto se debe a que los maestros se inventan “un prejuicio que no existe y arremeten contra él” así como “adjudican a un sujeto un predicado que no le es propio.” (Moreno R. , 2009, págs. 75-77)
Adicionalmente, dicho autor plantea que las ciencias de la educación presentan “una resistencia a usar el método científico.” Debido a que “si un sistema de enseñanza no funciona, o se niegan los hechos o se buscan las causas en circunstancias sociales, pero no se cuestiona el sistema” (Moreno R. , 2009, pág. 67). Lo cual, como el autor lo explica, presenta que la educación se deja llevar más por la subjetividad de los individuos. Aspecto que se contrapone al método científico puesto que este es estrictamente objetivo y no permite cabida a la subjetividad del investigador. Asimismo, otros autores presentan que las ciencias de la educación no presentan métodos de investigación y trabajo claros. Es por esto que, Raudelio Machín y Jorge Núñez (2005) declaran que “para las Ciencias de la Educación existe ciertamente más consenso sobre su objeto que sobre sus métodos” (pág. 81).
Una vez que se han establecido diversas razones por las que algunos autores no consideran que las ciencias de la educación sean verdaderas ciencias, a continuación, se presentan diferentes características de las disciplinas científicas y cómo estas se cumplen en las ciencias de la educación.
Como primera característica de la ciencia se encuentra que siempre cuenta con un objeto de estudio determinado. Es decir, toda ciencia debe tener un fenómeno específico de estudio y por el cual se va a realizar toda investigación. En el caso de las ciencias de la educación, se puede escoger a la pedagogía para ejemplificar el cumplimiento de esta característica. “La pedagogía tiene como objeto de estudio la formación de la persona a través de la educación, considerándola como un proceso debidamente organizado, planificado, dirigido y evaluado.” (Riofrío, 2018, pág. 1) Y es por esto que todo accionar desarrollado dentro de esta disciplina va a ser conducido hacia la formación del ser humano. Por lo que, en los diferentes estudios de este objeto, pueden surgir nuevos aportes como es el desarrollo de la educación inclusiva, en la que se mejora el proceso de enseñanza aprendizaje para todos los integrantes de la sociedad.
Por otro lado, la ciencia es fáctica puesto que parte de hechos problemáticos, de una realidad determinada. Por lo que, “todas las ciencias están compuestas por numerosas hipótesis y teorías que dan en parte significado a los hechos” (Daros, 2009, pág. 10). En cuanto a las ciencias de la educación, un ejemplo puede ser la sociología de la educación. Ya que una de las principales hipótesis que se ha planteado desde esta disciplina es la gran influencia que tiene el contexto de una persona, en los procesos de enseñanza – aprendizaje. Es así como pueden también surgir otras teorías que se basen en hechos específicos de la vida de un individuo. Como puede ser, la utilización de cantos tradicionales Waorani como un medio para la difusión de contenidos y saberes entre generaciones, dentro de esta cultura.
Esto va en conjunto con la siguiente característica, planteada por John Dewey (2015) “no hay ciencia sin abstracción”, es decir, “que ciertos sucesos son trasladados de la dimensión de la experiencia práctica conocida al campo de la investigación teorética o reflexiva” (pág. 10). Puesto que, tomando el ejemplo anterior, estas teorías e hipótesis no podrían ser desarrolladas sin un trabajo de campo hecho con anterioridad. A pesar de, como se vio anteriormente, varios autores no consideran a la educación como una ciencia, por su carácter mayormente práctico, adicionalmente a las teorías que cada ciencia de la educación puede plantear, existen algunos componentes teóricos que todas comparten, los cuales son: el currículo, didáctica, evaluación y el aprendizaje (Beltrán, 2005).
Habiendo aclarado esta característica, es preciso continuar con la siguiente. Según Popper “la ciencia es todo aquel conocimiento que puede ser falsable” (Vega, 2018, pág. 58). Lo cual significaría que los conocimientos que surgen de las ciencias de la educación deben ser capaces de ser sometidos a pruebas que los contradigan. Por ejemplo, durante gran parte del siglo XX y siglos que lo antecedían se pensaba que el niño entraba al aula de clases sin ningún conocimiento previo, y que era el maestro quien comenzaba a implantar conocimientos en el estudiante. Sin embargo, con el pasar del tiempo surgieron nuevos estudios que refutaban dicha teoría y varios autores, como puede ser Ausubel, plantearon que todo alumno tiene conocimientos previos sobre los cuales se deben trabajar los nuevos aprendizajes.
Por otra parte, Herbart precisa que toda ciencia “tiene que proceder por deducción, encontrando fundamentos en el pensar filosófico” (Casillas, 2016, pág. 306). Las ciencias de la educación llegan a cumplir con esta característica puesto que gran parte de sus planteamientos comienzan desde la psicología y la filosofía práctica. Por ejemplo, la psicología de la educación utiliza planteamientos psicológicos generales para luego encontrar aplicaciones particulares, dentro del campo educativo. A modo de ejemplo, es el caso de la pedagogía musical inclusiva, puesto que para lograr esto se necesita de un concepto más general, que es la musicoterapia.
Por otra parte, Bunge en su libro “La ciencia, su método y su filosofía” presenta 15 características que debe cumplir la ciencia. De las cuales se tomarán en cuenta tres para poder presentar la cientificidad de las ciencias de la educación. Bunge afirma que la ciencia es explicativa. Es decir, “los científicos no se conforman con descripciones detalladas; además de inquirir como son las cosas, procuran responder a porqués: por qué ocurren los hechos cómo ocurren y no de otra manera” (Bunge, 2001, pág. 40). Para comprender de mejor manera esta característica dentro de las ciencias de la educación, se puede utilizar como ejemplo a la antropología de la educación. La cual va más allá de la forma de aprendizaje del ser humano, ya que se pregunta por qué el ser humano es capaz de aprender. Y es así como explica la posibilidad de educación del hombre debido a la educabilidad que este presenta. Es decir, debido a la capacidad innata, que presentan todos los seres humanos, de ser educados.
La siguiente característica que presenta Bunge es: la ciencia es metódica. En otras palabras, toda ciencia utiliza el método científico para realizar sus investigaciones. Para poder comprender el cumplimiento de esta característica, en contraste con lo estipulado anteriormente por Ricardo Moreno (2009), primeramente se definirá al método científico como, citando a Álvarez & Sierra (s.f.), “la vía, la estructura lógica del proceso de la investigación científica; es el sistema de procedimientos; la forma de estructuración de la actividad para transformar el objeto, previa su caracterización esencial, para resolver el problema, para lograr los objetivos” (Pacheco, 2012, pág. 7).
Por lo que, para determinar si las ciencias de la educación hacen uso del método científico, es necesario determinar si utilizan la serie de procedimientos que este presenta. Para lo cual, se puede ejemplificar a través de la sociología de la educación, ya que esta ciencia de la educación hace uso del método científico en la mayoría de sus estudios. Como puede ser en el caso que se quiera estudiar el proceso de enseñanza-aprendizaje de una tribu determinada del Ecuador. Para hacerlo primeramente el pedagogo identifica el problema y determina hipótesis, mediante la observación, luego realizará una fundamentación teórica sobre los temas que constituyen su problemática. Ante esto realizará algunas pruebas de campo, para de esta manera comprobar las hipótesis planteadas en un inicio. En términos generales, de esta manera se realizan las investigaciones de esta disciplina científica. Por lo que se podría decir que sí se hace uso del método científico.
Otra característica que propone Bunge estipula que el conocimiento científico es útil. “La utilidad de la ciencia es una consecuencia de su objetividad: sin proponerse necesariamente alcanzar resultados aplicables, la investigación los provee a la corta o a la larga” (Bunge, 2001, pág. 46). En el caso de la didáctica, la investigación que se realiza en esta disciplina está en constante descubrimiento de nuevos conocimientos que pueden ser aplicados dentro del aula. Es así como surgen diferentes estrategias pedagógicas que pueden ser utilizadas en diferentes ámbitos educativos. Por lo que la utilidad de las ciencias de la educación se ve representada por las diferentes técnicas, métodos y estrategias que se implementan en todos los niveles educativos.
Esta característica, a su vez conlleva a la siguiente cualidad de la ciencia. Como propone Valodia Pacheco Rivera (2012), “la ciencia y todos los procesos que en ella se dan, nos conducen a hallar soluciones […] se convierte, por tanto, en vía sustancial para el progreso”. Por lo que, “los impactos que tribute la ciencia deben ir a garantizar un desarrollo integral” (pág. 4) de la sociedad. Ante esto, se puede decir que todas las ciencias de la educación cumplen con esta característica ya que todas tienen como objetivo el estudio y mejoramiento de todos los procesos educativos. Es por esto que Rafael Sáez (2016) argumenta que “la ciencia nos adentra, humildemente, en un mundo donde el objetivo es buscar, observar, comprobar, deducir, un mundo donde algunos investigadores pretenden aportar a la sociedad soluciones y mejoras, en nuestro caso, mejoras y soluciones educativas” (pág. 27). Y son estos procesos educativos los que, sin duda, permiten un mayor y mejor desarrollo de toda la sociedad.
En definitiva, se puede concluir que parte de la cientificidad de las ciencias de la educación se encuentra en el cumplimiento de características específicas que toda ciencia cumple. Tales como pueden ser: tener un objeto de estudio, ser fáctica, ser falsable, cumplir con el método científico, ser útil, entre otras. Por tanto, es necesario situar a estas disciplinas dentro del campo de las ciencias sociales. Para de esta manera, también, conceder a dichas ciencias, la importancia necesaria para su avance, ya que constituyen una parte de suma importancia para el progreso de la sociedad.
No obstante, es indispensable recordar que “la ciencia no es, pues, un producto hecho, sino que la ciencia ha de ser construida” (Sáez, 2016, pág. 29). Afirmación que se encuentra estrechamente relacionada con las ciencias de la educación, puesto que son disciplinas que, como toda ciencia, se encuentran en proceso de desarrollo. Por tanto, es preciso concluir que las ciencias de la educación son “por su propia naturaleza, un círculo o un espiral sin fin. Son una actividad que incluye la ciencia dentro de sí” (Dewey, 2015, pág. 56).
A continuación, en el libro Pensar, vivir y hacer la educación, volumen 3 se evidenciará el carácter científico de las ciencias de la educación. Por medio de sus diversos capítulos se constata el cumplimiento de las diferentes características de la ciencia, propuestas en esta introducción.
1 Estudiante de la Carrera de Educación Inicial de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.